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Full text of "Discurso historico-arqueologico; ô sea reseña histórica sobre las lenguas, idiomas, dialectos y escritura en general, y en particular de España, escrito y publicado en honor del ... Excmo. Sr. D. José Nicolás de Azara ... en el Album National y Extranjero ... va acompañado de otro pequeño discurso sobre la lengua Euskera o Vascongada"

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Castellanos  de  Losada,   B.S. 
Discurso  historico-arqueologico. 


\ 


DISCURSO 

ó    SE.V 

KESEi.4    HISTÓRlC.l 

SOBRE  LAS  LENGUAS,   IDIOMAS,   DIALECTOS  Y  ESCRITURA  EN  GENERAL, 
y  en  particular  di>,  Espaúa. 

Kscrllo    y   publicado    en    honor  del  célebre    dlploniúdco   y    dl«(lii^uiilo 
literato  ara^ouéH  del  slailo  XVIII, 

EL  ExcMO.  Sr.  D.  JOSÉ  NICOLÁS  DE  AZARA, 

FRIIIER  MARQUÉS  DE  HIBBIABO  , 

OUE    PIBLICV    EN    SU    HONOR    SU    HISTORIADOU 

Anticuario  (te  la  Biblioteca  Nacional .  Fundaiior-Direclor  de  la  Academia  Española 
lie  Arqueología  .  ele. 

Va  acompañado  de  olro  poquciio  discurso  sobro  la  lengua  ElSKERi  ó  íasconíada, 
escrilo  al  uiisiuo  efecto  por  el  Sr,  D.  im  Francisco  de  iizqiiik'l, 


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MADRID:    ISr.G. 


l.Ml'nK.MV    íiK    IXI.N    AI.FJVNDnn    i;()M>;Z     n  KNrKNFliRñ  , 

cali»  líe  la  Culnjiala  .  núm    0.  A,.\'^  ^     - 


\ 


A  LOS  LECTORES. 


Habiéndose  formado  este  folíelo  de  pliegos  sobrantes  del  Álbum  IS'acio- 
uíi!  ¡I  Extranjero  de  Azara,  no  debe  extrañarse  que  empiece  la  foliación  de 
la  primera  página  en  el  número  125  y  termine  en  el  222,  asi  como  que  la 
signatura  de  los  pliegos  empiece  en  el  Ifi  y  termine  en  el  28  ,  porque  estos 
números  indican  las  foliaciones  y  signaturas  que  corresponden  ü  la  obra 
expresada,  pero  no  por  esto  falta  en  este  folleto  nada  de  lo  que  indica  su 
titulo. 

Deben  cüiilarse  entre  los  aclunles  pendolistas  españoles  de  mas  ñola, 
de  que  hacemos  mención  en  la  parte  de  nuestro  discurso  que  trata  de  la 
escritura  española  ,  á  los  Srcs.  />.  José  Velasco  Dueñas,  oficial  de  la  Inten- 
dencia del  Real  patrimonio,  y  al  presbítero  í).  Juan  Ábáon,  empleado 
en  la  biblioteca  del  Real  palacio,  sintiendo  no  recordar  los  nombres  de 
oíros  no  menos  buenos  en  este  género. 


DISCURSO 


o  MAS  BIEN  RESENA  HISTURICO-ARQIEOLOGICA  SOBRE  LAS  LENGUAS,  IDIOMAS, 
DIALECTOS  Y  ESCRITURA  EN  GENERAL,   V  EN  PARTICULAR  DE  ESPAÑA. 


INTRODUCCIÓN. 


¡ji  nos  prometiésemos  formar  la  liistoria  completa  de  las  lengnas  en  su  parte  fabu- 
losa, conjetural  o  razonable,  con  respecto  al  origen  de  la  facultad  concedida  al  hom- 
bre para  ordenar  su  pensamiento,  metodizarle,  dividirle  y  comunicarle  por  me- 
dio de  signos  articulados  ó  mímicos ,  que  después  se  escribieron  y  consignaron  por 
medio  de  signos  ó  caracteres,  ciertamente  que  necesilariaraos  una  suma  de  cono- 
cimientos de  que  carecemos,  y  una  profundidad  filosófica  que  está  muy  lejos  de 
nuestra  pobre  mente;  asi  como  tendríamos  también  que  ocupar  muchos  volúme- 
nes para  dar  la  debida  extensión  á  tan  vasto  como  dificil  y  complicado  plan.  Em- 
pero como  estemos  muy  ágenos  de  querer  pasar  por  profesores  de  lingüistica,  ni 
pretendamos  hacer  gala  de  una  filosófica  erudición  que  en  vano  pretenderíamos 
sostener,  y  por  otra  parte  no  sea  esta  obra  un  tratado  filológico  ni  literario  so- 
bre esta  materia ,  nos  limitaremos  á  hacer  una  breve  reseña  histórica  que  basare- 
mos en  las  doctrinas  de  los  entendidos  y  filosóficos  autores  que  mas  han  adelan- 
tado en  este  género  de  literatura  ,  de  suyo  difícil  y  árido,  si  bien  instructivo  por 
todos  conceptos. 

Hubiéramos  podido  seguir  en  este  pequeño  trabajo  á  los  sabios  Hervás,  Adam 
Smith,  Adeluog,  Yolney,  Merlán,  Murray  .  Humbold  ,  Yater  y  otros  que  han  dis- 
currido y  dejádonos  sabias  obras  sobre  la  formación,  análisis,  comparación,  es- 
tructura é  historia  de  las  lenguas  en  general;  y  á  los  entendidos  y  eruditos  Poza, 
Capmani ,  S.  Isidoro ,  Rodríguez,  Pérez  Bayer  ,  Larramendi,  Yelazquez,  Alde- 
rete,  Marina  ,  Mayans,  Sarmiento,  y  tantos  otros  que  se  han  ocupado  de  nuestra 
lengua  nacional  en  todas  sus  secciones  y  dialectos  ;  pero  hemos  preferido  por  la 
brevedad  ,  y  porque  no  hemos  hallado  mejor  compendio  de  las  doctrinas  de  todos, 
el  seguir  el  clarísimo  método  establecido  por  nuestro  sabio  compañero  de  redac- 


—  \-2C,— 

cion,  en  la  Knciclopedia  moderna  del  ilustrado  editor  D.  Francisco  Mellado,  publi- 
cada en  Madrid  desde  1831  al  1855,  en  sus  artículos  Lenguas  y  España  (Lingüis- 
tica), de  los  que  tomaremos  la  parte  que  mas  convenjía  A  nuestro  propósito, 
á  pesar  de  que  no  estando  de  acuerdo  en  algunos  puntos,  tendremos  que  variar  de 
rumbo  algunas  veces,  y  muy  particularmente  al  tratar  de  la  lengua  vascongada  ó 
ibérica  ,  en  cuya  parte  estamos  por  la  opinión  de  nuestro  ilustrado  amigo  D.  José 
Francisco  Aizquivtl,  cuyo  trabajo  sobre  este  particular  insertaremos  al  fin  de  este 
discurso.  De  lodos  modos  los  expresados  artículos,  que  servirán  de  base  ;\  este 
escrito  ,  en  el  que  citaremos  lo  que  tomemos  de  ellos ,  son  lo  que  liemos  leido  mas 
bien  compendiado  sobre  la  lingüistica  en  general  y  particular  de  España ,  y  á 
cuyo  buen  método  y  claridad  se  agrega  el  haberse  hecho  cargo,  y  analizado  filo- 
sóficamente ,  su  autor  de  las  opiniones  de  los  mas  acreditados  escritores  sobre  esta 
materia  ;  razón  por  la  que  recomendamos  al  lector  que  quiera  enterarse  deteni- 
damente de  ella  los  lea  con  cuidado,  puesto  que  nosotros  solo  nos  vamos  á  atener 
á  lo  histórico,  y  á  pasar  muy  ligeramente  sobre  la  parte  analítica  y  de  formación 
y  construcción  de  las  lenguas  y  de  los  dialectos,  si  bien  en  estos,  por  lo  respecti- 
vo á  España,  vamos  á  hacer  un  trabajo  enteramente  nuevo,  comprendiéndola 
opinión  de  literatos  amigos,  y  echando  á  volar  especies  que  andan  hace  mucho 
tiempo  rodando  por  nuestra  imaginación  ,  y  lo  propio  nos  sucederá  en  la  parte  re- 
lativa á  la  escritura  en  general  y  particular  de  España.  Debemos  advertir  de  paso, 
que  deben  tenerse  como  parte  complementaria  de  este  ligero  bosquejo  sobre  la 
historia  de  las  lenguas,  cuanto  con  relación  á  ellas  se  dice  por  nosotros  en  varias 
partes  y  notas  de  esta  obra  y  de  la  Corona  Poélico-musical  de  Azara  de  que  no  nos 
hagamos  cargo,  puesto  que  hemos  establecido  llamadas  que  nos  han  parecido  úti- 
les para  la  mayor  instrucción  y  explicación  de  ciertos  documentos  y  noticias  que 
insertamos. 

Deseosos  de  contribuir  en  algo  por  nuestra  parte  ,  ademas  de  su  dirección  ,  al 
engrandecimiento  del  Álbum  nacional  y  extranjero  hecho  en  honor  del  caballero 
Azara,  hemos  formado  este  escrito,  que, como  ya  hemos  dicho,  no  tiene  ninguna 
clase  de  pretensión;  empero  si  á  alguno  de  nuestros  lectores  les  fuese  alguna  vez 
útil,  siquiera  para  recordar  especies  olvidadas,  ó  para  pretender  eclipsarnos  con 
un  trabajo  concienzudo  y  digno  sobre  esta  materia,  hallaremos  en  ello  una  re- 
compensa muy  superior  á  nuestro  deseo,  y  un  premio  honroso  que  nos  llenará  de 
orgullo  y  satisfacción  ,  tanto  mas ,  cuanto  que  habiendo  tenido  muy  pequeña  par- 
te en  esta  obrila ,  al  reproducir  las  ideas  de  otros  autores  de  mas  feliz  concepción, 
profunda  filosofía  y  sabio  criterio,  creeremos  liaber  hecho  algo  bueno;  idea  que 
nos  lisonjea  y  que  sentiríamos  ver  defraudada.  En  esta  inteligencia  nos  recomen- 
damos muy  eficazmente  á  la  indulgencia  de  los  sabios,  y  á  la  paciencia  de  todos 
nuestros  lectores. 


^IB 


& 


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PARTE  PRIMERA. 


DE  LAS  LENGUAS  EN  GENERAL. 


Dice  el  Diccionario  de  la  lengua  castellana  en  sa  primera  edición  ,  que  lengua 
es :  «  el  conjunto  de  voces  y  términos ,  voluntariamente  elegidos ,  con  que  cada  nación 
explica  sus  conceptos,  pronunciándolos  ó  articulándolos  según  sus  dialectos.»  Es  lan- 
ío lo  que  se  ha  escrilo  y  discurrido  sobre  las  lenguas  y  su  formación ,  y  las  diver- 
sas versiones  que  se  han  hecho  sobre  esta  importante  materia,  que  seria  preciso 
muchos  volúmenes  para  poner  de  manifiesto  todas  las  opiniones;  mas  como  este 
no  sea  nuestro  cometido,  que  no  tendríamos  las  suticienles  fuerzas  para  llenar 
por  mas  voluntad  que  al  efecto  tengamos  ,  nos  limitaremos  á  presentar  un  ligero 
bosquejo  que  dé  alguna  razón  del  objeto. 

Manifiesta  D.  Sebastian  Covarrubias  en  su  Tesoro  de  la  lengua  castellana  ,  que 
lengua  se  loma  muchas  veces  por  el  lenguaje  con  que  cada  nación  habla  ,  como 
lengua  latina ,  lengua  griega,  etc.,  y  que  en  esta  significación  no  hay  lengua  que 
se  pueda  llamar  natural ;  pero  que  la  razón  tiene  fuerza  en  el  hombre  de  formar- 
la á  su  beneplácito.  Asegura  este  anlor  que  la  primera  lengua  que  se  habló  en  el 
mundo  fué  la  hebrea,  infundida  por  Dios  á  nuestros  primeros  padres  ,  y  que  con 
ella  puso  Adán  nombre  á  lodos  los  animales  de  la  tierra  y  á  las  aves ,  según  su 
calidad  y  naturaleza  ,  como  consta  del  capitulo  segundo  del  Génesis  que  transcri- 
be, pretendiendo,  que  si  conociésemos  la  verdadera  etimología  y  pureza  de  esta 
lengua ,  no  se  ignoraría  tanto  de  las  cosas.  Siguiendo  en  este  propósito  ,  supone 
que  hasta  después  del  diluvio  no  se  habló  otra  lengua,  afirmando  su  opinión  en  el 
mismo  capitulo  del  referido  libro  sagrado;  y  que  queriendo  los  hombres  inmorta- 
lizarse en  la  famosa  torre  de  Babel ,  hizo  Dios ,  para  castigar  su  soberbia ,  que  se 
confundiesen  ,  resultando  de  esta  confusión  setenta  y  dos  lenguas  diferentes,  que 
llevaron  las  familias  á  diversos  pueblos,  quedando  solo  con  la  primitiva //eber, 
descendiente  del  primogénito  de  Noé ,  y  su  familia  ,  por  lo  cual  se  la  denominó  He- 
brea ■  razón  por  la  que  se  llamó  hebreos  á  Jacob  y  á  sus  hijos  cuando  pasaron  á 
Egipto,  en  cuya  cautividad  la  conservaron  en  toda  su  pureza.  Añade  este  escritor, 
que  al  salir  los  hebreos  de  la  cautividad ,  comunicándose  con  oirás  naciones,  cor- 
rompieron su  lengua  primitiva  hasta  tal  punto,  que  á  la  venida  del  Salvador  ha- 
blaban la  lengua  siriaca  mezclada,  conservándose  solo  la  hebrea  en  los  libros  de 
Moisés  y  de  los  Profetas  ,  con  algunas  voces  caldeas;  y  concluye  que  las  lenguas 
siria  ,  caldea  y  arábiga  son  hijas  de  la  hebrea. 

Andrés  Posa  ,  S.  Agustín  ,  Arnobio  y  otros  escritores  fueron  de  la  propia  opi- 
nión de  Covarrubias;  pero  otros  autores,  y  entre  ellos  S.  Gregorio  Nazianceno  y 
S.  Gregorio  Niceno,  no  quieren  se  entiendan  las  palabras  del  Génesis  sobre  la 
confusión  que  causó  la  fabricación  de  la  torre  de  Babel ,  de  que  se  dividieron  en 


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tiiferente?  lenguas,  sino  en  la  diversidad  de  pareceres  y  encontradas  opiniones, 
siendo  el  segundo  de  opinión,  de  que  el  habla  es  natural  en  el  hombre,  y  que 
debe  buscarse  el  origen  de  la  diferencia  de  las  lenguas  en  el  hombre  mismo  ,  y  no 
en  la  intervención  de  Dios.  Empero  como  nosotros  creamos  y  dehamos  creer,  que 
nada  existe  sin  la  intervención  del  Omnipotente ,  perdónesenos  si  no  podemos  de- 
jar de  buscar,  al  menos  en  el  consentimiento  del  Ser  Supremo,  todo  cuanto  se 
refiera  al  origen  ó  creación  de  las  cosas.  Dejando  estas  consideraciones  filosóficas, 
que  pueden  estraviar  la  mente  por  mal  camino  cuanto  mas  se  profundice  sobre 
este  particular,  consignaremos  aqui  nuestra  opinión,  en  cierto  modo  igual  á  la  de 
nuestro  compatriota  Marina  ,  en  el  discurso  sobre  la  lengua  española  ,  ([ue  publicó 
la  Academia  de  la  Historia  en  el  lomo  IV  de  sus  Memorias ,  de  que  la  primera  len- 
gua fué  revelada  por  Dios  al  primer  hombre;  creencia  en  que  nos  confirmamos 
por  mas  que  se  ria  de  nuestra  credulidad  la  filosofía  moderna  que  pretende  negar- 
lo, fundándose  en  que  habiendo  dado  Dios  al  hombre  la  facultad  de  pensar,  el 
entendimiento  y  la  inventiva,  le  concedió  en  estas  dotes  la  posibilidad  de  enten- 
derse con  sus  semejantes  por  mil  medios,  por  lo  cual  no  le  era  necesaria  la  reve- 
lación para  el  lenguaje,  como  no  lo  es  para  la  música,  en  la  que  inventa  á  su  an- 
tojo mil  sonidos:  este  modo  de  raciocinar  será  muy  natural  y  filosófico,  pero  no 
le  comprendemos  en  el  estrecho  circulo  de  nuestras  creencias,  y  por  lo  tanto  le 
dejamos  al  criterio  de  nuestros  lectores  (1). 

Oponiéndose  á  nuestras  ideas  estas  cuestiones  filosóficas,  y  abandonándolas  al 
terreno  de  la  discusión  de  los  que  quieran  lucirse  engolfándose  en  ellas,  vamos  á 
entrar  de  lleno  en  nuestro  objeto  desde  el  [)unto  de  partida  en  que,  parando  lo 
conjetural  y  filosófico,  entra  lo  que  no  ofrece  ya  dudas  á  ninguna  creencia.  Tam- 
poco queremos  entrar  en  las  encontradas  opiniones  filosóficas  en  que  vagan  los  au- 
tores acerca  de  la  formación  de  las  palabras,  ya  conocidos  los  sonidos  y  las  letras 
para  expresarlas,  ni  de  la  mayor  ó  menor  antigüedad  del  conocimiento  y  aplica- 
ción de  las  parles  de  la  oración;  asi  como  tampoco  nos  meteremos  á  tratar  de  pro- 
bar que  este  ü  aquel  fué  el  primer  lenguaje  ,  cosa  ya  difícil  de  averiguar  ni  aun 
por  la  tradición  razonablemente.  Creemos  si  que  en  an  principio  el  lenguaje  seria 
interjeccional  y  mimico ,  y  que  los  hombres  se  entenderían  por  los  signos  de  la  re- 
velación directa,  ó  por  la  indirecta  ,  que  les  iria  mostrando  la  modulación  de  las 
interjecciones  en  sonidos  mas  armónicos,  que  vendrían  después  á  componer  pa- 
labras ,  las  cuales  fueron  adaptando  á  los  objetos  que  se  les  presentaban  y  á  si  pro- 
pios, siguiendo  en  progresión  de  este  modo  hasta  el  estado  en  que  se  constituyó 
ya  un  arte ,  cuya  base  no  pudo  menos  de  ser  la  revelación  ,  la  inspiración  y  el 
consenlimienlo  divino. 

Sentada  ya  la  definición  del  lenguaje,  según  el  sentir  de  nuestra  .\cademia, 
que  es  una  descripción  mas  bien  que  una  definición  completa  y  absoluta,  añadire- 
mos con  los  autores,  que  el  lenguaje  puede  ser  hablado,  escrito,  mímico  y  foné- 
tico ó  musical,  habiéndole  también  de  los  ojos,  ((ue  puede  aplicarse  al  mimico,  de 
las  flores  y  de  los  colores  que  pertenecen  al  geroglífico  (2);  sin  que  tengamos  por 

{i)  Platón  cree  el  lenguaje  de  inspiración  divina  ,  y  Diodoro,  Horacio,  Vitruvio  y  Cicerón  le 
consideran  como  institución  humana ,  de  cuya  opinión  son  los  modernos  escritores  Smith ,  Condi- 
llac  ,  el  inglés  Monbado  y  Stewarl. 

(2)  En  18^7  publicamos  nuestra  obrita  titulada  La  Galantería  etpañola  ;  y  en  1850  nues- 
tra Iconología  cristiana  y  gentílica,  y  en  ambas  se  explica  el  lenguaje  mimico  y  Ggurado  y  el 
de  las  Dores ,  colores  y  geroglificos  en  toda  su  extensión. 


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impropio  el  que  se  denomine  asi  el  canlo  y  sonidos  con  que  los  animales  de  lodas 
clases  espresan  sos  pesares  y  alegrías.  Con  mucha  razón  dice  este  autor,  que 
pensar  es  antes  que  hablar ,  y  no  una  misma  cosa  como  oíros  quieren ,  en  la 
creencia  de  que  no  pueden  existir  separadas;  pero  debe  tenerse  presente,  que 
es  preciso  pensar  antes  para  hablar,  y  que  diariamente  el  pensamiento  nos  pro- 
vee de  nuevas  palabras,  sucediendo,  no  pocas  veces,  que  concebimos  mu- 
chas ideas  que  no  podemos  expresar,  porque  carecemos  de  voces  que  expresen 
nuestra  concepción  en  todo  su  valor  ;  de  modo  que  puede  muy  bien  decirse,  que 
si  el  lenguaje  sirve  para  la  comunicación  del  pensamiento  ,  no  es  aquel  indispen- 
sable para  la  formación  de  este :  testigo  de  esta  verdad  los  sordos  y  los  mudos, 
que  sin  hallarse  en  disposición  de  hablar  ,  piensan  como  los  que  tienen  estas  fa- 
cultades. 

A  pesar  de  que  todos  los  autores  convienen  en  la  imposibilidad  de  fijar  la  épo- 
ca en  que  solo  existia  un  lenguaje ,  no  por  eso  han  faltado  escritores  que  afirmen 
que  todas  las  lenguas  son  bijas  de  una  madre  común  ,  y  para  probarlo  se  han  de- 
dicado á  comparaciones  analíticas,  que  mas  que  al  arle  pertenecen  á  la  filosofía, 
habiendo  no  poco  de  arbitrariedad  en  unos  y  de  inventiva  en  otros  ,  pues  que  á 
poco  que  se  discurra  no  podrá  menos  de  concebirse  de  que  sin  que  se  dé  de  punto 
de  partida  una  lengua  común  primiliva,  todas  deben  tener  sonidos  y  raices  pare- 
cidos, siendo  tan  pocas  como  son  las  arliculaciones  que  puede  formar  la  lengua. 
Por  el  contrario  cree  el  articulista  de  nuestra  Enciclopedia  del  siglo  XIX  «que  en 
vez  de  proceder  las  lenguas  de  un  origen  conmn ,  caminan  á  un  término  común 
después  de  nacer  en  tantos  puntos  como  focos  de  población  pudo  haber  en  un  país, 
que  se  hallase  lo  suficientemente  avanzado  para  poder  empezar  á  crear  un  len- 
guaje hablado  ,  abandonando  los  gritos  y  los  ademanes.  » 

Siguiendo  al  mismo  autor  en  varios  puntos  de  su  articulo ,  hallamos  que  dice  en 
uno:  «Muchos  han  querido  probar  el  único  origen  de  las  razas  humanas  por  el  úni- 
co origen  también  de  las  lenguas ;  pero  sus  trabajos  no  nos  son  satisfactorios :  la  in- 
vestigación de  la  lengua  primitiva  es  todavía  un  problema.»  Así  es  en  efecto  ,  todas 
las  investigaciones  que  se  han  hecho  sobre  este  particular  han  salido  infructuosa?, 
y  solo  han  servido  para  embrollar  mas  la  cuestión  ,  y  poner  de  manifiesto  la  impo- 
tencia humana  cuando  se  atreve  á  pretender  levantar  el  tupido  velo ,  que  cubre  los 
misterios  del  pasado  lo  mismo  que  del  futuro ,  y  que  no  puede  menos  de  recibir  el 
castigo  merecido  por  haber  querido  penetrar  con  su  ignorancia  mas  allá  de  lo  que 
es  permitido  á  su  limitada  razón  ,  y  tocar  con  sacrilega  mano  el  arca  misteriosa  de 
los  secretos  de  la  divina  Providencia. 

En  el  empeño ,  no  de  descubrir ,  porque  esto  no  lo  creemos  posible  al  hombre, 
sino  de  singularizarse  con  la  máscara  de  una  mentida  sabiduría  ,  los  unos  han  senta- 
do por  cosa  cierta  que  el  griego  fué  la  lengua  primitiva  ,  otros  que  lo  fué  la  hebrea, 
otros  que  el  latín,  otros  que  el  celta;  nuestros  vascongados,  que  lo  fué  la  suya; 
y  asi  cada  filólogo  ha  tratado  de  ensalzar  la  soya  natural  ó  aquella  á  cuyo  estudio 
se  había  dedicado  con  preferencia,  tratando  con  porfiado  empeño  arrastrar  á  lo- 
dos los  demás  á  una  opinión  que  él  en  conciencia  no  podía  creer,  porque  á  excep- 
ción de  algún  crédulo  de  su  mismo  invento ,  estamos  persuadidos  de  que  ninguno 
ha  hallado  monumentos  indestroclibles  que  no  pueda  rechazar  la  sana  razón  y  la 
verdadera  y  solida  filosofía.  El  estudio  de  las  lenguas  y  de  las  etimologías  pre- 
senta muchas  semejanzas  entre  unas  y  otras,  nacidas  de  las  relaciones  de  los  di- 
versos pueblos  entre  sí ,  pues  que  esto  hace  que  las  lenguas  tomen  y  se  presten 

17 


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inutuaineDle  voces  ,  con  las  que  se  hace  una  fusión  que  las  asimila  con  el  lienipo, 
sin  que  porque  se  cncuenlren  enlre  dos  ó  Ires  lenguas  unas  cuanlas  voces  idénli- 
c»s,deba  suponerse  un  mismo  origen  á  toda  la  lengua  ,  sino  que  la  idenlidad 
solo  está  en  las  palabras  semejantes.  Dice  el  doctor  Yung ,  que  una  voz  idéntica 
en  dos  lenguas  no  supone  un  común  origen;  que  si  hay  tres,  la  probabilidades 
mayor  y  asi  sucesivamente;  pero  en  caso  alguno  debe  tenerse  por  uno  el  origen 
de  las  dos  lenguas;  en  fin  concluye  diciendo:  que  cuando  entre  dos  lenguas  son  la 
escepcion  la  desemejanza  de  palabras,  hay  parentesco  entre  ellas;  pero  cuando 
la  escepcion  la  forman  las  voces  semejantes,  no  puede  menos  de  haber  distinción 
de  origen  entre  los  idiomas  comparados:  las  afinidades  son  origen  de  que  for- 
men las  lenguas  grupos  marcados. 

Se  clasifican  las  lenguas  primero  en  dos  grandes  secciones.  En  la  primera  se 
han  colocado  las  que  se  tienen  por  lenguas  madres,  y  en  la  segunda  lasque  se 
suponen  hijas  de  estas,  como  por  ejemplo  el  español ,  el  portugués,  el  francés  y 
el  italiano,  se  tienen  por  lenguas  hijas  de  una  madre  coman  á  ellas,  que  es  la  lati- 
na, que  también  se  amamantó  y  no  poco  de  la  griega.  Después  sellan  hecho 
otras  dos  secciones,  á  saber:  lenguas  muertas,  que  son  las  que  no  tienen  un  pue- 
blo que  las  practique  hablándolas  vulgarmente ,  como  el  hebreo ,  el  latin ,  el  godo, 
el  eslavo  ,  el  escandinavo ,  etc. ;  y  lenguas  vivas ,  que  son  aquellas  que  se  hablan 
vulgarmente  en  los  diversos  pueblos  del  globo.  También  se  llaman  lenguas  litera- 
les, á  las  que  conservándose  escritas,  conocen  y  usan  los  eruditos,  no  obstante 
de  haberse  alterado  vulgarmente,  á  cuya  alteración  se  dá  el  nombre  de  lengua 
vulgar,  y  asi  es  que  hay  árabe  literal  que  es  el  del  Corán  y  el  lenguaje  antiguo 
de  este  pueblo,  y  árabe  vulgar,  que  es  el  que  hoy  usa;  y  como  las  alteraciones 
hayan  tenido  lugar  en  todos  los  pueblos,  en  todos  hay  lengua  literal  y  lengua 
vulgar  mas  ó  menos  variadas  y  marcadas  enlre  si. 

Según  las  observaciones  filológicas  de  los  autores,  compendiadas  hábilmente 
por  nuestro  expresado  enciclopedista  ,  con  relación  á  su  naturaleza  ,  se  dividen 
las  lenguas  también  en  sintéticas  y  analíticas,  perteneciendo  á  la  primera  clase 
las  que  agrupan  en  una  sola  palabra  generalmente  la  expresión  de  muchas  ideas, 
y  á  la  segunda  las  que  con  solo  una  palabra  indican  una  idea  y  una  relación 
gramatical ;  habiéndose  observado  que  no  existe  idioma  exclusivo  de  una  sola  de 
estas  secciones,  y  que  al  paso  que  las  lenguas  de  los  pueblos  salvajes  son  mas 
sintéticas,  son  mas  analíticas  las  de  los  pueblos  civilizados.  Según  el  propio  autor, 
las  lenguas,  consideradas  en  su  sintaxis,  son  directas  ó  inversivas:  en  el  primer 
caso  los"  miembros  de  la  oración  están  sujetos  á  una  construcción  invariable,  cuyo 
orden  comunmente  es:  el  sugeto,  el  verbo  y  el  régimen,  procurando  que  lo  regi- 
do vaya  siempre  después  de  loque  rige;  y  en  el  segundo  se  invierten  las  pala- 
bras de  mil  maneras ,  como  se  vé  en  el  latin  ;  pero  las  lenguas  inversivas  necesi- 
tan tener  desinencias  y  flexiones  gramaticales  que  marquen  bien  las  relaciones 
de  las  palabras  enlre  si :  de  los  dos  sistemas  ,  el  mas  lógico ,  y  de  consiguiente  el 
mas  claro ,  razonable  y  fácil ,  es  el  primero  en  la  opinión  nuestra  ,  que  vemos  ser 
la  de  la  generalidad ,  cuando  es  el  mas  usado  por  los  pueblos  modernos. 

Considerada  ciencia  la  lingüistica  ,  fué  preciso  establecerla  sobre  ciertas  bases, 
y  fijar  una  metódica  nomenclatura  ,  á  cuyo  fin  los  sabios  filólogos  dividieron  en 
determinadas  clases  la  multitud  de  idiomas  conocidos,  en  los  cuales  se  hicieron 
desde  luego  la  clasificación  de  dialectos  con  sus  respectivas  divisiones  ,  de  fami- 
lias y  de  ramas  de  las  mismas,  ya  formando  las  clases  con  las  lenguas  monosilá- 


— lól— 

bicas  y  polisilábicas,  ya  dividiéndolas  en  sintácticas  ó  de  flexiones  gratnalicales, 
ó  en  atácticas  ó  sin  ellas. 

Nuestro  enciclopedista  dice:  «que  una  familia  de  lenguas  comprende  lasque 
tienen  machas  radicales  comunes,  con  tal  que  estas  coincidencias  no  sean  hijas 
de  casos  fortuitos  ,  ni  de  relaciones  entre  los  pueblos  después  de  formado  el  pri- 
mero de  sus  idiomas  ,  cosa  muy  difícil  de  averiguar.  La  frecuencia  y  el  carácter 
intimo  de  las  analogías  así  lexicográficas  como  gramaticales  entre  ciertas  lenguas 
de  una  misma  familia,  las  agrupan  en  ramas  ó  ramificaciones.  Muchas  raices  dis- 
tintas entre  dos  pueblos,  establecen  lenguas  distintas;  pero  donde  casi  todas  las 
raices  son  idénticas  ,  y  donde  las  diferencias  no  consisten  mas  que  en  desinencias, 
ol  lingüista  no  reconoce  ya  otra  cosa  mas  que  dialectos:  »  creyó  el  famoso  filólogo 
Klaproth  ,  que  para  clasificar  las  lenguas  era  preciso  hacer  un  severo  estudio  de 
las  relaciones  que  pudieran  tener  entre  si  las  radicales ,  y  partiendo  de  la  base  de 
una  lengua  primitiva ,  en  que  muchos  autores  no  creen  ,  hizo  importantes  in- 
vestigaciones sobre  este  punto.  A  este  fin  este  sabio  .ngrupó  los  sonidos,  y  conside- 
rando como  semejantes  los  que  pertenecen  á  un  mismo  grupo,  halló  una  comple- 
ta afinidad  entre  las  lenguas  del  Nuevo  Mundo  con  las  del  antiguo  de  mas  remola 
fecha  ;  pero  el  autor  enciclopedista  razona  en  contra  de  este  sistema,  negándole 
\á  base  desde  luego,  diciendo  que  de  este  modo  se  disminuye  el  número  de  suer- 
tes, aumentando  la  probabilidad  de  que  se  repitan  los  sonidos  en  diferentes  idio- 
mas aunque  jamás  hayan  estado  en  contado ,  y  dando  eras  razones  que  no  dejan 
de  convencernos  con  los  ejemplos  que  establece.  Es  tan  curioso  y  manifiesta  tan 
profundo  estudio  de  las  lenguas  el  sistema  de  Klaproth  ,  y  tan  interesantes  las  ob- 
servaciones que  sobre  él  hace  el  referido  enciclopedista,  que  no  debe  pasar  sin 
leer  y  estudiar  detenidamente  el  articulo  de  la  expresada  Enciclopedia  moderna 
en  la  voz  Lenguas,  el  que  desee  escribir  ó  tratar  cuestiones  de  esta  clase. 

Según  las  observaciones  hechas  hasta  el  dia  ,  pueden  considerarse  en  unas 
dos  mil  las  lenguas  que  se  hablan  en  el  mundo  ,  y  en  mas  de  cinco  mil  los  dialec- 
tos que  de  ellas  se  derivan.  Divididas  según  las  partes  del  mundo,  se  encuentran 
en  cinco  grandes  secciones,  á  saber:  lenguas  del  asía,  que  comprenden  las  se- 
míticas, entre  cuyas  cinco  ramas  está  el  hebreo  con  sus  tres  dialectos  y  subdia- 
lectos,  las  caucásicas,  persas,  indias,  tártaras  y  de  Siberia.  A  esta  sección  perte- 
necen el  antiguo  fenicio ,  el  púnico  de  la  antigua  Cartago  ,  el  siriaco  y  sus  tres  dia- 
lectos, el  antiguo  caldeo,  el  medo,  el  árabe  antiguo  y  sus  dos  dialectos,  el  lite- 
ral, el  vulgar  y  sus  diez  dialectos.  El  abisinio,  que  tiene  dos  dialectos;  la  lengua 
del  Cáucaso,  dividida  en  georgiana  ,  armenia  y  lesgiana  con  sus  respectivos  deri- 
vados, entre  las  que  se  cuenta  la  circasiana.  Las  lenguas  persas,  que  tienen  siete 
idiomas.  Las  de  la  India ,  divididas  en  lenguas  muertas  y  vulgares ,  siendo  las  pri- 
meras el  pali  y  el  sanscrit ,  de  la  que  se  derivan  todas  las  vivas  indicas  á  excepción 
de  las  que  hablan  las  tribus  desconocidas.  Las  lenguas  de  la  región  transgangéti- 
f(i ,  divididas  en  cinco  idiomas ,  entre  las  qne  se  hallan  la  china  y  la  japonesa ,  con 
ocho  dialectos  entre  todas.  Las  tártaras  .divididas  en  tres  ramas  ,  contándose  en 
ellas  la  turca  y  ocho  idiomas  derivados;  y  en  fin  las  lenguas  sibéricas,  que  se  di- 
viden en  cinco  idiomas,  y  estos  en  porción  de  dialectos;  pero  que  tanto  unos  como 
otros  son  casi  desconocidos,  porque  no  se  ha  escrito  todavía  del  modo  que  puedan 
estudiarse. 

La  segunda  sección  abraza  las  lenguas  africanas  ,  las  cuales  han  sido  tan 
poco  estudiadas  que  apenas  son  conocidas  las  principales  que  se  tienen  por  del 


—  l.VJ  — 

Nilo,  lie  la  Nigricia  litoral  é  interior,  del  Atlas  y  de  la  parle  austral.  Estas  lenguas 
se  dividen  en  porción  de  idiomas,  enlre  los  que  se  cuenta  el  eijipcio  anliguo  y  el 
(Opto,  el  berberisco,  el  cafre  y  el  hotenlole ,  y  en  inullílud  de  dialectos  la  mayor 
parte  desconocidos  aun  ;i  los  lingüistas. 

Ka  tercera  sección  comprende  las  lenguas  oceánicas,  no  mas  conocidas  que 
las  anteriores,  en  particular  las  que  corresponden  á  los  pueblos  de  raza  negra  de 
la  Australia,  Nueva  Guinea,  Malaca  y  Filipinas  en  sus  montañas,  conociéndose 
mejor  ya  los  idiomas  de  los  maleses,  jabaneses,  Madagascar,  célebres  Islas  Fili- 
pinas y  Formosa  ,  y  los  de  la  Polinesia  Oriental  con  sus  cuatro  dialectos,  en  que  se 
bailan  el  lenguaje  de  Taiti  y  de  la  Nueva  Celandia  ,  siendo  el  javanés  y  el  males 
los  dialectos  mas  generales  ,  conocidos  y  bien  dispuestos,  pues  que  cuentan  con 
alguna  literatura  y  monumentos  literarios,  en  particular  el  segundo,  que  debe 
estudiar  el  que  visite  aquellas  regiones. 

El  nuevo  Mundo,  ó  sea  la  America  ,  constituye  la  cuarta  sección  de  las  lenguas 
en  el  orden  que  llevamos,  en  cuyas  regiones  son  tantos  los  diversos  lenguajes 
que  se  hablan  y  tan  poco  conocidos,  que  solo  |)ueden  citarse  unos  pocos  que  fueron 
estudiados  en  un  principio  por  nuestros  misioneros,  y  que  pocos  han  examinado 
después  de  ellos.  Debemos  empezar  por  decir  que  el  castellano  en  la  mayor  parte 
de  este  continente  ,  que  nos  debió  su  descubrimiento  y  conquista  á  la  civilización 
y  que  hemos  dejado  perder  por  falta  de  tacto,  el  inglés,  el  francés,  el  danés  y 
holandés,  son  los  idiomas  que  hablan  oficial  y  vulgarmente  los  países  civilizados 
del  Nuevo  Mundo,  que  tomó  el  lenguaje  y  costumbre  de  sus  conquistadores.  Las 
tribus  salvajes  tienen  todas  su  idioma  peculiar,  y  los  mas  conocidos  son  el  caribe, 
el  tanamaco  ,  el  guaraní  y  sus  cuatro  dialectos ,  el  mejicano  o  azteco ,  el  peruano  y 
sus  dos  anexos  mncaby  y  el  abipon  que  es  el  lenguaje  del  Paraguay  inculto;  el  del 
Paso  de  Chiquitos,  el  esquimal  y  sus  tres  dialectos,  entre  los  que  es  el  uno  el 
groenlandés;  el  pechenes,  y  el  chileño  ó  araucano,  en  el  que  se  cultiva  con  bastan- 
te éxito  la  poesía. 

De  exprofeso  hemos  dejado  para  la  última  sección  las  lenguas  eiropeas,  por 
donde  pudiéramos  haber  empezado.  Según  ciertos  autores  á  que  ha  seguido 
nuestro  enciclopedista,  las  lenguas  de  Europa  se  dividen  en  las  seis  familias  si- 
guientes: ibéricas,  célticas,  greco-latinas,  germánicas,  slavas,  uralianas  y  Gne- 
sas.  Las  primeras  se  dividen  en  antiguas  y  modernas,  contándose  entre  las  prime- 
ras el  español  primitivo,  el  de  los  Olscos  y  el  de  las  Galias,  y  entre  las  segundas 
la  euskera  ó  vizcaíno;  pero  de  este  idioma  ,  que  pretenden  algunos  autores  fuese  la 
lengua  primitiva  ,  insertamos  en  su  lugar  un  luminoso  escrito  del  erudito  Aizquivil, 
que  por  primera  vez  da  á  conocer  esta  lengua  con  alguna  filosofía  y  en  la  exten- 
sión que  lo  permite  esta  obra.  I^as  lenguas  célticas,  divididas  en  gaélica  y  eimrica, 
de  las  que  la  primera  comprende  el  irlandés  y  el  erso  que  son  sus  dialectos  prin- 
cipales, tiene  otros  dos  subdialectos,  y  la  eimrica  da  origen  á  los  idiomas  gales, 
bajo-breton  y  cómico,  y  de  estos  salen  otros  cuatro  dialectos. 

A  esta  sección  pertenecen  las  lenguas  greco-latinas,  cuyas  ramas  son  la  fri- 
gia, la  griega,  la  elrusca  y  la  latina:  pertenecen  á  la  primera  las  antiguas  del  Asia 
Menor  de  los  frigios  ,  troyanos  y  lidíos,  y  en  Europa  de  los  tracíos  y  macedoníos, 
y  hoy  el  albanés,  madre  de  los  dialectos  de  la  baja  Albania  y  de  la  Italia  ;  son  pe- 
culiares de  la  griega  los  idiomas  de  los  pelasgos,  de  los  que  salieron  los  helenos, 
que  dieron  su  nombre  á  la  lengua  griega  ,  que  estuvo  dividida  en  los  dialectos  eó- 
lico,  jónico,  dórico  y  ático ,  y  que  se  diferencia  de  la  usada  boy  en  la  construcción 


— 133  — 

y  en  las  formas  gramalicales.  El  lenguaje  de  los  eiruscos  se  ha  perdido  por  de- 
cirlo asi,  y  solo  se  distingue  en  algún  que  olro  monumento;  y  la  rama  latina ,  que 
ha  sido  la  de  los  sabios  hasta  que  la  francesa  se  ha  sobrepuesto,  y  que  es  aún  la 
del  cristianismo  católico  y  la  de  nuestras  universidades,  comprende  el  latin  for- 
mado del  lenguaje  de  los  olscos,  de  los  pueblos  del  Lacio  y  de  los  antiguos  griegos 
de  la  magna  Grecia  ,  ó  sea  de  Italia  ,  amalgama  que  lormú  la  lengua  rica  ,  sonora  y 
majestuosa  de  Cicerón  y  de  los  grandes  sabios  de  Roma,  que  con  el  brillo  de  su 
elocuencia  y  grave  dicción,  ;i  la  par  que  con  el  colosal  poder  que  alcanzaron  las 
armas  romanas,  conquistaron  el  mundo  antiguo,  haciéndole  tributario. 

Discurriendo  sobre  la  lengua  latina,  dice  el  erudito  Covarrubias ,  que  si  los 
griegos  tuvieron  por  bárbaras  á  las  demás  naciones,  vencidos  ellos  por  los  roma- 
nos, tuvieron  que  admitir  su  lengua  latina  ,  y  en  particular  en  el  sentido  oficial, 
en  el  que  estaba  prohibido  hablar  lengua  extrañn  ;  pero  que  sin  embargo  de  esto 
los  romanos  fueron  á  Atenas  á  estudiar  la  lengua  griega ,  con  la  que  enriquecieron 
la  latina  ,  inlro<luciendo  en  ella  muchas  voces  griegas.  Añade  este  autor  ,  que  no 
se  ha  podido  averiguar  enteramente  qué  lengua  hablaron  los  romanos  en  su  prin- 
cipio, por  las  muclias  en  que  debió  dividirse  la  provincia  ,  y  porque  los  que  en  di- 
ferentes tiempos  la  dominaron,  introducirian  sus  propias  lenguas;  pero  que  que- 
daron muchas  voces  de  los  etruscos  y  de  los  olscos,  tomando  el  nombre  de  lati- 
na de  la  del  Lacio ,  que  á  nuestro  entender  debió  ser  sin  duda  la  mas  influyente 
y  generalizada. 

Según  el  buen  orden  establecido  por  nuestro  enciclopedista,  en  vista  del  ob- 
servado por  los  autores  mas  acreditados  en  esto,  á  la  lengua  greco-latina  siguen 
las  llamadas  romanas  «que  no  son  otras  que  las  lemosinas,  de  que  hablaremos  en 
nuestra  segunda  parle  con  alguna  extensión ;  que  estas  se  dividen  en  lenguas  d'oil 
y  D'oc ,  de  las  que  nació  el  antiguo  francés ,  el  catalán  ,  el  valenciano  y  el  mallor- 
quín en  España;  el  langüedociano  moderno,  el  provenzal,  el  delfines,  el  leonés, 
auvcrnés,  el  lemosin  y  el  gascón,  en  Francia  ;  el  rumance  y  el  vales,  en  Suiza;  el 
saboyano  y  el  vandés ,  en  los  Estados  Sardos;  el  italiano  subdividido  en  los  si- 
guientes dialectos:  piamonlés,  genovés,  milanos,  bajo-lombardo,  bolones,  ber- 
gamasco,  veneciano,  friulano,  tirolés,  toscano  vulgar  ,  romano,  sabino,  abruzo, 
calabrés,  epulense,  larenlino,  napolitano,  siciliano  y  sardo.» 

El  castellano  (español)  generalizado  en  América  por  haber  estado  sujetas  á 
España  en  su  mas  grande  extensión,  desde  su  descubrimiento  hasta  que  nuestra 
torpe  política  y  sugestiones  de  naciones  envidiosas  de  nuestra  grandeza  desperta- 
ron en  aquellas  colonias  las  ideas  de  una  independencia,  que  al  fin  lograron  ,  pero 
que  no  las  ha  hecho  mas  felices,  es  hijo  de  la  lengua  latina  con  mezcla  de  la 
goda,  de  la  griega,  de  la  vasca,  déla  lemosina  ,  y  sobretodo  de  la  árabe,  como 
probaremos  después;  y  sus  dialectos,  si  se  esceptuan  el  vascuence  y  el  lemosin, 
que  son  lenguas  madres,  en  nuestro  sentir,  se  diferencian  no  poco  de  la  lengua 
oficial  ,  ó  sea  del  castellano ,  que  se  habla  en  toda  España  de  oficio  y  por  las  cla- 
ses instruidas  y  elevadas.  El  portugués,  que  también  es  la  lengua  del  imperio 
americano  del  Brasil,  es  mas  bien  un  dialecto  nuestro,  el  gallego,  del  que  la 
hace  hija  el  erudilo  P.  Sarmiento  ,  en  su  Onemasticon  de  la  lengua  gallega,  que  po- 
seemos original  y  que  tratamos  de  publicar.  Viene  como  hijo  de  las  lenguas  roma- 
nas el  francés,  que  es  hoy  el  lenguaje  diplomático  y  el  del  mundo  cullo,  y  á  este 
sigue  el  valaca,  subilividido  en  cuatro  idiomas,  y  que  es  una  amalgama  de  latin, 
griego,  godo  ,  eslavo  y  turco. 


—  i-A  — 

I-!is  lenguas  germánicas  se  dividen  en  tinco  rumas,  á  snber:  la  teuiónica ,  l:i 
sajona ,  la  cimbrica  .  la  escandiitava  y  la  anglo-brilúnica.  A  la  primera  corresponde 
el  antiguo  aloman,  el  tudesco  ó  franco,  la  alemánica  y  el  alemán  medio,  que  son 
sus  idiomas,  y  el  alemán  moderno  que  tiene  cuatro  dialectos,  siendo  uno  de  ellos 
el  suizo.  La  lengua  sajona  tiene  cuatro  idiomas ,  entre  ellos  el  neerlandés  y  el  fri- 
san,  y  en  ellos  ocho  dialectos,  siéndolos  del  neerlandés  el  flamencn  y  el  holan- 
dés. Cinco  idiomas  abraza  la  rama  escandinava  ,  entre  ellos  el  noruego,  el  sueco  y 
el  danés ,  y  diez  dialectos,  siendo  uno  de  los  salidos  del  noruego  el  irlandés;  y  en 
fin  la  rama  anglo-británica  comprende  el  anglosajón  y  el  inglés,  que  se  subdivi- 
de  en  cuatro  dialectos ,  de  los  que  el  escocés  es  uno  de  ellos. 

Vienen  después  las  lenguas  eslavas,  que  se  encuentran  en  las  ramas  eslavona, 
rusa,  bohemio-polaca  y  uvendo-lituá7iica.  La  primera  comprende  el  servio,  subdivi- 
dido  en  ruso  antiguo  y  eslavon  propio,  siendo  el  primero  el  lenguaje  eclesiástico 
de  la  Rusia  ,  y  además  tiene  el  segundo  tres  dialectos.  El  ruso  es  la  lengua  general 
de  este  imperio  y  de  la  Hungría  y  una  parte  de  la  Galilzia  ,  y  tiene  cinco  dialectos, 
partiendo  de  él  los  idiomas  el  croata  y  el  winde,  con  tres  dialectos.  El  bohemio- 
polaco  abraza  los  idiomas:  bohemio  con  seis  dialectos,  el  polaco  con  dos  principa- 
les, y  el  servo,  que  ya  solo  se  habla  en  pocos  pueblos.  Y  en  íin  ,  la  lengua  uvnndo- 
liluúmca  se  divide  en  los  idiomas  icende,  del  que  solo  ha  quedado  el  dialecto 
linonish,  el  prueze  ó  prusiano  antiguo  ,  el  Utuúnico  ,  subdividido  en  otros  cuatro 
dialectos,  y  el  letlon  con  sus  cuatro  dialectos.  Las  lenguas  llamadas  uralianas  se 
dividen:  1.°  en  cuatro  ramas,  á  saber:  la  finesa,  que  comprende  el  fines,  hablado 
en  San  Petersburgo;  e\  estoniano,  el  lapon,  con  sus  cuatro  dialectos,  y  el  ¡ii'f 
ya  casi  en  desuso;  2.°  lengua  ro/jense,  con  dos  idiomas  y  dos  dialectos;  3.' la 
permiana,  que  tiene  dos  idiomas  y  dos  dialectos;  y  4.°  la  húngara,  que  se  divide 
en  cuatro  dialectos  en  su  idioma  húngaro  ó  madjar  ,  y  en  los  idiomas  wogul  y  os- 
tiaco ,  á  que  debieron  pertenecer  los  antiguos  lenguajes  de  los  hunos ,  avaros ,  búl- 
garos y  khazaros. 

Hecha  esta  clasificación  de  las  lenguas  mas  conocidas ,  terminaremos  esta  par- 
te manifestando  que  los  sabios  Leibnitz  ,  liecher,  Wiikins,  y  oíros  escritores,  tra- 
taron de  formar  una  lengua  filosófica  universal,  á  lo  que  se  opusieron  tales  obs- 
táculos, que  sus  ideas  quedaron  en  proyecto;  pero  en  vista  de  lo  que  el  vapor  y 
las  vias  férreas  van  acercando  á  los  pueblos,  llegará  el  tiempo  en  que  lodos  cons- 
tituyan una  sola  familia,  con  una  sola  lengua  y  una  sola  religión,  según  de  esta 
última  está  predicho  por  quien  no  pudo  engañarse;  pero  entre  tanto  que  esto  no 
venga  naturalmente,  y  por  el  consentimiento  é  inspiración  divina,  la  lengua  uni- 
versal será  siempre  un  bello  sueño ,  una  poesía  irrealizable. 


■  1Ó5  — 


PARTE  SEGUNDA. 


DEL  IDIOMA  CASTELLANO  ,  LENGUAJE  OFICIAL  DE  ESPAÑA. 


Al  tratar  el  erudito  D.  Sebastian  de  Covahribias  Orozco  de  la  lengua,  en  su 
Tesoro  de  la  lengua  castellana  ó  española  ,  que  fué  el  primer  diccionario  de 
nuestro  idioma ,  y  el  cual  se  publicó  el  año  1611 ,  dice:  que  se  duda  cuál  haya  sido 
la  propia  que  se  habló  antiguamente,  si  bien  le  parece  verosímil  fuese  la  que  tra- 
jo Tuba! ,  que  muchos  sospechan  fuese  la  llamada  hoy  vascuence.  Después  de  esto 
añade ,  que  fuese  la  que  quisiese,  la  primera  lengua  se  confundió  con  la  venida  á 
España  de  los  lidios,  babilonios,  tracios,  griegos,  fenicios,  frigios,  egipcios,  to- 
cios ,  misios  y  otras  naciones,  que  vinieron  á  este  país  atraídas  por  la  riqueza  de 
sus  minas  de  oro  y  plata.  Asegura  que  viniendo  los  cartagineses  y  los  romanos 
después ,  en  competencia  unos  de  otros,  se  enseñorearon  en  la  península  ,  y  que 
quedando  al  fin  los  segundos  por  señores,  introdujeron  su  lengua  ;  pero  que  en- 
trando los  godos  ,  y  apoderados  de  España  ,  la  corrompieron  ,  mezclando  voces  su- 
yas con  otras  del  antiguo  español ,  de  lo  que  resultó  un  latin  corrompido,  como 
aparece  de  las  leyes  godas  y  de  los  escritos  de  aquellos  tiempos.  «Después  de  la 
pérdida  de  España  ,  dice,  señoreándola  los  moros,  introdujeron  muchos  vocablos 
árabes  que  se  mezclaron  con  la  lengua  castellana  ,  y  los  judíos  también  nos  comu- 
nicaron vocablos  hebreos,  y  tenemos  algunos  otros  que  inmediatamente  vienen 
del  griego:  hanse  ayuntado  algunos  otros  vocablos  italianos,  franceses,  alemanes 
y  de  otras  naciones.  De  aquí  se  puede  colegir  cuan  dificultoso  sea  el  dar  origen  á 
lodos  los  vocablos  castellanos;  y  esta  ha  sido  la  causa  de  que  muchos  que  lo  han 
emprendido  desistan  muy  desde  los  principios,  contentándose  de  dar  la  etimolo- 
gía de  cual  y  cual  vocablo.  La  lengua  antigua  española  debió  ser  difícil  y  áspera 
de  pronunciar  á  los  forasteros,  y  por  esta  razón  se  debe  eslimar  siendo  lengua 
varonil.  (Y  cita  con  esle  motivo  un  epigrama  de  Marcial  sobre  ella.)  Hasta  el 
tiempo  del  rey  D.  Alonso  el  Sabio  se  hacían  las  escrituras  públicas  en  latin  ,  y  por 
su  mandato  de  allí  adelante  se  hicieron  en  lengua  castellana,  con  el  fin  de  que 
esta  se  puliese  y  enriqueciese  ,  como  se  ha  hecho  desde  aquel  tiempo  acá.  A  esta 
lengua  se  llama  romance,  por  derivarse  de  la  lengua  romana,  y  es  nombre  vulgar 
á  la  lengua  italiana  ,  á  la  francesa  y  á  la  castellana  ,  porque  todas  tres  traen  origen 
de  ella.» 

Nos  ha  parecido  empezar  esta  parte  con  la  opinión  de  Covarrubias,  que  si  bien 
no  es  la  de  todos  los  filólogos  modernos,  es  ciertamente  muy  respetable  y  en  al- 
gunos puntos  muy  razonable  y  posible ,  y  no  deja  de  conformarse ,  en  cierto  modo, 


—  13C  — 

con  Ins  opiniones  de  Plinio ,  el  famoso  Tostado  ,  Kstrabon ,  y  los  escritores  vascon- 
gados (le  m;is  ñola. 

Salndo  os  por  la  historia,  que  España  fué  presa  de  muchas  naciones  extranje- 
ras ,  que  vinieron  llamadas  de  la  codicia ,  á  esquilmar  su  riqueza  y  á  disfrutar  de 
su  ameno  y  fecundo  suelo  y  de  su  despejado  cielo,  siendo  de  entre  ellas  las  que 
menciona  Covarrohias  las  que  han  dejado  mas  recuerdos  de  su  venida.  Asegu- 
rándonos Plinio  que  los  zazintos  visitaron  á  España  doscientos  años  antes  de  la 
guerra  de  Troya,  hallamos  en  Estrabon,  como  digimos  en  nuestro  discurso  sohrc 
la  poesía  ,  en  la  Cohona  poética  de  Azara  ,  que  los  lurdelanos  se  hallaban  en  tal 
grado  de  civilización  ,  que  tenian  lengua  propia  ,  poesía  y  leyes  escritas  que  conta- 
ban seis  mil  años  de  antigüedad. 

Sabemos  por  la  Arqueología,  que  los gricíjos  fundaron  á  Rosas,  Ampurias  y  De- 
nla, y  que  se  debe  á  los  fenicios  Cádiz  y  Málaga  y  otras  ciudades  de  la  liética, 
enseñándonos  los  monumentos  monolitos  del  Pirineo  la  visita  de  los  celias,  y  los 
muros  de  Tarraco  la  de  los  pelasgos ,  citados  los  primeros  por  llerodoto  ,  y  nadie 
puede  poner  en  duda  de  que  los  cartagineses  pusieron  su  atrevida  planta  en  nues- 
tras costas,  en  donde  son  Barcelona  y  Cartagena  buenos  é  irrefragables  testigos. 
Atribuye  el  historiador  ülasdcii  el  origen  de  los  celtas  á  España  ,  y  como  Heroiloto 
parezca  ser  de  esta  opinión,  si  los  celias  fueron  verdaderamente  pueblo  y  no  un 
nombre  dado  á  ciertos  paises  del  norte  de  España  ,  como  quieren  algunos ,  creemos 
nosotros  que  estos  pueblos  serian  los  vascongados ,  y  que  su  lenguaje  pudo  ser  bien 
el  tarsiano  ó  lengua  ibera ,  ó  el  lubulista  ó  céltica  ,  citado  por  el  expresado  Masdeu, 
que  asi  como  Erro  ,  Poza,  Garibai  y  Larramendi ,  conceden  á  Tubal  la  población 
de  España  ,  pretendiendo  estos  últimos  que  ésle  trajo  consigo  la  lengua  ibérica  ó 
vascongada.  Juan  Gorobio  deriva  la  primera  lengua  española  de  las  germánicas,  y 
el  arzobispo  D.  Rodrigo  afirma  que  lo  fué  la  latina  ,  no  faltando  quien  pretenda  ha- 
cer creer  que  los  españoles  fueron  los  fundadores  de  Roma  ,  y  que  dimos  el  len- 
guaje á  esta  nación:  ¡tanto  puede  el  entusiasmo  por  la  patria,  que  frecuentemente 
arrastra  á  la  exageración  y  al  error  hasta  á  los  hombres  de  mejor  fe  y  sana  con- 
ciencia ! 

Si  la  disposición  topográfica  de  España  no  estuviera  declarando  que  jamás  pudo 
ser  un  pueblo  unido  sujeto  á  unas  mismas  leyes  y  costumbres,  puede  que  nos  in- 
clinásemos, en  algún  modo,  á  la  opinión  de  los  vascongados,  entre  los  que  se 
pretende ,  y  en  particular  por  Erro ,  no  ya  solo  que  su  vascuence  fué  la  lengua  pri- 
mitiva y  revelada  del  mundo,  si  que  también  que  fué  la  general  de  España;  ero- 
pero  como  á  pesar  de  la  civilización  que  boy  alcanzamos  y  de  estar  sujetos  á  las 
mismas  leyes,  aun  hoy  sou  diversas  las  costumbres  y  dialectos  entre  nosotros, 
porque  se  opone  á  la  unidad  la  topográfica  posición  y  diverso  clima  y  carácter  de 
nuestras  provincias ,  no  podemos  creer  lo  que  afirman  los  referidos  autores ,  mien- 
tras no  se  nos  den  pruebas  mas  seguras  y  convincentes.  Si  no  hubiéramos  de  dar 
una  extensa  razón  de  la  lengua  eitskera  ó  vascongada  en  esta  obra,  nos  haríamos 
cargo  de  lo  que  sobre  ella  dicen  Séneca ,  Pómpenlo  Mela  y  Mariana  ,  que  injusta- 
mente la  calumnia  ,  porque  no  conoció  su  estructura  esencialmente  filosófica,  y 
otros  varios  autores ;  pero  dejando  esta  tarea  á  nuestro  buen  amigo  D.  José  Fran- 
cisco Áizfjuivil ,  solo  diremos  que  el  erudito  secretario  de  la  sociedad  arqueológi- 
ca lie  Bezieres,  en  Francia  ,  nuestro  colega  y  amigo  Mr.  A.  Bocdard,  en  su  obra 
titulada  :  Eshidios  sobre  el  alfabeto  ibero  y  sobre  algunas  monedas  autónomas  de  Es- 
paña,  traduce  por  la  lengua  euskera  ó  vascongada  las  leyendas  de  nuestras  mo- 


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nedas  antiguas  deooruinadas  celtiberas  por  anos  ,  desconocidas  por  Lastanosa  ,  é 
ibéricas  por  otros,  dando  razones  que  nos  convencen,  y  de  las  que  podrán  verse 
algunas  en  la  nota  que  insertamos  (1),  que  nos  lia  mandado  para  ilustración  de  su 
composición  en  caracteres  iberos,  que  publicamos  en  esta  obra  en  la  sección  de 
flores  orientales  del  norte  y  otros  pueblos  antiguos. 

De  las  investigaciones  hechas  por  el  sabio  Boudard  ,  que  explica  las  leyendas 
de  nuestras  monedas  ceilibéricas,  resulta  en  su  opinión,  y  para  ello  dá  sólidas 
pruebas,  que  la  lengua  ibeua  y  la  lengua  vasca,  que  divide  en  los  dialectos  alto- 
navarrés,  souletino,  b;ijo-navarrés,  labourdino,  guipuzcoano  y  vizcaíno  ó  cánta- 
bro, deben  ser  una  misma,  salvo  las  modificaciones  y  voces  nuevas  que  hayan  in- 
troducido en  ella  los  diversos  pueblos  que  después  invadieron  la  Península  (2). 
Varios  autores  han  tratado  de  averiguar  el  valor  de  las  letras  desconocidas  de  nues- 
tras medallas  celtibéricas  que  Wormio  cree  púnicas;  pero  ni  el  holandés  Bari ,  ni 
Nassarre  ,  Antonio  Agustín,  Lastanosa  ,  Alderele  ,  Larramendi ,  el  P.  Rojas ,  Zú5i- 

(1)  Es  la  lengua  ibera  la  mas  antigua  que  se  haya  hablado  en  España  ;  las  relaciones  que  se 
establecieron  últimamente  entre  los  sufijos  ,  iberos  y  vascas  nos  han  proporcionado  el  medio  de 
leer  las  raras  inscripciones  que  nos  han  quedado  de  su  ¿poca  ,  y  la  explicación  de  las  monedas  ha 
probado  que  en  otro  tiempo  su  lengua  se  hallaba  extendida  en  toda  la  península. 

Por  consecuencia  de  la  invasión  de  los  celtas  en  una  época  remola  é  incierta,  empezaron  á 
verificarse  modificaciones  en  la  lengua  primitiva  de  la  lliipania ,  ó  á  lo  menos  en  la  de  sus  pro- 
vincias del  Sud  y  del  Oeste ,  en  donde  fueron  mas  frecuentes  las  relaciones  entre  los  modernos  y 
los  antiguos  poseedores.  Bien  pronto  los  fenicios  que  primero  se  establecieron  en  las  costas  del 
Sud  y  del  Este,  los  griegos  que  los  reemplazaron  bastante  tiempo  después  en  las  del  Noroeste,  y 
después  de  ellos  los  romanos  ,  los  vándalos  .  los  godos ,  los  moros ,  etc. ,  fueron  dejando  los  ras- 
tros de  su  paso  ,  y  la  lengua  nacional  ha  debido  experimentar  una  completa  transformación  ,  y 
sin  embargo  se  ha  mantenido  al  través  de  tantas  revoluciones  en  un  rincón  de  España,  en  los 
montuosos  países  de  la  Guipúzcoa,  de  la  Galla  y  del  Laburto  ,  que  el  hierro  de  los  hombres  li- 
bres supo  mantener  al  abrigo  de  las  invasiones.  Por  cierto  que  esta  lengua  ,  limitada  á  tan  estre- 
cho espacio  .  ha  debido  probar  la  inlluencia  de  los  idiomas  extranjeros  que  la  rodeaban  ;  pero  á  pe- 
sar de  su  abandono  y  desorganización  ,  no  ha  podido  menos  de  conservar  pruebas  irrecusables  de 
su  antiguo  esplendor  ,  y  de  encontrar ,  aun  después  de  dos  mil  años ,  en  la  lengua  vasca  ,  su  hija 
primogénita,  los  acentos  firmes  y  enérgicos  de  la  lengua  ibera  Al  componer  este  corto  ensayo 
he  tomado ,  en  ptimer  lugar  ,  las  palabras  de  que  me  he  servido  ,  parte  de  las  inscripciones  y  par- 
te de  los  antiguos  cantos  nacionales  ;  en  segundo  he  restablecida  la  escritura  de  los  iberos ,  ante- 
rior á  la  dominación  romana  ,  con  su  sistema  oriental ,  en  el  que  se  reconocerá  que  si  yo  me  ha- 
llo alguna  vez  discorde  con  la  lengua  actual ,  las  radicales  y  las  desinencias  son  las  mismas.  Asi- 
mismo la  inscripción  fenicia  no  contiene  sino  las  letras  que  han  podido  tomarse  de  las  monedas 
púnicas  de  la  Híspanla  ,  y  palabras  sacadas  de  las  inscripciones. 

Muy  dichoso  seré  si  este  débil  y  respetuoso  homenaje ,  rendido  á  la  memoria  del  ilustre  Azara 
por  un  francés  desconocido .  pero  que  ama  todo  lo  que  es  noble  y  grande  ,  manifiesta  á  mis  amigos 
allende  los  Pirineos ,  cuál  deseo  estrechar  de  mas  en  mas  los  lazos  de  afecto  que  la  ciencia  ha 
establecido  entre  nosotros.  —  A.  P.  BouDAnD, 

(2)  Dice  Charax ,  citado  por  Boud.ird,  que  habiendo  llegado  los  griegos  á  la  embocadura  del 
rio  Jberus ,  y  encontrando  alli  una  población  que  tenia  el  mismo  nombre,  dieron  este  nombre  á 
toda  la  Península  ,  añadiendo  que  el  nombre  de  Iberia  es  Ibero ,  y  se  explica  fácilmente  por  las 
palabras  vascas  Ibay-Erri.  que  qtiiere  decir  pais  del  rio.  Dice  también  que  los  primeros  habitan- 
tes de  las  Baleares  fueron  iberos  de  las  costas  de  España  ,  y  que  queriendo  sean  ,  según  los  anti- 
guos,  baleares  hondero$  ,  en  la  lengua  vasca  se  halla  Aballaerri ,  que  significa  pais  de  la  honda, 
y  aballari ,  honda. 

18 


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ga  ,  Mahadel ,  el  Marqués  de  Algorfa ,  Fabro,  Montuenga,  ni  ningún  olro  aulor  es- 
pañol, asi  como  lampoco  los  extranjeros  Lenormant,  Huinbolt,  Edward  ,  Seslini, 
Saulcy  ,  Akeraan  ,  Mionnel,  Mr.  Loriclis,  ele,  que  han  tratado  de  estas  inscrip- 
ciones y  medallas  ,  las  lian  explicado  mejor  que  Mr.  Boudard  ,  en  nuestra  opinión, 
ni  ninguno  hasta  él  pretendió  probar  mejor  por  ellas  la  existencia  de  un  lenguaje 
aun  usado  (1),  cuyo  autor  se  refiere  algunas  veces  á  nuestro  estimable  compatrio- 
ta Chao. 

Antes  de  Boudard  habia  tratado  de  probar  nuestro  escritor  Velazquez  ,  en  el 
Ensayo  sobre  las  letras  desconocidas  de  España ,  publicado  en  Madrid  en  t7a2,  que 
lá  lengua  de  los  antiguos  españoles  era  en  gran  parte  la  fenicia  y  la  griega,  ó  al 
menos  dialectos  de  ambas,  y  que  las  letras  desconocidas  pertenecen  á  los  alfabe- 
tos de  ambas;  pero  Boudard  y  nuestras  observaciones  nos  convencen  que  el  ca- 
rácter que  nosotros  hemos  tenido  por  desconocido,  no  es  otro  que  el  griego  arcai- 
co, no  obstante  se  hallen  sobre  las  medallas  algunas  figuras  diversas,  que  pueden 
muy  bien  ser  signos  mal  formados  ó  corrompidos  con  el  tiempo  en  el  uso. 

Por  mas  que  se  esfuercen  algunos  autores,  no  podemos  convencernos  de  que  las 
colonias  de  Oriente  que  vinieron  á  España ,  como  los  griegos ,  nos  dejasen  su  len- 
guaje en  tan  remolos  tiempos;  anles  bien  nos  persuadimos  de  que  estos  invasores 
enriquecerían  el  suyo  con  el  nuestro,  y  que  muchas  voces  de  nuestro  idioma  ,  que 
tenemos  por  de  origen  griego,  pueden  haber  sido  anles  españolas  que  helénicas. 
Empero  si  creemos  que  nos  legasen  algo  de  la  suya  los  fenicios  ,  y  muy  espe- 
cialmente los  cartagineses  ,  que  fueron  colonia  suya  ,  y  que  empezaron  su  invasión 
apoderándose  de  Ibiza  ,  á  cuya  isla  llamaron  Ebuso. 

Apoderados  de  nuestras  costas  del  Mediterráneo  los  cartagineses,  en  ellas  nos 
dejaron  muestras  de  su  poder  en  respetables  ruinas  de  ciudades  que  no  existen, 
y  en  las  actuales  de  Cartagena  y  Teruel.  Si  siguiéramos  paso  á  paso  la  historia  de 
las  dominaciones  cartaginesa  y  romana  en  nuestra  España,  seria  mas  fácil  para 
nosotros  el  ir  marcando  la  formación  de  nuestra  lengua  tal  y  como  hoy  la  habla- 
mos; pero  como  esto  seria  demasiado  pesado,  y  si  no  impropio  de  esta  obra  ,  in- 
conveniente ,  porque  tendríamos  que  ocuparla  casi  toda  en  ello  y  dejar  muy  redu- 
cido espacio  para  su  objeto  principal,  nos  concretaremos,  por  necesidad,  á  mar- 
car los  punios  mas  principales  á  nuestro  intento. 

Cuando  ya  ricos  los  cartagineses  con  el  oro  de  nuestras  minas  que,  según  Dio- 
doro  Siculo ,  conocieron  y  supieron  buscar  mejor  que  nadie,  y  vencidos  los 
focenses  en  Andalucía ,  empezaron  un  trato  mas  familiar  con  los  españoles  ,  de  los 
que  se  sirvieron  en  sus  guerras ,  no  pudieron  menos  de  irse  acomodando  á  las 
costumbres  de  un  país  que  tantos  bienes  les  proporcionaba ,  y  entre  su  lenguaje 

(O  El  anciano  ministro  de  Suecia  ,  en  Madrid ,  nuestro  buen  amigo  Mr.  Guitavo  Daniel  Lo- 
richí ,  que  murió  el  uño  pasado  ,  dejando  un  preciosisimo  monetario ,  después  de  cuarenta  años  de 
continuos  estudios  y  observaciones,  publicó  en  París  en  4  852  su  maguinca  obra  :  Hecherches 
numismalique$  concernant  principatement  íes  inedailles  celtibériennes ;  pero  esta  obra  solo  tie- 
ne de  interesante  las  ochenta  y  una  láminas  en  que  en  dibujos  exactisimos,  hechos  por  el  ilustrado 
artista  ,  nuestro  buen  amigo  />.  Gaspar  Sensi ,  publicó  la  mayor  parte  de  las  medallas  celtibéricas 
que  hoy  se  conocen  ,  inclusas  las  de  la  preciosa  serie  del  Museo  de  medallas  de  la  Biblioteca 
Nacional,  en  Madrid,  asi  como  muchas  de  las  leyendas  c  inscripciones  celtiberas  conocidas  hasta 
el  dia  ;  pero  el  sistema  que  se  propone  para  su  interpretación  es  opuesta  i  la  sana  critica  y  á  la 
razón  ,  y  una  singularidad  maniática  muy  extraña  en  el  buen  juicio  de  su  autor. 


—  ir.9  — 

incalió  y  el  no  mas  cullo  que  debemos  suponer  en  los  peninsulares,  pudo  nacer 
una  nueva  lengna  ,  la  cual  después  de  que  de  comerciantes  amigos,  pasaron  los 
cartagineses,  por  su  falsía,  á  pretender  ser  señores  del  territorio  que  pisaban  eu 
España,  parece  que  debió  completarse  y  afianzarse  entre  ambos  pueblos;  pero  si 
se  considera  que  los  cartagineses,  aun  en  tiempo  de  sus  famosos  caudillos  Asdru- 
bal,  Anibal  y  Arailcar,  no  hicieron  mas  que  correrías  por  el  pais,  y  que  fueron  po- 
cos los  años  que  estuvieron  en  paz  ,  en  los  que  apenas  salieron  de  las  costas,  desde 
Cádiz  á  Cartagena,  que  eran  las  ciudades  favoritas,  no  debe  extrañarse  que  nos 
hayan  quedado  tan  pocos  recuerdos  de  la  lengua  de  Cartago  en  la  nuestra. 

Vencedores  los  romanos  de  los  cartagineses,  de  cuyo  pueblo  procuraron  bor- 
rar todo  recuerdo,  y  le  borraran  de  la  historia  si  les  hubiera  sido  posible,  salió 
España  del  poder  de  un  tirano,  que  no  la  había  subyugado,  para  entregar  sus  manos 
á  las  cadenas  de  otro  mas  poderoso  ,  que  les  sujetó  por  espacio  de  ocho  siglos  y 
medio,  en  cuyo  tiempo  la  España  parece  que  debió  ser  romana  en  todo  y  por  lodo, 
y  de  introducirse  ,  con  sus  leyes,  su  lengua  en  nuestro  suelo,  que  tuvo  que  usarla 
oficialmente  para  entenderse  con  el  Senado  romano  y  con  los  cónsules,  pretores  y 
autoridades  que  mandaba  para  gobernar  y  administrar  esla  provincia  ;  empero  es- 
tudiando filosóficamente  esla  cuestión  un  autor  español ,  discurre  de  tal  modo  que 
ha  llegado  á  convencernos  de  que  la  antigua  lengua  española  debió  influir  en  la 
formación  de  la  latina,  máxime  si  se  tiene  présenle  que  los  aragoneses  fueron  los 
primeros  extranjeros  estipendiarios  de  Roma  que  fueron  á  Italia  ,  en  cuya  capital 
merecieron  ya,  doscientos  once  años  antes  de  Jesucristo,  una  ovación  pública  por 
su  valor,  de  modo  que  si,  como  se  dice,  la  lengua  latina  se  formó  durante  la 
guerra  de  España,  bien  puede  creerse  que  tomaría  en  su  desarrollo  y  formación 
cuanto  la  convenia  para  enriquecerse  y  hacerse  mas  general ;  y  asi  es  que  creemos 
con  el  autor  anónimo  de  la  Enciclopedia  moderna,  que  el  latin  puede  y  aun  debe 
ser  una  mezcla  del  griego  y  del  antiguo  español,  lo  cual  se  conforma  con  la  opi- 
nión de  Dionisio  de  Halicarnaso,  y  hace  que  no  parezca  tan  fuera  de  razón  la  se- 
gunda parle  de  los  autores  que  pretendieron  que  los  españoles  fundaron  á  Roma, 
y  que  la  misma  razón  hay  para  que  los  latinos  tomasen  nuestra  lengua  que  nosotros 
la  suya.  Pobre  de  voces  la  lengua  latina,  que  tomó  por  modelo  la  griega,  fué  en- 
riqueciéndose por  el  vulgo  con  las  de  otros  pueblos,  y  no  poco  debió  en  este  au- 
mento á  Planto ,  Terencio ,  Cicerón  y  otros  escritores  celebrados  por  esta  razón ;  y 
con  esto  y  con  el  frecuente  y  prolongado  trato  de  españoles  y  romanos  ,  el  pueblo, 
y  en  particular  las  clases  ínfimas  y  los  soldados  tomarían  voces  unos  de  otros  á 
su  vez ,  y  se  iría  formando  un  lenguaje  que  no  pudo  menos  de  venir  á  ser  general 
entre  ambos  pueblos,  con  cuya  nueva  lengua  puede  decirse  nació  y  se  robusteció 
la  poesía  y  la  elocuencia  romana.  Puede  sospecharse,  con  bastante  razón,  que  si 
no  su  nacimiento  ,  adquirió  sus  primeras  galas  en  España  ,  en  particular  la  poesía 
dramática,  que  empezó  en  Roma  el  año  314  de  la  fundación  de  Roma,  por  Lívio 
Andróníco  ,  es  decir ,  al  año  siguiente  de  empezar  á  tratar  los  romanos  con  los  es- 
pañoles. Sin  embargo  de  esto,  el  verdadero  latin  solo  debió  hablarse  por  los  pro- 
ceres, poetas  y  personas  de  elevada  posición,  y  esto  en  Cádiz  y  particularmente 
en  Córdoba,  que  en  el  siglo  anterior  á  Cristo  era  la  población  de  España  mas  ci- 
vilizada y  la  que  hacía  mayor  estudio  de  la  lengua  latina,  como  lo  acredita  el  lia- 
her  llevado  el  cónsul  Mételo  los  poetas  cordobeses ,  setenta  años  antes  de  la  venida 
del  Redentor;  y  debió  lanío  mas  hablarse  así,  cuanto  que  la  ley  mandaba  que  to- 
dos los  instrumentos  públicos  se  escribíe; an  en  latin ,  y  que  en  esla  lengua  se  pu- 


—  l/iO  — 

blicasen  las  sentencias,  añadiendo  Valerio  Máximo,  que  llegó  á  ordenarse  que  se 
liiciera  lodo  en  latin  en  España  ;  siendo  de  notar  que  cuando  esto  se  manda- 
ba en  nuestro  pais,  los  romanos  despreciaban  su  lengua  y  se  dedicaban  al  estudio 
de  la  griega  ,  que  lenian  por  mas  culta  y  digna. 

Habiéndose  becho  respetar  los  españoles  de  los  romanos  por  su  valor  c  intrepi- 
dez y  fecunda  imaginación,  si  bien  no  pudieron  reconquistarse  su  independencia, 
desde  luego  se  liicieron  temibles  basta  el  punto  de  lograr  concesiones;  y  adqui- 
rieron tal  consideración,  que  no  obstante  estar  cerradas  las  puertas  del  consulado 
i¡  los  extranjeros,  se  abrieron  á  nuestros  mayores,  siendo  el  gaditano  Lucio  Cor- 
nelia Balbo  el  primer  cónsul  extranjero  que  mandó  en  Roma.  Dice  Dion  Casio  de 
este  gaditano  ,  que  fué  tan  poderoso,  que  cuando  murió  dejó  legado  á  cada  babi- 
lantedeRoma  veinticinco  denarios.  Su  sobrino  Cornelio,  también  gaditano,  fué 
el  primer  extranjero  que  por  sus  proezas  obtuvo  el  triunfo,  diez  y  ocho  años  an- 
tes de  Cristo,  dejando  en  Roma  en  recuerdo  un  teatro  público  que  levantó  á  sus 
expensas.  La  consideración  con  que  los  romanos  llegaron  á  tener  á  los  españoles, 
de  los  que  también  aprendieron  mucbas  arles  mecánicas  y  géneros  de  industria, 
como  se  sabe  por  los  antiguos  escritores  latinos,  debió  alentar  necesariamente  á 
los  mas  entendidos  á  perfeccionarse  en  el  latin  para  poder  lucir  en  Roma ,  adonde 
se  trasladaron  multitud  de  españoles  de  todas  clases;  y  así  es  que  desde  el  primer 
escritor  español  latino.  Cayo  Jvlio  Higinio ,  amigo  del  famoso  poeta  Ovidio,  y  el 
gramático  Poncio  Latron  ,  se  ven  ya  citados  muchos  escritores  famosos  en  la  lengua 
latina ,  entre  los  que  sobresalieron  los  célebres  Séneca  ,  Lucano,  Pomponio  Mela, 
Columela  ,  Silio  Itálico ,  Marcial ,  el  mas  grande  epigramático  romano ,  Prudencio, 
Quintiliano ,  Floro ,  etc.,  si  bien  algunos  de  ellos  solo  tuvieron  de  españoles  el  na- 
cimiento. Sin  embargo,  considerando  como  se  debe  ,  que  solo  en  las  colonias  ro- 
manas españolas,  que  no  llegaban  á  treinta  los  pueblos  que  se  consideraban  asi 
por  estar  habitados  por  los  romanos,  á  quienes  se  premiaban  sus  servicios  des- 
pués de  haber  servido  á  la  República  con  las  armas,  dándoles  casas  y  terrenos  que 
cultivar,  hablasen  la  lengua  romana  con  pureza;  debemos  presumir  que  en  los 
municipios  ó  ciudades  que  se  gobernaban  por  sus  antiguas  leyes,  aun  cuando  por 
política  ó  gratitud  se  consideraba  á  sus  moradores  ciudadanos  romanos,  los  cuales 
eran  en  número,  poco  mas  ó  menos,  igual  al  de  las  colonias,  debió  seguirse  ha- 
blando la  lengua  antigua  del  pais,  si  bien  bastante  corrompida  con  mezcla  de  pa- 
labras latinas,  que  no  pudieron  menos  de  adoptarse  para  poderse  entender  con  los 
romanos  ;y  también  puede  sospecharse  ,  atendiendo  á  la  naturaleza  de  las  cosas  y  al 
carácter  de  nuestro  pueblo,  que  las  poblaciones  libres  y  confederadas,  las  peque- 
ñas y  en  particular  las  mas  lejanas  de  las  colonias  y  municipios  y  agenas  de  co- 
mercio y  contacto  con  los  romanos ,  debieron  conservar  mas  pura  la  lengua  patria, 
que  no  pudo  menos  al  fin  de  fundirse  con  la  latina  entre  los  cultos  y  los  habitantes 
de  las  ciudades,  que  al  fin  vendrían  á  formar  una  nueva  de  la  corrupción  y 
fusión  de  ambas. 

Subió  Augusto  al  poder,  y  como  con  él  vino  la  paz  á  España,  cambiaron  tanto 
las  ideas  que  los  municipios  solicitaban  ser  considerados  como  colonias;  se  admi- 
tieron con  gusto  sus  leyes  protectoras,  y  fueron  los  españoles  asimilando  sus  cos- 
tumbres á  las  romanas,  concluyendo  por  ser  España  una  verdadera  provincia  ro- 
mana, tan  luego  como  el  político  emperador  Antonio  Pió  dio  iguales  derechos  á 
lodos  los  ciudadanos  de  las  provincias  romanas  ,  destruyendo  con  esto  las  gerar- 
quias  y  distinciones  entre  los  pueblos,  que  eran  una  sentina  de  disgustos  y  una 


—  141  — 

sorda  guerrn  civil  que  devoraba  el  imperio.  Las  monedas  de  los  municipios  y  co- 
lonias españolas,  que  lan  hábilmente  publicaron  eruditos  españoles  desde  el  si- 
glo XVI,  en  que  inauguró  el  estudio  á  la  numismática  el  célebre  arzobispo  de  Tar- 
ragona Antonio  Agustín  ,  hasta  el  dia,  y  en  lo  que  sobresalió  el  sabio  benedictino 
P.  Enrique  Flore:  en  la  preciosa  obra,  que  sobre  estas  monedas  publicó  en  tres 
lomos  en  folio ,  en  Madrid  ,  el  año  de  1757  ,  declaran  muy  alto  que  en  los  tiempos 
de  Augusto  y  de  sus  sucesores,  al  menos  hasta  Claudio,  se  conservaba  todavía  la 
lengua  nacional ,  puesto  que  en  medallas  de  los  emperadores,  en  que  se  ven  cita- 
dos los  nombres  de  las  colonias  en  leyendas  latinas,  se  ven  también  leyendas  en 
caracteres  iberos  (  ó  celtiberos ,  como  quieren  otros ) ,  lo  cual  prueba  que  para  ha- 
cerse mejor  entender  se  decidió  escribir  en  las  monedas  ,  en  algunos  pueblos,  el 
idioma  del  país  y  el  del  conquistador,  ejemplo  que  siguió  Alfonso  VIH,  después  de 
la  conquista,  acuñando  en  Toledo  moneda  bilingüe,  árabe  y  latina,  para  que  fue- 
se mejor  comprendida,  en  una  época  en  que  el  lalin  y  el  árabe  en  la  Península  se 
usaba  á  la  vez  oficialmente:  esta  costumbre  vemos  también  seguida  en  otras  mo- 
nedas de  varios  pueblos  de  Europa.  Corrompida  y  ampliada  la  lengua  latina  por  la 
continua  adopción  de  voces  de  las  demás  con  que  se  rozaba  ,  y  perdida  su  sonori- 
dad ,  concisión  y  gravedad  por  el  diverso  giro  que  la  dieron  los  escritores  llama- 
dos de  la  baja  latinidad,  agoviada  bajo  su  propia  riqueza,  entró  en  una  rápida  de- 
cadencia de  que  en  vano  trataron  de  sacarla  hábiles  escritores  ;  porque  sin  duda 
estaba  determinado  que  su  esplendor  se  apagase  al  eclipsarse  el  poder  de  Roma ,  y 
en  efecto  con  esto  terminó  su  belleza ,  si  no  su  imperio ,  que  se  prolongó  hasta  que 
la  lengua  francesa,  ciertamente  menos  bella,  la  ha  reemplazado  en  lo  general, 
dejándola  reducida  á  ser  el  lenguaje  de  la  Iglesia  católica  ,  que  la  ha  salvado  y 
sostiene,  si  bien  no  en  toda  su  pureza,  porque  no  la  encontró  ya  pura,  y  porque 
ha  tenido  que  ir  latinizando  ideas  nuevas  que,  no  conocidas  antes,  se  han  origi- 
nado de  la  doctrina  cristiana  ,  á  la  que  debe  esta  lengua  el  no  haber  quedado  solo 
en  la  historia,  y  si  conservádose  para  que  la  considere  el  sabio  en  sus  estudios,  y 
alguna  que  otra  escuela  y  academia  que  le  rinde  aun  homenaje. 

Al  empezar  el  siglo  V  de  nuestra  era,  fué  invadida  España  por  los  suevos,  ván- 
dalos y  alanos,  que  vinieron  como  un  torrente  devastador  á  inundar  las  naciones 
de  Occidente.  Recorrieron  el  país  asolándole  ,  y  posesionándose  de  él ,  no  tardaron 
en  dividírsele,  fijándose  los  primeros  en  Galicia,  León  y  Castilla  ;  los  segundos  en 
Portugal  y  Exiremadura ,  y  los  terceros  en  la  Andalucía ,  de  cuyos  sitios  no  tarda- 
ron en  ser  lanzados  por  los  godos  y  wisogodos  que  desde  el  Danubio,  en  que  se 
habían  parado  desde  su  salida  de  la  Escandinavia  y  de  Alemania,  pasaron  á  Espa- 
ña en  tiempo  del  imperio  de  Honorio,  que  les  cedió  la  Galia  y  la  España,  á  fin  de 
que  arrojasen  de  estos  países  á  los  anteriores  bárbaros  que  la  devastaban. 

En  el  corto  período  de  los  pueblos  bárbaros  idólatras  expresados,  pudo  quedar 
muy  poco  de  su  duro  lenguaje  en  nuestra  lengua  ,  pues  que  en  su  vida  errante ,  y 
no  teniendo  mas  patria  que  la  que  pisaban  ,  y  por  otra  parte  aborrecidos  del  país 
que  ultrajaban  ,  los  españoles  debieron  aborrecer  su  gerga ,  y  curarse  mas  de  lan- 
zarlos de  sus  posesiones  y  librarse  de  sus  correrías  que  de  aprender  nada  que  les 
perteneciese. 

Mas  humanos  los  wisogodos,  raza  de  los  godos  que  invadió  España,  y  mira- 
dos de  mejor  talante  en  el  país,  porque  vinieron  á  lanzar  de  él  á  los  bárbaros,  y 
al  propio  tiempo  cristianos ,  si  bien  de  la  secta  Arriana ,  no  pudieron  menos  de  de- 
jar mayores  impresiones  de  su  dominación.  Sus  sacerdotes  se  habían  educado  en 


—  Hi  — 

la  literatura  greco-latinn  ,  y  esto  les  liizo  tener  pronta  y  fácil  comunicación  con  los 
españoles  ,  puesto  que  la  lengua  latina  les  era  común  ;  empero  es  preciso  conocer 
que  en  su  ambición  de  ocupar  toda  la  Península  ,  se  tendrían  que  ir  aviniendo  á  las 
caslumbres  de  ella  y  á  su  lenguaje  mas  que  á  empeñarse  en  imponer  el  suyo, 
á  pesar  de  liaber  Eurico,  primer  rey  godo,  dado  la  recopilación  del  código  de  le- 
yes de  su  pueblo  A  los  españoles,  que  se  atuvieron  mas  al  breviario  de  Arriano, 
código  del  rey  Alarico,  formado  de  los  códigos  romanos  á  los  que  estaba  acostum- 
brado el  país,  que  después  acató  el  Fuero  Juzgo,  que  fué  un  código  romano  adap- 
tado á  las  circunstancias,  lin  atención  á  que  en  España  se  hablaba  ,  en  lo  general, 
á  principios  del  siglo  V  una  especie  de  latín  bárbaro ,  ó  mezclado  con  el  antiguo  len- 
guaje nacional ,  y  á  que  al  paso  de  que  nos  lian  quedado  monedas  y  otros  monu- 
mentos de  la  antigua  lengua  española,  aun  en  tiempo  de  la  dominación  romana, 
absolutamente  nada  nos  recuerda  en  monumento  alguno  la  dominación  goda,  pueblo 
vencedor  que  daba  la  ley;  es  preciso  concluir,  que  si  los  godos  trajeron  á  España, 
como  debe  creerse,  su  lenguaje  y  letras,  olvidaron  el  primero  y  abandonaron  las 
segundas  por  el  hermoso  carácter  de  los  romanos ,  que  era  el  que  se  escribía  en  la 
Península,  pues  que  los  caracteres  que  han  dado  en  llamarse  góticos  son  obra  de 
siglos  posteriores  á  las  inscripciones  y  monedas  de  los  siglos  V  al  IX  inclusives, 
que  tienen  sus  leyendas  en  letras  latinas.  En  vista  de  que  solo  se  escribió  latín  en 
estos  siglos,  puede  asegurarse  que  los  españoles  no  solo  no  abandonaron  su  len- 
gua ,  sino  que  lejos  de  aprender  de  los  godos,  estos  se  instruyeron  en  la  suya; 
y  únicamente  pudo  introducirse  en  aquella  la  fuerte  acentuación  goda  ,  que  hablan- 
do no  deja  de  venir  á  ser  una  novedad  bastante  marcable,  según  prueba  detenida- 
mente ,  y  con  sabio  criterio  y  erudición  ,  el  articulista  de  la  Enciclopedia  moder- 
na ,  á  la  que  dirigimos  al  lector.  Sin  embargo  el  mismo  articulista  nos  señala  ciento 
seis  voces  que  tiene  nuestra  lengua  actual  de  origen  godo  ,  ya  del  lenguaje  civil ,  ya 
del  de  la  guerra  ,  y  diez  y  ocho  nombres  ó  apellidos  de  los  que  mantenemos  ,  que 
tienen  la  misma  procedencia,  entre  los  que  están /liyaro,  que  signiBcó  en  godo  hom- 
bre de  verdad  ;  Federico,  amigo  de  la  paz;  Garda,  de  vista  agraciada;  Manrique, 
hombre  rico;  Vargas,  padre  bueno,  y  Guzman.  hombre  bueno,  citando  como  ex- 
traña coincidencia  el  que  Guzman  el  Dueño  tuviese  en  su  mismo  apellido  el  sig- 
nificado del  renombre  que  se  adquirió  con  su  valor  y  denuedo.  Sobre  la  etimolo- 
gía de  los  apellidos  españoles  tenemos  entendido  que  ha  estudiado  y  escrito  una 
curiosísima  obra  nuestro  ilustrado  amigo  y  antiguo  gefe  el  Excmo.  Sr.  D.  Martin 
de  los  Heros,  uno  de  los  españoles  mas  honrados  de  esta  época,  y  actual  intendente 
de  la  Real  casa ,  cuya  obra ,  asi  como  la  de  igual  género ,  respecto  á  los  nombres  de 
Santos,  que  ha  escrito  Mr.  Durgnin,  que  hace  pocos  años  estuvo  de  embajador  de 
Francia  en  Madrid  ,  deseamos  ver  impresas  para  ilustración  de  las  letras  de  este 
siglo  en  esta  parte  de  la  literatura. 

La  famosa  batalla  de  Guadalete  ,  perdida  por  el  desgraciado  D.  Rodrigo,  último 
rey  de  los  wisigodos  españoles,  abrió  las  puertas  de  España  á  los  hijos  de  Maho- 
mat ,  satélites  obedientes  del  Corán ,  ((ue  si  entraron  á  sangre  y  fuego  en  la  Penín- 
sula ,  no  tardaron  en  cambiar  su  ferocidad  por  el  carácter  mas  dulce  y  mas  toleran- 
te ilel  mundo.  De  este  pueblo  árabe  puede  decirse  que  salió  de  España  la  moder- 
na civilización  de  Europa,  el  restablecimiento  de  la  literatura  antigua  de  la  culta 
Grecia  ,  ya  desconocida,  y  el  afianzamiento  del  Evangelio  en  nuestra  patria,  que 
peleó  por  él  durante  siete  siglos,  ganando  en  la  lucha  muchas  glorías  y  no  poca 
instrucción,  por  mas  que  nuestros  mayores  ,  cegados  por  el  espíritu  religioso,  les 


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tuviese  por  bárbaros;  y  esto  faé  asi  á  pesar  de  que  atannron  la  nacionalidad  que 
habían  formado  los  wisigodos,  con  quienes  habían  ya  fraterDizado  los  españoles, 
y  que  como  poderosos  conquistadores,  derribaron  nuestras  leyes  sustituyéndolas 
con  las  suyas,  y  persiguieron  nuestras  creencias,  lo  cual  destruyó  nuestras  cos- 
tumbres, y  nos  puso  eo  tan  encarnizada  lucha  con  ellos,  que  no  uniéndonos  jamás 
en  un  solo  pueblo,  no  cesó  hasta  que  los  lanzamos,  á  los  s^lecienlos  años  de  do- 
minación ,  á  sus  abrasados  arenales  de  la  Arabia. 

Trayendo  los  árabes  consigo  la  lengua  mas  rica  y  culta  que  se  conocía,  no 
pudo  dejar  de  inlluir  poderosamente  en  la  nuestra ,  si  bien  no  somos  de  la  opinión 
de  los  que  pretenden  que  de  ella  se  formó  nuestro  idioma  vulgar,  ni  menos  de  los 
que  juzgan  que  el  árabe  fué  lenguaje  común  de  España,  pues  que  las  Asturias,  las 
Provincias  Vascongadas  y  otros  puntos  que  jamás  pudieron  conquistar,  mantuvie- 
ron su  lengua  sin  lomar  nada,  y  si  acaso  voces  muy  contadas,  de  la  de  los  musul- 
manes. El  encono  de  los  españoles  contra  los  árabes  durante  los  dos  primeros  si- 
glos de  su  dominación  no  pudo  ser  favorable  á  la  fusión  de  ambas  lenguas  ,  ni  aun 
en  los  países  ocupados  por  estos;  pero  como  los  árabes  despertaron  después  el 
gusto  por  las  literaturas  de  Grecia  y  de  Uoma,  en  estos  estudios,  de  que  fueron 
sabios  maestros,  encontramos  nosotros  la  fusión  de  las  dos  lenguas  vulgares, 
puesto  que  aficionándose  los  españoles  á  aquella  literatura,  y  atraídos  por  la  tole- 
rancia de  sus  enemigos,  en  algunas  comarcas  como  Córdoba  ,  que  vino  á  ser  una 
moderna  Atenas,  según  probamos  en  nuestro  articulo  histórico  sobre  la  poesía  en 
la  Corona  poética  de  Azara  ,  el  comercio  entre  ambos  pueblos  vino  á  ser  mas  fre- 
cuente en  los  periodos  de  paz  ,  que  no  pudieron  menos  de  sobrevenir  en  tan  larga 
dominación,  y  ya  amalgamados  con  este  motivo  y  con  el  de  no  pocas  alianzas, 
el  árabe  llegó  á  ser  una  lengua  familiar  á  los  españoles  de  las  provincias  con- 
quistadas: así  se  deduce  de  las  obras  que  nos  dejaron  escritas  el  rey  Don 
Alonso  en  su  crónica,   el   arzobispo   D.  Rodrigo,  Alvaro  de  Córdoba  y  otros 
muchos. 
•   El  tiempo  y  el  trato  debió  hacer  necesariamente  que  los  españoles  hablasen  el 
árabe ,  y  que  estos  hablasen  el  romance  perfectamente  en  los  últimos  tiempos ,  así 
como  que  unos  y  otros  lomasen  á  su  vez  las  voces  de  una  ó  de  otra  lengua  para 
aumentar  las  suyas  respectivas;  y  como  la  suya  era  mas  rica  que  la  nuestra,  se  de- 
duce que  nosotros  debimos  tomar  mas  de  ellos  que  ellos  de  nosotros;  no  fallando 
quien  diga  que  en  el  siglo  XIV  teníamos  en  nuestra  lengua  una  tercera  parte  de  ella 
en  voces  árabes ,  pero  que  á  la  desaparición  de  los  árabes  se  reconcentró  en  sí 
misma  nuestra  lengua ,  con  lo  que  ,  y  con  el  renacimiento  de  las  letras  entre  nues- 
tros mayores,  y  su  estudio  del  latín  y  del  griego,  se  enriqueció  el  idioma  patrio, 
y  se  elevó  á  un  alto  grado  de  belleza.  Sí  el  árabe  legó  voces  geográficas  á  nuestra 
lengua  como  Medina,  que  significa  ciudad;  Alcalá,  torre;  Guadalquivir ,  rio  gran- 
de; Alpujnrras,  tierra  de  guerreros,  etc.;  también  enriqueció  nuestra  pronuncia- 
ción con  la  g  fuerte ,  la  j  ,  la  /í  aspirada  ,  la  üc  ,  la  r  y  la  terminación  bre ,  por  la  que 
decimos  en  vez  de  nomen,  nombre;  y  asimismo  varias  voces  sinónimas  de  otras, 
por  lo  que  podemos  expresar  una  misma  idea  con  diversas  palabras.  El  erudito  ar- 
ticulista de  nuestra  Enciclopedia  inserta  en  él  un  curioso  Vocabulario  elimolúgico 
de  palabras  españolas  tomadas  del  árabe ,  que  recomendamos  á  los  amantes  de  este 
estudio,  y  en  él  aparece  que  cuenta  nuestro  idioma  castellano  con  mil  cuatrocien- 
tas veintisiete  palabras  árabes,  voz  mas  ó  menos,  entre  las  que  se  hallan  las  mas 
usuales  y  necesarias  para  expresar  muchas  cosas. 


—  li'l  — 

No  hay  cosa  que  mas  detenga  el  desarrollo  de  la  literatara  y  de  las  ideas,  ni 
que  mas  fallgue  al  ingenio,  y  le  detenga  en  el  rápido  vuelo  de  la  imaginación  y 
en  el  ancho  mar  de  la  fecundidad,  que  el  culteranismo  en  las  lenguas;  y  asi  es, 
que  el  empeño  de  nuestros  mayores  de  escribir  en  latin  ,  fué  causa  de  que  no  ade- 
lantasen tanto  como  debieran  ,  pues  que  para  hacer  correr  con  libertad  su  pensa- 
miento y  desenvolverle  fácilmente,  se  necesita  escribir  con  naturalidad  v  soltura; 
y  esto  no  puede  hacerseen  otra  lenguafuera  de  la  que  esvulgar,  por  mas  bien  quese 
haya  aprendido  otra,  sea  vi  va  ó  ya  sin  uso  común.  Ciertamente  que  si  Ovidio,  Virgilio. 
Cervantes  y  otros  hombres  doctos,  que  nos  han  dejado  monumenlos  imperecederos 
en  sus  obras,  las  hubiesen  escrito  en  otra  lengua  que  la  suya  común  ,  su  celebri- 
dad DO  fuera  hoy  tanta  ,  porque  las  bellezas  de  su  imaginación,  aprisionadas  en  los 
lazos  de  la  lengua  extraña  ,  hubieran  quedado  oscurecidas  ,  ó  al  menos  muy  des- 
figuradas. Al  desprecio  que  hicieron  los  sabios  de  los  siglos  medios  de  la  lengua 
vulgar,  se  debe  el  retardo  de  la  perfección  de  las  lenguas  modernas,  que  no  pu- 
dieron desarrollarse  hasta  que  terminó  la  manía  de  escribirlo  todo  en  latin  ,  y  se 
empezó  á  hacer  uso  de  los  idiomas  vulgares,  por  haber  vencido  el  vulgo  con  su 
constancia.  Es  cierto  que  el  latin  en  Europa  hizo  una  transformación  favorable 
en  sus  diversas  lenguas  ,  y  también  lo  es  que  esta  transformación  fué  origen  de 
la  forma  moderna  de  nuestro  idioma;  pero  se  hubiera  desarrollado  antes  con  me- 
nos latinizantes  de  los  que  ha  habido. 

Derivada  la  moderna  parla  española  del  latin,  se  denominó  romance  desde  los 
godos ,  derivándola  de  romano ,  como  consta  de  nuestras  leyes ,  y  en  este  sentido  se 
explican  los  filólogos  Marina,  Capmani  y  otros  escritores,  y  asi  vemos  quese 
denominan  las  lenguas  modernas  do  Europa  derivadas  de  la  latina.  La  lengua  cas- 
tellana,  llamada  romance  en  el  principio  de  su  formación,  se  fué  formando  ha- 
blándose; pero  no  empezó  á  escribirse  hasta  que  estuvo  formada,  dividiéndose 
durante  la  invasión  árabe  en  tantos  dialectos  cuantos  paises  se  resistieron  á  admi- 
tir la  influencia  árabe  como  digimos  en  su  lugar.  En  el  siglo  XII  puede  fijarse  ya 
la  existencia  en  España  de  una  lengua  vulgar  escrita  casi  completamente  formada 
y  diferente  del  latin ,  y  puede  probarse  con  rail  documentos  como  los  fueros  de 
Uclés;  y  en  el  mismo  siglo  debe  abrirse  la  historia  de  nuestra  literatura  nacional 
con  el  Poema  del  Cid,  primera  joya  de  nuestra  lengua  moderna  en  poesía,  y  so- 
bre cuyo  lenguaje  el  erudito  Capmani  hizo  un  curioso  cotejo  de  las  palabras  que 
en  él  se  hayan  castellanas  con  las  del  propio  significado  en  francés,  loscano  y  ca- 
talán, lenguas  romanzadas  como  la  nuestra.  El  glorioso  San  Fernando  y  su  hijo 
Alfonso  X  acabaron  de  afianzar  la  lengua  vulgar  moderna  ,  dando  el  golpe  de  gracia 
al  latin ,  haciendo  traducir  á  ella  el  Fuero  Juzgo  el  primero ,  y  publicando  en  caste- 
llano sus  Siete  Partidas  el  segundo;  con  lo  que  ya  el  siglo  XIII  presentó  en  una 
robustez  digna  y  grandiosa  nuestro  lenguaje  nacional  escrito  y  hablado,  debien- 
do mucho  de  su  esplendor  á  los  famosos  poetas  Berceo  y  Segura.  El  siglo  XVI 
presenta  nuestra  lengua  ya  fija  y  regularizada  cuando  las  demás  naciones  de 
Europa  aun  se  hallaban  en  la  formación  de  las  suyas,  admirándose  su  soltura 
y  gallardía  en  tantos  libros  españoles  como  podemos  presentar  de  este  siglo, 
si  bien  no  podemos  olvidar  lo  mucho  que  debió  la  lengua  á  los  célebres  mar- 
qués de  Santillana,  D.  Joan  Manuel  y  otros  no  menos  apreciables,  en  los  siglos 
anteriores. 

Unida  toda  España  bajo  un  mismo  gobierno,  y  llevadas  sus  armas  á  un  nuevo 
mundo  en  el  siglo  XVI,  en  el  que  también  se  halló  la  imprenta,  nacida  en  el  siglo 


—  li:.— 

anlerior ,  en  estado  de  reproducir  con  velocidad  el  pensamiento ,  y  extenderle  á  un 
tiempo  por  todo  el  mundo,  nuestro  lenguaje  tomó  proporciones  colosales,  y  se 
extendió  en  ambos  mundos  uniéndose  al  fin  en  Aragón  y  Castilla  después  de  algu- 
na resistencia  por  el  primer  país,  que  mantenía  su  apego  á  la  lengua  latina,  pero 
que  su  lenguaje  romanzado  ó  vulgar  era  casi  idéntico  al  de  Castilla,  salvo  algunas 
voces  no  menos  castizas  en  su  etimología,  que  conservan  aun  los  aragoneses  ,  de 
las  que  no  tenemos  en  castellano  equivalente  que  exprese  la  idea  que  en  ellas  se 
designa  ;  pero  esto  como  lodo  lo  correspondiente  á  nuestros  dialectos  pertenece  á 
la  tercera  parle  de  nuestro  discurso,  y  allí  nos  extenderemos. 

Si  bien  ha  habido  épocas  en  que  tanto  los  oradores  como  los  escritores  se  han 
empeñado  en  sutilezas  y  giros  de  mal  gusto  que  han  afeado  nuestro  sonoro  y  claro 
lenguaje,  nuestra  lengua  tal  y  como  hoy  se  habla  y  escribe  por  los  que  la  han  es- 
tudiado y  no  la  han  corrompido  con  los  galicismos  tan  frecuentes  en  las  traduccio  • 
nes  y  en  el  lenguaje  ó  mas  bien  algaravía  afrancesada  de  los  tontos,  es  regular, 
filosófica  y  circunspecta,  á  la  par  que  mas  razonada  y  lógica  que  la  de  nuestros 
mayores,  en  la  que  se  encontraba  mas  poesía  y  entusiasmo;  pero  que  no  conven- 
cía ,  porque  la  imaginación  y  la  naturaleza  trabajaban  en  ellos  mas  que  la  ciencia  y 
el  arte,  á  que  la  hemos  sujetado;  de  suerte  que  la  gramática,  que  no  se  tenia  en 
cuenta  por  aquellos ,  es  hoy  la  Ua-ve  que  nos  guia  y  la  que  se  ha  opuesto  á  las  su- 
tilezas y  sinonimia,  haciéndonos  mas  severos  y  precisos.  Sin  embargo,  la  moda, 
señora  absoluta  ,  que  lo  arrastra  todo  tras  su  carro  de  triunfo  con  un  poder  irresis- 
tible ,  nos  ha  hecho  abandonar  muchas  palabras  muy  castizas,  por  otras  que  lo  son 
menos,  ó  admitir  algunas  frases  gálicas  que  afean  nuestro  lenguaje  y  le  desnatu- 
ralizan; ¿,yno  podremos  temer  con  razón  que  esa  multitud  de  traductores  y  de 
literatos  afrancesados  vengan  al  fin  á  corromper  nuestra  lengua  ,  la  mas  rica  ,  sonora 
y  grave  de  Europa?  Mucho  lo  tememos  si  la  sana  critica  no  se  opone  á  esa  irrupción 
de  innovadores  de  mal  gusto  ,  y  á  ese  enjambre  de  palabreros  á  la  francesa  que  nos 
inunda.  El  lenguaje  científico  ha  obligado  á  todas  las  lenguas  á  admitir  sus  voces, 
y  la  española  las  ha  adoptado  sin  violencia,  si  bien  creemos  que  tenia  recursos  en 
si  misma  para  haberlas  castellanizado  sin  grande  esfuerzo,  acudiendo  á  sus  anti- 
guas fuentes  y  á  sus  dialectos.  Pero  si  asi  no  ha  sucedido ,  culpa  es  de  los  que  se 
tienen  por  estrictos  puristas,  que  se  resisten  á  ampliar  nuestra  lengua:  como 
lengua  armónica  puede  competir  la  castellana  con  la  mas  privilegiada;  y  por 
mas  que  se  diga  en  contrario  ,  es  tan  cantabile  como  la  italiana,  si  bien  menos 
afeminada  ,  siendo  tan  rica  en  la  distribución  de  vocales  en  las  palabras  ,  y  la 
forma  tan  rítmica ,  que  nos  chocan  dos  sonidos  de  igual  consonancia  en  una 
misma  frase:  el  que  desee  saber  la  riqueza  en  este  género  de  la  lengua  cas- 
tellana, no  tiene  mas  que  abrir  nuestro  Renjifo  ó  cualquier  Diccionario  de  la 
rima  ,  y  se  convencerá  de  lo  dificil  de  que  pueda  presentarla  mayor  lengua  al- 
guna ,  en  las  diez  y  nueve  combinaciones  de  vocales  en  sílabas  finales  que  pue- 
den hacerse,  sin  acudir  á  la  multitud  de  voces  agudas,  ni  en  mas  de  dos  mil  ter- 
minaciones diferentes,  que  pueden  ofrecer  las  inüexiones  de  nuestros  verbos, 
las  muchas  á  que  dan  lugar  los  esdrújulos,  afijos  ó  contracciones,  etc.:  esta 
variedad  enriquece  notablemente  nuestra  poesía,  y  embellece  la  prosa  y  el  len- 
guaje. 

Con  notable  maestría  discurre  el  articulista  de  nuestra  Enciclopedia  acerca  de 
la  filosófica  estructura  de  nuestra  lengua,  de  las  transposiciones  délas  palabras 
aumentativas  v  diminutivas  que  la  hacen  tan  flexible,  modismos,  giros  notables, 
'  19 


—  liC  — 

sentido  ligurado,  formación  de  palabras  por  derivación,  de  que  somos  riíiuisi- 
mos  en  finales,  ó  por  composición  inicial  y  en  voces  compuestas,  de  lodo  lo  cual 
da  copiosos  ejemplos;  y  no  menos  feliz  se  présenla  como  hábil  gramático  en  toda 
su  acepción  ,  y  erudito  conocedor  de  los  cambios  sufridos  por  nuestras  palabras 
con  respecto  A  su  pronunciación  y  modo  de  escribirse  en  lo  antiguo,  comparado 
con  lo  que  hoy  hacemos,  dn  lo  ([ue  también  da  un»  especie  de  catálogo;  pero 
no  entrando  nada  de  esto  en  el  plan  á  que  nos  hemos  limitado  en  este  escrito, 
remitimos  al  estudioso  á  la  referida  obra. 

Los  refranes,  adagios  y  proverbios  son  tan  abundantes  en  nuestra  lengua, 
como  oportunidad  tiene  aun  nuestro  pueblo  menos  instruido  en  aplicarlos;  y  el 
lenguaje  figurado  es  tan  común,  particularmente  en  las  clases  bajas,  que  se  ex- 
presan con  él  admirablemente  ,  probando  la  fecundidad  de  su  ingenio,  y  una  ima- 
ginación rica  en  ideas  y  conceptos:  y  esto  acredita  la  opinión  de  un  autor,  de 
que  cuando  todos  los  hombres  eran  pastores  ó  labradores,  el  lenguaje  figurado 
se  tomarla  de  la  naturaleza,  porque  ella  sola  debía  ocupar  su  atención.  No  otra 
cosa  que  lenguaje  figurado  son  esos  modismos  y  locuciones  que  forman  un  len- 
guaje peculiar  y  refranesco  entre  los  artesanos  y  entre  las  personas  de  oficio  ó 
facultad  ,  según  sus  costumbres  particulares,  de  modo  que  el  médico  hace  las  com- 
paraciones teniendo  en  cuenta  su  facultad  ,  el  abogado  la  suya,  el  militar  la  que 
le  es  propia,  y  asi  sucesivamente;  teniéndose  por  muy  natural  el  que  un  mé- 
dico á  quien  se  le  consulta  sobre  cualquier  cosa  que  no  ha  examinado,  diga: 
que  no  ha  tomado  el  pulso  al  negocio  ,  y  un  abogado  que  no  está  en  autos ,  etc.  La 
fraseología  con  que  suele  explicarse  nuestro  pueblo,  introduce  en  el  lenguaje  co- 
mún mil  modos  de  expresar  el  pensamiento,  y  el  uso  va  dando  una  significación 
que  se  acepta  con  gusto  y  que  animan  el  lenguaje  de  familia,  pasando  no  pocas 
veces  ,  con  el  tiempo ,  á  constituir  parte  de  la  lengua  culta  ,  que  no  puede  menos 
de  irse  enriqueciendo  con  voces  nuevas  ya  tomadas  del  pueblo,  ya  nacidas  al 
propio  tiempo  de  las  ciencias,  de  las  artes  y  aun  de  la  necesidad;  y  es  tan  per- 
judicial empeñarse  en  detener  esta  marcha  por  el  rigorismo  de  los  puristas,  que 
en  lugar  de  evitar  por  este  medio  la  decadencia  de  la  lengua,  puede  precipitarla 
en  ella,  viniendo  á  corromperse:  tal  vez  consista  en  esto,  mas  que  en  otra  cosa, 
la  pérdida  de  originalidad  que  va  sucediéndose  en  nuestra  lengua ,  tan  descuidada 
hoy  hasta  por  los  mismos  escritores,  si  bien  creemos  causa  principal  de  esto  la 
falta  de  protección  que  ha  dado  el  Gobierno  á  nuestro  idioma  postergándole  al 
latin  ,  y  no  cuidando  de  que  se  perfeccione  por  los  medios  que  dicta  la  razón  y 
que  reclama  la  ilustración  moderna. 

Como  digimos  en  nuestro  ya  citado  discurso  sobre  la  poesía  española,  la  fe- 
cundidad de  nuestros  poetas  no  tiene  comparación  con  los  de  pueblo  alguno,  y  si 
nos  hemos  distinguido  mas  como  poetas  que  como  prosistas,  es  debido  en  gran 
parte  á  nuestra  rica,  sonora  y  robusta  lengua,  al  método  de  acentuación  que  ella 
recibe,  y  á  la  infinita  variedad  de  nuestras  terminaciones;  de  modo  que  nues- 
tra lengua  admite  versos  sonoros  en  todas  las  medidas,  recurso  que  pueden  pre- 
sentar pocos  pueblos,  no  existiendo  combinación  que  no  nos  sea  permitida  y 
fácil  hasta  el  punto  de  que  el  poeta  puede  disponer  á  su  antojo  la  colocación  de 
las  consonancias. 

Tan  contrario  el  entendido  escritor  Burgos  (citado  por  la  Academia  de  la  len- 
gua en  la  voz  lengtta  de  su  diccionario)  de  que  se  restringiese  la  ampliación  de 
la  lengua  española,  cuanto  de  que  se  adulterase,  escribió  la  siguiente  redondilla 


—  1  Í7  — 

con  que  coorirma  su  opinión,  que  es  la  de  los  desapasionados  filólogos  y  la  que 
mejor  se  adapta  á  la  razón: 

Ampliar  la  lencjua  propia  es  cosa  urbana  , 
Adulterarla  es  bárbaro  defecto. 
Porque  su  idioma  y  candido  dialecto , 
Con  voces  peregrinas  se  profana. 

Al  llegar  á  esle  punió  no  podemos  menos  de  hacer  ver  como  pensaba  el  sabio 
Azara  de  nuestra  lengua  patria;  y  pues  quede  ella  hablamos  en  su  obsequio, 
razón  será  que  le  oigamos  como  parle  interesante  y  tan  competente  en  esta  ma- 
teria ,  si  bien  se  nos  permitirá  antepongamos  á  sus  palabras  lo  que  en  la  pági- 
na 289,  capitulo  18  del  lomo  ir,  de  la  Historia  de  su  vida  civil  y  política,  que  pu- 
blicamos en  1849 ,  digimos  al  eslampar  el  mismo  párrafo  sobre  la  lengua  española 
que  vamos  á  insertar;  dice  asi: 

El  estilo  de  Azara  lué  noble  y  abundante ,  sus  reflexiones  justas,  la  voz  dulce  y 
la  acción  llena  de  dignidad  ,  como  apasionado  de  la  de  los  ilustres  escritores  espa- 
ñoles Fr.  Luis  de  León  y  Fr.  Luis  de  Granada.  Si  el  caballero  es  calificado  ó  no 
con  razón  por  uno  de  nuestros  mejores  hablistas  y  puristas  escritores,  entre  los 
que  se  le  coloca  generalmente,  mejor  que  nosotros  lo  dirán  sus  obras  al  curioso 
que  pretenda  convencerse;  solo  si  sentaremos  que  nosotros  lo  creemos  asi,  tanto 
porque  acatamos  la  opinión  de  los  respetables  literatos  que  le  han  calificado  ,  cuanto 
porque  hemos  estudiado  todos  sus  escritos  con  la  mayor  detención;  pero  sien 
vista  de  que  nosotros  no  hemos  aprendido  en  ellos  á  seguir  en  esta  historia  por 
sus  huellas,  lo  que  solo  probará  nuestra  torpeza  ó  corta  inteligencia,  se  pretende 
dudar  de  nuestro  aserto  y  del  de  los  que  pensaron  como  nosotros,  parécenos  con- 
ducente insertar  aquí,  como  muestra,  el  siguiente  párrafo  del  prólogo  que  escri- 
bió el  caballero  Azara  en  su  preciosa  traducción  de  la  vida  de  Cicerón,  trozo  en 
el  que  él  mismo  se  retrata  por  esta  parle. 

«En  cuanto  al  estilo,  dice,  he  puesto  conato  en  darle  toda  la  claridad  posible, 
por  razón  de  que  no  se  habla  para  otra  cosa  que  para  darse  á  entender  con  facilidad. 
Acaso  el  deseo  de  conseguirlo  me  habrá  hecho  usar  algunas  voces  ó  frases  que  mira- 
rán con  ceño  los  que  sin  saber  la  mitad  de  su  lengua  hojean  los  libros  solo  en  busca 
de  palabras  que  censurar;  semcjatites  d  las  moscas  que  pasan  por  encinta  de  lo  sayio 
y  acuden  muy  afanadas  y  contentas  d  lo  podrido.  Yo  por  nú  creo  que  el  gran  mé- 
rito de  un  autor  consiste  en  escribir  cosas  útiles,  y  en  empeñar  á  que  se  lean,  y  que 
con  frases  simétricas  y  relimadas  suele  lograrse  hacer  bostezar  ó  tiritar  de  frió. 
A  fuerza  de  preceptos  echan  grillos  d  las  lenguas,  las  cuales  con  la  prudente  li- 
bertad y  el  ejercicio  se  enriquecen  ,  se  pulen  ,  se  suavizan  y  se  harén  mas  armonio- 
sas y  mas  manejables  para  tratar  cualquier  asunto.  La  nuestra  se  debe  quejar  de 
los  cultos  y  discretos  del  siglo  pasado,  y  de  los  gramatizantes  de  éste,  por  haberla 
despojado,  no  solo  de  muchas  palabras,  frases  y  modos  de  hablar  muy  significativos 
y  enérgicos,  sino  también  de  las  elisiones,  los  apostrofes  y  otras  licencias  que  cons- 
tituyen la  belleza  de  las  lenguas  mas  cultas,  despreciando  el  ejemplo  y  autoridad 
de  los  grandes  hombres  que  comenzaron  á  usarlas ,  y  nos  pusieron  en  camino  de  tener 
un  idioma  flexible  ,  poético  y  musical  diferente  del  prosaico,  como  le  tuvieron  los 
griegos  y  le  tienen  hoy  los  italianos.» 

En  este  ligero  pero  enérgico  discurso  se  vé  cómo  pensaba  Azara  de  nuestra 


—  lis  — 

majestuosa  lengua  y  de  los  que  la  liesfiguraban  en  su  época  ;  clerlamente  que 
entonces  empezaba  ya  esa  fraseología  afrancesada  á  desfigurar  el  dulce  y  sonoro 
lenguaje  de  GarcUaso  y  de  Cervantes;  lenguaje  un  tanto  adulterado  por  los  escép- 
ticos  ergolislas  y  por  las  intrincadas  sutilezas,  ficciones  y  versiones  de  mal  gusto 
de  los  Gongorinos ,  amaestrados  en  el  Pulifemo  de  su  maestro,  tan  sencillo  y  olaio 
castellano  en  sus  anteriores  producciones,  como  oscuro,  intrincado  y  extranjeri- 
zado en  esta;  pero  si  Azara,  levantándose  de  la  tumba,  oyese  nuestra  actual  ge- 
rigonza  y  la  total  anarquía  en  que  se  halla  ntieslra  lengua,  mas  francesa  ya  que 
española  ,  ciertamente  que  se  creerla  aun  durmiendo  ó  que  habia  dispertado  en 
pais  muy  diferente  del  suyo ,  á  pesar  de  que  solo  falta  de  él  cuarenta  y  seis  años; 
y  si  para  cerciorarse  mas  buscaba  la  lengua  castellana  en  nuestros  i)eriódicos  ó 
en  nuestras  obras  ,  si  no  tropezaba  casualmente  con  los  preciosos  libros  dtl  difun- 
to célebre  Conde  de  Tormo  ó  con  las  sublimes  poesías  del  no  menos  celebre  Quin- 
tana, solo  algún  que  otro  titulo  y  articulo  de  los  primeros  le  designaría  el  país 
en  que  se  publican,  y  en  los  otros,  si  los  rebuscaba  con  cuidado,  podría  bailar 
|)alabras  castizas  entre  multitud  de  otras  importadas  ,  y  alguna  oración  castellana 
completa  entre  porción  de  otras  de  nueva  estructura  y  de  desconocido  giro  en  su 
tiempo.  Habiendo  nacido  nosotros  en  lo  fuerte  del  contagio  de  nuestra  hermosa 
lengua  ,  ya  tan  desfigurada  ,  tenemos  la  desgracia  de  tener  el  mal  tan  arraigado 
en  nuestro  seno,  que  no  hemos  podido  lanzarle  de  él,  y  este  es  el  motivo  por  el 
que  el  (lurista  Azara  tiene  que  salir  en  esta  parle  tan  mal  parado  de  nuestras 
manos  pecadoras.  Empero  sí  pudiera  leernos  tan  sabio  compatriota  estamos  segu- 
ros de  que  alcanzaríamos  su  indulgencia  en  gracia  de  nuestra  buena  intención, 
de  que  liemos  sido  esclavos  al  hablar  de  él,  y  de  que  no  ha  estado  en  nuestra 
mano  el  tener  tan  limitadas  facultades  intelectuales:  los  hombres  grandes  son 
siempre  indulgentes,  como  lo  hemos  visto  en  Azara,  y  esta  lisonjera  esperanza 
es  la  que  nos  ha  alentado  en  este  trabajo. 

Como  prueba  de  lo  bien  que  manejó  nuestra  lengua  el  entendido  Azara  des- 
de que  empezó  á  escribir  para  el  público,  no  podemos  resistir  el  consignar  en  esle 
lugar  la  mayor  parte  de  su  precioso  prólogo  á  la  edición  de  las  obras  del  poeta 
Garcüaso  de  la  Vega  que,  como  ya  hemos  dicho  en  su  lugar,  publicó,  ilustradas 
con  ñolas,  en  Madrid  en  la  imprenta  Real  de  la  Gaceta  el  año  de  1765;  y  lo  hace- 
mos con  tanto  mas  cusió  ,  cuanto  que  lo  creemos  muy  útil  á  su  buen  nombre 
y  aun  á  nuestros  lectores,  porque  además  de  dar  á  entender  lo  bien  que  Azara 
comprendía  la  lengua  castellana,  es  un  verdadero,  precioso  y  completo  com- 
pendio de  la  historia  de  ésta  y  de  las  causas  de  su  decadencia  ;  dice  así: 

«La  propiedad  y  elegancia  de  nuestra  lengua  ha  padecido  tanto  en  las  infelices 
manos  de  ruines  escritores,  y  ha  llegado  por  culpa  de  ellos  á  tal  decadencia,  que 
es  preciso  cause  lástima  á  todo  buen  español.  Muchos  grandes  hombres  han 
observado  que  la  escelencía  de  las  lenguas,  su  permanencia  y  extensión,  crece  y 
mengua  al  paso  que  la  pujanza  de  los  imperios  y  que  la  habla  de  los  pueblos  se 
perfecciona  y  derrama  al  abrigo  de  sus  victorias.  Esta  observación  es  muy  verda- 
dera ;  la  serie  de  los  progresos  de  la  lengua  castellana  hasta  nuestros  días  demues- 
tra mas  su  certeza.  Desembarazóse  España  en  el  siglo  XV  de  las  guerras  interiores 
que  la  fatígaroQ  tanto  tiempo,  y  á  proporción  que  fué  afirmándose  su  imperio,  na- 
cieron la  suavidad  de  costumbres  y  la  cultura  de  la  lengua.  En  el  reinado  de 
D.  Juan  el  II  se  dejó  ver  el  crepúsculo  de  esta  moral  revolución.  Entraron  á  go- 
bernar Fernando  V  é  Isabel,  y  con  su  admirable  talento  no  solo  ensancharon  los 


-   l'i!)  — 

limites  de  esta  monarquía  con  tantas  conquistas  interiores  y  ultramarinas ,  sino 
que  con  aquella  gracia,  solo  dada  á  los  ingenios  que  por  privilegio  coloca  la  natu- 
raleza sobre  el  trono,  formaron  un  número  de  hombres  eminentes  en  todas  las 
fiases;  crearon  los  espíritus;  les  comunicaron  un  modo  de  pensar  mas  elevado; 
suavizaron  sus  modales,  y  de  esta  semilla  vino  la  copiosa  cosecha  de  héroes  que 
vio  después  la  edad  de  Carlos  V.  Sostúvose  hasta  principios  del  reinado  de  Feli- 
pe III;  pero  á  guisa  de  aquellos  terrenos  que  recien  abiertos  dan  colmados  frutos, 
y  si  les  falla  el  empezado  cultivo  producen  en  fuerza  de  la  bondad  de  su  suelo, 
disminuyéndose  cada  año  los  tesoros  que  al  fin  niegan  totalmente  ,  asi  se  vio  que 
la  fecundidad  de  los  ánimos  espaiíoles  fué  produciendo  en  fuerza  de  las  labores 
primeras,  y  disminuyéndose  en  razón  de  lo  que  se  apartaba  de  su  origen,  hasta 
que  á  últimos  del  siglo  XVII  quedó  enteramente  estéril.  Los  mismos  pasos  fué  si- 
guiendo nuestra  lengua:  nació,  creció  y  envejeció  por  los  mismos  grados,  notán- 
dose también  que  los  progresos  hacia  la  perfección  fueron  rápidos,  y  la  decaden- 
cia lenta  y  perezosa  como  la  del  imperio.  ¿Qué  tropel  de  escritores  no  produjo 
España  al  tiempo  mismo  que  Carlos  V  traía  asustada  toda  la  Europa  con  sus  armas? 
Bajo  Felipe  II  hubo  muchos  mas,  pero  estos  eran  el  fruto  de  las  labores  de  su  pa- 
dre y  bisabuelos.  No  es  mi  ánimo  hacer  aquí  el  catálogo  de  nuestros  escritores  de 
aquel  tiempo,  ni  necesitan  mas  elogio  que  sus  obras,  y  baste  saber  que  á  la  épo- 
ca del  Concilio  de  Trento  no  había  en  toda  Europa  nación  mas  instruida  que  la 
nuestra.  Cuanto  nuestras  armas  eran  conocidas  y  respetadas,  tanto  progreso  iba 
haciendo  el  lenguaje  español.  Era  el  mas  apreciado  en  las  cortes  de  Alemania ,  Ita- 
lia y  Flandes.  Los  franceses  le  aprendían  con  la  misma  aplicación  que  nosotros  nos 
dedicamos  hoy  al  suyo,  y  era  vergonzoso  á  los  hombre?  de  letras  el  ignorarle: 
iba  por  fin  nuestro  idioma  á  hacerse  casi  universal,  por  los  mismos  términos  que 
lo  consiguió  el  francés  en  el  siguiente  siglo  ,  y  que  quizá  antes  del  fin  de  éste  lo- 
grará el  inglés;  pero  faltóle  la  fortuna  de  las  armas,  y  sin  su  apoyo  fué  retirán- 
dose otra  vez  á  los  limites  de  su  primera  cuna.»  . 

«Las  demás  naciones  se  han  dedicado  á  las  ciencias  después  acá  con  un  empe- 
ño y  una  aplicación  tan  seguida  y  constante ,  que  parece  han  llegado  con  sus  des- 
cubrimientos á  tocar  los  limites  á  donde  puede  llegar  el  entendimiento  humano. 
Nosotros  solo  hemos  retrocedido.  En  nuestras  universidades  se  ven  hoy  los 
mismos  estatutos  y  las  mismas  lecciones  que  se  oían  dos  siglos  ha;  pero  hay  la  di- 
ferencia de  que  los  que  las  cursan  ahora  estudian  menos,  y  que  sus  catedráticos 
en  muchas  parles  no  enseñan  nada»  (1). 

«Las  causas  de  esta  decadencia  son  muchas;  pero  ni  esto  es  su  lugar,  ni  yo 


(t)  A  pesar  de  la  tan  decantada  ilustración  del  siglo  XIX,  y  no  obstante  esa  multitud  de  re- 
formas que  han  sufrido  nuestras  universidades  y  de  la  porción  de  reglamentos  de  instrucción  pú- 
blica que,  hechos  con  buena  intención  pero  con  poco  acierto,  nos  debe  el  presente  siglo,  no 
solo  no  estamos  mas  adelantados  en  esto  que  en  los  tiempos  de  Azara  ,  sino  que  creemos  que  nos 
hallamos  poco  mas  ó  menos  en  el  mismo  estado  ,  y  en  tal  anarquía  de  ideas  literarias  y  de  len- 
guaje ,  que  no  hay  norte  fijo  á  que  atenerse ;  razón  por  la  que  se  puede  decir  no  existe  ya  de 
nuestra  lengua  castiza  mas  que  una  débil  sombra  que  amenaza  borrarse  si  no  fe  ataja  el  mal  y 
seguimos  por  tan  buen  camino,  á  pesar  de  oxplicarse  en  ella  y  no  en  lalin  en  las  escuelas  .  y  de 
algunas  pocas  obras  testuales  de  puro  lenguaje  castizo  que  por  fortuna  se  publican  de  vez  en 
cuando  por  entendidos  apreciadores  del  habla  castellana ,  entre  la  multitud  de  malas  traducciones 
del  francés  que  se  anuncian  diariamente. 


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instrumcnlo  á  propúsilo  para  referirlas.  Basle  decir,  que  en  lo  que  los  españoles 
lian  Irabajado  con  ahinco  liasla  nueslros  tiempos,  esceden  con  inmensa  ventaja  á 
todas  las  naciones;  y  si  no  que  nie  citen  ¿cuál  de  ellas  ha  dado  á  luz  tantos  y  tan 
pesados  volúmenes  sobre  Aristóteles  como  nosotros  ,  tantos  escritores  eminentes 
en  teología  escolástica  ,  laníos  y  tan  suliles  casuistas  de  moral,  y  tantos  profundos 
comentadores  del  Códijjo  y  Pandectas?» 

«Casi  todos  estos  homhrones  han  tenido  la  precaución  de  no  vulgarizar  las  cien- 
cias, tratándolas  en  la  lengua  que  se  habla  en  su  patria.  Lo  contrario  hubiera  sido 
en  su  sentir  una  profanación,  y  con  esto  han  logrado  que  donde  peor  fe  habla  cas- 
tellano es  donde  se  enseñan  las  ciencias,  y  alli  tal  vez  es  donde  se  sabe  menos  la- 
tín. Nebrija,  Francisco  Sánchez,  Antonio  Agustín,  T.uis  Vives,  Arias  Montano, 
Mariana  y  otros  infiuilos  ,  podrán  decidir  la  cuestión,  comparados  con  los  que  pos- 
teriormente han  enseñado  y  cscrilo.» 

«De  esle  abandono  que  ha  padecido  nuestra  habla  castellana  se  siguió  que  tra- 
tándose las  ciencias  en  latín ,  aunque  bárbaro  ,  la  han  privado  de  la  copia  y  pro- 
piedad que  hubieran  podido  darla  las  voces  cienlificas  que  ninguna  lengua  puede 
tener  otiginariamenle  ,  y  por  esto  los  autores  que  en  nuestros  días  han  tratado  de 
física  ó  de  matemáticas  se  han  visto  en  la  necesidad  de  formarse  vocablos  á  su 
modo,  recurriendo  al  griego,  al  lalin  ó  á  otros  arbitrios.» 

«Despreciada  ,  pues,  por  nuestros  catedráticos  su  lengua  nativa,  se  la  corlaron 
las  alas  para  su  perfección.  Raro  español  ha  gastado  seis  meses  para  aprenderla 
por  reglas  y  principios  al  modo  que  aprendían  la  suya  los  griegos  y  los  romanos, 
siendo  infmitos  los  que  han  gastado  otros  tantos  años  en  aprender  un  mal  latín, 
que  en  tiempo  de  Simón  Abril  y  de  nueslros  buenos  preceptores  se  adquiría  en 
cuatro  meses.» 

«Los  poetas  del  siglo  antecedente  mantuvieron  en  cierto  modo  la  reputación 
de  nuestro  idioma  durante  algún  tiempo,  con  particularidad  los  cómicos;  pero 
como  á  la  propiedad  con  que  le  usaron  y  al  ingenio  juntaban  una  crasa  ignorancia, 
luego  que  las  otras  naciones  supieron  mas,  los  abandonaron  del  lodo.  Entre  los 
mismos  poetas  hubo  muchos  que  con  lo  que  llamaban  cultura,  y  con  sas  insípidos 
equívocos,  contribuyeron  no  poco  á  corromper  la  frase  castellana.  Como  en  el  fon- 
do nada  sabían ,  se  afanaban  por  parecer  lo  que  no  eran ,  y  asi  hasta  en  las  voces  y 
en  el  modo  de  usarlas  afectaron  su  mezquina  erudición.  Los  primeros  padres  de  la 
lengua  ,  aunque  la  formaron  y  pulieron  con  las  gracias  de  la  latina  ,  como  habían 
hecho  poco  autes  los  italianos  ,  no  se  sujetaron  tanto  á  ésta  que  en  todo  mostrasen 
las  señales  de  su  servidumbre.  Sus  sucesores  al  contrario,  por  ostentar  saber, 
ponían  en  todo  la  marca  de  la  latinidad.  Los  primeros,  por  ejemplo,  decían  afeto, 
escuro,  conlino,  repunar ,  espíritu,  coluna,  perfelo,  ecelente ,  y  los  segundos, 
afecto,  obscuro,  columna,  excelente,  ele,  sin  mas  fin,  á  raí  entender,  que  el  de 
manifestar  sabían  el  origen  de  estas  voces,  sacrificando  la  suavidad  á  su  presun- 
ción (1).  El  mismo  fin  tuvieron  en  despreciar  otros  vocablos  muy  propíos ,  como  el 
empero  ,  entorno  ,  aina  ,  sendos  ,  maguer  ,  asaz  ,  largueza  ,  consuno  ,  por  ende, 
y  oíros,  que  sobre  ser  mil  veces  mas  significativos  y  elegantes  que  los  que  susti- 
tuyeron, daban  cicrla  majestad  y  pulidez  á  la  conversación.» 

«Estas  y  otras  muchas  causas  que  omito ,  ha  tenido  la  decadencia  de  la  lengua 

(1)  IÑuosira  Real  Acüdetuia  de  la  lengua  sigue  la  segunda  escuela  deiule  su  fundación.  Véase 
la  oi'lografia  de  la  misma. 


—  151  — 

castellana  hasla  el  principio  de  esle  siglo  (habla  del  XVII! ).  El  reinado  de  Feli- 
pe V  hubiera  restablecido  las  cosas  á  su  primer  lustre  si  el  daño  no  hubiera  echa- 
do tan  altas  raices ,  y  si  otra  nueva  casta  de  corrompedores  no  se  hubiera  opuesto 
á  las  ideas  de  aquel  monarca.  Hablo  de  los  traductores  :  esta  plaga  se  nos  hizo 
principalmente  necesaria  para  el  comercio  de  la  literatura  francesa.  Hasta  la  ve- 
nida de  Felipe  V  eran  muy  pocos  los  españoles  que  supiesen  el  francés.  Muchos 
de  nuestros  sabios  le  miraban  con  desprecio,  otros  como  inútil,  y  algunos  con 
odio.  Rellenos  de  su  .4ristóteles ,  y  pomposos  con  las  borlas  de  Salamanca  y  Alca- 
lá, no  creian  que  en  el  mundo  hubiese  mas  que  saber  ,  ni  que  una  nación  enemi- 
ga pudiese  tener  buena  instrucción:  desengañóles  el  trato  :  vieron  gran  copia  de 
libros  franceses,  y  con  una  rapidez  increíble  se  aplicaron  á  traducirlos  al  castella- 
no; pero  como  los  mas  no  calaban  bien  la  fuerza  de  uno  ni  otro  idioma,  hicieron 
un  baturrillo  miserable  de  los  dos  (1).  Lo  menos  ha  sido  la  introducción  de 
infinitas  voces  francesas  con  que  han  inundado  nuestra  habla  sin  necesidad  :  han 
desfigurado  además  su  carácter,  formando  una  construcción  francesa  con  voces  es- 
pañolas y  mestizas.  Confieso ,  sin  embargo ,  que  no  han  faltado  en  nuestros  dias  al- 
gunos escritores  y  traductores  libres  de  esta  falta  ,  que  han  manejado  su  lengua 
con  facilidad  y  pureza  ;  pero  su  ejemplo  no  ha  podido  prevalecer  contra  el  núme- 
ro mayor.» 

«Todas  estas  consideraciones  me  han  hecho  discurrir  sobre  los  medios  de  ata- 
jar los  progresos  del  mal ,  y  á  este  fin  me  ha  parecido  lo  mas  oportuno  renovar  los 
escritos  de  los  patriarcas  y  fundadores  de  la  lengua  castellana.  Su  lectura  sola  pue- 
de acordar  los  ejemplos  dignos  de  seguirse ,  y  restituir  la  pureza  y  elegancia  de 
nuestra  plática.  Varios  sabios  han  predicado  la  necesidad  de  fijarla,  en  el  modo 
que  puede  hacerse  con  una  lengua  viva,  y  á  mi  parecer  tienen  razón.  El  asunto 
está  en  la  época  que  se  debe  elegir.  Los  que  escogen  la  de  la  corrupción  no  siguen 
buen  camino,  y  al  contrario,  debemos  trabajar  y  afanar  con  la  persuasión  y  el 
ejemplo  para  que  se  tomen  por  modelo  los  autores  que  escribieron  en  el  siglo  del 
buen  gusto. » 

«Garcilaso  de  la  Vega  ha  sido  siempre  reputado  por  uno  de  nuestros  escritores 
mas  elegantes.  Él  y  Boscan  fueron  los  que  mas  contribuyeron  á  pulir  la  lengua  ,  y 
los  que  en  la  versificación  introdujeron  el  número  y  medida  de  los  italianos,  sus- 
tituyendo los  endeeasilabos  á  las  antiguas  coplas  españolas  de  diez  y  seis ,  catorce 
y  doce  silabas  ,  que  usaron  Berceo ,  el  arcipreste  de  Hita  ,  Juan  de  Mena  y  otros  poe- 
tas de  aquellos  tiempos.  Garcilaso  no  conoció  los  asonantes,  y  en  la  novedad  que 
quiso  hacer  en  la  égloga  de  colocar  el  consonante  en  medio  del  verso  al  modo  de 
los  árabes,  fué  poco  feliz  y  menos  imitado.» 

Al  terminar  esta  parte  no  podemos  menos  de  repetir  con  los  filólogos  mas  co- 
nocedores de  nuestra  lengua  ,  entre  los  que  contamos,  y  en  muy  distinguido  lu- 
gar, al  articulista  de  la  Enciclopedia,  que  podemos  justamente  envanecernos  con 
nuestra  lengua  oficial,  pues  que  es  «grave  en  el  decir,  magestuosa  en  la  forma, 
bella  en  sus  pormenores  ,  y  porque ,  como  al  descuido  y  por  sobra  de  caudal ,  der- 
rama multitud  de  rasgos  que  la  hacen  superior  á  todas  sus  hermanas  las  lenguas 
de  procedencia  latina.» — «No  hay  colorido,  no  hay  tinta  alguna  que  la  lengua  es- 

(1)  Lo  propio  y  aun  peor  sucede  aliora ,  en  que  todo  el  mundo  se  hace  traductor  del  francés 
apenas  ha  pasado nin  par  de  hojas  del  Telémaco ;  testigo  de  esto  esa  inmensidad  de  traducciones 
que  se  anuncian  diariamente  ,  salvo  algunas  pocas  honrosas  escepciones. 


—  1.V2  — 

pañola  no  pueda  escoger  para  trazar  un  cuadro»  y  lucirse  en  su  obra  mejor  que 
olra  alguna  ,  como  puede  ver  en  la  práctica  el  que  desee  hacer  la  comparación  con 
la  que  cuente,  entre,  Iüs  vulgares,  mayores  cscelencias.»  Solo  necesita  para  afian- 
zarse en  vez  de  resbalar  y  caer  en  la  decadencia,  que  empieza  á  inaugurarse  en 
ella  ,  que  los  cuerpos  académicos  no  sean  tan  intolerantes  con  las  voces  que  ha  in- 
troducido el  uso,  las  ciencias  y  artes  y  la  necesidad,  y  que  admitiéndolas  en  su 
buena  acepción  castellana,  dirijan  el  lenguaje  por  buen  camino,  á  lin  de  que  no 
venga  á  suceder  un  dia  que  el  pueblo  tenga  enteramente  diverso  idioma  que  las 
clases  que  se  precian  de  cultas,  que  con  su  rigorismo  exagerado  pueden  ser  cau- 
sa de  la  corrupción  del  lenguaje.  Y  en  fin  la  lengua  patria  exige  que  el  Gobierno 
se  ocupe  mas  de  ella,  ya  premiando  con  largueza  á  los  que  la  embellezcan  en  sus 
obras,  y  la  usen  con  pureza  razonable,  ya  dictando  leyes  protectoras  (jue  la  en- 
noblezcan y  afiancen. 


— 153- 


PARTE  TERCERA. 


DE  LOS  DIALECTOS  QUE  SE  HABLAN  EN  ESPAÑA. 


El  erudito  Coiarrubias,  en  el  Tesoro  de  la  lengua  castellana,  define  la  voz  dia- 
lecto diciendo  que  significa  «/o  que  es  particular  en  cada  lengua  y  propio  suyo,  por 
donde  distinguimos  el  castellano  nuevo  y  el  viejo,  d  andaluz  y  lo  demás ,  que  aun- 
que hablan  un  mesmo  hnguaje  castellano  tienen  alguna  manera  de  pronunciación  y 
formación  de  vocablos  en  que  nos  distinguimos  unos  de  otros:  como  entre  los  griegos, 
los  áticos ,  jónicos ,  dóricos  y  aeololios ,  y  el  lenguaje  común  y  vulgar; y  todas  las  de- 
más  naciones  tienen  estas  mismas  diferencias  por  las  cuales  se  distinguen  los  que  son 
de  una  provincia  ó  de  otra.»  La  Real  Academia  de  la  Lengua  en  la  primera  edición 
de  su  Diccionario  define  asi:  Propiedad  de  cada  lengua  en  sus  voces,  explicación  y 
pronunciación ,  lo  cual  viene  del  griego  dialectos,  añadiendo,  con  la  opinión  de  un 
autor,  que  la  propiedad  de  una  lengua  no  solo  se  conoce  en  que  tiene  vocablos  propios, 
sino  en  que  tiene  dialecto  y  frases  propias;  lo  cual  se  confunde  en  cierto  modo  con 
la  definición  que  dá  á  la  \oz  idioma  en  que  sienta ,  que  eS  la  lengua  vulgar  propia 
y  particular  de  cualquiera  nación.  Mas  expresa  y  significativa  nos  parece  la  defini- 
ción que  á  la  voz  dialecto  dio  Mr.  E.  Gail ,  en  su  articulilo  del  Diccionario  de  la  con- 
versación y  de  la  lectura ,  cuando  la  describe  diciendo :  Se  llama  dialecto  el  lengua- 
je particidar  de  una  provincia ,  que  se  sirve  del  idioma  dominante  en  lodo  el  país, 
pero  modificándule  por  medio  de  inflexiones ,  designencias ,  contracción  de  palabras, 
uso  de  términos  anticuados,  y  por  otras  alteraciones  propias  que  consiiluyen  el 
dialecto. 

Se  ve  en  el  estudio  práctico  que  en  una  misma  lengua  ,  hablada  en  dos  provin- 
cias, existen  alteraciones  mas  ó  menos  notables;  y  no  pocas  veces  sucede  lo  pro- 
pio en  una  misma  provincia  en  que  los  pueblos  del  centro  tienen  modismos  muy 
diversos  que  los  litorales,  si  bien  derivados  del  lenguaje  general,  que  es  lo  que 
sucede  en  las  lenguas  que  se  derivan  unas  de  otras. 

Como  los  órganos  naturales  difieren  por  lo  común  en  los  habitantes  de  diver- 
sas provincias,  y  las  impresiones  locales  no  pueden  ser  las  mismas,  de  aqui  por 
lo  que  en  cada  comarca  se  ven  precisados  sus  moradores  naturales  á  plegar  las 
palabras ,  que  les  fueron  trasmitidas ,  á  aquellas  cualidades  obligados  de  su  organis- 
mo natural.  Entre  los  griegos  se  conocieron  los  dialectos  que  dice  Covarrubias,  y 
lejos  de  tratar  de  destruirlos  como  corruptores  del  lenguaje  nacional ,  se  tuvo  gran 
cuidado  en  conservarlos,  respetándose  la  ortografía  y  pronunciación  de  cada  uno 
de  ellos ;  tolerancia  razonable  y  patriótica  que  rechaza  hoy  nuestro  empeño  ridicu- 

20 


—  154  — 

lo  (le  acíbar  con  los  de  nuestras  provincias,  como  si  su  existencia,  lejos  de  ala- 
car  la  pureza  de  nuestra  lengua  nacional ,  que  precisaraenle  consiste  en  la  reunión 
(le  lodos,  no  fuera  una  riqueza  que  la  engrandece  y  un  blasón  distintivo  y  noble 
(le  nuestras  antiguas  glorias. 

1.a  división  de  Grecia  en  estados  pequeños  denDOcráticos  debió  originar  la  dife- 
rencia de  dialectos  en  aquel  país,  y  ser  causa  de  su  conservación  y  de  su  inipor- 
lancia;  fué  tal  esta,  que  cuando  se  habia  dejado  escrita  una  obra  en  los  primeros 
siglos  de  la  sociedad  liel(>nica  ,  se  servían  los  griegos  del  dialecto  en  que  babia  sido 
escrita  para  tratar  el  mismo  género  de  literatura  en  que  se  bailase ,  baciéndose  de 
este  modo  bonor  al  que  babia  dejado  aquel  glorioso  monumento  de  la  patria.  Por 
esta  razón  se  lijó  que  el  poema  épico  se  bicicse  en  la  lengua  de  Homero,  como  lo 
ejecutaron  Aralus,  .\polonio  de  Rodas  y  otros,  y  que  el  dialecto  dórico  de  l'inda- 
To  sirviese  de  tipo  á  los  coros  de  las  tragedias,  si  bien  fué  el  que  dominó  en 
la  literatura  griega  á  consecuencia  del  ascendiente  que  desde  el  siglo  de  Pericles 
tuvieron  en  las  letras  los  atenienses.  Empero  debemos  confesar,  que  solo  en  la 
Grecia  se  presentan  los  dialectos  considerados  con  dignidad  ,  pues  que ,  como  dice 
Mr.  Gail ,  los  pueblos  modernos  tienen  generalmente  un  idioma  académico  su- 
perior al  popular,  que  siendo  una  especie  (le  Saiiscrifo  reservado  á  las  clases  ins- 
truidas, condena  á  la  buinilde  condición  de  gerga  h  todo  lo  que  de  él  se  separa. 
Dos  lenguas  babladas  en  dos  diferentes  pueblos,  pero  que  provienen  de  un  mismo 
origen  ,  se  consideran  dialectos  de  una  madre  común ,  y  en  esta  consideración  en- 
tran todas  las  lenguas  que  se  derivan  del  lalin ;  pero  nosotros  entendemos  por  ver- 
daderos dialectos  á  los  que  salen  en  un  mismo  pais  del  idioma  nacional ,  ó  sea  len- 
gua general ,  sea  la  que  quiera  la  derivación  de  éste  de  una  lengua  madre  ,  y  por 
subdialecto  el  lenguaje  que  se  diferencia  del  dialecto  general  de  una  pro- 
vincia. 

Con  acierto,  en  nuestra  opinión,  discurren  los  que  han  concedido  al  dialecto, 
en  su  acepción  elimoló£*1ca  ,  la  equivalencia  á  un  lenguaje  separado  y  distinto; 
acepción  con  que  muchos  filólogos  se  han  conformado,  y  que  creemos  mas  razo- 
nable que  la  opinión  de  los  que  califican  de  dialectos  á  lenguajes  muy  circunscri- 
tos, incultos  y  completamente  subordinados  á  otros  mas  generales,  porque  á  es- 
tos los  consideramos  en  dos  series,  á  saber:  en  subdialecios  y  en  gergas,  siendo 
estas  las  que,  por  convención  particular,  habla  una  tribu  como  la  de  los  gitanos, 
bohemios,  chuelas,  etc.,  y  es  bien  sabido  que  ningún  escritor  se  equivoca  con 
respecto  á  los  dialectos  de  su  patria,  y  que  no  sepa  diferenciar  estos  de  las  locu- 
ciones incultas  y  gergas. 

De  ninguna  manera  podemos  conformarnos,  en  cuanto  á  nuestra  España,  con 
la  definición  que  un  autor  enciclopedista  de  nuestro  pais  dá  al  dialecto  cuando  dice, 
((que  el  dialecto  es  un  lenguaje  menos  culto  y  generalizado  que  el  idioma  propia- 
mente dicho,  de  poca  ó  de  ninguna  literatura,  mayormente  escrita,  y  que  bailán- 
dose enclavado  en  el  territorio  de  otro  lenguaje  politicamente  ,  ó  por  cualquier  otro 
concepto  superior,  eslá  destinado  á  perecer  ó  refundirse  en  este  úllimo;»  y  no  po- 
demos conformarnos,  repelimos,  con  respecto  á  la  Península,  en  cuanto  á  la  par- 
le que  escribimos  con  distinción,  porque  es  sabido  que  entre  los  verdaderos  dia- 
lectos de  nuestra  nación  los  bay  que  tienen  literatura  escrita,  y  mucha,  de  mas 
antigua  fecha,  si  se  quiere,  que  el  idioma  oficial  de  boy,  y  á  ninguno  le  falla,  y 
muy  atendible,  siendo  verdadero  dialecto  y  no  subdialecto  como  el  lenguaje  an- 
daluz ó  la  gerga  gitanesca.  Los  dialectos  reales  de  España  son  de  la  clase  de  los 


— 135  — 

perfectos,  y  merecen  ser  considerados,  porque  fueron  idiomas  de  reinos  indepen- 
dientes en  tiempos  antiguos,  y  tienen  lileralura  propia,  algunos  diccionario  y 
gramática  escrita  y  razonada;  porque  trasmiten  gloriosos  recuerdos,  que  conser- 
van y  mantienen  en  su  forma  ,  carácter  or¡i;inal  y  bastante  independencia  .  Las 
provincias  de  España  que  mejor  lian  conservado  su  antiguo  lenguaje,  que  dejó  de 
ser  su  idioma  por  circunstancias  puramente  políticas,  y  son  considerados  como 
flialectos  por  la  propia  causa  ,  son  las  que  tienen  un  carácter  mas  indepen- 
diente, y  las  que  mas  se  resisten  á  cambiar  su  parla  por  la  oficial ,  llamada  nacio- 
nal, que  se  les  pretende  liacer  aprender  á  la  fuerza,  y  en  la  que  se  les  obliga  á 
escribir  sus  documentos  oOciales;  y  estamos  seguros  de  que  no  perderán  sus  usos 
y  costumbres  caracteristicas,  mientras  conserven  su  lenguaje  natural,  al  que  es- 
tan  intimamente  unidas  sus  glorias  y  sus  tradiciones.  Nosotros  creemos  que 
lejos  de  obligarse  á  nuestras  provincias  á  abandonar  su  lenguaje  peculiar  para  que 
lo  sustituyan  con  el  idioma  oficial,  debiera  por  el  contrario,  sin  descuidarse  este, 
ponerse  empeño  en  que  conservasen  aquel  en  su  posible  pureza  ,  estableciendo  la 
enseñanza  de  tal  modo,  que  los  muchachos  aprendiesen  ambos  con  propiedad  en 
las  escuelas,  y  permitiéndose,  que  al  paso  que  los  ayuntamienlos  eslendiesen  sus 
actas  en  castellano  para  los  efectos  de  uso  nacional ,  lo  hiciesen  en  el  dialecto  es- 
pecial en  los  actos  de  localidad  ;  de  este  modo  ,  transigiendo  con  la  opinión  del 
pais  y  sus  costumbres,  y  con  el  deseo  de  uniformar  á  una  lengua  toda  la  nación, 
se  lograrla  esto  mas  fácilmente  y  sin  resistencia,  al  paso  que  se  conservaría  un 
respetable  monumento,  recuerdo  de  muchas  glorias ,  y  no  se  vería  fallida  y  en 
desprestigio  la  ley,  como  hoy  sucede,  en  que  á  pesar  de  lo  mandado,  se  predÍL-a 
y  escriben  instrumentos  públicos  en  los  dialectos,  y  los  maestros  enseñan  en  las 
escuelas  á  hablar  el  castellano  á  sus  discípulos,  á  quienes  suelen  obligar  los  pa- 
dres á  hablar  en  la  lengua  del  pais;  sin  leyes  sabías  y  muy  estudiadas  sobre  esla 
materia  ,  por  mas  rigor  que  se  observe  ,  el  castellano  solo  será  el  lenguaje  de  Cas- 
tilla; pero  jamás  podrá  llamarse  con  verdad  el  español ,  porque  no  le  hablará  toda 
la  nación,  que  es  lo  que  se  necesita  para  que  pueda  aplicarse  este  nombre  á 
nuestro  idioma  con  toda  exacliiud. 

Dejando  aparte  las  considei aciones  filosóficas  sobre  el  origen  del  dialecto,  que 
en  nuestra  pobre  opinión  no  es  otro  que  el  de  las  llamadas  lenguas  é  Idiomas ,  por- 
que todas  las  creemos  hijas  de  una  madre  común ,  de  las  que  fueron  saliendo  otros 
tantos  hijos  cuantos  son  los  idiomas,  y  otros  tantos  nietos  cuantos  los  dialectos  y 
subdialectos  ,  porque  esta  cuestión  pueden  estudiarla  los  lectores  en  las  obras  de 
los  filólogos  y  lingüistas  que  hemos  citado,  y  en  las  enciclopedias  en  que  se  trata 
filosóficamente  esla  materia  ;  diremos  que  entre  los  dialectos  españoles,  que  son 
de  los  que  solo  nos  hemos  propuesto  tratar  después  de  las  anteriores  observacio- 
nes generales,  hay  algunos  que  pueden  considerarse  lenguas  en  la  mas  amplia 
acepción  que  se  da  á  esla  voz :  estos  son  el  vascuence  y  el  lemosin.  El  primero  es 
hijo  primogénito  de  la  antigua  lengua  euskera,  si  ya  no  es  la  misma  con  variantes; 
y  el  segundo  tiene  por  hijos  á  los  dialectos ,  si  no  idiomas  ( que  bien  pudiera  dár- 
seles este  nombre  con  mas  razón  que  á  algunos  que  pasan  en  Europa  por  idiomas 
no  siendo  mas  que  dialectos),  al  catalán,  al  valenciano  y  al  mallorquín. 

El  vascuence  es  un  idioma  (ya  que  no  se  le  quiera  clasificar  como  lengua  ma- 
dre, que  es  nuestra  opinión,  siguiendo  la  de  sabios  escritores  que  lo  prueban), 
que  forma  una  nacionalidad  peculiar  de  las  provincias  vascas  dentro  de  la  general 
de  España  ,  y  que  imprime  al  pais  ese  espíritu  de  independencia  indomable  que 


—  150  — 

le  c;\iMcleriz,i ,  y  esc  apego  á  sus  usos  y  costumbres,  que  no  lian  po(li()o  \iacer 
variar  largos  anos  de  encarnizada  lucha;  es  esle  lenguaje  lan  antiguo,  que  ha  lle- 
gado á  sospecharse  sea  el  mas  antiguo  de  los  conocidos,  si  bien  no  le  creemos  el 
primitivo  ni  derivación  próxima  de  él ,  como  pretenden  los  escritores  vasconga- 
dos, y  tan  especial  que  no  puede  confundirse  con  ninguno,  siendo  á  la  par  que 
rico  y  susceptible  de  variedad,  armonioso  y  vigoroso  tanto  como  pueda  ser  la  len- 
gua mas  perfecta  del  mundo.  Si  esto  se  conliesa  por  los  autores  menos  apasiona- 
dos ,  y  que  no  han  escrito  bajo  las  inspiraciones  de  un  exagerado  patriotismo, 
preciso  es  confesar  que  el  idioma  vasco  es  una  lengua  mas  que  un  dialecto,  ó  al 
menos  un  idioma  robusto  y  acabado,  y  asi  lo  veremos  probado  por  el  erudito  gui- 
puzcoano  D.  José  Francisco  Aizíjuivü,  en  el  escrito  sobre  la  lengua  euskera  que  in- 
sertamos en  esta  obra,  razón  por  la  que  no  nos  extendemos  mas  sobre  esle  mal 
llamado  dialecto  de  nuestra  patria. 

Los  dialectos  mas  marcados  de  la  Península  son:  el  portugués,  que  hablado 
por  una  antigua  provincia  nuestra,  convertida  en  reino  independiente,  se  le  dá  el 
nombre  de  idioma  ;  pero  que  fuera  de  la  cualidad  política  que  tal  le  constituye  ,  no 
es  mas  que  nuestro  gallego,  que  ó  dio  ó  recibió  su  origen  de  aquel  lenguaje,  pues 
que  es  una  opinión  disputable  y  que  cuenta  con  elementos  respetables  de  proban- 
za en  uno  y  en  otro  sentido.  Después  el  ijallego,  el  asturiano,  el  catalán ,  el  valen- 
ciano y  el  mallorquín  ,  hijos  del  lemosin  ;  el  aragonés  ,  considerado  de  la  manera 
que  lo  explicaremos,  y  el  andaluz,  dividido  en  tantos  subdialectos  como  provin- 
cias tiene  esta  región,  además  de  las  gcrgas  gitanescas  ó  sea  caló,  romane  ó  ger- 
mania  con  que  se  entienden  las  tribus  ambulantes  de  los  gitanos,  que  tienen  va- 
rios lenguajes ,  uno  general  para  todas  las  caravanas ,  y  otros  peculiares  de  las  di- 
versas tribus,  como  veremos  al  tratar  de  esta  gerga  en  particular. 

Además  de  los  expresados  dialectos  y  gergas,  debe  contarse  con  que  todas  las 
provincias  de  España  hacen  uso  de  muchas  voces,  modismos  y  giros  peculiares  de 
su  lenguaje  provincial  y  de  sus  costumbres,  que  no  se  comprenden  fácilmente  por 
los  naturales  de  otras  provincias;  y  que  aun  dentro  de  una  misma  provincia, 
y  particularmente  si  tiene  parte  niaritima  y  parte  de  montaña,  ó  si  se  divide  en 
sierra  y  llanada  ,  suelen  hallarse  también  tales  diferencias  de  voces  y  de  pronun- 
ciación en  el  lenguaje  de  los  unos  y  de  los  otros ,  que  no  se  comprenden  fácilmente 
ios  de  la  una  parte  con  los  do  la  otra ,  como  se  vé  en  Cataluña  en  que  los  habitan- 
tes de  la  montaña  apenas  entienden  á  los  de  la  marina  ,  y  vice  versa  ,  á  pesar  de 
hablar  todos  el  dialecto  catalán:  no  deja  de  notarse  también  esto  en  Aragón  entre 
los  moradores  del  alto  y  bajo,  y  aun  en  Castilla  ,  en  donde  se  pretende  hablar  el 
castellano  con  mas  pureza  ,  pues  que  hay  marcadas  diferencias  entie  Madrid,  Va- 
lladolid,  Burgos  y  otras  ciudades  con  los  mismos  pueblos  ([ue  las  circundan  de 
cerca,  siendo  esta  diferencia  mas  ostensible  aun  en  las  poblaciones  enclavadas  en 
las  sierras. 

En  las  notas  á  la  Corona  poético  7nusical  de  Azara  ,  ya  citada  ,  que  publicamos 
en  1853  y  1834,  explicamos  ( tomo  II ,  pág.  G9Ü)  por  medio  de  cartas  y  aclara- 
ciones de  los  literatos  y  ¡¡oetiis  que  obsequiaron  al  caballero  Azara  con  poesías  en 
sus  respectivos  dialectos,  gran  parte  de  la  estructura  é  inflexiones  de  los  dialec- 
tos españoles;  y  nos  ha  parecido  valemos  de  aquellos  trabajos  en  algún  modo, 
para  completar  esta  parte  de  nuestro  discurso,  y  muy  particularmente  por  lo  res- 
pectivo á  los  dialectos  gallego,  asturiano,  andaluz,  aragonés  y  gergas  gitanas, 
porque  nada  podríamos  decir  mejor  que  lo  que  se  apunta  por  los  que,  al  conoci- 


—  157  — 

miento  leórico  de  aquellos  lengunjes  ,  reúnen  la  recomendable  circunstanria  de 
haberlos  hablado  desde  que  nacieron,  y  la  práctica  es,  en  esta  materia  ,  unida  á 
la  inteligencia  gramatical,  un  elemento  grande  de  ciencia  que  nos  falla  á 
nosotros. 

Empero  si  bien  en  los  dialectos  espresados  daremos  cabida  á  las  opiniones  de 
los  referidos  escritores,  permítasenos,  que  empezando  por  el  lemosin,  que  com- 
prende los  dialectos  catalán,  valenciano  y  iiiallorquin ,  manifestemos  la  opinión 
de  apreciables  autores  y  la  nuestra  sobre  aquella  respetable  y  antigua  lengua  ,  en 
la  que  tan  buenos  libros  se  haa  escrito,  y  en  la  que  tanto  lucieron  los  trovadores 
de  la  edad  meilia,  sin  que  por  esto  dejemos  de  reproducir  algunas  noticias  de  las 
que  nos  dieron  los  poetas  que  nos  favorecieron  en  la  Corona  poética  enunciada. 


DFl  LEMOSIS  ( Dialectos  calulun ,  valenfiaün  y  mallorquiu ), 


La  lengua  llamada  lemosina  se  denominó  también  proverizal,  por  haber  sido 
la  peculiar  de  la  Provenza  ,  pais  de  los  sentimentales  trovadores  de  la  edad  media, 
que  cantaron  en  ella  sus  trovas  civilizadoras,  pues  que  su  suavidad  y  abundancia 
de  voces  se  prestó  á  sus  cantares  mejor  que  la  lengua  latina  ,  de  la  que  aque- 
lla fué  hija  predilecta.  No  hay  duda  de  que  corrompida  lentamente  la  lengua  ro- 
mana en  Cataluña  y  en  Francia,  fué  formándose  de  ella  [)0C0  á  poco  la  lemosina, 
que  no  tardó  en  adquirir  nervio  robusto  y  lozanía  ,  y  que  fué  engrandecida  por  los 
poetas  que  supieron  generalizarla  y  sostener  su  esplendor  en  los  siglos  medios. 

Que  esta  hermosa  parla  nació  entre  los  españoles  catalanes,  lo  hemos  probado 
suficientemente  ,  á  nuestro  entender ,  en  nuestros  arliculos  hislórico- arqueológicos 
sobre  la  poesía  y  música  española  ,  en  la  Coron\  poético-musical  de  Azaiia  ,  y  en 
tantos  oíros  como  de  los  trovadores ,  torneos  y  de  costumbres  españolas  de  la  edad 
media  hemos  publicado  de  veinticuatro  años  á  esta  parle ,  en  otras  obras  nuestras 
y  en  diversos  periódicos  literarios;  y  en  ellos  manifestamos  el  cómo  pasó  este 
lenguaje  á  la  Provenza  con  los  Condes  de  Barcelona,  que  vinieron  á  ser  los  seño- 
res de  este  territorio,  con  el  titulo  de  Duques  de  Septimania.  En  el  siglo  IX  debe 
fijarse,  según  los  mas  antiguos  documentos  que  se  conservan,  la  estension  y  en- 
salzamiento de  esta  antigua  parla,  como  puede  verse  en  el  Glosario  de  Ducange, 
en  la  obra  del  abate  Lampillas,  en  la  Histoiia  deLangüedoc,  escrita  por  el  erudito 
Maurinci,  y  en  otras  obras  posteriores. 

Grandes  disputas  se  han  originado  entre  los  antiguos  y  modernos  escritores  es- 
pañoles y  franceses  acerca  de  la  verdadera  cuna  y  patria  de  la  lengua  lemosina, 
contienda  que  en  su  tiempo  trató  de  dirimir ,  y  no  pudo  decidir ,  el  célebre  abate 
Amirés,  en  su  Historia  de  la  literatura  ;  pero  la  cuestión  se  halla  aun  hoy  en  el  pri- 
mitivo estado  ,  habiéndose  solo  podido  averiguar  que  casi  á  un  propio  tiempo  de- 
bió hablarse  el  lemosiu  por  catalanes  y  provenzales,  pues  que  de  uno  y  otro  pue- 
blo hay  monumentos  cuyas  fechas  y  caracteres  difieren  poco  entre  si. 

Sea  España  ó  Francia,  como  quieren  los  de  la  Provenza,  la  cuna  del  lemosin, 
lo  que  si  consta  de  una  manera  que  no  puede  negarse  es,  que  si  al  principio  del 


—  158  — 

siulo  Xlll  fue  una  de  lus  lonsaas  mas  cultas  y  ricas  de  Europa  ,  debió  su  perfección 
á  la  proleecion  que  los  Condes  de  Barcelona  prestaron  á  los  poetas  catalanes  desde 
D.  Uainiundo  lierenguer,  que  en  1080  se  liizo  Señor  de  la  Provenza  ,  á  cuyo  sobe- 
rano puede  darse  ,  con  justicia  ,  la  corona  de  su  mejor  mantenedor  y  de  su 
protector  mas  entendido  y  magnifico,  pues  que  la  elevó  sobre  todas  las  lenguas 
vulgares  de  su  siglo. 

Asegura  ítouche,  en  su  Historia  de  la  Provenza,  que  en  el  siglo  XII,  señnrio 
de  los  Condes  Bcrengueres  de  Barcelona ,  la  lengua  provenzal  se  aprendía  en  todas 
parles  por  la  estima  que  se  hizo  de  su  pureza  y  hermosura ,  lo  cual  confirmaron 
Jacobo  y  Filipo  Ginuti ,  autores  italianos ,  que  elogiaron  por  ello  á  los  Berengueres, 
manifeslanilo  que  el  favor  de  los  Principes  es  el  estimulo  mas  poderoso  para  los 
adelantos  y  estimación  de  las  lenguas.  Este  favor,  sin  duda,  y  el  poder  que  estos 
soberanos  lenian  en  la  Europa  de  los  siglos  medios,  fué  causa  de  que  el  Icmosin 
fuese  á  enriquecer  y  hermosear  á  la  lengua  italiana,  hija  predilecta  de  la  latina, 
como  se  comprende  de  los  elogios  que  de  aquella  hacen  los  eruditos  Bembo 
y  Fonlanini;  y  se  concibe  á  poco  que  se  estudie  la  estructura  del  lenguaje  que, 
en  sus  inmortales  obras,  nos  han  legado  los  célebres  Dante  y  Petrarca,  poetas 
iii.spirados  de  la  florida  Italia,  que  divinizaron,  por  decirlo  asi,  su  armoniosa 
lengua. 

Ciertamente  que  la  lengua  lemosina  debió  tener  un  lugar  muy  alto  y  preferen- 
te en  la  edad  media,  cuando  hallamos  en  la  Crusca  provenzal  de  Bastero,  con  re- 
lación á  un  códice  de  la  Biblioteca  laurenciana,  que  se  escribió  una  gramática  de 
este  lenguaje ,  y  cuando  no  se  conoce  arle  poético  mas  antiguo  de  las  lenguas  mo- 
dernas que  el  que  escribió  en  el  síí;1oXI1  el  catalán  Ramón  Vidal  de  Besalú,  al  que 
siguieron  en  esto  su  compaisano  Jufre  de  Fuxa,  el  mallorquín  Berenguer  de  Trotjc, 
Guillermo  Vedel,  y  el  famoso  D.  Enrique  de  Villena,  mantenedor  de  Gaya  ciencia  en 
el  Consistorio  de  Barcelona,  Atenas  de  España  en  la  región  catalana  en  esta  época; 
á  todos  los  cuales  siguió  el  faraosisimo  Jaime  March  con  su  Diccionario  lemosin  de 
asonantes  y  consonantes. 

Poco  menos  de  cinco  siglos,  y  poco  mas  de  cuatro,  llegó  á  imperar  la  lengua 
lemosina  como  lenguaje  de  la  culta  sociedad  ,  de  la  literatura  y  de  la  diplomacia  de 
los  tiempos  medios,  en  la  Provenza,  pues  que  la  inconstancia  francesa  ,  carácter 
que  conserva  este  pais  por  excelencia,  le  hizo  buscar  la  variedad  en  la  formación 
de  un  lenguaje  de  mucha  menor  .armenia  y  riqueza,  y  de  no  mas  fácil  construc- 
ción, por  mas  que  adquiriendo  el  pais  las  galas  de  la  no  mas  armoniosa  y  sonora 
lengua  de  los  galos  y  de  los  francos,  corrompida,  para  formar  una  compuesta  de 
estas,  de  la  latina  y  de  la  provenzal,  esta  amalgama  haya  venido  hoy,  sin  mere- 
cerlo por  su  bondad  lingüistica  pues  que  la  Europa  tiene  otras  que  lo  merecen 
mas,  á  ser  la  lengua  universal  del  mundo  politice  y  literario,  sustituyendo  en 
esto  á  la  grandiosa  lengua  del  Lacio,  merced  á  la  preponderancia  ((ue  hace  siglo  y 
medio  ha  adquirido  la  Francia  ,  al  poder  colosal  y  á  la  elevación  en  que  la  fortuna 
la  ha  colocado,  estableciéndola  á  la  cabeza  de  la  culta  Europa  ,  y  aun  del  mundo, 
como  la  nación  mas  poderosa,  rica  c  ilustrada,  si  bien  la  mas  impresionable  y 
veleidosa  ,  y  por  lo  tanto  de  principios  menos  sólidos  y  duraderos.  En  efecto.  Bem- 
bo se  queja  ,  con  razón ,  de  que  en  el  siglo  XV  la  lengua  provenzal  llegó  á  decaer 
de  tal  modo  en  la  Provenza  ,  que  ya  fué  desdeñada ,  y  al  dejar  su  armonioso  laúd 
los  trovadores  franceses ,  puede  decirse  que  cesó  del  todo  tan  armonioso  len- 
guaje. 


—  159  — 

Miis  apegados  los  españoles  á  sus  costumbres,  y  de  carácter  constante  y 
grave,  y  en  aquellos  tiempos  mas  que  hoy,  poco  amigos  de  novedades  que  ala- 
casen  sus  usos  y  creencias,  lejos  de  imitar  á  los  l'ranceses  provenzales  despre- 
ciadores  de  una  lengua  que  les  habia  conquistado  tantas  glorias  y  consideración, 
acogieron  a  la  lengua  lemosina  quebuiade  la  Provenza  perseguida  por  padrastros 
desnaturalizados,  y  que  volvia  á  bailar  consuelo  y  protección  en  el  regazo  de  su 
primitiva  y  cariñosa  madre:  Cataluña  fué  la  cuna  del  lemosin,  y  á  mecerse  en  ella 
volvió  bien  segura  de  que  su  vida  no  babia  de  estar  expuesta  á  los  azares  de  lu 
veleidad,  y  de  que  habia  de  ser  muy  larga,  siquiera  tuviera  que  sufrir  los  indis- 
pensables é  inevitables  achaques  de  la  senectud  ,  que  siempre,  por  malos  que  pue- 
dan ser,  son  preferibles  á  la  muerte,  que  todo  lo  consume  y  acaba. 

Fundado  á  últimos  del  siglo  XIV  el  consistorio  de  la  Gaya  ciencia  dd  saber ,  en 
Barcelona,  por  el  augusto  poeta  D.  Juan  I  rey  de  Aragón,  á  este  asilo  benéfico  se 
acogió  la  lozana  parla  provenzal,  y  vinieron  á  sostenerla  aquellos  mantenedores 
franceses  que  su  patria  despreciaba  porque  habia  perdido  el  gusto,  ya  estra- 
gado con  las  invenciones  modernas:  estos  pocos  trovadores,  unidos  á  los  muchos 
que  aun  admiraba  Cataluña  entre  sus  hijos,  sostuvieron  el  florido  lenguaje  lemo- 
sin hasta  la  muerte  del  rey  D.  Martin,  en  cuya  época  la  gloria  del  consistorio 
barcelonés  empezó  á  decaer,  hasta  que  vino  á  eclipsarse  después  del  lodo ,  y  tuvo 
que  cerrarse  ,  por  desgracia  de  la  literatura  y  de  la  civilización  catalana,  que  se 
lastimó  extraordinariamente  ;  pues  que  al  dejarse  de  oir  los  cantos  de  sus  trova- 
dores, que  hablan  sido  el  encanto  de  la  sociedad,  sucedió  un  silencio  monótono 
y  sepulcral,  que  no  pudiendo  ser  interrumpido  por  nuevos  cantores,  acabó  con 
la  poesía  genuina  de  aquel  pais  en  la  grandeza  á  que  habia  sabido  elevarse,  pa- 
sando á  la  historia  en  rico  legado  que  forma  hoy  la  gloria  de  sus  antiguos  tiempos 
y  de  sus  preciosas  tradiciones. 

Empero  si  las  letras  y  la  poesia  perdieron  su  brillante  luz  en  la  culta  Catalu- 
ña ,  luz  que  les  prestara  la  herqiosa  lengua  lemosina,  el  pueblo  mantuvo  y  aun 
mantiene  la  lengua  con  entusiasmo  ,  habiendo  costado  hasta  sangre  vertida  en 
contiendas  ruidosas,  el  pretender  hacerles  abandonar  el  lenguaje  de  sus  padres. 
Cataluña  ,  Valencia  y  las  Islas  Baleares  sostuvieron  en  su  pureza,  hasta  hace  dos 
siglos,  la  lengua  lemosina;  y  si  bien  la  ley,  que  tiende  á  destruir  en  España  los 
dialectos  para  que  el  lenguaje  castellano  sea  el  de  toda  la  nación,  ha  obligado 
hace  poco  menos  de  un  siglo  á  que  en  las  escuelas  solo  se  enseñe  la  lengua  cas- 
tellana, y  no  se  permita  hacer  uso  del  lenguaje  peculiar  de  estas  provincias  en 
instrumentos  públicos  oficiales,  no  por  eso  han  abandonado  la  lengua  lemosina  en 
las  tres  provincias,  pues  que  entre  si  y  en  familia  es  solo  este  lenguaje  el  que  se 
usa  y  usará  aun  algunos  siglos,  por  mas  que  se  empeñen  en  evitarlo;  porque  el 
orgullo  provincial  se  opondrá  siempre  á  lo  contrario,  y  con  razón ,  puesto  que  en 
ello  recuerdan  mejor  sus  glorias  y  tradiciones.  Sin  embargo  ,  debemos  confesar 
que  el  lemosin  puro  apenas  se  habla  ya ,  y  que  sin  haber  dejado  de  él  apenas  pa- 
labras, pues  que  ya  por  unos,  ya  por  otros,  todas  se  hallan  en  su  lenguaje,  esle, 
al  dividirse  en  los  tres  dialectos  catalán,  valenciano  y  mallorquín,  se  ha  caste- 
llanizado bastante  ,  adulterándose  con  palabras  ,  frases  y  giros,  que  no  tenia  su 
primitiva  lengua,  que  creemos  se  conserva  mas  pura  en  Mallorca  y  Menorca  que 
en  parte  alguna  de  las  tres  provincias  expresadas ,  si  se  exceptúa  la  porte  conoci- 
da boy  por  provincia  de  Gerona,  en  la  que  se  oyen  muchas  veces  á  las  gentes  del 
campo  largos  Irozos  de  lemosin  puro,  con  mezcla  de  voces  del  Patua,  del  Rose- 


—  1110  — 

llon  y  del  Ampurdan  ,  y  en  la  que  aun  se  conservan  no  pocvs  Cantares  de  los  an- 
tiguos trovadores  (1). 


DIALECTO  ASTUr.IANO. 


El  Excmo.  Sr.  D.  Agustín  Duran,  Director  déla  Biblioteca  Nacional,  dice  en 
el  apéndice  del  Discurso  preliminar  de  su  romancero: 

«Pocas  provincias  de  España  conservarán  mas  reliquias  y  recuerdos  de  vene- 
rable anligüedad  ,  que  conservan  las  Asturias.  Su  dialecto  ,  conocido  con  el  nom- 
Itre  de  Bable,  es  sonoro, -suave,  y  si  no  extremadamente  rico,  no  tan  (¡obre  como 


(1)  En  las  páginas  718,  23  y  28  del  lomo  II  de  la  Corona  pot'lico-mvsieal  de  Azara  se 
dice  lo  siguicnle  sobre  los  dialectos  bijas  del  lemosin  : 

PIALECTO  mallorquín. 

«Los  que  deseen  tomar  una  idea  del  dialeelo  mallorquín  ,  pueden  consultar  la  Gramática 
í/ai/orguina ,  escrita  por  D.Juan  José  Amenijual ,  aliogado,  impresa  on  Palm.i  en  rasa  de 
Guasp  en  1835;  y  el  Diccionario  maílorquin-castellano  del  P.  Pedro  Antonio  Figucra, 
que  se  publicó  en  dicha  ciudad  en  la  imprenta  de  Trias  en  1840.  Para  los  que  duden  de  si  el 
idioma  mallorquín  puede  ostentar  ó  no  bellezas  y  corrección,  existe  el  excelente  poema  del  Sle- 
nisprcu  del  mon,  escrito  por  D.  Jaime  Olcza  en  iaid  .  y  publicado  por  el  Sn.  D.  Joaquín  Ma- 
r.ÍA  BoviíR  ,  en  su  Diccionario  critico  de  escritores  hateares  ;  la  Vida  de  Monserral  Fontanet, 
escrita  en  proverbios  mallorquines;  la  Rondoya  de  Bondayas  á^\  erudito  D.  Tomás  Ayuiló,  y 
otras  muctias  producciones  de  escritores  isleños.» 

DIALECTO  CATALÁN. 

«Sobre  la  lengua  catalana  puede  el  curioso  consultar  los  Diccionarios  castellano-catalanes 
de  Fr.  Magin  Ferrer,  Barcelona  1847.  De  D.  Aguttin  Roca  y  Cerda,  id.  1806.  De  D  Jua- 
quin  Esteve  ,  id.  1 803.  El  caíala  y  caslellá  por  una  Sociedad  de  catalanes ,  Barcelona  1839;  y 
los  catalanes  y  latinos  de  Dulac  ,  Torra,  Povius  y  otros;  asi  como  la  Gramática  Castellana  de 
Jaime  Costa,  que  tiene  un  prontuario  de  voces  catalanas,  Barcelona  1827.  El  discurso  prelimi- 
nar del  Diccionario  de  escritores  catalanes  ,  del  ilustrado  obispo  de  Astorga  D.  Félix  Torres 
Amat ;  y  el  tomo  primero  de  Memorias  de  la  Real  Academia  de  Buenas  Letras  de  liarcelona.  • 

DIALECTO  VALENCIANO. 

«Ya  que  en  el  dialecto  valenciano  carecemos  de  gramáticas,  y  no  conocemos  mas  Dicciona- 
rio que  el  diminuto  de  voces  anticuadas  que  publicó  D.  Justo  Pastor  Fuster  ,  bibliógrafo  erudito 
y  concienzudo  de  su  pais  ,  bien  que  esta  falla  ,  lamentable  por  cierto  ,  va  pronto  á  desaparecer 
con  la  impresión  que  se  está  haciendo  de  un  vocabulario  bastante  completo  ,  no  por  esto  dejarán 
nuestros  lectores  de  conocer  que  la  lengua  valenciana  ,  como  las  demás  que  se  derivan  del  anti- 
guo lemosin  ó  sea  Langiiedoc ,  tienen  excelentes  producciones  para  probar  á  cuánto  puede  llegar 
un  idioma  rico  y  suave.  Las  obras  poéticas  de  Mosen  Jordi ,  las  trovas  de  Moten  Febrer ,  y  las 
poesías  de  Ausias  March  ,  son  monumentos  que  enaltecen  la  lengua  valenciana. « 


-  IGl  — 

creen  algunos.  Hablase  en  el  interior  de  Aslurias  la  misma  lengua  que  se  habló 
en  España  en  los  siglos  medios,  y  muchas  frases  y  giros  que  se  conservan  en  el 
poema  del  Cid  son  familiares  á  los  labriegos  asturianos.  Las  voces  adquiridas  de 
los  árabes  no  traspasan  los  aledaños  de  Aslurias:  será  lástima  que  se  deje  per- 
der (1)  un  dialecto  que,  bien  estudiado,  podría  dar  á  conocer  la  etimologia  de 
muchas  voces  castellanas,  y  del  que  podríamos  tomar  las  que  nos  faltasen  sin 
tener  que  mendigarlas  del  extranjero.  El  Sr.  Jovellanos  estimuló  á  varios  literatos 
á  que  formasen  un  Diccionario  bable  bajo  las  reglas  que  trabajó,  mas  no  llegó  á 
concluirse  tan  difícil  empresa.  D.  José  Caveda  tiene  escrita  una  Memoria  acerca  de 
la  antigüedad  y  mérito  del  dialecto  de  Asturias,  digna  de  la  luz  pública.» 

«Asturias  tuvo  poetas:  el  primero  de  que  hay  noticia  clara  y  del  que  se  con- 
servan algunos  escritos,  es  D.  Antonio  González  Requetia,  conocido  con  el  nombre 
de  .-Iníon  de  la  Marireguera  ,  y  floreció  desde  principios  á  mediados  del  siglo  XVII. 
En  1639  escribió  un  romance  sobre  el  pleito  entre  Mérida  y  Oviedo  por  la  posesión 
de  las  cenizas  de  Santa  Eulalia.  Escribió  en  octavas  los  poemitas  jocosos  titulados: 
Dido  y  Eneas  ,  Ero  t/  Leandro  ,  Piramu  y  Tisbe.  Se  descubre  en  ellos  genio  festivo, 
amena  y  fecunda  imaginación,  excelentes  imitaciones  de  los  antiguos,  y  versifi- 
cación fácil  al  mismo  tiempo  que  numerosa.  Hay  noticias  y  existen  obras  de  otros 
poetas  coetáneos  y  posteriores',  siendo  los  mas  célebres  Juan  Fernandez  Parley, 
llamado  Juan  de  las  Candongas;  D.  Bernardina  Robledo,  cura  de  Piedelora  ;  D.  N. 
Benavides,  D.  Bruno  Fernandez,  y  P.  Aiitonio  Balviiares.» 

El  distinguido  literato  asturiano  D.  Antonio  Quintana  ¡lenendez  dice  sobre  este 
dialecto  lo  siguiente ,  que  copiamos  de  la  nota  5  inserta  á  la  pág.  701  del  tomo  II  de 
nueslra  Corona  poética  de  Azara  ,  en  la  que  insertamos  una  bella  poesía  de  este 
autor  (-2). 

«Probado  está  por  muchos  sabios  ilustres  que  la  lengua  del  Lacio  se  hablaba 
entre  los  godos  aun  con  bastante  pureza  cuando  la  batalla  de  Guadalele.  Después 
que  los  débiles  restos  de  una  monarquía  desgraciada  se  refugiaron  en  las  Asturias, 
aquella  lengua  tan  hermosa  fué  decayendo  de  su  vigor,  y  ya  en  el  año  de  739  se 
encuentra  notablemente  alterada ,  como  lo  prueba  una  inscripción  que  existe  en 
la  iglesia  de  Santa  Cruz  de  Cangas,  fundada  por  el  rey  D.  Favila,  que  empieza: 
Besurgit  ex  precepiu  divinis  hecmacnia  sacra,  etc.;  y  causa  ciertamente  admira- 
ción que  cuarenta  y  un  años  después,  ó  sea  en  el  año  de  780,  se  encuentren  prin- 
cipios de  nuesiro  romance  en  la  escritura  de  fundación  del  monasterio  de  Obona, 
otorgada  por  Adelgastro,  hijo,  al  parecer,  de  D.Sila,  en  la  que,  haciendo  el  donador 

(1)  Muy  útil  y  conveniente  seríase  formase  una  Academia  dialéctica  española,  en  la  que  hu- 
biese tantas  secciones  como  dialectos ,  la  cual  se  ocupase  en  formar  un  Diccionario  con  las  voces 
de  lodos  y  sus  elimologias  ,  etc.  ,  y  explicase  las  bellezas,  indeiiones.  giros  y  reglas  grama- 
ticales de  cada  uno,  al  propio  tiempo  que  se  ocupase  en  publicar  los  muchos  trabajos  inédi- 
tos que  aun  se  conservan  escritos  en  dialectos  hoy  casi  ininteligibles  ,  asi  como  en  reproducir 
muchos  de  los  que  ya  conocemos.  Si  esta  Academia  se  ocupaba  también  del  árabe  en  una  sección, 
llegaría  un  diu  en  que  conociésemos  completamente  nueslra  lengua  y  nuestra  historia  en  todos 
sus  reinos. 

(2)  El  que  desee  enterarse  bien  de  esta  poesía  y  conocer  bellisimas  composiciones  de  los  va- 
tes asturianos ,  puede  consultar  el  Discurso  preliminar  de  la  colección  de  poesías  asturianas  y 
de  las  poesías  anónimas  de  este  Principado  ,  escrito  y  publicado  con  aquellas  en  1839  por  nues- 
tro buen  amigo  el  erudito  y  distinguido  literato  el  Excroo.  Sr.  D.  José  Caveda,  hoy  Director  de 
Agricullura  y  de  Comercio  en  el  Ministerio  de  Fomento,  y  Académico  de  la  lengua. 

21 


—  102  — 

mención  de  las  alhajas  ó  efectos  con  que  dolaba  ala  iglesia,  decía:  Damus  dúos 
carros,  el  viginli  medios  de  pane,  et  duas  equas ,  el  uno  rocino,  elunamula,  el 

tres  asinos,  el  dnodecim  porcos el  Ires  cálices,  et  unum  misale,  et  unacruce  de 

argénteo,  et  duas  de  ligno ,  el  duas  campanas  de  ferro et  qualuor  tapetes,  el  tres 

vasos  saíomonegos,  ele,  en  la  que  se  ven  muchas  voces  españolizadas,  cnya  sig- 
nificación eslá  hoy  al  alcance  de  cualquier  labriego  de  Aslurias. 

xPero  aun  se  pervirtió  con  mas  rapidez  ,  formando  al  mismo  tiempo  nuestro  ro- 
mance, cuando  los  monarcas  fijaron  en  León  su  residencia,  extendiendo  sus  con- 
quistas á  Castilla  y  Galicia  ;  y  el  poema  del  Cid  y  el  de  Alejandro,  antiguos  y  res- 
petables monumentos  de  la  lengua  de  Garcilaso  y  de  Cervantes,  se  admiran  á  una 
altura  sorprendente  .  Desde  esta  época  la  extensión  de  nuestras  conquistas,  el  tra- 
to mas  continuo  con  gentes  de  diferentes  naciones,  el  roce  con  los  moros,  contri- 
buyeron á  enriquecer  el  romance  con  voces,  ora  nuevas,  inventadas  por  la  nece- 
sidad,  ora  lomadas  de  los  extranjeros  que  pululaban  en  España.  Los  disturbios 
del  reinado  de  Alonso  XI ,  las  parcialidades ,  revueltas  y  escándalos  en  qnc  sumie- 
ron á  su  patria  los  dos  hermanos  D.  Pedro  el  Cruel  y  D.  Enrique  de  Trastornara, 
trajeron  á  nuestro  suelo  porción  de  aventureros,  y  muy  particularmente  france- 
ses y  leniosinos,  que  encontraron  aqui  una  patria ,  bienes  y  riquezas.  I„i  iníloencia 
de  estos  fué  causa  de  que  en  la  escritura  se  abandonase  el  carácter  gótico  que  se 
usaba,  para  sustituirle  con  el  francés,  siendo  necesarios  por  lo  tanto  pendolistas 
de  aquella  nación.  De  aqui  que  se  variase  la  terminación  de  mochas  palabras, 
que  se  diese  á  otras  diferente  interpretación,  y  que  tenga  ,  en  fin,  la  lengua  cas- 
tellana muchas  expresiones  del  francés  antiguo  y  del  provenzal  lemosino.  Respec- 
to de  Aslurias  no  podia  suceder  esto,  i)ues  que  agcna  en  cierto  modo  á  las  re- 
vueltas y  contiendas  de  Castilla,  no  «lió  ocasión  á  que  el  trato  de  gentes  extrañas 
produjese  alteración  en  su  lengua.  Tampoco  pudo  tomar  nada  de  los  árabes  ,  por- 
que estos  solo  pudieron  tener  un  presidio  en  Gijon  que  internase  en  el  interior, 
y  eso  por  muy  poco  tiempo. 

«Los  asturianos,  pues,  se  vieron  en  la  precisión  de  buscar  en  su  propio  len- 
guaje las  voces  y  frases  oportunas  para  expresar  las  necesidades  de  la  vida,  sus 
quehaceres  y  sus  relaciones  sociales,  reducidas  por  su  condición,  entonces  h-irlo 
pobre  y  menguada  ,  siendo  consecuencia  de  esto  que  quedase  enlre  los  habitantes 
de  estas  montañas,  como  un  depósito  sagrado  de  sus  padres  y  abuelos,  el  len- 
guaje de  los  autores  del  poema  del  Cid  y  del  de  Alejandro. 

B La  lengua  de  Berceo  y  de  Segura  es  hoy  la  dulce,  expresiva  y  armoniosa 
lengua  castellana,  pulimentada  y  corregida  por  la  mano  de  los  sabios,  el  tiempo 
y  la  costumbre;  y,  sin  embargo,  la  mayor  parte  de  las  expresiones  que  usaron 
aquellos  venerables  escritores ,  las  que  usó  el  Are  ipicsle  de  Hita  en  sus  bellas  can- 
tigas, las  que  empleó  el  Uey  Sabio  en  sus  sentidas  querellas,  se  escuchan  hoy 
con  asombro  entre  la  aspereza  délas  montañas,  y  endulces  y  sentidos  cantos 
como  los  ([ue  me  arrullaron  en  la  cuna,  repelidos  por  el  eco  que  se  alejaba.  Al 
escuchar  en  un  diestro  solitario,  en  la  cima  del  monte  ó  en  la  sombría  arboleda 
el  habilanle  de  la  montaña,  la  imaginación  se  eleva  ,  se  extravia,  corre,  y  tras- 
pasa siglos  enteros ,  y  ya  se  entusiasma  al  contemplar  los  golpes  de  lanza  de  anti- 
guos caballeros  en  torneos  ó  batallas,  ya  suspira  al  escucliar  el  sonido  melodioso 
de  un  laúd  que  tañe  un  trovador  enamorado  al  pié  de  las  nmrallas  de  un  gótico 
castillo.  AUi  están  sus  ruinas,  allí  están  esas  montañas  como  un  monumento  im- 
perecedero de  nuestras  antiguas  glorias. 


—  163— 

»Y  en  este  país  privilegiado,  donde  lodo  recrea  la  imaginacionj  ¿no  habia  de 
existir  poesía?  ¿No  habían  de  aparecer  vales  en  medio  de  una  naturaleza  siem- 
pre risueña  y  llena  de  encantos,  que  ofrece  por  todas  parles  agradables  imágenes 
y  ricos  atavíos  para  engalanar  su  mnsa?  ¿Y  no  tienen  también  en  el  seno  de  esas 
mo:-tañas  una  lengua  espresiva  y  armoniosa  para  cantar  lo  que  su  entusiasmo 
les  inspira? 

sPreciso  es  confesar  que  el  dialecto  asturiano  se  presta  á  toda  clase  de  compo- 
siciones, ora  el  vale  baga  resonar  la  trompa  épica,  ora  nos  piole  los  bellísimos 
paisajes  de  que  el  terreno  abunda  ;  ya  nos  describa  las  sencillas  é  inocentes  cos- 
tumbres del  campesino,  ó  ya  enamorado  y  tierno  dirija  su  dulce  trova  á  la  so 
ñeña  del'  alma.a 

DIALECTO  ANDALUZ. 


La  ilustrada  poetisa  malagueña  Doña  Dolores  de  Cádiz  de  Velasco,  dice  acerca 
del  dialecto  andaluz  lo  siguiente,  que  tomamos  de  su  carta  inserta  á  la  pág.  693 
de  nuestra  expresada  Corona  de  Azara. 

«Los  andaluces  hablamos  el  castellano  antiguo  con  cierto  remedo  morisco,  no 
lan  solo  en  los  sonidos,  sino  en  las  frases  Inn  breves  como  ingeniosas.  Parece  in- 
dudable que  cuando  el  Sabio  Alfonso  mandó  ipie  se  escribiesen  los  documentos 
públicos  en  el  habla  de  Toledo,  comenzando  de  este  modo  á  destruir  el  duro  y 
desapacible  bretón  ,  el  godo  y  el  lalin  bárbaro  ,  los  moros  de  España  no  serian  los 
mas  descuidados  en  poseer  una  lengua  que  lan  necesaria  les  era  para  su  comuni- 
cación con  los  naturales.  Es  indudable  que  conservarían  su  acento,  sus  modismos, 
y  <iue  ciertos  sonidos  serian  ,  por  decirlo  asi,  traducidos  á  los  suyos.  Siete  siglos 
de  dominación  no  educan  á  un  pueblo,  no  le  legan  solamente  su  idioma  y  su  ca- 
rácter. Siele  siglos  de  dominio  engendran  ,  educan  pueblos  que  larde  abandonan 
el  sello  de  una  larga  dominación.  Para  estudiar  los  pueblos  (|ue  pasaron  ,  la  infan- 
cia de  las  naciones  como  sus  edades  decrépitas,  no  es  n;eneslcr  abrir  el  libro 
antiguo  de  la  historia.  Las  edades  presentes  tienen  siempre  muestrarios  de  las 
cosas  que  no  hemos  visto  en  los  líenipos  atrasados.  Hablen  hoy  los  moros  de  Gi- 
braltar  por  los  moros  del  1300-  Dígannos  ellos  cómo  manejan  nuestro  castellano 
ingerto  en  morisco,  y  escuchemos  á  los  españules  de  Algeciras  y  de  la  linea,  los 
esiwñoles  del  mismo  Gibrallar,  y  tendremos  una  idea  perfecta  de  cóiro  fue  cor- 
rompido el  castellano  en  las  Andalucías  ,  de  cómo  se  convirtieron  cunlro  letras 
castellanas  i);ira  formar  un  solo  sonido  ,  ó  mas  bien  se  hicieron  cinco  letras  gula- 
rales,  por  dominar  en  el  lenguaje  morisco  el  acento  de  aspiración.  La  x,  la  g, 
la  j,  la  /i  y  la  s  ,  se  pronuncian  en  castellano  andaluz  con  mas  ó  menos  abertura 
de  garganta;  pero  siempre  son  aspiradas,  exceptóla  s  en  las  silabas  directas. 
¿Pero  estas  cinc''  letras  tuvieron  un  iiúsmo  sonido?  La  razón  dice  que  no.  La  Ira- 
dicija  no  nos  enseña  la  diferencia  enlre  la  j  y  la  o;;  pero  nos  marca  como  mas 
suave  el  de  la  rj ,  cerno  mas  breve  y  mas  suave  el  de  la  /i,  y  como  brevísimo  y 
suavísimo  el  de  la  s  nnal. 

«Como  se  haría  imposible  fijar  un  sonido  extraño  en  castellano  puro  á  la  s,  que 
le  llene  fijado,  me  propongo  resucitar  la  aspiración  de  la  h,  que  haga  las  veces 
de  s  en  Gu  de  sílaba. 


— I6Í  — 

«¿Qué  letra, pudiera  hacer  semejante  oficio  con  mas  razón?  Su  aspiración  es 
tan  suave  como  exige  nuestra  pronunciación,  y  además  es  una  letra  Inutilizada 
en  nuestra  lengua  » 

«La  /i,  h  en  liebreo  ,  es  ana  fuerte  aspiración.  En  árabe  y  en  morisco,  rauda- 
les de  aquel  manantial,  lo  es  también.  La  h  es  aspirada  en  el  antiguo  alemán, 
es  decir,  en  nuestro  bretón;  es  aspirada  en  el  alemán  moderno;  léase  haus, 
casa;  es  aspirada  en  ingles,  como  en  his  ,  her ,  suyo,  suya;  es  aspirada  en 
francés  algunas  veces;  lo  fué  siempre  en  el  primitivo  castellano,  y  lo  es  en  el 
andaluz  moderno.  Decimos  jac/io,  jorno  ,  jacer,  etc.  Si  pronunciamos  ja ,  je,ii, 
I  por  qué  no  hemos  de  deoir ,  aj  ,  ej  ,  ij ,  etc.  ? » 

«Comienza  una  copla  andaluza  diciendo:  hermosa  luz  de  mis  ojos.  Si  la  h  no 
se  aspirase  resultaría,  además  de  tlojo,  verso  tan  apasionado,  incompleto,  por- 
que falta  una  croma  á  su  compás.  Si  se  dijese  jermosa  luz  de  mis  ojos ,  se  haria 
bronco  verso  tan  dulce.  No  liay  duda  que  el  sonido  gutural  de  la  h  es  extrema- 
damente suave.» 

n  Nuestra  s  en  las  silabas  directas  es  mas  delgada  que  la  s  castellana.  Los  an- 
daluces granadinos,  malagueños  y  gaditanos  la  usamos  constantemente,  y  des- 
conocemos el  uso  de  la  z ,  reina  de  la  pronunciación  entre  los  sevillanos.» 

«La  c  la  pronunciamos  como  las,  y  la  desconocemos  en  las  silabas  inversas 
éntrela  gente  del  pueblo,  que  son  los  archiveros  de  las  tradiciones.» 

«La  //  siempre  es  y.  La  /  y  la  r  son  arbitrarias ,  según  que  conviene  á  la  blan- 
dura ó  fuerza  lingual  del  que  habla.  La  r  final  suele  hacerse  gutural  como  la  s.» 

«Solamente  la  voz  viva  puede  dar  idea  de  las  diferencias  en  nuestros  sonidos 
guturales.» 

«Se  cambian  las  letras  ó  se  suprimen,  en  obsequio  á  la  blandura  y  á  la  breve- 
dad del  habla ,  y  decimos:  Señan  por  Señor,  pa  por  para.  Además,  tenemos  pala- 
bras especiales,  y  especiales  en  definiciones:  trepar  entre  nosotros  es  inclinarse 
oblicuamente  de  espaldas.  Trepa  el  que  inclina  la  silla  hacia  atrás,  el  que  cae  de 
espaldas,  el  que  á  fuerza  de  erguido  se  inclina  atrás:  trepa  lo  que  se  inclina  obli- 
cuamente. Engreído  quiere  decir  encariñado  ,  enamorado,  embebecido  ,  amance- 
bado ,  enviciado ;  pero  esto  necesita  un  largo  trabajo  ,  y  no  es  del  caso  ahora. » 

ÜE  LA  GERGA  Ó  DIALECTO  GITANO. 


Si  bien  los  gitanos  pululan  en  caravanas  por  toda  España,  Andalucía  es,  por 
decirlo  así,  su  cuartel  general,  y  en  donde  mas  se  conocen  ;  y  por  esta  razón  le 
damos  lugar  después  del  andaluz.  El  poeta  y  profesor  de  medicina  malagueño 
O.  Antonio  José  Velasco ,  esposo  de  la  señora  antes  citada ,  dice  sobre  este  lenguaje 
en  la  precitada  Corona ,  á  la  pág.  098  : 

«Disertar  sobre  el  dialecto  adoptado  por  estos  para  entenderse  entre  sí,  sin 
que  los  demás  los  comprendan  ,  seria  ostentar  una  erudición  que  en  manera  al- 
guna disculparía  lo  desapacible  de  la  una ,  lo  impropio  de  la  otra,  lo  desaliñado 
de  ambas. » 

«La  primera  composición  en  gitano  puro  ,  ordenada  en  décimas,  género  el  mas 
líultivado  entre  los  gitanos,  adolece  de  ese  carácter  de  dureza  común  á  sus  pala- 


—  les- 
uras, que  DÍDgana  analogía  tienen  con  las  de  ningan  idioma  conocido  ,  si  se  ex- 
ceptúan muy  pocas  que  se  conservan  desde  su  venida  á  nuestras  regiones  ,  pues 
las  que  han  ido  sucesivamente  tomando  de  los  que  se  hablan  en  los  países  en  que 
viven  incrustados,  lo  hacen  invirtiendo  las  sikibas,  y  aun  las  letras:  tabo,  bola 
para  cubrir  ó  calzar  el  pié:  topío ,  plato:  en  términos  de  que  desde  luego  dejan 
'le  comprenderse.  Otras  valen  en  su  idioma  lo  contrario  dejlo  usual  y  corriente: 
maneil ,  mandil;  mandril,  el  criado  de  rufianes  ó  de  mujeres  públicas.  No  hay, 
pues,  en  el  dialecto  á  que  me  refiero  esa  relación  entre  el  nombre  y  el  objeto, 
esa  analogía  que  caracteriza  los  idiomas ,  y  aun  los  dialectos  mismos.» 

«Además,  este,  que  sirve  á  gentes  casi  siempre  perseguidas,  cuya  principal 
ocupación  debe  estar  velada  a  los  ojos  de  la  sociedad  en  que  se  enclavan,  se  debe 
componer  de  palabras  que  espresen  sus  actos  y  los  objetos  que  traen  entre  manos. 
Así ,  sus  verbos  son  escasísimos,  y  sus  nombres,  poco  numerosos,  se  limitan 
por  punto  general  á  sos  ocupaciones  y  temores,  á  las  personas  que  los  cazan  y 
castigan  ,  á  los  instrumentos  de  sus  penas  y  sufrimientos  ,  formando  parte,  como 
forman,  de  sus  cantares  sentimentales,  siempre  envueltos  en  quejas  y  pesa- 
dumbre.» 

«Este  dialecto,  que  se  conoce  en  castellaoo  con  el  nombre  de  Germania  ,  por- 
que á  nosotros  vinieron  desde  Alemania,  conserva  aun  algunas  palabras  del  teu- 
tónico y  del  bretón,  así  como  del  francés  y  del  antiguo  (castellano)  lenguaje  de 
Castilla  :  por  eso  nuestro  caló  ó  romané  se  parece  algo  al  argot  de  los  franceses, 
al  C(in(  de  los  ingleses  y  al  coí/iiüoe/sr/i  de  los  alemanes;  pero  en  cualquiera  de 
ellos  domina  ,  descuella  la  índole  de  sus  seotiraientos  y  de  su  posición.» 

«Esto,  que  no  es  para  V.  una  novedad,  le  explicará  en  gran  parle  la  dificultad, 
si  no  la  imposibilidad  de  espresar  felizmente  un  pensamiento  que  no  tenga  grande 
analogía  con  el  sentimentalismo,  con  el  penar  en  las  prisiones ,  con  sus  amores 
desgraciados  por  la  cautividad  ó  la  ausencia.  Sin  embargo,  confieso  que  todo  esto 
no  me  disculpa  de  haber  intentado  llenar  el  deseo  de  V.» 

«Otra  dificultad  para  hacerse  entender  en  este  dialecto  es  que,  variando  con 
mas  ó  menos  frecuencia  (el  ilustrado  Capmany  cree  que  esto  tiene  lugar  en  totali- 
dad cada  diez  años),  no  es  posible  aumentar  el  caudal  de  voces,  porque  se  adop- 
tan las  nuevas  ininteligibles  en  reemplazo  de  las  viejas  inteligibles  ya  para  los 
encargados  de  su  persecución.» 

«Además,  los  gitanos  de  cada  pueblo  tienen  una  manera  particular  de  enten- 
derse ,  de  modo  que  los  de  Cádiz  no  hablan  como  los  de  Sevilla  ,  Jaén ,  Córdoba, 
Granada  ó  Málaga;  y  he  aquí  que  ,  sin  salir  de  los  reinos  de  Andalucía  (PtnaceTiJá], 
son  ya  seis  las  maneras  de  hablar  este  dialecto.» 

DI.VLECTO  GALLEGO. 


En  la  Corona  espresada  nos  dice  de  este  dialecto  ,  á  la  pág.  708  del  tomo  11 ,  el 
erudito  catedrático  de  literatura  latina  del  instituto  de  Orense ,  nuestro  buen  ami- 
go D. /os¿  García  il/os^ucra ,  al  remitirnos  el  vocabulario  de  voces  gallegas  que 
allí  insertamos  para  la  mejor  inteligencia  de  las  poesías  insertadas  en  este  dialec- 
to,  lo  siguiente  sobre  él: 


—  160— 

»L3S  silabas  gallegas  xa,  cae,  xi,  ele.  (que  se  pronuncian  como  e\}a,je,  ji, 

francés),  susliliiyanse  con  las  caslellanas  JO,  je,  ío,  se,  6  ya  ,  ye  ,  y  resultará  la 
palabra  castellana  generalmente  ,  ú  otra  muy  parecida,  v.  gr. :  Dixo:  Dijo. — 
Quixo:  Quiso.  —  Xa  :  Ya. 

uLas  silabas  cha,  che,  etc.,  sustituyanse  con  las  castellanas  Ha,  lie,  y  sucederá 
lo  mismo,  V.  gr. :  Chamo:  Cheijo.  —  Llamo:  Llego. 

«Los  verbos  regulares  de  este  dialecto  tienen  las  mismas  terminaciones  que  en 
castellano,  á  excepción  de  los  tiempos  que  en  este  terminan  en  ais,  eis,  ois,  is, 
que  estos  hacen  en  gallego  ades,  edes,  odes,  ide.s,  v.  gr. :  amáis,  teméis,  sois, 
partís,  sediria  en  gallego;  amades ,  tcmedes ,  sodes,  parlides.  Seexceplúa  también 
la  primera  persona  del  futuro  absoluto,  que  acabando  en  castellano  en  re,  termina 
en  gallego  en  rey,  v.  gr.:  daré,  darey;  y  el  imperativo,  que  siendo  en  castellano 
ad,  cd,  id,  es  en  gallego  aile,  ede,  ide,  v.  gr.;  corred  ,  correde.  La  primera,  se- 
gunda y  tercera  persona  del  pretérito  absoluto  hacen  del  modo  siguiente  en  las 
tres  conjugaciones  ;  1.'  Amey:  amé.  — Amache:  amaste. — Amou:  amó.  —  2.«  Te- 
min;  temi.  —  Temiclie:  temiste.  —  Temeu:  temió. — 3.'  Pariin:  parli. — Partiche: 
partiste.  —  Parliú:  partió.  Los  demás  tiempos  terminan  como  en  castellano  ,  siendo 
regular  el  verbo:  délas  terminaciones  irregulares  que  haya  en  las  expresadas 
■  poesías  se  hallará  en  este  vocabulario  la  signiñcacion.  Asi  pues,  sin  ningún  an- 
terior conocimiento  del  dialecto  gallego,  podrán  entenderse  fácilmente  las  com- 
posiciones en  él  escritas  en  esta  obra,  de  que  no  presentamos  traducción  por 
no  habérnosla  mandado  los  autores;  lo  que  es  también  útil  para  que  los  curio- 
sos puedan  hacer  algún  ensayo  que  les  proporcione  entender  otros  escritos  en 
este  dialecto,  el  mas  dulce  y  acaso  el  mas  armonioso  de  los  que  se  hablan  en 
España.  El  erudito  benedictino  del  convento  de  su  orden  en  Madrid  ,  fray  Martin 
Sarmiento  ,  cuyas  obras  sun  bien  conocidas  entre  los  literatos ,  empezó  á  escribir 
el  Onomáslicon  etimológico  de  la  lengua  gallega  ,  que  dejó  manuscrito  y  sin  con- 
cluir, en  el  que  se  dan  bellísimas  noticias  del  lenguaje,  historia,  costumbres  y 
producciones  de  Galicia  ,  el  cual  trata  de  publicar  el  Sr.  Castellanos,  que  le  po- 
see, en  la  ideada  que,  conocida  tan  interesante  obra,  el  amor  patiio  presente 
algún  hábil  escritor  que  la  acabe  y  nos  dé  á  conocer  completamente  aquel  bello 
país.» 

El  erudito  P.  Sarmiento  escribió  su  Onomáslicon  etimológico  de  la  lengua  gallega 
con  el  objeto  ,  según  él  mismo  lo  dice  en  la  portada  de  esta  obra,  de  señalar 
en  el  idioma  latino  el  verdadero  origen  de  casi  todas  las  voces  gallegas  que 
pudo  recoger  en  los  años  de  1743  y  1734  ,  en  los  que  visitó  Galicia  como  unos  vein- 
titrés meses,  haciendo  en  Pontevedra  su  mayor  parada;  pero  recorriendo  lodo  el 
pais.  l'or  esta  preciosa  obra  se  vé  la  abundancia  de  palabras  que  tiene  el  dia- 
lecto gallego  para  significar  las  cosas,  habiendo  diferentes  voces  para  manifes- 
tarlas; por  ejemplo  ,  jiara  expresar  el  panal  de  miel,  tienen  las  cuatro  voces  si- 
guientes: Eulema  .(pie es  voz  griega  latinizada  ,  que  significa  panal  de  flores;  Favo, 
latina  [>\xva ;  Panal ,  latina  derivada  de  pañis;  y  Trebo  que  es  como  se  denomina 
al  panal  en  el  p.iis  do  Candelas  ,  derivándola  de  la  flor  del  trébol ,  ((ue  es  la  que 
en  la  primavera  cogen  las  abejas  para  fabricar  la  miel :  como  se  ha  dicho ,  tene- 
mos intención  de  imprimir  este  precioso  manuscrito  ,  y  entonces  se  conocerá 
la  excelencia  de  este  dulce  á  la  par  que  armonioso  dialecto  ,  en  el  que  pueden 
hacerse  poesías  y  cánticos  tau  encariñados  y  tan  melodiosos  como  en  la  len- 
gua italiana. 


167  — 


DEL  DIALECTO  ARAGONÉS. 


De  exprofeso  hemos  dejado  para  este  logar  el  llamado  por  algunos  dialeclo 
aragonés;  y  decimos  llamndo,  porque  si  se  exceptúa  el  lenguaje  somonlano,  todo 
el  Aragón  habla  el  castellano  por  mas  que  la  pronunciación  fuerte ,  que  exige  el  or- 
ganismo de  sus  naturales,  le  infiera  cierta  aspereza  y  nioiiotoiúa  en  el  sonido.  Ha- 
biendo leido  el  Ensayo  de  un  Diccionario  ararjonés-casteUann  ,  publicado  años  pasa- 
dos por  nuestro  ilustrada  amigo  D.  Mariano  l'eraUa ,  juez  en  Mallorca,  ar:igonés  y 
pariente  de  los  Azaras,  hemos  creído  que  nada  jiodrianios  hacer  mejor  para  dar  á 
conocer  este  llamado  dialecto,  que  insertar  en  este  lugar,  como  1)  hicimos  á  la 
pág.  731  de  la  Corona  precitada,  el  prólogo  del  expresado  niccionario,  en  el  que 
se  explica  perfectamente  el  lenguaje  aragonés,  llevamlo  en  esto  la  idea,  al  propio 
tiempo,  de  tuniplir  el  cometido  que  nos  hemos  impuesto  de  obsequiar  á  ambos 
liatricios  aragoneses ,  y  en  honor  á  un  país  que  miraims  y  tenemos  por  nuestra  se- 
gunda patria.  Las  ideas  del  Sr.  Peralta  sobre  las  lenguas  y  los  dialectos  fueron  jus- 
tamente las  de  Azara,  y  nosotros  n  is  atenemos  á  ellas,  porque  en  esto  han  for- 
mado nuestra  opinión.  Dice  asi  el  Sr.  Peralta  : 

«Para  aiiuollos  que  pretenden  reducitla  la  España  en  materia  de  idioma  cuUo  á 
los  confines  de  la  Castilla,  y  que  sol  ¡juzgan  que  allí  se  habla  el  lenguaje  puro  y 
castizo  de  los  hijos  de  Pclayo,  parece  una  empresa  ridicula  y  mezquina  la  de  un 
Diccionario  ile  las  voces  que  se  usan  en  Aragón,  y  ([ue  no  han  merecido  tener  ca- 
bida en  el  de  la  Academia.  Sin  embargo  ,  un  trabajo  de  esta  naturaleza  no  solo  es 
un  testimonio  de  laboriosi<lad,  y  de  que  se  ha  fijado  una  atención  filosófica  sobre 
cosas  que  no  llaman  ordinariamente  la  de  los  que  solo  viven  en  el  mundo  de  los 
muertos,  conversando  únicamente  con  los  autores  [ue  fallecieron  en  siglos  remo- 
tos y  apartados,  sino  que  es  un  medio  asimismo  ile  presentar  materiales  para  en- 
riquecer nuestra  lengua.  Los  idiomas,  pobres  en  su  pripcipio,  crecen  conio  los  rios 
con  los  caudales  que  se  les  agregan.  Los  romanos,  que  sojuzgaron  la  Italia  y  que 
trasladaron  al  recinto  de  su  ciudad  pueblos  enteros,  adoptaron  también  parte  de 
las  palabras  de  que  usaban  aquellos.  Podria  citarse  la  voz  Quirites,  tomada  de  los 
sabinos,  y  aun  se  podria  hacer  patente  que  fueron  á  enri  ¡uecerse  fuera  del  Lacio 
con  los  despojos  de  otras  naciones,  acogiendo  una  palabra  española  para  significar 
el  escudo.  ¿Los  franceses  no  han  tomado  también  de  nosotros  la  palabra  número, 
para  evitar  las  equivocaciones  que  produciría  la  ambigua  aplicación  de  nombre? 
Estas  adopciones,  frecuentes  en  todos  los  idiomas ,  comprueban  lo  conveniente  que 
es  recoger  dentro  de  una  misma  nación  las  palabras  que  se  usan  en  las  provincias. 
Un  gran  provecho  resultará  á  los  magistrados  para  entcniler  las  declaraciones  de 
los  testigos,  para  penetrar  la  fuerza  de  los  contratos  y  ordenaciones  redactadas  en 
este  lenguaje;  pero  también  se  originará  otro  beneficio,  y  es  que  muchas  de  estas 
voces,  desechadas  ahora  con  hastio  como  bárbaras,  pueden  ser  admitidas  algún 
dia  en  el  Diccionario  de  la  lengua ,  después  de  haber  observado  que  escritores 
profundos  y  cultos  no  reparan  en  valerse  de  ellas  para  expresar  ciertas  ideas  que 
antes  las  significaban  con  rodeos  y  circunlotjnios.  ¿Por  qué  no  habla  de  adoptarse 
en  un  código  rural  la  Agüera,  Alfarda,  Aguacibera  y  otras?  ¿  Será  mas  castellano 


—  168  — 

Di  mas  propio  decir  acequia  de  aguas  pluviales  ,  pago  de  agnas  ó  contribución  de 
estas  ,  que  Alfarda^  Lo  único  ,  pues,  que  puede  oponerse  contra  las  palabras  que 
contiene  el  catálogo  (jue  presento,  es  que  no  se  bailan,  ó  muy  pocas,  en  el  Dic- 
cionario de  la  Academia.  Pero  ¿acaso  esta  omisión  ó  callñcacion  de  proviociale's 
puede  ser  un  anatema  invencible  ni  un  justo  titulo  de  proscripción? 

uLa  Academia  no  puede  ejercer  una  autoridad  tan  ilimitada,  ni  los  castellanos 
pueden  dar  la  ley  basta  tal  punto  á  los  aragoneses.  Quieren  ser  los  jónicos  de  la 
lengua  castellana;  pues  nosotros  seremos  los  áticos  ó  los  dóricos,  y  con  cualquier 
titulo  tan  castizos  y  tan  buenos  como  ellos.  Los  andaluces  alegarán  el  mismo  de- 
recho, que  es  el  uso  de  su  país  .  derecho  muy  legitimo,  como  que  no  tienen  otro 
los  castellanos,  y  podrán  también  formar  su  Diccionario. 

»Es  una  paradoja  gálica,  porque  los  franceses  son  los  que  lo  han  inventado 
para  consolarse  de  la  pobreza  de  su  lengua  ,  y  un  engaño  decir  que  la  riqueza  de 
una  lengua  no  consiste  en  la  abundancia  de  voces ,  sino  en  la  diversa  significación 
que  tienen,  en  la  variedad  y  diferencia  de  ideas  que  unas  mismas  representan. 
No  sé  cómo  los  que  asi  sienten,  puedan  entender  la  riqueza  de  los  Idiomas.  Y  lo 
peor  es  que  al  fin  han  llegado  á  hacer  su  opinión  de  moda,  porque  es  corriente 
entre  nuestros  filólogos.  Siempre  el  prólogo  de  Huerta  á  sus  Sinónimos  me  ha  pa- 
recido obra  de  un  filólogo  educado  fuera  de  su  patria ,  en  esa  nación  donde  es  muy 
usado  ese  estilo,  porque  así  cree  que  conviene  á  su  estimación  y  al  desprecio  de 
las  cosas  en  que  otros  llevan  alguna  ventaja.  Vaya  aparte  la  cuestión  si  hay  ó  no 
verdaderos  sinónimos ,  que  ya  solo  puede  ponerse  á  ventilarla  el  que  nunca  haya 
examinado  en  dos  voces  que  lo  parecen,  las  ideas  ya  simples,  ya  compuestas 
que  encierran.  Pero  con  lodo,  no  puedo  menos  de  advertir  que  siempre  es  argu- 
mento en  favor  de  la  opinión  contraria  á  la  del  Sr.  Huerta  y  de  los  franceses.  Aun 
en  las  anticuadas  se  hallarán  ideas  que  faltan  á  las  que  el  uso  les  ha  sustituido, 
aun  en  las  simples  conjunciones.  ¿Quién  dirá  que  por  tanto,  asi  que  ,  son  absolu- 
tamente lo  mismo  que  por  ende?  Séanlo  dende  y  desde,  porque  la  diferencia  no  está 
en  la  voz,  sino  en  las  letras  de  una  misma  ;  pero  si  aquella  es  diferente  ,  apenas  se 
hallará  una  en  que  las  ideas  no  lo  sean.  Doy  ,  sin  embargo,  que  haya  una  absoluta 
idenlídad  :  ¿nada  es  la  variedad  ,  la  armonía,  la  facilidad  de  asonantes  y  conso- 
nantes por  las  diferentes  terminaciones?  Dejemos,  pues,  esas  paradojas,  esos 
errores,  esas  arles  á  los  franceses;  llamen  ellos  claridad  á  la  mezquindad  ,  exac- 
titud á  la  ruindad  y  monolonía  de  su  sintaxis ;  y  formando  la  opinión  por  nosotros 
mismos  y  por  nuestras  cosas  nacionales  ,  atrevámonos  á  estimar  nuestra  rique- 
za, y  la  abundancia  ,  variedad  y  la  generosidad  de  la  mas  hermosa  lengua  de 
Europa. 

»No  se  trata  en  este  Diccionario  de  las  voces  particulares  de  un  dialecto,  por- 
que este  nombre  no  se  puede  dar  sino  á  una  lengua  distinta  de  otra  en  algo  en  la 
sintaxis,  ó  por  lo  menos  de  la  declinación  de  los  nombres  y  conjugación  de  los 
verbos,  y  semejante  á  la  misma  en  lo  general  de  ella.  Sería  dialecto  del  español 
la  lengua  que  hablan  nuestros  aragoneses  del  Somontano,  porque  sin  dejar  de  ser 
española  tiene  diferencias  bastante  considerables  en  lo  esencial  de  todo  idioma. 
Allí  dicen ,  ó  7nulo ,  os  mulos ,  por  el  mulo  ,  los  mulos ;  tú  yes  ,  él  yé ,  por  íú  eres  ,  él 
es;  vinon,  tuvon,  se  fuen,  por  vinieron,  tuvieron,  se  fueron;  á  yo,  por  á  mi;  su- 
biba,  tencba,  por  subía,  tenia;  gosa  ser ,  gosa  tener,  por  debe  de  ser,  debe  de  tener; 
bel  tunante  que  la  quie  engañar ,  por  ahjun  tunante  que  la  quiere  engañar ;  bella  mu- 
ller  d'a  galera ,  por  alguna  mujer  de  la  galera    Esto  es  un  verdadero  dialecto  de  la 


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común  lengua  española;  pero  no  lo  es  la  que  se  habla  en  Zaragoza  ni  en  parle  al- 
guna de  Aragón  (fuera  de  esa )  ,  porque  es  absolutamenle  la  misma  de  Castilla.  Una 
que  otra  voz  ni  muchas  no  hacen  diferencia  de  idioma. 

)>  Muchas  de  estas  son  tomadas  del  lemosin  ó  catalán,  por  la  proximidad  á  Ca- 
taluña y  la  antiquísima  unión  de  eslas  dos  naciones.  Pero  no  por  eso  se  cre^i  que 
en  Aragón  se  habló  el  catalán  en  algún  tiempo  ,  como  dice  sin  ningún  fundamento 
el  marqués  de  Mondejar,  que  quiere  atribuir  al  rey  Fernando  [  la  introducción  de 
la  lengua  castellana.  Poco  habia  leido  de  nuestros  antiguos  escritores,  y  poco  sa- 
bia de  nuestras  cosas.  El  rey  Fernando  vino  á  principios  del  siglo  XV,  y  ya  mu- 
cho antes  hablábamos  la  misma  lengua  que  ahora  ,  si  bien  usábamos  algunas  vo- 
ces que  poco  á  poco  se  fueron  dejando,  como  también  ha  sucedido  en  Castilla. 
En  1383  decia  D.  Juan  1 ,  escribiendo  á  los  jurados  de  Zaragoza :  Ornes  buenos  ,  bien 
creemos  que  habedes  sopido ,  como  en  el  principado  de  Cataluña  no  hay  aquella  abun- 
dancia de  pan  que  seria  menester.  Pregunto:  ¿cómo  se  diria  esto  en  Castilla  en 
aquel  tiempo?  ¿Era  otra  lengua  ,  ó  estaba  mas  adelantada  la  que  entonces  habla- 
ban los  castellanos?  Sin  embargo,  aun  lardó  mas  de  veinte  años  á  venir  el  rey 
Fernando  del  Marqués  de  Mondejar. 

«Que  en  Aragón  resultase  del  latín  ,  del  arábigo  y  del  gótico  una  lengua  tan  pa- 
recida ,  ó  la  misma  que  resuUóen  Castilla,  no  debe  admirar,  porque  con  los  mis- 
mos elementos  en  el  idioma,  la  misma  pronunciación  ,  las  mismas  costumbres,  las 
mismas  causas  políticas  y  religiosas,  el  mismo  cielo,  el  mismo  carácter  y  una  co- 
municación y  mezcla  tan  continua  entre  ambas  naciones  ,  fuera  imposible  suce- 
derolra  cosa.  No  asi  en  Cataluña  ,  donde  la  corrupción  del  latín  vino  de  la  Pro- 
venza  con  los  primeros  reconquistadores.  Con  que  ni  los  castellanos  introdujeron 
aqui  su  lengua,  ni  es  diferente  la  nuestra  de  la  de  ellos:  es  uno  mismo  y  solo 
idioma. 

))No  todas  las  voces  qne  usamos  nosotros  y  son  extrañas  en  Castilla  pertenecen 
al  lemosin,  aunque  hay  algunas  que  tienen  este  origen.  Unas  son  latinas,  otras 
derivadas  de  raices  españolas,  otras  arábigas,  lo  que  demostraría  su  etimología  si 
se  examinase.  Pero  para  prueba  véase  en  estas:  Concieto  (apetito  fuerte  y  espe- 
cial de  comer  ó  beber  alguna  cosa  determinada  )  viene  de  conceptas  ( deseo  conce- 
bido) ,  que  es  muy  latino.  Porgar  (acribar,  aechar)  de  purgare  (limpiar).  Pinocha 
de  pinna  ó  pinus  ,  por  la  figura.  Trasmudar  de  transmutare.  Remondar  de  munda- 
re  (limpiar).  Becantillo  de  canío  (extremo)  y  re,  que  tiene  fuerza  de. íraíiujodo, 
rrpetido,  redoblado,  porque  asi  se  hace  una  buena  barda.  Ucs^ue  (liga )  de  t)is- 
cus.  Bolinflado  de  boto  (cuero)  é  indar.  Basta  de  elimologias.  Las  voces  arábigas 
son  harto  conocidas,  y  no  es  menester  citarlas.  En  fin,  tenemos  también  algunas 
grieaas  ,  como  entre  otras :  aturar ,  que  es  parar  en  un  sitio  por  estar  entretenido 
ó  cebado  en  alguna  distracción  ó  juego.  Caloyo,  recental ,  cabrilillo. 

»E1  desprecio  ó  nota  infamatoria  con  que  los  castellanos  desechan  algunas  vo- 
ces nuestras  es  una  injusticia  y  una  presunción  exorbitanle  ;  y  esto  se  funda  en 
que  los  castellanos  tienen  un  Diccionario  de  su  idioma,  en  el  cual  se  han  visto 
obligados  á  dar  lugar  á  algunas  voces  extrañas  á  su  provincia  ,  como  lo  son  muchas 
de  las  suyas  para  nosotros.  La  disputa ,  pues ,  debe  ser  si  un  escritor  aragonés  pue- 
de usar  las  voces  que  asi  usamos  propias  de  nuestra  provincia  ,  que  usaron  ya  ,  ó 
no  nsaron  ,  nuestros  escritores  de  otros  siglos. 

n  Que  los  castellanos  se  rian  ,  solo  prueba  que  les  sorprende  un  lenguaje  á  que 
no  está  acostumbrado  su  oido.  Porque  ¿en  qué  se  funda  la  autoridad  de  las  jen- 


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guns?  La  contestación  no  la  ciarán  sin  que  podamos  sacar  ventajas.  Asi  también 
un  ateniense  se  burlaba  de  unas  sicilianas  porque  dorizaban,  y  con  lodo,  nunca 
aquellos  en  su  dialecto  supieron  componer  cosas  tan  amables  y  preciosas  y  en  es- 
tilo tan  dulce. 

»  No  podemos  los  aragoneses  oponer  á  los  castellanos  un  poeta  que  haya  usado 
nuestras  voces  provinciales,  igual  á  un  Garcilaso.  Pero  sin  esta  circunslancia, 
aunque  algunas  quizá  se  les  enconlrarian,  perrailaseme  citar  á  los  Argensolas,  los 
cuales  no  aprendieron  su  lengua  en  Castilla  ,  en  Toledo,  Valladolid  ó  Alcalá  de  He- 
nares, sino  en  Aragón,  en  Barbastro,  Huesca  y  Zaragoza.  Y  dijo  de  estos  Lope  de 
Vega  ,  que  liabian  ido  de  Aragón  á  Castilla  á  enseñar  la  lengua  á  los  castellanos.  En 
efecto  ,  asi  estos  dos  escritores  célebres ,  como  otros  de  menos  nombre,  hablaron 
la  lengua  española  tan  bien  como  los  mas  cultos  toledanos  del  siglo  XVI.  Que  si 
Cervantes  reprende,  no  sé  qué  dialeclismo,  en  el  autor  iordesillesco ,  ya  se  sabe 
que  habló  en  odio  de  los  Argensolas ,  y  con  tan  mala  prueba ,  no  obstante ,  que  ni 
Tordesillas  es  pueblo  de  Aragón,  ni  se  conoció  acá  ningún  Avellaneda. 

»  No  diré  yo  que  los  antiguos  escritores  aragoneses  no  se  pueden  conocer 
por  el  estilo,  y  aun  los  modernos  ;  pero  será  como  se  distinguen  los  toledanos  de 
los  sevillanos  de  aquel  siglo,  y  unos  y  otros  de  los  que  se  criaron  en  Castilla  la 
Vieja.  Notaráse  lo  mas  un  cierto  carácter,  una  Índole,  que  consistirá  precisa 
y  únicamente  en  mas  ó  menos  naturalidad  ,  candor,  popularidad  ,  ingenuidad  ;  en 
mayor  ó  menor  concisión  ,  gracia ,  energía  ó  suavidad.  Pero  lodos  hablan  la  mis- 
ma lengua  ,  y  fuera  de  una  que  otra  voz  ,  ó  frase ,  tan  la  misma  ,  que  solo  un  filólo- 
go consumado  podrá  conocer  por  el  estilo  dónde  aprendió  á  hablar  y  cultivó  la  len- 
gua el  escritor  que  se  examina.  ¡Ojalá  todos  ellos  hubieran  lomado  mas  de  la  ín- 
dole de  sus  respectivas  provincias,  mas  de  su  diccionario  particular,  de  sus  cos- 
tumbres y  leyes!  Así  tendríamos  una  lengua  mas  abundante  y  varia,  como 
hicieron  y  lograron  los  italianos ,  y  como  sobre  todos  hicieron  y  lograron  los  grie- 
gos; pues  no  se  deben  á  otra  causa  sus  varios,  hermosísimos  y  encantadores  dia- 
lectos. Si  yo  hubiese  nacido  en  Somojitano  ,  ó  hablase  con  perfección  aquel  dialecto, 
puede  ser  que  me  probase  á  componer  en  él  algunas  églogas  ,  que  respecto  de  la 
común  lengua  española  presentarían  el  rústico  pero  suavísimo  dialecto  dórico  de 
Bion  y  Teócrito  en  la  griega. 

»  Advierto  que  no  todas  las  voces  de  este  Diccionario  son  igualmente  cultas:  hay 
algunas  bajas,  otras  son  familiares  ,  otras  burlescas,  otras  jocosas;  pero  este  jui- 
cio se  deja  á  la  educación ,  gusto  y  oído  del  que  conoce  la  lengua. 

1)  Decimos ,  pues ,  respondiendo  á  la  pregunta  de  arriba  ,  que  con  la  debida  elec- 
ción, y  según  la  naturaleza  de  la  obra  que  se  escribe,  se  pueden  usar  estas  voces 
en  escritos  para  el  público ,  y  por  supuesto  en  instrumentos  de  notarios ,  en  la  con- 
versación y  trato  familiar,  sin  ningún  escrúpulo,  como  las  mas  puras  castellanas 
ó  de  la  común  lengua  española.  ¿Qué  poeta  reparará  en  una  égloga  en  usar  de  la 
voz  ternasco  (cabritillo  destinado  para  regalo  de  la  mesa),  tan  legitima  por  su  eti- 
mología (tierno)  y  tan  castiza  por  el  sonido?  ¿Qué  poeta,  describiendo  el  campo, 
no  usará  la  suave  y  hermosa  voz  Ababol ,  por  la  especie  de  amapolas  que  se  crian 
en  las  mieses  en  primavera,  y  que  en  lemosin  se  llaman  mellas,  ruillas,  por  su 
color  rojo?  Pues  no  menos  hermosas  que  esta  hay  muchas  en  este  Diccionario. 
Otras  son  expresivas  de  un  modo  particular;  otras  graciosas;  otras  sonoras;  y  aun- 
que todas  tuvieran  suí;  equivalentes  en  castellano,  y  equivalentes  rigurosos, 
¿quién  se  privará  de  esta  riqueza  y  variedad,  sobre  todo  en  poesía,  por  un  res- 


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pelo  casi  idólatra  á  la  Academia  de  Madrid?  Si  en  vez  de  ir  Fernando  el  Católico  á 
Castilla  hubiese  venido  la  reina  Isabel  á  Aragón ,  y  fuera  Zaragoza  la  corle  de  Espa- 
ña, aquí  se  hubiese  formado  el  Diccionario  de  la  Lengua,  y  contendría  nuestras 
voces  como  primeras,  y  las  provinciales  de  Castilla  como  segundas. 

M  Prevengo  que  los  zaragozanos  hallarán  aquí  algunas  voces  que  ellos  no  usan, 
y  quizá  echarán  menos  una  que  otra  de  las  mas  usadas  en  esta  capital ;  pero  aque- 
llo deben  atribuirlo  á  la  generalidad  del  Diccionario ,  y  esto  á  un  cuidado  muy  es- 
pecial que  hemos  puesto  en  el  discernimiento  de  las  mismas  voces.  Las  hay  en  to- 
das las  lenguas  que  por  su  rustiquez  ,  inutilidad  ó  corrupción  no  deben  estar  en 
ningún  Diccionario.» 

Terminado  nuestro  propósito  de  manifestar  lo  que  los  autores  que  nos  favore- 
cieron con  sus  composiciones  poéticas  en  los  dialectos  que  se  hablan  en  nuestras 
provincias  opinan  sobre  ellos,  y  de  haber  dicho  alguna  cosa  de  nuestra  propia  co- 
secha sobre  este  particular  ,  consideramos  concluido  nuestro  trabajo  en  esta  parle 
de  nuestro  discurso ,  puesto  que  seria  estendernos  mas  de  lo  que  podemos  y  debe- 
mos, en  el  reducido  circulo  á  que  nos  vemos  limitados,  el  ir  marcando  la  multi- 
tud de  diferencias  del  lenguaje  local  de  nuestras  provincias;  diferencias  que  de- 
bidas á  circunstancias  especiales,  fijas  unas  y  transitorias  otras,  no  conslituyen 
un  cuerpo  á  que  pueda  darse  el  nombre  de  subdialeclo  derivado  del  dialecto 
provincial,  y  cuando  mas  pueden  aspirar  á  la  clase  de  gergas las  de  mayor  número 
de  voces  y  mas  organizadas,  y  de  aditamentos  incoherentes  al  lenguaje  general 
del  dialecto  las  demás. 

Dejando  sentado  que  siempre  entre  dos  provincias  que  tienen  diverso  dialecto, 
asi  como  entre  dos  naciones  que  difieren  de  idioma  ,  los  pueblos  fronterizos  tie- 
nen un  lenguaje  provinciano  formado  de  voces  de  ambas  partes ,  con  lo  cual  cons- 
tituyen un  subdialeclo  ó  gerga  fraternal  que  predispone  y  acerca  á  la  inteligencia 
de  los  lenguajes  de  que  se  deriva ,  no  podrá  por  menos  de  tenerse  por  muy  natural 
el  que  entre  los  catalanes  y  aragoneses,  por  ejemplo  ,  exisla  una  especie  de  ger- 
ga peculiar  de  sus  pueblos  fronterizos ;  gerga  que  constituye  la  especie  de  patois 
d  e  nuestros  pueblos  del  Pirineo ,  de  nuestras  cercanías  de  Gibraltar ,  en  que  se  in- 
troducen no  pocas  voces  inglesas  en  el  lenguaje,  de  los  que  ocupan  los  litorales  de 
Portugal ,  y  en  fin  de  nuestras  posesiones  de  África ,  en  cuyo  lenguaje  se  notan  no 
pocas  voces  berberiscas. 

El  idioma  castellano,  mas  que  el  lenguaje  español,  como  quiere  considerárse- 
le ya  hoy  ,  es  la  lengua  oficial  del  Estado  y  de  los  estudiosos;  pero  no  puede  lla- 
mársele con  razón  la  lengua  nacional  en  toda  la  acepción  que  esta  voz  indica ,  por- 
que para  que  fuese  así ,  debiera  hablarse  el  castellano  por  toda  la  nación  sin  es- 
cepcion  de  provincias  ni  de  clases  ,  ó  al  menos  estar  reducidos  los  dialectos  á  menor 
número  y  á  porciones  mas  pequeñas  de  territorio.  Se  nos  dirá  que  ya  no  hay  par- 
le alguna  en  España  en  donde  no  se  entienda  el  castellano ,  que  es  la  única  lengua 
que  se  enseña  en  las  escuelas  públicas  ;  pero  esto  solo  podrá  probar,  que  los  pro- 
vincianos de  nuestra  España  saben  dos  lenguajes,  á  saber:  el  idioma  oficial  de  la 
nación  que  les  ha  sido  impuesto,  y  el  lenguaje  del  país  que  les  viene  de  naturale- 
za ;  y  por  cierto  que  en  esto  nos  llevan  mucha  ventaja  á  los  castellanos,  que  solo 
hablamos  el  nuestro,  ignorando  de  todo  punto,  en  la  generalidad,  el  lenguaje  de 
nuestros  propios  compatriotas:  falla  tanto  mas  punible,  cuanto  que  al  paso  que 
descuidamos  el  modo  de  entender  á  nuestros  hermanos,  ponemos  un  gran  conato 
en  aprender  lenguas  extranjeras,  que  algunas  de  ellas  nos  son  por  lo  general  casi 


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inútiles  en  el  uso  coniiin.  Ya  liemos  insinuado  antes  lo  útil  que  seria  el  que  se  es- 
luilinsen  por  principios  nuestros  dialectos  al  propio  tiempo  que  la  lengaa  oficial ,  y 
ahora  añadiremos  que  no  estaría  de  mas  la  creacfon  de  academias  dialécticas  en 
squellas  provincias  que  le  tienen  en  lal  extensión  y  de  tal  estructura  ,  que  pueden 
considerarse  idiomas  formados  completamente  ,  en  cuyos  cuerpos  literarios  se  dis- 
cutiesen ,  purgasen  y  aclarasen  ,  escribiéndose  al  efecto  Diccionarios  y  gramáti- 
cas, teniendo  en  cuenta  las  que  ya  existen,  para  mantener  su  pureza  y  conseguir 
su  conservación.  ¿Y  seria  despropósito,  ya  que  esto  no  pareciese  fácil  y  asequi- 
ble, como  nosotros  lo  creemos,  que  en  las  universidades  principales  se  estable- 
ciese una  cátedra  de  dialectos  españoles?  Antes  lo  tendríamos  por  muy  natural  y 
razonable,  pues  que  esto,  lejos  de  ofender  al  lenguaje  oficial,  le  bonraria  mucho 
y  le  auxiliaría  poderosamente:  tampoco  nos  parece  que  la  Real  Academia  de  la 
Lengua  debiera  esquivar  una  sección  que  se  ocupase  de  los  dialectos,  que  pudie- 
se un  día  darnos  un  Diccionario  verdaderamente  español,  porque  constasen  en  él 
todas  las  voces  usadas  por  los  españoles  todos ,  y  no  solo  de  las  castellanas  como 
boy,  en  que  no  puede  darse  con  toda  verdad  el  nombre  de  Español  á  su 
Diccionario. 

La  ILspaña  de  hoy,  sí  bien  tiene,  como  hemos  dicho  ,  un  lenguaje  general  ofi- 
cial, divide  el  familiar  y  verdaderamente  nacional  en  tantos  dialectos  como  se 
usan  en  sus  provincias,  y  asi  es  que  el  pueblo  de  las  provincias  del  Principado  de 
Cataluña ,  Barcelona ,  Tarragona  ,  Lérida  y  Gerona  ;  las  de  Valencia  y  Alicante  ,  y 
las  Islas  Baleares,  hablan  el  lemosin  en  los  tres  dialectos  expresados,  con  las  va- 
riaciones además  que  hemos  indicado  en  los  litorales,  serranías  y  marinas.  El 
Aragón  habla  el  castellano  en  lo  general,  con  aquellas  excepciones,  y  el  dialecto 
somontano.  Las  provincias  vascas  de  Álava,  Guipúzcoa,  Vizcaya  y  Navarra  ape- 
nas hablan  el  castellano ,  ni  aun  en  sus  documentos  oficiales ,  como  no  se  dirijan  al 
gobierno  central,  sino  sus  dialectos  salidos  de  la  antigua  lengua  ouskera  que  les 
es  originaria.  Las  Asturias  hacen  uso  en  todo  el  Principado  de  su  dialecto  especial 
ó  lengua  bable;  las  provincias  del  antiguo  reino  de  Galicia  tienen  su  lenguaje  par- 
ticular, que  viene  á  ser  el  portugués,  modificado  en  el  sentido  que  llevamos 
dicho.  Las  provincias  de  Andalucía  y  una  parte  de  las  de  Extremadura  hacen  uso 
del  castellano  asociado  á  los  residuos  quedados  de  la  lengua  árabe,  y  mezclado 
con  no  pocas  voces  de  la  gerga  gitanesca  ó  del  caló ,  que  abrigan  en  su  territorio;  y 
en  fin  las  provincias  del  antiguo  reino  de  Castilla  la  Vieja  ,  Burgos,  Yalladolid  ,  etc., 
conservan  en  bastante  pureza  la  antigua  parla  castellana,  y  su  lenguaje,  usado 
por  nosotros,  se  califica  de  arcaico  é  impropio  de  nuestra  moderna  cultura.  Por 
este  ligero  bosquejo  vemos  que  la  lengua  castellana,  llamada  española  oficialmen- 
te, solo  se  habla  por  la  generalidad  del  pueblo  en  Madrid,  y  cuando  mas  en  las 
provincias  que  comprende  Castilla  la  Nueva  ;  y  para  esto  en  los  pueblos  limítro- 
fes de  provincias  de  dialecto  ,  se  toma  ya  parle  del  vecino,  y  en  muchos  otros  hay 
además  locuciones  y  modismos  de  uso,  que  corrompen  el  idioma  hablado  por  gen- 
tes incultas  ó  que  no  han  recibido  lecciones  gramaticales  de  escuela  alguna. 

La  pronunciación  es  según  el  organismo  natural  de  cada  provincia,  y  así  es 
que  en  muchos  pueblos  se  usa  de  la  acentuación  grave  al  paso  que  en  oirás  es  agu- 
da; y  abreviándose  en  unas  las  silabas  finales,  en  otras  se  prolongan  demasiado, 
formando  un  sonido  que  no  pocas  veces  desfieura  una  voz  bien  conocida  hasta  el 
punto  de  no  comprenderse.  Al  paso  que  las  gentes  del  pueblo  de  una  provincia  re- 
calcan las  palabras ,  pronunciando  distintamente  todas  las  letras,  hay  otras  que  su- 


—  17Ó  — 

primen  algunas  de  las  últimas  y  abrevian  la  voz ,  cosa  muy  común  ,  aun  en  Madrid, 
en  nuestro  pueblo,  que  dice  cuidao  por  cuidado,  etc.,  y  otros  que  mudan  las  le- 
tras ,  como  gayo  por  gallo  ,  estauta  por  estatua ,  espital  por  hospital ,  etc. ;  y  si  bien 
estos  son  solecismos  de  gente  inculta,  no  por  eso  dejan  de  inferir  un  carácter  en 
el  lenguaje  por  la  generalidad  y  frecuencia  con  que  se  usan;  lo  propio  que  suce- 
de con  el  dejo  ó  sonsonete,  por  el  que  fácilmente  se  conoce,  hablando  el  castella- 
no, á  un  aragonés,  á  un  valenciano,  á  un  asturiano;  y  aun  se  distinguen  algunos 
pueblos  de  un  mismo  partido  entre  si ,  porque  imprime  un  cierto  carácter  especial 
á  su  lenguaje. 

Entre  los  dialectos  españoles  puede  considerarse  (es  nuestra  opinión)  por  el  mas 
plañidor,  dulce  y  cariñoso,  el  gallego  ,  que  en  esto  puede  competir  con  el  italiano, 
si  no  le  supera  ;  por  el  mas  gracioso  ,  decidor  y  poético  al  andaluz  ,  cuyos  prosélitos 
dan  también  carácter  á  su  lenguaje  por  la  fecunda  exageración  de  sus  ideas,  vo- 
lubilidad y  extrañas  comparaciones  ;  por  el  mas  natural  y  grave  al  castellano  vie- 
jo, que  es  al  propio  tiempo  el  mas  conciso  y  de  mayor  sencillez  y  sentencioso;  por 
el  mas  franco  y  resuello  al  aragonés  ,  en  el  que  se  expresan  consejos  que  le  dan 
tono  y  br¡o,á  pesar  de  la  aspereza  de  su  acento  y  de  su  bronca  pronunciación,  que 
conviene  á  su  proverbial  tenacidad,  de  la  cual  no  participan  poco  los  navarros  y 
catalanes:  estos  caracterizan  el- suyo  también  por  una  gravedad  y  dicción  cortada 
que  se  aviene  bien  á  su  carácter  calculista  y  emprendedor  ,  y  el  mas  robusto  y  so- 
noro á  la  par  que  pobre;  si  bien  pudiera  concederse  en  alguna  de  estas  cualidades 
también  á  los  gallegos,  conviene  mas  á  los  asturianos,  porque  aquellos  participan, 
y  no  poco,  de  la  hinchazón  portuguesa,  hinchazón  que  no  deja  de  verse  en  el 
lenguaje  asturiano  muchas  veces,  á  pesar  de  que  le  concedamos  haber  sido  un  po- 
deroso agente  para  la  formación  de  la  antigua  parla  de  Castilla  ,  como  se  veria  si 
se  estudiasen  mas  las  etimologías  de  nuestra  lengua;  siendo  el  lenguaje  mas  enér- 
gico y  el  dialecto  mas  perfecto  y  antiguo,  ó  verdadera  lengua,  el  vascongado;  y 
el  que  participa  mas  de  todos ,  formando  un  conjunto  (jue  viene  á  abarcarles  mas 
ó  menos ,  asi  como  es  el  mas  culto  el  castellano ,  que  es  dulce ,  rico  en  voces ,  gra- 
cioso, enérgico,  franco,  armonioso  y  grave  á  la  vez,  y  que  no  tiene  nada  de  la 
aspereza  de  los  dialectos  que  hemos  mencionado.  Por  lo  que  acabamos  de  decir 
se  concebirá ,  que  una  nación  que  tiene  dividido  su  lenguaje  en  dialectos  tan  diver- 
sos y  tan  marcados,  y  con  una  acentuación  y  dejo  ó  sonsonete  tan  característico 
que  no  se  pierde  fácilmente  al  pasar  de  un  dialecto  á  otro  ú  á  la  lengua  oficial, 
por  mas  bien  que  se  aprenda  y  consiga  hablarse  por  algunos  provincianos,  nece- 
sita que  se  estudie  mas  filosóficamente  que  hoy  se  hace  la  lengua  en  todas  sus  di- 
ferentes fases  nacionales,  y  que  sin  despreciar  ninguna,  porque  en  todas  hay  be- 
llezas, se  vaya  formando  un  idioma  verdaderamente  español,  que  sea  admitido, 
sin  repugnancia  ,  por  todas  las  clases  desde  la  mas  alta  á  la  mas  ínfima  ;  solo  de 
esta  suerte  se  conseguiría  una  verdadera  lengua  nacional ,  y  evitándose  la  anarquía 
lingüística  en  que  nos  encontramos  hoy,  lodos  los  españoles  hablarían  de  igual 
modo  y  llegarla  á  formarse  una  nacionalidad  homogénea  de  que  carecemos,  que 
tanta  falta  nos  hace,  y  que  ya  reclama  la  ilustración  del  siglo.  Si  en  estas  obser- 
vaciones, que  buenas  ó  malas  son  propias  nuestras,  y  constituyen  nuestra  opi- 
nión, nos  hemos  equivocado,  nos  alegraremos  de  que  se  nos  convenza ,  porque 
deseamos  el  acierto. 


—  17i 


PARTE   CUARTA. 


AlTOniDADES    DE    KIESTRA    LENGUA    OFICIAL    O    IDIOMA    CASTELLANO. 


Varaos  á  dar  una  rapidisiraa  ojeada  sobre  la  lileralara  greco-romana  y  la  nues- 
tra ,  á  ñn  de  poder  citar  las  autoridades  mas  principales  que  perfeccionaron  nues- 
tra lengua  oñcial ,  y  en  las  que  apoyó  desde  un  principio  nuestra  Real  Academia  de 
la  Lengua  su  doctrina,  y  las  voces  de  que  formó  su  Diccionario,  puesto  que  al 
hablar  de  nuestros  dialectos  lo  hicimos  de  sus  autoridades  mas  respetables. 

En  el  tomo  II  de  nuestro  Compenuio  elemental  de  Arqueología,  que  publica- 
mos en  tres  volúmenes  en  octavo,  en  Madrid,  el  año  de  1844,  dedicamos  la  Sec- 
ción IV  á  la  Arqueología  de  ¡a  Uteralura,  y  en  ella  traíamos,  bastante  eslensa- 
mente  ,  de  la  literatura  griega  en  su  origen,  progreso,  perfección,  decadencia  y 
ruina,  y  lo  propio  hicimos  de  la  romana,  dando  también  una  ligera  idea  de  la  de 
los  demás  pueblos  antiguos;  pero  no  tocando  sino  muy  ligeramente  la  edad  me- 
dia ,  no  comprendimos  de  modo  alguno  la  de  los  tiempos  modernos,  porque  no 
correspondía  ya  al  plan  que  alli  nos  trazamos.  En  la  Sección  V  dimos  una  noticia 
razonada  de  los  autores  clásicos,  griegos  y  romanos,  y  de  los  filósofos,  gramáti- 
cos y  demás  escritores  de  estos  célebres  pueblos,  que  fneron  las  luminosas  antor- 
chas que  despejaron  las  tinieblas  de  la  anligüediid  ,  en  lo  que  puede  alcanzar  el  li- 
mitado talento  humano,  y  que  ilustraron  al  mundo  para  que  alcanzase  la  civiliza- 
ción é  instrucción  á  que  llegaron  aquellos,  y  en  que  nos  hallamos  nosotros  en  las 
ciencias,  letras  y  artes  que  ellos  conocieron  y  enseñaron.  Si  no  hubiéramos  ya 
hecho  este  trabajo  ,  al  que  remitimos  al  curioso  ,  no  para  que  nos  considere  por 
nuestra  doctrina  ,  sino  para  que  en  vista  de  las  fuentes  en  que  recogimos  el  cau- 
dal que  alli  esponemos  á  su  codicia,  acuda  á  sus  manantiales  á  enriquecerse  de 
erudición  y  de  buenas  máximas  y  noticias  sobre  el  pasado  para  que  aprenda  á 
conocerle  y  le  comprenda  en  lo  posible;  si  alli  no  lo  hubiéramos  hecho,  repeli- 
mos, cerraríamos  esta  parle  de  nuestro  discurso  con  aquellas  noticias  tan  propias 
para  la  mayor  ilustración  del  objeto  de  que  nos  hemos  ocupado.  Dispensados  de 
tal  trabajo  ,  vamos  á  exponer  algunas  ligerisimas  reflexiones  sobre  nuestros  bue- 
nos escritores,  que  han  sido  los  que  mas  han  contribuido  á  fijar  y  embellecer 
nuestro  idioma  castellano. 

Nuestra  literatura  antigua  es,  por  mas  que  no  falte  quien  pretenda  lo  contra- 


—  175  — 

rio  ,  hija  de  la  lileratura  greco-romana  ;  eslo  si  no  hemos  de  acudir  mas  que  á  los 
tiempos  de  los  que  podemos  presentar  documentos  irreprochables  por  verídicos, 
como  se  debe  en  buena  conciencia,  y  no  remontarnos  al  mundo  congetural  y  fa- 
buloso, pues  que  en  tal  caso  tendríamos  que  elevarnos  lanío,  que  faltándonos  el 
aire  de  la  verdad,  caeríamos  para  pulverizarnos  contra  las  rocas  de  la  mentira, 
porque  tendríamos  que  admitir  como  histórica  la  prodigiosa  antigüedad  de  la  lite- 
ratura de  los  lurdelanos  ,  que  puede  competir  con  la  que  los  chinos  pretenden  ten- 
ga la  suya  :  ya  nos  hicimos  cargo  de  la  parte  fabulosa  y  congetural  en  nuestro  dis- 
curso sobre  la  poesía,  en  la  Cobona  poético-musicai  de  Azara,  y  allí  esplana- 
mos  nuestras  ideas  y  las  opiniones  mas  en  voga  sobre  orígenes  envueltos  en  ti- 
nieblas, que  no  es  posible  despejar. 

La  Grecia  ,  madre  de  la  literatura  romana  y  de  los  caracteres  que  pintan  el  pen- 
samiento ,  que  después  tomamos  nosotros  de  los  romanos ,  logró  reunir  casi  cuanto 
era  necesario  para  acelerar  el  progreso  de  las  ciencias  y  de  las  artes.  Contribuyó 
principalmente  á  esto  la  protección  que  su  gobierno  prestó  al  genio;  su  gran  co- 
mercio con  iodos  los  pueblos,  que  valió á  los  griegos  enriquecerse  con  las  propie- 
dades intelectuales  de  todos  los  países,  y  ,  sobre  todo,  la  consideración  y  brillan- 
tes recompensas  que  se  daban  al  mérito  y  al  talento  en  toda  clase  de  conocimien- 
tos, porque  su  gobierno  se  propuso  el  cngrandecimienlo  y  gloria  de  la  Patria  ,  á 
cuyo  loable  fin  lo  encaminaba  lodo.  Con  tan  bellas  disposiciones  ,  con  régimen  po- 
litico  tan  bonancible ,  no  es  de  estrañar  de  que  sobresaliesen  los  griegos  en  las 
ciencias  y  en  las  letras  hasta  el  punto  de  llegar  á  ser  los  maestros  del  mundo ,  que 
les  admiró  y  corrió  á  beber  de  las  claras  fuentes  de  su  doctrina. 

Cuna  la  firecia  de  la  verdadera  poesía  que ,  dedicada  á  ensalzar  á  sus  dioses  y  á 
cantar  las  glorias  de  la  patria  y  las  proezas  de  los  héroes,  se  hacía  oir,  hasta  en  las 
mas  pequeñas  aldeas  ,  por  los  poetas  que  recorrían  el  país  acompañando  sus  heroi- 
cos cantos  con  la  lira  ,  esla  benéfica  civilizadora  de  las  costumbres,  por  bárbaras 
que  sean  ,  no  podía  menos,  al  dulcificar  estas,  de  crear  un  lenguaje  culto  y  armo- 
nioso ,  el  cual  afianzaron  con  sus  cantares  y  sublimes  poemas  el  inmortal  Homero, 
el  sublime  Orfeo  ,  y  los  célebres  Museo  de  Atenas ,  Hesiodo ,  Tírteo ,  Anacreonte, 
Safo ,  Pindaro ,  Sófocles,  Eurípides ,  Menandro ,  Apolonio  ,  y  tantos  otros  que  ,  con 
los  románticos  poetas  eróticos  mas  modernos,  ensalzaron  la  lengua,  la  poesía  y 
hasta  la  escritura  griega  á  su  mayor  altura.  Los  célebres  orodores  Demóslenes, 
Isócrates ,  Licurgo  de  Atenas ,  Dion ,  Crisóstomo  ;  el  epistolario  Anacarsis  el  Escita, 
los  ^/liso/bs,  y  en  especial  los  tenidos  por  los  siete  sabios  de  la  Grecia,  Solón, 
Cliilon,  Periandro,  Piltacus,  liías,  Cleobulo  y  Tales;  los  milhóyrafos ,  Apolodoro, 
Saluslio  de  Atenas  y  otros;  y  los  historiadores  famosos,  Herodoto  ,  Tucidides  ,  Ge- 
nofonle,  Diodoro  de  Sicilia,  Dionisio  de  Alícarnaso,  Plutarco,  Apiano  y  oíros,  pu- 
sieron las  lelras  y  la  lengua  griega  en  el  estado  de  consideración  en  que  la  tuvie- 
ron los  pueblos  antiguos  y  modernos;  pero  los  que  fijaron  las  reglas  del  lenguaje 
y  enseñaron  el  arte  gramatical  que  establecieron  en  sólidas  bases,  sobre  las  que 
han  ido  basándose  hasta  nosotros  todos  los  sistemas  gramaticales,  fueron  los  gra- 
máticos y  retóricos  griegos,  entre  los  que  debemos  contar  por  los  principales 
como  retóricos áEmpedoclo,  Gorax,  lisias,  Pericles,  Esopo,  Gorgias,  Aristóteles, 
Hermógenes,  Ateneo,  Suidas,  etc.,  y  como  gramáticos  á  los  escoliastas  Austaquio, 
Sófocles,  Esquilo,  Teócrilo,  ele. 

Terminadas  las  guerras  á  que  diera  lugar  su  establecimiento  y  conquistas,  los 
romanos ,  llegando  al  poder  y  á  la  abundancia  ,  se  vieron  precisados  á  abandonar 


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sus  instintos  gnerreros  ,  y  Á  familiarizarse  con  las  bellas  artes;  y  luego  que  esta- 
blecieron un  comercio  literario  con  la  Grecia  y  liuslaron  de  las  ideas  y  obras 
maestras  de  esta  nación ,  empezaron  también  ú  tratar  las  ciencias,  á  cultivar  y 
formar  su  lengua  ,  á  imitar  con  éxito  á  ios  mejores  escritores  griegos,  y,  en  fin, 
á  producir  por  si  mismos  obras  de  poesía,  elocuencia,  liisloria  y  lilosofia,  cuyos 
maestros  pueden  considerarse  ,  lo  propio  que  á  los  griegos  ya  citados,  las  lumbre- 
ras de  la  ilustración  del  mundo  antiguo  y  moderno,  que  radiaron  su  mas  brillan- 
te luz  en  el  siglo  de  Augusto,  época  de  la  mayor  elevación  de  la  lengua  y  litera- 
tura romana,  bases  muy  principales  de  la  española. 

Habiendo  sido  el  periodo  mas  feliz  de  la  poesía  romana  el  primer  siglo  del 
imperio  de  los  Césares,  este  fué  también  el  mas  sublime  de  la  lengua  de  este 
pueblo,  la  que  cantaron  con  elegancia  Publío  Virgilio,  Horacio  Fiacco,  Ovidio, 
Fedro;  los  españoles  Lucio  Aenoo  Séneca  y  Lucano,  naturales  de  Córdoba  ;  Silio 
Ilálico,  de  Itálica ;  Marco  Valerio  Marcial,  de  Bilbao;  y  Aurelio  Prudencio,  apelli- 
dado Clemente,  poeta  cristiano  del  siglo  IV,  etc. 

Engrandecieron  la  lengua  romana  los  célebres  oradores  y  epislolúgrafos:  Marco 
Tulio  Cicerón,  E.  Plinio  el  Joven,  y  el  español  M.  Fabío  Quintilíano,  natural  de 
Calaliorra  ;  el  mismo  Séneca  ,  Aurelio  Símmaco,  Sidonio  Apolinar,  etc.  Hija  de 
la  filosofía  griega  la  romana ,  aunque  en  este  país  no  llegó  á  formar  una  profesión 
particular  ,  los  magnates  bicieroii  de  ella  su  estudio  favorito,  y  asi  es  que  contri- 
buyó, y  no  poco,  á  la  afinación  y  estudio  de  la  lengua,  á  la  que  como  filósofos 
ayudaron  mucbo  Cicerón  y  Séneca  ya  citados,  Plinio  el  antiguo,  L.  Apuleyo,  y 
otros,  no  yéndoles  en  zaga  los  geógrafos  Solíno  y  el  español  Pomponío  Mela,  que 
se  distinguió  en  el  siglo  I ,  y  los  economistas  M.  Porcio  Catón  ,  T.  Varron  ,  el  Gra- 
mático, y  sobre  lodo  el  célebre  español  J.  M.  Columella,  autor  de  doce  libros  de 
economía  rural.  Los  hisloriadures  contribuyeron  taiiibicn,  no  poco,  al  engrande- 
cimiento de  la  lengua  romana,  y  en  especial  el  célebre  Julio  César,  Saluslío  Cris- 
po ,  Cornelío  Nepote,  Tito  Livío,  Patérculo,  Cornelio  Tácito,  O-  Curcio,  el  español 
Floro ,  C.  Suelonío,  Esparliano,  Pollion,  etc. :  empero  los  que  fijaron  las  reglas 
del  lenguaje,  teniendo  en  cuenta  los  adelantos  y  la  autoridad  de  muclios  de  los 
autores  antes  citados,  fueron  los  ijramúlicos  y  reíoricos,  lo  propio  que  en  Grecia. 
Luego  que  los  romanos  saciaron  su  sed  de  conquistas,  se  introdujo  el  estudio  de 
la  lengua,  pues  que  entre  el  gran  número  de  sabios  que  se  enlresaron  exclusi- 
vamente á  la  cultura  de  la  lengua  griega,  una  porción  de  patricios  romanos  se 
ocuparon  muy  particularmente  de  la  lengua  de  su  nación,  enseñando  á  los  jóve- 
nes la  propiedad  y  el  buen  estilo.  Alteradas  las  letras  entre  los  romanos,  los  gra- 
máticos buscaron  los  medios  de  conservar  el  gusto  délos  buenos  escritores,  y 
en  particular  de  los  poetas  y  de  los  oradores,  de  quienes  explicaban  las  bellezas, 
examinando  ya  de  viva  voz,  ya  por  escrito,  las  bellezas  del  estilo  en  todo  lo  que 
no  pertenecía  á  las  oraciones:  los  gramálicas  y  retóricos  fueron  muy  considerados 
por  esta  razón  ,  y  se  les  tuvo  por  los  conservadores  de  la  pureza  del  lenguaje,  y 
entre  ellos  se  distinguieron:  Terencio  Varron,  M.  T.  Cicerón  ya  citado,  el  español 
cordobés  Marco  Séneca,  padre  de  L.  A.  Séneca ,  el  poeta  y  filósofo  Quintilíano 
ya  citado,  Aulo  Gclio ,  Censorino,  Fausto,  Diomedes,  Aelío  Donato,  naaestro  de 
S.  Gerónimo,  etc. 

En  esta  ligerísima  reseña,  que  podrá  considerarse  una  rapidísima  ojeada  sobre 
la  literatura  griega  y  romana,  cimiento  y  base  de  sus  lenguas  y  de  nuestra  lite- 
ratura, se  babrá  reparado  que  en  todas  las  secciones  mencionadas  de  los  escrito- 


—  177  — 

res  que  mas  conlribuyeron  entre  los  roñamos  á  formar  y  emiciuecer  su  lenguü  y 
á  elevar  y  embellecer  las  letras  y  las  ciencias  que  conocieion ,  brilló  un  español 
tan  en  primera  linea,  que  en  algunas  materias  fueron  los  principes,  los  maestros 
mas  sublimes,  de  suerte  que  podemos  gloriarnos  con  justicia  ,  de  babor  tenido 
muclia  y  muy  principal  parle ,  si  no  en  la  formación  ,  al  menos  en  la  elevación  de  la 
lengua  latina  y  en  su  literatura,  madre  que  adoptamos  para  la  nuestra  después, 
honor  de  que  no  pueden  blasonar  otros  pueblos  con  tanta  justicia. 

La  dominación  de  los  romanos,  como  bemos  dicbo,  aclimató  en  España  la  len- 
gua latina  ,  y  este  era  el  lenguaje  dominante  á  la  llegada  de  los  godos,  no  obstan- 
te de  que  nucstias  provincias  vascas  hablasen  la  lengua  euskera;  y  á  la  venida 
de  los  árabes  el  latin,  si  bien  ya  adulterado,  era  la  lengua  mas  usada  ó  por  mejor 
decir  la  oficial  de  España ,  á  lo  que  no  contribuyeron  poco  los  obispos  ,  autoridades 
las  mas  poderosas  en  el  gobierno  de  los  godos.  Yerilicada  la  conquista  por  los 
árabes  ,  los  españoles  que  se  sustrajeron  de  su  dominación  en  Asturias  ,  como  ya 
digimos,  conservaron  la  lengua  latina  que  no  tardaron  en  acabar  de  corromper; 
lo  propio  que  sucedió  á  los  pueblos  que  se  sujetaron  á  los  árabes ,  los  cuales  entre 
el  árabe  ,  el  godo  y  el  latin ,  formaron  la  lengua  romancesca  vulgar  ,  ó  sea  nuestra 
lengua  castellana,  en  la  que  á  pesar  de  la  formación  de  otros  varios  dialectos  que 
aun  se  hablan,  se  conservó  más  que  en  ninguna  otra  de  Europa,  si  exceptuamos 
la  italiana,  el  carácter  de  la  latina  en  todas  las  excelencias  de  esta. 

Si  bien  la  literatura  española  durante  la  dominación  romana  fué  la  de  este 
pueblo  rey,  en  la  que  lucieron  nuestros  antepasados  en  primera  linea  ,  luego 
que  se  formó  el  lenguaje  vulgar  ó  romance  nació  la  literatura  que  le  pertenece, 
rica  en  imágenes  y  metáforas,  y  de  bellas  descripciones,  particularmente  en  la 
poesía  ,  que  adquirió  ese  susto  oriental  que  tomó  de  los  árabes,  y  de  lo  cual  ya 
tratamos  en  nuestro  discurso  sobre  la  poesia  en  la  Corona  poclico-musical  ya 
citada.  A  pesar  de  que  no  queremos  reproducir  lo  ya  expresado,  no  podemos  me- 
nos de  presentar  los  poemas  del  Cid  y  de  Fernán  González ,  de  quien  descendemos, 
escritos  entre  el  siglo  XII  y  XIII ,  como  los  (irimeros  pasos  de  nuestra  literatura, 
que  tomó  grandes  proporciones  á  la  par  que  la  lengua  se  fué  perfeccionando,  en 
los  tiempos  de  S.  Fernando  y  de  su  hijo  Alfonso  el  Sabio,  de  los  que  hemos  ha- 
blado en  su  lugar.  Dejando  á  parte  los  poetas,  porque  ya  hemos  hecho  men- 
ción de  ellos,  recordaremos  solo  que  conliibuyeron  ala  formación  unos,  y  á 
la  perfección  de  nuestro  lenguaje  castellano  otros  :  hasta  el  siglo  XVI  se  dis- 
tinguieron principalmente  en  esto,  el  religioso  Berceo ,  el  mismo  Alfonso  el 
Sabio  en  sus  cantigas,  el  infante  D.  Juan  Manuel,  Ayala ,  Mena  ,  Jorge  Manrique 
y  los  marqueses  de  Villena  y  de  Sanlillana.  En  el  XVI,  XVII  y  XVIII,  el  Boscan, 
Castillejo,  Garcilaso  de  la  Vega  especialmente,  Ercilla,  la  Torre,  Herrera,  Rio- 
ja  ,  los  Argensolas,  Balbuena  ,  Jauregui,  Lope  de  Vega ,  Góngora  ,  el  artificioso 
Quevedo,  Soto,  Celina,  Amescua  ,  Esquiladle.  Gradan  el  exagerado,  Fr.  Luis 
de  León  ,  S.  Juan  de  la  Cruz  ,  el  P.  Sigüenza ,  S.inta  Teresa  de  Jesús  y  el  P.  Malón; 
en  el  siglo  XVIII,  Moratin,  Cadalso,  Huerta.  Iriarte.  Samaniego.  Melendez  Val- 
dés  .  Joveilanos,  y  Cienfuegos.  A  estos  podemos  aumentar  los  poetas  dramáticos, 
entre  los  que  podríamos  citar  algunos  de  los  Úricos  que  acabamos  de  mencionar, 
siendo  los  que  mas  ayudaron  á  la  lengua  y  los  que  mas  la  enaltecieron  progresiva- 
mente Juan  de  la  Encina  en  el  siglo  XV,  en  el  XVI  Fernán  Pérez  de  Oliva,  el 
P.  Bermudez,  Argensola  ,  Virués,  Naharro,  Lope  de  Rueda.  Avendaño,  Timone- 
da.  Cueva  ,  y  sobre  todo  el  fecundísimo  é  iacomparable  genio  draniático  Lope  de 

23 


—  17«  — 

Vega  Carpió.  Larga  larea  sería  citar  la  mullilud  de  poetas  dramáticos  del  siglo  XVII 
en  nuestra  patria,  cuna  y  madre,  por  decirlo  asi,  del  teatro  raoderao  de  toda  la 
Europa;  pero  habiéndolo  ya  hecho  en  la  citada  Corona  poélica,  solo  haremos 
mención,  como  autoridades  de  lenguaje,  que  á  la  mayor  parte  de  aquellos  pueden 
considerarse  tales,  á  Mira  de  Amescua,  Castro,  Montalban,  Tirso  de  Molina,  Mo- 
reto,  Alarcon,  el  culterano  Rojas,  el  lamoso  Calderón  de  la  Barca,  y  Solis.  SI 
se  exceptúa  á  Moralin  el  padre ,  á  Luyando  y  algún  otro  ,  pocos  poetas  dramáticos 
del  siglo  XVIII  embellecieron  nuestra  lengua,  pues  que  afrancesándose  en  imi- 
tación, después  de  un  extravagante  culteranismo,  el  galicismo  bastante  pronun- 
ciado sustituyó  á  la  pureza  del  lenguaje. 

Dice  un  autor,  y  asi  aparece  de  los  libros ,  «que  cuando  en  el  siglo  XVI  se  ha- 
llaba formado  el  lenguaje  poético,  la  prosa  todavia  se  resentía  de  demasiada  du- 
reza,  por  mas  que  revelase  ya  brío  ymagestad,  dotes  en  que  aventaja  á  las 
demás  nuestra  lengua.»  En  esta  parte  presenta  la  literatura  española  soberbios 
atletas  que  forman  respetabilísimas  autoridades ,  en  las  que  se  fundamentó 
nuestra  parla  castellana ,  elevándose  á  la  altura  y  perfección  en  que  la  hemos 
encontrado.  Los  libros  de  caballería  ó  novelas  románticas  que  hundió  con  sabia 
critica  el  inmortal  Cervantes,  á  pesar  de  su  estilo  afectado  y  extravagante,  de 
sus  exageradas  ideas  y  multiplicidad  de  metáforas  ridiculas,  así  como  las  nove- 
las pastoriles  que  las  sucedieron,  no  fueron  por  cierto  los  mejores  auxiliares 
para  embellecer  el  lenguaje;  pero  tampoco  le  ofendieron  tanto  como  muchos  de 
nuestros  modernos  libros,  hallándose  entre  los  autores  de  aquellas  extravagan- 
cias y  futilidades  algunos  que  merecen  consideración  ,  como  Silva  ,  Rivera  ,  Mon- 
temayor,  Montalvo,  Balbuena  y  Enciso.  Las  novelas  de  costumbres,  si  bien 
fueron  escritas  de  lal  modo  que  revelan  lo  estragado  del  gusto  de  la  época,  lo 
fueron  con  lenguaje  correcto  por  lo  general ,  y  asi  es  que  no  podemos  menos 
de  conceder  la  excelencia  de  buenos  escritores  castellanos  en  este  género  á 
D.  Diego  Hurtado  de  Mendoza,  Quevedo,  Espinel,  Alemán  y  Guevara.  Empero 
el  escritor  que  al  inmortalizarse  en  sus  obras  logró  poner  la  lengua  castellana 
en  su  mayor  altura  ,  y  hacerla  estudiar  y  admirar  de  todo  el  mundo  culto  ,  fué 
el  inimitable  Miguel  de  Cervantes  Saavedra  ,  honor  de  nuestra  lengua ,  gloría 
de  la  literatura  española,  admiración  universal ,  y  pesadilla  y  eterna  desespe- 
ración de  los  que  han  tratado  de  eclipsar  su  relevante  mérito.  Desde  la  Calatea, 
que  fué  su  primera  obra  publicada  en  í 584,  se  reveló  el  talento  de  este  genio 
fecundo  y  privilegiado;  pero  con  el  Quijote  hizo  una  notable  revolución  en  la  lite- 
ratura .  y  podría  decirse  también  que  en  el  lenguaje,  pero  sobre  todo  en  las  ideas,, 
pues  esta  producción,  que  conoce  ,  celebra  y  admira  todo  el  mundo ,  ha  sido  el  libro 
de  su  género  que  mas  celebridad  y  fama  ha  alcanzado,  siendo  su  lenguaje  el  modelo 
mas  acabado  del  idioma  castellano,  con  lodos  sus  modismos,  excelencias  y  de- 
más cualidades  que  le  ennoblecen.  El  Quijote,  al  empezar  el  siglo  XVII ,  termina 
en  la  perfección,  por  decirlo  así,  la  obra  lingüística  empezada  por  el  poema  del 
Cid  al  finalizar  el  siglo  XII. 

Con  notable  criterio  se  apoyó  la  Real  Academia  de  la  Lengua  para  la  forma- 
ción del  Diccionario  castellano ,  que  publicó  en  17'26  (á  los  trece  años  de  su  funda- 
ción) ,  en  la  autoridad  de  doscientos  sesenta  y  un  autores  ,  y  entre  ellos  setenta 
poetas  y  ciento  noventa  y  un  prosistas,  lomándolos  desde  el  principio  del  si- 
glo XIII  al  primer  tercio  del  XVIIl,  muchos  de  ellos  aquí  citados  en  ambos 
géneros,  y  muy  especialmente  en  Cervantks,  al  que  podemos  coronar  como  al 


—  17!»  — 

príncipe  de  nuestro  idioma  caslellano,  puesto  que  él  le  elevó  ,  en  nuestro  con- 
cepto, á  la  mayor  perfección  que  há  alcanzado  como  tal  idioma;  empero  no 
podemos  menos  de  confesar,  que  además  de  los  poetas  en  verso  ó  en  prosa  que 
hemos  citado,  como  autoridades  del  lenguaje,  hay  respetabilísimos  autores  en 
los  demás  ramos  de  literatura  y  de  ciencia ,  que  contribuyeron  igualmente  á  la 
perfección  de  nuestra  lengua  oficial ,  y  en  muchos  de  los  cuales  se  apoyó  también 
la  Academia  ;  por  lo  cual  no  debemos  dejar  sin  citar  al  menos  los  que  en  nuestro 
concepto  mas  lo  merecen  por  sus  buenas  obras  y  celebridad ,  descartándonos  de 
Ouevedo,  genio  de  universal  literatura  de  quien  ya  hemos  hecho  mención  como 
poeta,  de  S.  Juan  de  la  Cruz,  Santa  Teresa  y  Fr.  Luis  de  León  citados  ya  entre 
los  mismos  ,  y  de  los  demás  del  expresado  género,  por  abreviar  y  no  repetir  nom- 
bres. Fueron  estos:  Los  teólogos  S.  Isidoro,  el  judio  Alfonso  del  siglo  Xlfl ,  y  Mar- 
tini  del  XIV ;  el  cardenal  Cisneros  en  el  XV;  Arias  Montano,  Melchor  Caoo.e! 
P.  Scio ,  y  Torres  Amat:  que  si  los  primeros  no  pertenecen  á  la  época  de  la 
introducción  del  romance  castellano  ,  dan  autoridades  de  buena  ley  para  la  lengua 
latina  de  que  se  derivó  principalmente;  y  si  lodos  fueron  latinos  mas  que  caste- 
llanos sublimes  en  la  lengua  madre,  algunos  de  ellos  lo  fueron  también  en  la  vul- 
gar. Debemos  contar  también  como  autoridades  respetabilisimas  al  célebre  gra- 
mático latino  Antonio  Nebrija ,  el  anticuario  Amonio  Agustín,  el  P.  Sánchez  y  el 
jesuíta  La  Cerda  ,  y  los  filósofos  Luis  Vives  y  el  célebre  Raimundo  Lulio  ,  si  bien 
éste,  como  alguno  que  otro,  le  citamos  por  respeto,  pero  no  como  autoridad  en 
el  sentido  que  las  presentamos,  sublimaran  el  lenguaje;  Fernán  Pérez  de  Oliva, 
el  P.Guevara,  Palacios  Rubios,  Salazar,  el  bachiller  Rhua,  Megia  ,  Villalobos, 
el  famoso  Ministro  de  Felipe  11  Antonio  Pérez,  el  escritor  sagrado  venerable  Padre 
Avila,  Saavedra  Fajardo,  Fr.  Luis  de  Granada  ;  como  historiadores  Ambrosio  de 
Morales,  Ocampo,  Garibay,  Zurita,  el  célebre  P.  Mariana,  Meló,  Moneada,  Men- 
doza, Solís,  Megia,  Pérez  de  Hita,  Sandoval,  Dávila,  y  Gonzalo  de  Céspedes; 
y  los  escritores  del  siglo  XVllI,  el  eruditísimo  Benedictino  Feíjoo,  el  P.  Isla, 
Mayans  y  Sisear,  el  P.  Flores,  Campomanes,  Cabarrús,  Jovellanos,  Florida- 
blanca ,  Marina,  Asso,  nuestro  ilustrado  Azara,  Casiri,  Castro,  Velazquez  y 
otros. 

Si  bien  en  el  siglo  XIX  ana  torba  de  traductores  y  de  escritores  improvisados 
en  todos  géneros,  sin  mas  instrucción  que  su  ambición  de  gloria  6  un  espíritu 
mercantil,  ó  de  bandería,  ha  invadido  nuestra  lengua,  no  ya  con  voces  españolas 
de  nuestros  dialectos,  ni  con  las  palabras  nuevas  á  que  bandado  lugar  nuestras 
necesidades  presentes  y  nuestra  mas  frecuente  correspondencia  con  los  pueblos, 
porque  esto  lejos  de  corromper  la  lengua  castellana  ,  la  enriquecería  é  iria  hacién- 
dola verdaderamente  nacional,  sino  con  giros  disparatados,  galicismos  y  vocablos 
de  ambigua  ó  díficil  significación  ;  si  bien,  repetímos  ,  desde  principio  de  este 
siglo  el  galicismo  se  empezó  á  entronizar  en  nuestro  armonioso  lenguaje,  no  han 
faltado  ni  faltan  aun  en  nuestra  época  autoridades  respetables  de  pureza  y  de 
buen  gusto  que  le  hayan  sostenido,  defendido,  y  aun  enriquecido  en  el  sentido 
que  deseamos  se  perfeccione. 

En  efecto,  empezó  el  siglo  como  poeta  y  escritor  prosista  castellano  snblirae 
el  celebré  patriarca  de  nuestra  literatura  contemporánea,  el  Excmo.  Sr.  D.  Ma- 
nuel José  Quintana,  único  poeta  laureado  de  España  (1),  y  de  tan  buen  maestro 

(1)     El  virluoso  Quintana  ,  que  hace  muchos  años  que  está  laureado  en  la  opinión  de  los  lite- 


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no  pudieron  menos  de  salir  excelenles  discípulos,  que  supiesen  manleiiKr  las 
glorias  alcinziidas  al  lenguaje  por  su  ilustrado  niaeslro.  Debemos  citar  también  en 
este  siglo  ni  célebre  fí.  Leandro  Fernandez  de  Mora'.in ,  restaurador  del  buen  gusto 
en  nuestro  teatro  nacional ;  al  honrado  é  ilustrado  escritor  poeta,  prosista  y  político 
D.  Francisco  Marlinez  de  la  Rosa,  hoy  digno  presidente  de  la  Real  Academia  de  la 
lengua  ;  al  célebre  Conde  de  Toreno,  cuyos  escritos  son  obras  maestras  de  elegante 
y  [luro  castellano;  al  estudioso  y  entendido  D.  Anlonio  Gil  y  Zarate ,  cuyo  pre- 
cioso Manual  de  literatura  acredita  su  inteligencia  literaria  y  su  buen  decir; 
á  los  difuntos  f).  Juan  Nicasio  Gallego,  D.  Jaime  Balines,  D  Joaquín  María  López,  y 
al  satírico  D.  Bartolomé  José  Gallardo,  gran  conocedor  de  nuestra  bibliografía  cas- 
tellana; al  Marqués  de  Vidal;  nuestros  ilustrados  amigos  íí.  José  Caveda  ,  al  que 
también  debe  mucho  el  dialecto  bable  ó  asturiano;  D.  Manuel  Bretón  de  los  Her- 
reros, el  mas  fecunilo  de  nuestros  poetas  dramáticos;  O.  Eugenio  Tapia;  V.  Juan 
Evgenio  Harlzembucb  ;  y  en  fin  otros  varios  poetas  y  prosistas  que  hacen  hoy 
honor  á  su  patria  y  á  la  lengua  ,  entre  los  que  debemos  contar  en  distinguido  lu- 
gar al  entendido  y  sabio  filülogo  Sr.  ¿íaraií ,  á  los  autores  de  los  Diccionarios  de 
la  lengua  que  citamos  en  la  conclusión  de  este  escrito ,  y  en  primera  línea  á  nues- 
tro respetable  amigo  é  ilustrado  gefe  el  F.xcsio.  Sr.  D.  Agl'stin  Duran  ,  bibliotecario 
mayor  y  director  de  la  Biblioteca  nacional,  que  con  sus  escritos  y  poesías,  sabios 
artículos  de  crítica,  y  muy  especialmente  con  el  ilustrado  Cnncionero,  que  lleva 
su  nombre  en  dos  ediciones,  ha  resucitado  y  explicado,  con  admirable  criterio  y 
gran  suma  de  conocimientos,  nuestra  historia  nacional  consignada  en  nuestros 
antiguos,  dulces,  armoniosos  y  heroicos  cantares  escritos  en  la  vigorosa,  majes- 
tuosa y  sonora  parla  antigua  castellana,  en  la  que  escribe  y  compone  él  mismo 
con  tal  facilidad  y  maestría  ,  que  pudiera  muy  bien  pasar  por  un  caballero  de 
los  antiguos  tiempos,  reservado,  tras  las  pasadas  generaciones,  para  dar  á  cono- 
cer, restaurar  y  conservar  en  el  siglo  XIX  el  lenguaje  castizo  de  los  trovado- 
res mas  afamados,  como  un  respetable  monumento  digno  de  veneración  y  de 
recuerdo. 

En  medio  de  la  multitud  de  poetas  con  que  cuenta  hoy  nuestra  España  ,  entre 
los  que  se  distinguen  el  caballero  Duque  de  Rwas,  Zorrilla,  el  mas  fecundo  de 
nuestros  poetas  líricos;  el  melifluo  Campoamor  ,  el  apologista  Baeza  ,  el  distingui- 
do Vega,  y  muchos  de  los  que  en  diferentes  géneros  han  escrito  en  la  Corona 
poética  de  .4iaro,  aparecen  algunos  con  tales  dotes  de  riqueza  lingüística,  que 
embellecen  en  sus  producciones  nuestra   hermosa  parla  castellana,  vistiéndola 


ralos  españoles .  que  le  Yeneraa  como  á  su  mas  ilustre  y  mejor  maestro ,  y  en  la  de  los  hombres 
cultos  de  Europa  .  que  le  respetan  y  admiran,  recibió  de  las  au|;uslas  manos  de  su  reina  Doña 
Isabel  11 .  de  quien  fué  digno  maestro,  la  corona  de  laurel  de  oro  el  dia  25  de  Marzo  de  1855 
en  el  salón  del  Senado  .  á  que  asistió  el  Gobierno  y  lo  mas  ilustre  de  Madrid  .  en  el  acto  mas  so- 
lemne y  magniTico.  y  el  único  que  se  ha  celebrado  en  España  i  este  efecto  ,  al  cual  fué  condu- 
cido en  triunfo  en  coche  de  la  Real  casa.  Este  solemne  aclo  quedará  consignado  en  un  gran 
cuadro  costeado  por  la  nación  por  acuerdo  y  ley  de  las  Corles  Constituyentes,  á  cuyo  efecto  se 
llamó  á  oposición  á  los  artistas  pintores,  la  que  ganú  el  profesor  D.  Bernardo  López,  pintor  do 
cámara.  El  poeta  D.  Vicente  Barrantes  publicó  un  lujoso  opúsculo  con  el  retrato  coronado 
de  Quinlan.i ,  y  las  composiciones  poéticas  que  se  leyeron  ,  en  el  que  se  dá  noticia  bien  ei- 
tensa  de  cuanto  tiene  relación  con  este  memorable  acontecimiento .  el  primero  de  su  clase 
en  nuestra  patria. 


—  181  — 

i'.on  osleiilos.is  galas,  que  la  presentan  en  toda  su  majestad  antigua,  y  ataviada 
con  las  ricas  preseas  de  la  moda  ,  haciéndolo  con  tal  habilidad  y  gusto,  que  lejos 
de  presentarla  desfigurada  y  ridicula  con  la  mezcla  de  lan  distintos  adornos,  nos 
la  hacen  ver  tan  seductora  y  bolla  como  noble  y  majestuosa,  que  es  como 
ilehe  estar  y  como  nosotros  la  deseamos:  otros  por  el  conlrario,  mas  ignorantes 
ó  con  gusto  estragado  ,  la  visten  tan  ridicnlamente  que  causa  lástima  verla  lan 
liorrihlenienle  desfigurada. 


—  182  — 


PARTE  QUINTA. 


DE  LA  ESCRITURA  EN  GENERAL,   Y   EN  PARTICULAR  DE  LA  ESPAÑOLA. 


Dice  un  aulor  español ,  al  hablar  del  arle  de  escribir,  que  entre  las  /acuiíodes 
con  que  el  Omnipotente  distinguió  al  hombre  de  los  demás  vivientes  después  de  ha- 
berle infundido  el  alma  racional  con  suf  potencias ,  mereció  muy  distinguido  lugar 
las  de  poder  hablar  y  escribir.  Siendo  esla  una  verdad  inconlestable,  podenaos 
considerar  á  la  primera  una  expresión  por  medio  de  la  voz,  y  á  la  segunda  por  el 
de  los  caracteres  con  los  que  la  pluma  hace  los  oficios  de  la  lengua.  Siendo  las 
letras  los  elementos  escritos  del  idioma  ,  de  su  unión  se  forman  las  sílabas  y  las 
palabras  con  las  que  el  juicio  humano  pone  de  manifiesto  sus  concepciones  inter- 
nas, sus  pensamientos,  y  los  afectos  de  su  voluntad.  Dice  otro  autor  compatriota, 
que  el  pincel  y  la  pluma  tienen  igual  excelencia;  razón  por  la  que  se  denomina 
pintura  viva  á  la  oración ,  pues  que  dando  color  y  cuerpo  al  pensamiento,  nos 
presenta  todos  los  tiempos  como  si  los  tuviéramos  á  la  vista,  porque  pasando  la 
palabra  por  los  oidos ,  así  como  la  pintura  por  los  ojos,  ambas  arles  estampan  en 
la  mente  la  imagen  de  las  cosas.  Si  la  facultad  de  hablar  arrastra  tras  de  si  los 
corazones,  seduce  y  manda  con  mas  imperio  y  fuerza  que  las  armas,  no  pocas 
veces  vencidas  por  una  fluida  y  enérgica  elocuencia,  la  de  escribir  dá  vida  á  las 
cosas  insensibles,  y  hace  que  hablen  las  figuras,  tengan  facultades  vivificantes 
las  estatuas,  se  conserve  lo  mas  antiguo,  presente  lo  pasado,  cercano  lo  lejano, 
y  moviendo  los  afectos,  los  irrita  ó  templa  á  su  capricho  por  medio  de  las  letras: 
ejemplo  de  ello  esas  cartas  y  proclamas  cuya  lectura  entusiasma  á  los  ejércitos, 
incita  á  los  partidos  á  la  pelea  ,  ó  llevan  la  alegría  ó  el  pesar  á  las  naciones  en 
general ,  y  á  las  familias  ó  á  sus  individuos  en  particular. 

Con  solo  repasar  ligeramente  la  obra  del  erudito  Hermán  Hugo  ,  titulada :  De 
prima  scribendi  origine  el  universce  rei  literaria!  antiquitate ,  se  conocerán  los 
muchos  sabios  que  trataron  sobre  el  origen  de  la  escritura ,  cuyas  diversas  opi- 
niones, que  este  autor  compila ,  ponen  de  manifiesto ,  que  como  en  la  mayor  par- 
te de  los  conocimientos  humanos  de  grande  autoridad  ,  el  origen  es  de  imposible 
averiguación,  y  solo  se  puede  caminar  hacia  él  por  medio  de  conjeturas  mas  ó 
menos  razonables;  conjeturas  que  por  lo  general  conducen  mas  al  ridiculo  del 
que  las  propone,  y  á  embrollar  y  oscurecer  mas_  y  mas  la  cuestión,  en  vez  de 
aclararla  y  dar  gloria  al  investigador. 

Después  de  calificar  Hugo  de  error  muchas  de  las  opiniones  de  que  se  hace 


—  183  — 

cargo ,  pretende  probar,  y  lal  vez  caiga  en  un  nuevo  error,  es  probable  que 
asi  sea,  que  la  invención  de  las  letras  se  debe  á  los  hebreos  anteriores  á  Moisés 
y  á  Abraham :  Adán ,  Enoc  y  los  demás  hijos  de  Seth  escribieron  con  ellas  ,  y  cree 
descubrir  el  modo  de  propagarse  de  estos  á  las  colonias.  Warbuthon  ,  copiado  por 
Jancourt,  que  lo  hizo  en  la  Enciclopedia  francesa  del  siglo  pasado,  pretendió  que 
el  origen  del  primer  alfabeto  fueron  los  geroglificos  egipcios,  suponiendo  que 
antes  de  estos  no  hubo  ninguna  clase  de  escritura  en  el  mundo ,  y  que  si  la  hubo 
fué  geroglifica  ó  de  figuras  como  la  que  usaban  los  megicanos;  esta  puede  verse 
en  la  preciosisima  obra  de  la  Historia  de  este  Imperio  que  se  imprimió  en  Lon- 
dres, y  dg  la  cual  se  conserva  un  ejemplar  en  la  Biblioteca  Nacional  de  Madrid. 
Los  que  siguieron  ó  copiaron  al  referido  autor,  hacen  á  Thoot  Otot,  que  dicen 
fué  servidor  de  los  primeros  reyes  egipcios,  autor  de  la  primera  escritura  y 
del  abecedario  que  se  le  supone ;  pero  nosotros  tenemos  este  origen  por  fabu- 
loso y  á  este  Otot  por  enigmático,  y  una  de  tantas  otras  consejas  como  sobreesté 
invento  se  han  dicho  y  escrito.  Las  mismas  dificultades  que  se  encuentran  en 
los  primeros  pasos  de  la  historia  de  las  lenguas  de  que  ya  hemos  dado  noticia 
en  la  primera  parle  de  este  discurso ,  se  hallan  en  la  de  la  escritura  por  mas 
que  esta  facultad  sea  naturalmente  mas  moderna  que  aquella  ,  no  fallando  quien 
(¡retenda  que  el  lenguaje  geroglifico  ó  de  exposición  fué  antes  que  el  hablado  ó 
de  los  sonidos  ,  cosa  que  se  opone  á  la  naturaleza.  Discurriendo  Filón  sobre  el 
invento  y  los  inventores,  hace  autor  de  las  letras  á  Abrahan  ;  Josefo,  Polidoro, 
Virgilio,  Opmerio,  Gregorio  Tolosano  y  Luis  Vives,  á  Enoc,  hijo  de  Seth,  antes  de 
Abrahan;  Bibliandro  concede  á  Adam  esla  gracia;  Eupolemo,  Eusebio,  Clemen- 
te Romano  ,  Cornelio  Agripa,  Crinito,  Testor  y  Giraldo,  opinan  que  fué  Moisés; 
los  Alejandrinos  Clemente  y  Cirilo  ,  Herodoto  ,  Pómpenlo  Mela  ,  Herodiano  ,  Rufo, 
Festo,  Zopirio,  Forunto,  Plinio,  Lucano  y  Josefo  Escallgero  atribuyen  la  inven- 
ción á  los  Fenicios;  S.  Cipriano  á  Saturno,  Tácito  á  los  egipcios,  y  otros  á  los 
asirlos  y  hebreos,  y  á  los  demás  pueblos  antiguos,  lo  cual  prueba  que  todos  sen- 
taron el  principio  en  conjeturas  que ,  por  falta  de  sólidos  cimientos,  no  pueden 
sostenerse  ,  y  vienen  á  caer  por  su  propio  peso. 

Empero  como  los  pueblos  de  mayor  antigüedad  de  que  han  llegado  á  nosotros 
algunos  restos  sean  los  hebreos,  fenicios  y  egipcios  que  confunden  en  esla  cues- 
tión frecuentemente  los  autores  antiguos,  forzoso  será  tomar  un  punto  de  partida, 
siquiera  sea  en  la  fábula  ,  puesto  que  el  origen  de  la  historia  siempre  la  trae  por 
(iroemio  indispensable,  lo  que  prueba  la  cortedad  de  vista  del  humano  entendi- 
miento ,  al  que  no  le  es  perrailido  ver  mas  allá  del  limite  al  que  el  Criador  de  to- 
das las  cosas  qniso  reducirle  en  castigo  de  su  soberbia.  Creyendo  nosotros  al 
Todopoderoso  agente  especial  é  indispensable  para  todos  los  inventos  útiles  y  be- 
neficiosos al  hombre,  estamos  persuadidos  de  que  este  ser  hallarla  las  letras  por 
inducción  divina;  pero  esto  no  nos  lleva  á  tener  por  cierto,  como  á  Bibliandro, 
que  esta  gracia  fuese  ya  concedida  al  primer  hombre ,  como  lo  pretende  en  su  Co- 
mentario de  litteris.  ni  á  Noé,  como  lo  quiere  Polidoro  Virgilio,  en  el  cap.  VI,  li- 
bro 1.°  de  su  obra,  á  pesar  de  aquel  Adam  divinitus  edoctus  primus  scienliarum  et 
UUerarum  inventur ,  que  ,  según  Roca  de  Camerino  en  su  Comentario  á  la  Bibliote- 
ca Vaticana,  se  halla  escrito  al  pié  de  la  efigie  de  Adán  en  el  pórtico  de  la  expre- 
sada Biblioteca  en  Roma.  Suidas,  en  la  voz  Adán,  sigue  en  la  opinión  que  le  hace 
inventor  de  las  letras  y  de  lodos  los  descubrimientos;  y  continuando  en  ella  Opme- 
rio, hace  á  Esdras  el  restaurador  de  las  letras  de  los  hebreos,  y  no  el  inventor 


—  184  — 

como  lo  creyó  S.  Gerónirao,  manifestando  S.  Aguslin,  en  su  Ciudad  de  Dios,  que 
anles  de  la  ley  dada  á  Moisés  por  Dios  lenian  letras  ya  los  hebreos. 

Dice  Guillermo  Postello,  en  su  Tratado  de  letras  fenicias,  que  cuasi  todas  las 
naciones,  porque  los  hombres  han  sido  siempre  ambiciosos,  quieren  atribuirse 
la  invención  de  las  letras  ,  y  que  por  eso  los  árabes,  para  persuadir  á  la  posteri- 
dad que  ellos  las  hablan  hallado,  variaron  el  nombre,  la  figura  y  el  orden  de  las 
letras  que  aprendieron  de  los  hebreos.  Sea  la  que  quiera  la  nación  de  la  invención, 
lo  cierto  es  que  el  pueblo  hebreo  es  el  que  nos  presenta  una  antigüedad  mayor  en 
el  uso  de  las  letras  como  representación  de  los  sonidos  de  la  voz  humana,  si  bien 
somos  de  la  opinión  de  Tilo  Livio,  de  que  en  aquellos  primeros  tiempo^  las  letras 
serian  pocas  y  raras,  y  esas  grabadas  en  piedras  (1),  y  que  la  memoria  debió  ser 
el  mas  fiel  depósito  de  las  cosas. 

Reconocidos  los  hebreos,  si  no  por  los  inventores  de  las  letras,  al  menos  por 
los  primeros  que  podamos  conocer  hicieron  uso  de  ellas,  seguiríamos  á  los  auto- 

(<J  Db  las  haterías  en  que  se  nA  ESCRITO  T  DE  LOS  UTENSILIOS  PAiiA  ESCRIBIR.  Sabido  es 
por  los  autores  de  arqueología,  que  en  los  mas  antiguos  tiempos  de  que  tenemos  noticia,  se  es- 
cribió en  piedras,  láminas  metálicas,  tablas  cepilladas,  lienzo  preparado,  tabletas  enceradas  y 
en  cortezas  y  hojas  de  árboles  y  plantas  ,  basta  el  llamado  popirui  de  los  egipcios.  ( Vencidos  los 
romanos  por  los  godos,  estos  sustituyeron  para  escribir  á  las  materias  duras  otras  débiles.)  Se 
dice  que  las  Sibilas  escribieron  en  hojas  de  palma,  lo  cual  hacian  también  los  egipcios,  y  debie- 
ron verificarlo  de  este  modo  los  hebreos,  los  que  pretende  algún  autor  escribieron  en  malvas,  y 
los  asirlos;  si  bien  de  tiempos  no  tan  lejanos  hemos  visto  escritura  hebrea  y  siriaca  en  lar- 
gas hojas  de  palma.  Criase  en  los  pantanos  del  Nilo  un  arbusto  .  especie  de  ciprés  ,  que  echa  & 
su  pié  unas  hojas  largas  y  estrechas  como  las  de  la  espadaña  ,  y  cuyo  tronco  triangular  es  fibro- 
so y  hueco  ;-la  corteza  de  este  arbusto  ,  llamado  hoy  papirus  de  Egipto  ,  se  compone  de  túnicas 
que  se  desunen  fácilmente  con  cualquier  instrumento  cortante;  las  expresadas  hojas  las  uoiaa 
con  tal  arte  que  no  se  conocía  la  unión  ,  y  de  este  modo  formaban  el  papel  de  color  muy  blanco 
y  del  tamaño  que  querían  ;  pero  para  darle  mayor  consistencia  juntaban  ,  pegándolas  ,  dos  lelas, 
cruzándolas  una  sobre  otra  á  fío  de  que  quedasen  encontrados  sus  hilos,  de  modo  que  venia  á 
resultar  un  tegido  á  la  vista  al  cual  con  una  tercera  tela  se  dio  después  mayor  consistencia:  ade- 
más de  este  usaron  los  antiguos  de  un  papel  llamado  tiliat  ,  tan  fino  como  la  seda  mas  delgada; 
los  romanos  escribieron  en  hoja  de  marfil  sus  cartas  misivas,  y  también  en  tablillas  enceradas. 
Según  Yarron  ,  se  empezó  á  usar  el  papirus  en  las  cooquislas  de  Alejandro.  Los  libros  formados 
de  tablillas  de  maderas  finas  y  delgadas,  de  dos  dedos  de  ancho  por  dos  ó  tres  cuartas  de  largo, 
estaban  atados  por  una  cuerdecita  floja  ,  pasada  por  un  agujero  que  lenian  al  extremo  ,  de  tal  modo 
que  leida  una  hoja  se  levantaba  para  poder  leer  la  siguiente.  De  esle  sistema  usado  por  los  anti- 
guos se  conserva  un  ejemplar ,  si  bien  no  muy  antiguo,  en  la  biblioteca  del  Escorial ,  que  dice 
Merino  se  asegura  haber  sido  regalado  por  el  famoso  Ambrosio  de  Morales  ;  su  escritura  está  he- 
cha con  aguja  ,  y  las  letras  formadas  á  puntos.  Según  S.  Gerónimo,  la  costumbre  de  escribir  en 
pergamino,  llamado  así  por  haberse  inventado  en  Pérgamo  ,  se  debe  al  rey  Átalo  ,  y  fué  tanto  lo 
que  se  apreció  esta  materia  para  escribir,  que  cuando  en  el  siglo  XIV  y  XV  se  le  quiso  susti- 
tuir para  lodo  el  papel  que  hoy  usamos,  se  dieron  decretos  en  Italia  para  evitar  el  abuso.  En  el 
siglo  XV  se  escribían  algunas  escrituras  en  papel  cortado  en  forma  de  cinta  ,  de  ocho  dedos  de  an- 
cho ,  escribiéndose  á  lo  largo ,  cosiéndose  unas  liras  á  otras  hasta  que  se  acababan  ,  de  modo  que 
las  había  que  tenían  seis  y  siete  varas. 

Según  Torio ,  en  algunos  siglos  se  escribía  en  pieles  de  pescado,  escamas  de  tortuga  é  inleslínos 
de  anímales;  los  antiguos  chinos  por  medio  de  combinaciones  de  nudos  en  una  cuerda  ,  y  lo  propio 
se  dice  de  los  peruanos:  que  el  modo  de  hacer  el  papel  se  conoció  desde  los  mas  remotos  tiempos 
en  la  China  y  en  el  Japón ;  que  en  Sicilia  y  en  la  Calabria  habia  también  papirus ,  al  que  llamaron 


—  isr.— 

res  antiguos  para  dar  alguna  iJea  del  modo  con  que  se  propagaran  ó  introdujeran 
en  los  demás  pueblos;  pero  es  tal  el  laberinto  de  opiniones  encontradas  que  for- 
man los  autores  desde  la  designación  de  letras  áticas,  que  se  suponen  las  mas 
antiguas  de  la  Grecia;  las  de  Egipcio,  de  la  diosa  Isis;  las  del  Lacio,  que  suponen 
llevaron  á  Italia  los  pélaseos  ó  Carmenta  ,  madre  de  Evandro  ;  las  etruscas ,  apren- 
didas de  Corinlhio  Daraoralo,  y  las  godas  de  ülfilas  ,  arzobispo  de  los  godos  ,  que 
no  podríamos  salir  de  él  bien  ni  guiar  al  lector ,  aunque  para  ello  nos  prestase 
Ariadna  su  bilo  salvador,  pues  que  solo  Dios  nos  podría  sacar  de  este  intrincado 
laberinto  con  buen  éxito.  Por  lo  tanto  ,  dejando  al  curioso  en  la  libertad  de  inter- 
narse en  tan  difícil  selva  de  congeturas,  donde  no  podrá  menos  de  perderse  ,  solo 
nos  atendremos  á  ciertas  noticias  que  tenemos  por  mas  probables ,  á  pesar  de  que 
también  tengamos  las  mas  de  ellas  entre  las  congeturales.  S.  Isidoro,  en  el  cap.  III 
del  lib.  1  ,  sospecha  que  las  letras  griegas  y  latinas  procediesen  de  las  bebreas.  En 
este  sentir  dice  que  se  aumentó  la  F ,  compuesta  de  una  gamma  doble  ;  y  asi  fue- 
ron aumentándose  la  //,  la  Z ,  la  V ,  y  otras  que  no  se  hallan  en  esta  acepción  en 
el  alfabeto  hebreo.  Después  de  todo  lo  dicho  debemos  confesar  de  buena  fe,  que 
la  invención  de  las  letras  no  pertenece  á  pueblo  ni  á  hombre  alguno,  sino  al  mis- 
mo Dios,  autor  de  todas  las  cosas,  y  el  único  que  puede  inspirarlas  al  hombre 
para  que  las  publique:  de  modo  que  incapaz  de  crear  el  hombre  ,  es  solo  el  clarín 
de  la  creación  divina,  el  vehículo  por  el  que  Dios  dá  á  conocer  las  cosas;  pero  el 
hombre  en  su  natural  soberbia  y  en  su  irracional  orgullo,  tiene  la  osadía  de  atri- 
buirse la  invención  de  las  cosas  que  le  fueron  dichas  por  inspiración  de  Dios,  que  le 
hizo,  por  una  especial  gracia,  maestro  de  la  ciencia  del  invento,  para  que  haga 
conocer  sus  ventajas  y  las  enseñe  á  los  demás.  Parécenos  haber  dicho  ya  lo  bas- 
tante sobre  el  origen  de  la  escritura  y  de  los  mas  antiguos  caracteres  como  intro- 
ducción á  nuestra  escritura  nacional ,  de  que  vamos  á  ocuparnos. 

papero  en  Italia ,  y  que  de  la  corteza  ordinaria  se  liacia  el  papel  basto  para  envolver  :  que  en  los 
siglos  VIII  y  IX  el  uso  del  papel  de  algodón  liito  abandonar  el  papirus ,  basta  que  el  descubri- 
miento del  de  trapos  bizo  olvidar  todas  las  demás  materias.  Hace  pocos  años  que  la  industria  in- 
ventó e!  papel  continuo,  cuya  calidad  ,  si  bien  le  presenta  de  mucha  blancura  y  belleza  en  un 
principio ,  es  de  tan  corta  duración  ,  que  dentro  de  muy  pocos  años  reducirá  á  polvo  cuanto  en  él 
se  baya  escrito  é  impreso,  razón  por  la  que  está  prohibido  su  uso  en  las  oficinas  del  Estado  y  en 
escrituras  y  documentos  de  importancia. 

Los  instrumentos  para  escribir  en  las  materias  duras  fueron  una  especie  de  buriles  ,  y  para  es- 
cribir en  las  tablas  asceradas  los  estilos  ,  especies  de  punteros  de  metal  ó  de  hueso.  En  el  cristal 
se  escribió  siempre  con  puntas  de  diamante  ,  con  pastas  duras  colocadas  sobre  tablillas  ,  y  con 
cualquier  palo  y  con  el  dedo  sobre  la  arena  y  tierra  preparada  ó  barro  ,  que  se  cocía  después  para 
que  se  conservase.  Escribióse  también  en  lo  antiguo  con  carrizos  ó  cafíitas  delgadas  y  duras  y 
lustrosas  ,  que  son  los  llamados  Cálamos  de  Mernlis  ,  Gnido  y  Nilo  y  del  Taxo  ,  usadas  por  los  orien- 
tales ,  y  en  fin  con  pinceles  como  los  chinos  y  japones.  Después  de  todas  estas  materias  se  vio  por 
los  calígrafos  la  utilidad  de  las  plumas  de  las  aves  para  escribir  ,  y  empezaron  á  usarlas  de  pavo, 
águila,  buitre  y  de  cisne,  y  estas  fueron  consideradas  como  las  mejores,  eligiéndolas  por  lo  co- 
mún del  ala  derecha  ,  porque  se  acomodan  bien  sobre  el  índice  ,  en  cuya  última  coyuntura  descan- 
sa. La  moda  ha  introducido  en  estos  últimos  años  plumas  metálicas  diestramente  cortadas  á  todos 
los  gustos ,  habiéndolas  de  plata  y  oro  ;  pero  estas  plumas ,  si  bien  se  han  generalizado  en  el  uso 
común  ,  no  son  ni  se  usan  para  escribir  documentos  de  archivo,  como  escrituras,  etc.,  porque 
dan  muy  poco  grueso  y  no  se  avienen  bien  á  todos  tos  papeles. 

24 


—  180  — 


1)K    \A    KSClUrtKA    KSPAÑOI.A  ,     PK-SOE    LOS    TIEMPOS    MAS    mCVOTns     1IAST\ 
NOSOTHOS. 

IJilrc  los  v;irios  fiscrilores  cspanoli's  de  polisrafíiis  y  paleosivifins,  [).  Crislohal 
liiidriifuez ,  iUistrnilo  en  su  obr.i  por  D.  Blas  Antonio  Xassarre  ,  os  el  que  increco 
miiyor  consideración  anles  de  (|ue  apareciese  el  erudito  y  sabio  calígrafo  escola- 
pio P.  Andrés  Mermo,  sin  que  por  esto  tengamos  en  poco  al  ilustrado  P.  Terrero!:, 
i|ue  nos  dejó  en  sus  obras  muclio  que  aprender  y  que  admirar.  Modernos  en  Es- 
paña los  maestros  de  escribir  ,  el  primero  (¡ue  publicó  sus  obras  fué  el  vizcaino 
Juají  de  hiar ,  el  cual  empezó  á  enseñar  la  letra  llamada  magistral ,  que  ya  pocos 
años  hacia  enseñaban  en  Italia  Vicentino  y  TalUente,  con  buen  éxito,  éntrelos 
niños  á  quienes  enseñaban  á  escribir. 

El  origen  de  la  escritura  en  España  eslá  envuelto  en  las  mismas  tinieblas  que 
su  lengua  primitiva,  y  esto  lia  dado  lugar  á  que  invadiéndose  el  campo  de  las  con- 
jeturas ,  se  urdan  porción  de  fábulas  que  no  lian  hecho  otra  cosa  mas  que  espesar 
el  tupido  velo  que  nos  oculta  el  pasado.  Por  mas  que  se  haya  pretendido  dar  va- 
lor á  las  conjeturas  y  verificar  las  fábulas ,  lo  cierto  es  que  se  ignora  quiénes  fue- 
ron los  primeros  que  poblaron  á  España  ,  y  de  consiguiente  mal  puede  saberse  cuál 
fué  su  lenguaje  oral  y  escrito,  pues  que  la  cita  que  nos  hace  Estrabon,  nos  hace 
mas  honor  que  da  claridad  sobre  nuestra  pretendida  cultura,  que  hace  remontar 
á  tan  prodigiosa  antigüedad. 

A  falta  de  documentos  de  mayor  antigüedad  ,  los  escritores  calígrafos  y  paleó- 
grafos españoles  y  extranjeros  han  presentado  nuestras  monedas  ibéricas  ó  celti- 
beras, según  otros,  como  antiguos  monumentos  que  acreditan  nuestra  antigua 
lengua  y  escritura ;  pero  unos  lo  hicieron  tan  difusamente  como  resbaladizas  fueron 
sus  pruebas,  y  otros  tan  someramente  que  acreditaron  que  fiados  en  ia  lección  de 
los  anteriores  ó  en  conjeturas  pasajeras,  no  se  tomaron  interés  en  profundizar  la 
materia.  Es  lo  cierto  ,  sin  embargo,  que  los  caracteres  escritos  que  aparecen  en 
las  leyendas  de  las  monedas  españolas,  llamadas  desconocidas  por  el  sabio  Lasta- 
nosa  ,  y  explicadas  por  los  eruditos  Velazquez.  P.  Flores  y  otros,  que  hemos  cita- 
do en  las  anteriores  partes,  son  los  mas  antiguos  que  se  conocen  en  nuestra  pa- 
tria ,  y  los  cuales  se  ven  siempre  sobre  monumentos  cuya  fecha  se  considera  muy 
anterior  á  la  dominación  romana. 

El  sabio  Mr.  Boudard  .  en  sus  publicaciones  sobre  el  alfabeto  de  los  iberos ,  al 
pretender,  como  ya  dijimos,  que  el  vascongado  ó  lengua  euskera  de  nuestros 
provincianos  es  el  lenguaje  de  los  iberos  ,  ó  sea  el  de  los  antiguos  españoles ,  nos 
analiza  y  explica  con  tal  claridad  el  alfabeto  ibero,  que  se  compone  de  las  letras 
que  se  hallan  sobre  las  llamadas  monedas  desconocidas  de  España  ,  que  no  nos 
deja  duda  de  que  estas  letras  de  dudoso  origen  se  derivan  del  abecedario  griego 
arcaico,  y  asi  resulla  de  la  comparación  de  ambos  por  mas  que  la  multiplicidad 
de  formas  que  los  grabadores  dieron  á  los  caracteres  de  las  expresadas  monedas, 
dé  lugar  á  la  duda  á  primera  vista  ,  porque  deteniéndose  un  poco  y  estudiando  los 
signos,  se  viene  en  conocimiento  de  que  si  en  las  medallas,  por  ejemplo,  se  ve 
la  .4  de  muchos  modos,  ninguna  de  sus  varias  figuras  se  separa  del  todo  de  su 
forma  primitiva.  Ya  fué  de  esta  opinión  el  erudito  Nassarre  ,  nuestro  antiguo  pre- 


A.I.  X"J1.B  JC  T  O  S 

DE  LOS  CAEACT£Rí;S  DE  m  SE  BEKWA  NUESTRA  LETM.ESPLlCALAíN  LA  ULTIMA  PARTE  BEL  DISCURSO  SOBRE  LAS 
LENUÍAS  Y  ESCRITURA  EN  GENERAL  YENPAPJICULARBE  ESPAÜa  fe¡-'i8S  PUBLICADO  E(J  Ei  ALBÜ»  o  CORONA  DEUARAPDRMJ 
HISTORIAD DR  ■fi.'^kSraa  íiSSí&tMiSíAS.'YíiAAÍiíio.ANTICUAPJD  EN  U  BIBLIOTECA  NACIGUAL  EN  MADRID 


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Alfabeto  IBERO  ó  sea.  de  los  ca- 
racteres que  se  ven  eulai  me  dallas  Españolas  llimaiks 
Iberas  j  por  otros  Celtiberas  y  lamiien  descOBDCidas. 


A  A.A  A.A.RlQ  fl.A.f^  A  A^.A.flAA. 

>.  7.0.1= 

<.(.K.If.L.<.<'.< 

<.a. "^.4.1.1 

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H.K.K.N  M 


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M.M.A./*.M.A^, 

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Zí^/ni^f  ¿/í/<núcs :  Este  siffno =agiiificii^ua]  =  a. 
Ki  Ci=<.<.</-^,lc  P1  =  F 

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rENICIO. 


a. El.  (aph 
4,<^.<\,Uest)i 

rTf,/ú,(Tl,m, 
^,  /,  /-.Lamed 
N/,  W,  y/Mein 

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9,7.7.PLo 

^,c|,'^,Piesdi 
"ÍJ-,^,  Samech 
+,r.  Tau 
y,/,    Vau 

Z.Z.z.iSaiu 

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V.N/,  Schin 
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—  1S7  — 

(leccsor  en  la  Real  Biblioteca  de  Madriil,  en  fine  escribimos,  que  sospechó  en  su 
obra  que  los  car.icléres  de  estas  monedas  se  lomaron  del  griego  con  alguna  peque- 
ña alteración,  dimanando,  en  su  opinión,  el  no  poderse  leer,  de  no  tener  mas 
que  las  consonantes  las  inscripciones  ,  costumbre  que  pudieron  lomar  muy  bien 
de  los  orientales  aisunos  pueblos  de  España  (1).  Dirigiendo  á  los  que  deseen  con- 
sultar el  llamado  carácter  ibérico  á  la  expresada  obra  de  Boudard,  á  la  de  Lasta- 
nosa  ,  sobre  las  medallas  desconocidas  de  España  ,  y  á  las  citadas  en  este  escrito, 
V  por  último  á  la  magnifica  obra  de  ilr.  Gustavo  Daniel  Lorichs  ,  ministro  que  fué 
de  Suecia  en  esta  Corle  por  mas  de  veinle  años ,  en  la  que  se  da ,  como  ya  digimos 
al  tratar  del  lenguaje,  no  solo  el  alfabeto  mas  abundante  y  variado  de  todos  los 
caracteres  celtiberos  ó  iberos,  si  que  también  se  publican  todas  las  medallas  co- 
nocidas por  ibéricas  en  exactísimos  y  bellísimos  dibujos ,  hechos  por  nuestro  buen 
amigo  el  ilustrado  dibujante  D.  Gaspar  Sensi,  que  hizo  los  de  la  famosa  Armería 
de  S.  M.,  que  le  debe  su  clasificación,  y  que  se  conocen  en  la  magnífica  obra  pu- 
blicada por  él  en  París:  encaminando  á  estas  obras  y  á  las  demás  que  citamos  so- 
bre este  particular  á  los  que  deseen  conocer  estos  creídos  primeros  caracteres  es- 
pañoles, vamos  á  pasar  á  las  épocas  en  que  ,  quedando  sin  efecto  la  fábula  y  las 
conjeturas,  entra  la  realidad  probada  con  documentos  irreprochables. 

Dominada  España  por  los  Romanos  después  de  dos  siglos  de  terribles  luchas, 
en  las  que  vaciló  el  poder  de  Roma  alguna  vez  ,  llegándose  á  dudar  si  el  español 
fuese  mas  belicoso  y  denodado  que  el  romano ,  en  el  largo  período  de  siete  siglos, 
basta  que  fueron  lanzados  de  ella  por  los  godos  ,  que  la  invadieron  y  señorearon 
á  su  vez,  como  después  los  árabes  por  otra  setena  de  siglos,  tiene  mucha  razón 
Nassarre  en  advertir  que  no  debe  buscarse  otro  origen  de  la  letra,  sino  el  que 
resulló  de  la  mezcla  del  abecedario  griego  y  romano ,  é  igualmente  afirmar  de  que, 
á  excepción  de  los  arábigos,  todos  los  escritos  de  España  están  en  letra  romana, 
por  mas  que  para  distinguirla  de  la  que  después  de  la  conquista  de  Toledo  se  lla- 
mó francesa  {sin  dejar  de  ser  romana)  se  la  dé  el  titulo  de  gótica  (i), 

I)  Mr.  Mahudcl  copió  todos  tos  caracteres  de  las  medallas  desconocidas  de  España,  y  clasi- 
ficándolas en  veinlicuatro  clases,  delerminó  las  letras  á  su  modo;  peto  no  dándolas  su  valor  in- 
dividual ,  lejos  de  aclarar  el  asunto  le  confundió  mas  ;  el  P.  Sarmiento  se  persuadió  de  que  eran 
caracteres  celto-ibéricos ,  que  designan  nombres  de  los  pueblos,  viéndose  en  algunas  monedas  e 
nombre  latino  con  otra  inscripción  ibera  ,  lo  cual  acredita  que  aun  en  tiempo  de  la  dominación 
romana  se  esccibia  en  caracteres  iberos,  como  después  de  la  conquista  de  Toledo  escribió  tam- 
bién et  rey  D.  Alfonso  en  árabe  sus  monedas,  y  solo  su  nombre  en  el  idioma  cristiano  ,  á  fin  de 
que  pudiesen  ser  entendidas  por  Ocles  é  infieles. 

,2)  Los  romanos  tuvieron  tres  modos  de  escribir:  el  primero  con  sus  mayiisculas  ,  pues  no 
conocieron  las  minúsculas  en  la  figura  y  acepción  que  las  tenemos  hoy ;  el  segundo  con  el  artificio 
de  las  nolaí ;  y  el  tercero  con  las  íingulaí  ó  tijlas ,  tiabiendo  preservado  con  estos  dos  últimos 
métodos  de  la  corrupción  los  caracteres  del  primero  hasta  la  invasión  de  los  godos.  Las  notas  eran 
unos  signos  de  fácil  ejecución,  y  de  tal  valor,  que  á  veces  comprendían  todo  un  periodo;  pero 
de  este  método  solo  ha  quedado  noticia  por  los  autores ,  si  bien  le  creemos  el  origen  de  la  moder- 
na taquigrafía.  El  origen  de  estas  notas  se  atribuye  á  los  egipcios,  á  los  hebreos  y  á  los  romanos 
indistintamente  por  los  autores ,  que  dan  la  invención  á  diversos  personajes  célebres  de  la  antigüe- 
dad ,  habiéndose  dado  los  nombres  de  tertilet,  censoriat,  y  otros,  á  las  notas  por  los  romanos; 
diciéndonos  Marcial  que  tenia  con  notas  todas  las  obras  de  Tilo  Livio  en  unas  hojas  de  perga- 
mino, cuyas  obras  escritas  en  mayúsculas  no  cabrían  en  su  libreria.  El  método  de  escribir  en 
singulas  ó  en  siglas  consistía  en  poner  solo  la  inicial  de  cada  palabra,  lo  cual  enseñaron  para 


—  188  — 

Si  liemos  de  juzgar  por  los  inonumentos  y  medallas  romaDO-españolas  de  ma- 
yor antigüedad ,  en  un  principio  solo  se  hizo  uso  de  las  letras  mayúsculas ,  y  cuan- 
do mas  de  la  llamada  romanilla,  datando  la  perfección  de  la  primera  de  la  época 
do  Augusto  ,  á  lo  (|ue  se  lia  podido  colegir,  é  ignorándose,  por  la  escasez  de  prue- 
bas aríjucológicas  ó  gráficas  cuándo  la  letra  cursiva  adíiuirió  su  desarrollo  y  per- 
fección, pues  que  el  /'.  Mabillon  se  engañó  al  presentar  el  teslamentu  de  Augusto, 
copia  del  VI  siglo ,  como  escrito  en  tiempo  de  éste ;  y  lie  aqui  por  lo  que ,  como  dice 
muy  bien  el  expresado  Nassarre ,  es  preciso  mirar  con  prevención  cuanto  de  las 
letras  llamadas  sajónica  ,  longombarda  y  anglo-sajónica  ,  presentan  los  autores  de 
paleografías,  porque  pasando  de  mil  años  de  antigüedad,  solo  puede  conjeturar- 
se por  falta  de  monumentos. 

Créese  por  los  autores,  que  en  el  siglo  IV  de  nuestra  era  empezó  en  Italia  la 
variación  de  la  letra  romana  ,  por  la  introducción  de  los  caracteres  góticos  y  de- 
más que  acabamos  de  mencionar,  á  consecuencia  de  haber  invadido  estos  pueblos 
bárbaros  el  imperio  de  los  Césares.  Desde  este  tiempo  ya  los  sectarios  de  Vlfilas, 
obispo  arriano,  debieron  hacer  todo  lo  posible  por  introducir  en  España  los  carac- 
teres que  se  dice,  sin  pruebas  suficientes  que  lo  acrediten  á  lo  que  sepamos  ,  les 
enseñó  en  el  cuarto  siglo;  caracteres  que  pretenden  sucedieron  á  las  diez  y  seis 
letras  runas  ,  que  aumentó  aquel  hasta  veinticinco ,  tomándolas  de  los  abecedarios 
griego  y  latino  ,  no  fallando  quien  dé  la  cualidad  de  madres  de  los  caracteres  egip- 
cios ,  griegos  y  fenicios  á  las  referidas  letras  rúnicas ,  de  las  que  ,  según  Nassarre, 
se  valieron  los  suecos,  noruegos,  daneses  y  demás  pueblos  del  Norte  para  sus  ar- 
les mágicas  y  cabalas  misteriosas  ,  hasta  que  lograron  sustituirlas  con  las  letras 


escribir  con  presteza  ,  y  la  convicción  y  la  conveniencia  vinieron  á  generalizar  entre  los  romanos 
esta  escrilura,  liasta  que  habiéndose  abusado  de  ella  ,  en  el  Código  Juslioiano  se  prohibiqsu  «so 
á  fin  de  evitar  la  confusión  que  se  liabia  introducido ;  á  este  género  pertenecen  tantas  inscripcio- 
nes romanas  ,  que  vemos  sobre  las  medallas  y  monumentos  ,  como  S.  P.  Q.  R.  que  equivalía  á  Se~ 
vatus  Populusque  Rotnanus ,  P.  M.  Pontifex  Síaximus ;  I.  N.  U.  I.  Jesús  IS'azarenus ,  Rex  /u- 
deorum  ,  etc.:  Valerio  Probo  recogió  y  explicó  todas  las  singulas  romanas,  y  Gresemundo  las 
publicó  en  1523  ,  habiendo  publicado  otra  colección  de  ellas  Aldo  Manucio  .  imprimiéndola  en  Ve- 
necia  en  1566  :  en  nuestro  Compendio  de  arqueología,  y  también  en  nuestra  Cartilla  elemental 
de  numismática  .  damos  una  extensa  lista  explicada  de  las  singxilas  romanas.  Llegados  á  España  los 
godos,  que  no  solo  lanzaron  de  ella  á  los  romanos,  si  que  también  sujetaron  en  esta  región  á  los 
suevos  ,  que  se  hablan  apoderado  de  Galicia  ,  lejos  de  oponerse  á  las  costumbres  romanas  que  im- 
peraban en  la  Península,  se  acomodaron  á  ellas ,  y  su  lengua  y  escrilura  vino  á  ser  la  romana, 
asi  como  abandonando  la  secta  de  Arrio  abrazaron  el  catolicismo.  Si  trajeron  ó  no  caracteres 
propios  ,  es  lo  cierto  que  usaron  desde  luego  los  romanos ,  si  bien  con  bastante  torpeza ,  como  se 
vé  por  sus  monedas ,  y  solo  en  el  siglo  VI  se  nota  que  fueron  trocando  la  forma  cuadrilonga  de  tas 
letras  por  la  redonda  ,  para  escribir  con  mas  velocidad  :  corrupción  que  en  los  siglos  VII  y  VIII  se 
hizo  mas  sensible ,  y  de  lo  que  resultaron  las  letras  llamadas  longombardas  en  Italia  ,  góticas  en  Es- 
paña ,  merovingicas  en  Francia  y  también  carotinas  y  capelinas,  sajónicas  en  .Alemania  ,  y  anglo- 
sajónicas  en  otras  partes  ,  nombres  dados  arbitrariamente  por  los  autores  á  unas  letras  que  solo 
difieren  de  las  romanas  en  el  aire  y  gusto  peculiar  á  cada  nación  ,  que  es  lo  que  hoy  acontece  y 
sucederá  siempre.  Por  todo  lo  dicho  se  verá  la  maledicencia  de  los  autores  de  la  Enciclopedia  fran- 
cesa, cuando  diciendo  »que  era  raro  el  escribir  en  Francia  en  los  siglos  XIII  y  XIV,  añaden:  «Con 
todo  ,  el  arte  de  escribir  fué  mas  raro  entre  españoles  .  de  que  procede  que  su  historia  es  tan  seca 
y  tan  incierta  hasta  los  reyes  Católicos;»  siendo  así  que  en  todos  los  siglos  tuvo  eicelen- 
Ics  pendolistas. 


—  189  — 

llamadas  monacales  los  nionges  cristianos,  que  hicieron  lodo  lo  posible  por  abolir 
no  solo  la  magia  infernal  de  aquellos  pueblos  ,  si  que  también  los  signos  y  letras 
con  que  la  expresaban. 

Por  mas  que  lo  pretenda  algún  autor,  no  se  encuentra  en  España  vestigio  algu- 
no de  las  letras  runas  ni  ulfilanas  atribuidas  á  los  sodos  conquistadores,  puesto  que 
son  caracteres  griegos  ó  romanos,  algún  tanto  desfigurados  por  impericia,  los  que 
se  lian  tenido  por  tales  por  autores  poco  observadores  y  escrupulosos  ó  demacia- 
do  apasionados  á  remontarse  á  la  antigüedad;  y  no  podia  ser  otra  cosa  atendiendo 
á  que,  sobre  no  ser  fácil  el  hacer  variar  á  un  pueblo  sus  costumbres  por  un  con- 
quistador turbulento,  y  que  se  cuidó  mas  de  la  lanza  y  de  la  espada  que  de  la  plu- 
ma ,  la  escritura  greco-romana,  de  tantos  siglos  arraigada  en  nuestra  patria  ,  no 
podia  ya  desaparecer  aun  cuando  se  hubiese  impuesto  á  la  fuerza  otra  oficial  ;  como 
á  pesar  de  haber  hoy  un  lenguaje  oficial,  que  es  el  castellano,  no  ha  podido  con- 
seguirse que  pierdan  su  lenguaje  natural  nuestras  provincias  dialécticas,  ni  cree- 
mos se  deje  de  contar  por  maravedises,  no  obstante  haberse  mandado  contar  por 
céntimos  nuevamente,  á  pesar  de  que  esto  parezca,  y  lo  sea  en  efecto  ,  mas  fácil 
que  aquello. 

Los  pocos  escritos  que  se  conservan  aun  cercanos  á  la  invasión  de  los  ?odos, 
pertenecen  casi  al  carácter  minúsculo  griego  en  todas  sus  partes,  y  esto  prueba 
que  asi  debieron  usarle  los  romanos ,  y  solo  el  diverso  gusto  que  en  el  modo  de  es- 
cribir usan  los  pueblos,  es  lo  que  puede  formar  una  diferencia  entre  los  escritos 
de  los  italianos,  españoles  y  franceses  de  aquellas  épocas;  diferencias  que  se  no- 
tan hoy  mismo  en  que  los  caracteres  son  iguales  en  la  mayor  parte  de  los  pueblos 
de  Europa,  ó  por  mejor  decir,  en  todos  con  pequeñísimas  excepciones.  Es  cosa 
casi  averiguada  que  los  godos  no  usaron  en  España  de  otra  letra  que  la  greco- 
romana ,  que  á  su  entrada  usaba  el  pais,  á  pesar  de  la  letra  alemana  de  que  el 
P.  Terreros  nos  habla,  que  no  es  otra  que  aquella  mas  larga  y  estrecha;  y  poco 
exacta  es  á  la  verdad  la  califlcacion  de  goda  ,  que  la  dan  los  autores,  si  bien  por 
conveniencia,  sin  duda,  la  apellidan  asi  hasta  la  introducción  de  la  llamada  letra 
francesa. 

Un  decreto  del  rey  D.  Alonso  dio  entrada  ,  por  decirlo  asi ,  al  principio  del  si- 
glo XII  al  carácter  denominado  francés,  que  venia  ya  jugando  en  nuestra  España 
hacia  algún  tiempo  con  pretensiones  de  sustituir  al  gótico ;  y  si  se  exceptúa  la  per- 
versa introducción  de  las  abreviaturas,  que  trajo  consigo,  por  lo  demás  el  esmero 
con  que  se  hizo  uso  de  este  carácter  durante  sus  primeros  siglos,  es  decir,  hasta 
entrado  el  siglo  XV  ,  hizo  aparecer  gallarda  una  letra  que  se  entiende  aun  hoy  con 
facilidad.  Empero  llegó  á  corromperse  de  tal  modo  este  carácter  en  el  expresado 
siglo  por  la  introducción  de  tantos  rasgos  ,  enlaces  y  abreviaturas  que  se  inven- 
taron en  la  letra  cursiva  para  poderla  usar  con  mas  velocidad,  que  llegó  la  anar- 
quía caligráfica  de  tal  modo  á  desfigurar  la  escritura,  que  solo  entendía  sus  es- 
critos el  que  los  hacia ,  y  aun  muchas  veces  ni  aun  el  mismo  autor  si  pasaba  un 
poco  de  tiempo:  esta  corrupción  fué  común  en  Europa,  y  de  ella  se  quejan  los  au- 
tores de  aquella  época,  entre  ellos  la  docta  Sania  Teresa  de  Jesús,  y  en  especial 
los  curiales,  de  modo  que  no  debe  de  extrañarse  que  los  manuscritos  desde  el  si- 
glo XV  al  XVII,  y  en  particular  los  de  éste,  sean  los  mas  difíciles  de  leer  desde  la 
aparición  en  España  de  la  letra  romana,  en  el  primer  siglo  de  la  dominación,  sin 
que  desconozcamos  por  esto  que  hubo  buenos  escribientes  en  aquella  época  ,  que 
produjo  los  célebres  maestros  de  escribir,  según  el  erudito  Merino,  Juan  de  ¡ciar, 


—  l'.ld  — 

Francisco  Lucas,  Madariaga,  ¡(jnacio  l'trez,  y  .ilyunos  oíros  cuyas  obras  son  bien 
coDOnulus. 

I.ns  letras  iberas  fie  las  medallas  españolas  llamadas  ilesconocidas,  han  creído 
algunos  autores  son  los  sipnos  de  que  se  vallan  los  españoles  antes  do  la  invasión 
romana  para  escribir  su  lengua,  que  pretenden  era  el  vascongado,  de  cnva  opi- 
nión es  también  el  sabio  Boudanl ,  ya  citado;  pero  ya  dejamos  dicho  que  proceden 
del  alfabeto  griego-arcáieo ,  y  á  Un  deque  pueda  mejor  conocerse  con  la  compa- 
ración, las  copiamos  exactamente  de  las  medallas  iberas,  O  celtiberas  segon  otros, 
en  la  adjunta  lámina  ,  en  la  cual  mostramos  también  el  alfabeto  runo  y  el  ultilano 
según  se  asegura  lo  aumentó  Ulfilas  sobre  el  runo,  y  se  pretende  nos  trajeron  los 
godos  ;  y  hemos  (pierido  también  exponer  el  monacal ,  porque  los  cuatro  componen 
la  primera  época  de  nuestra  mas  antigua  escritura  conocida,  que  es  la  mas  dificil 
de  entender  cuando  alguna  que  otra  vez  se  vé  en  los  monumentos,  porque  las  le- 
tras que  siguen  ya  á  estas  hasta  nuestros  días,  son  las  romanas  con  mas  ó  menos 
buenas  formas.  En  la  comparación  de  los  cuatro  expresados  alfabetos  se  verá  ,  que 
á  excepción  del  runo  ,  y  este  no  en  todos  los  signos ,  los  demás  tienen  todos  seme- 
janzas con  el  griego-arcaico,  que  también  ponemos  para  que  |)uedan  compararse. 
A  poco  que  se  repare  se  verá  (lue  las  letras  uUilanas  son  las  mismas  del  abeceda- 
rio mayúsculo  griego  ,  con  alguna  alteración  ,  mayúsculas  que  tomaron  también  los 
romanos.  Estos  tomaron  igualmente  de  los  griegos  el  alfabeto  minúsculo  ,  y  esta- 
mos persuadidos,  por  cuanto  hemos  leído  sobre  este  particular,  y  por  lo  que  ve- 
mos en  los  monumentos,  que  los  godos,  á  su  entrada  en  España  ,  Iraian  las  mis- 
mas letras  que  ya  usaba  y  conocía  el  pais,  que  no  eran  otras  que  las  greco- 
romanas  versales  y  minúsculas,  y  esto  sin  que  sea  visto  que  tratemos  de  dejar 
mal  al  erudito  P.  Mabillon  ,  que  ha  sido  ya  refutado  por  varios  autores ,  pues  que 
creemos  que  la  ignorancia  de  los  pueblos  del  Norte  que  invadieron  la  Europa,  en- 
tre los  que  solo  los  godos  sabían  escribir,  y  esto  debido  á  L'líilas,  su  apóstol  en  la 
Tracía ,  no  pudo  traer  de  modo  alguno  riada  que  enseñar  y  sí  mucho  que  apren- 
der ,  y  esto  se  prueba  bien  con  sus  mismas  medallas  hechas  por  ellos  en  España, 
cuyas  leyendas  son  en  lengua  latina  y  caracteres  romanos,  si  en  verdad  bien  de- 
fectuosas, y  esto  desde  el  primer  rey  godo  español  que  batió  moneda.  Creyó  el 
P.  Terreros  que  la  letra  llamada  monacal,  á  la  cual  denomina  alemana  en  su  l'a- 
leografia,  se  empezó  á  usar  en  España  en  el  siglo  XV  ;  pero  por  mas  acertada  te- 
nemos la  opinión  del  P.  Merino,  que  dice  ser  estos  caracteres  precisamente  los  de 
la  letra  llamada  propiamente  francesa,  la  cual  se  introdujo  en  España  á  la  muerte 
del  rey  D.  Alonso  el  Cunquistador ,  habiéndose  generalizado  en  toda  Europa  con 
solo  la  diferencia  de  gustos  de  cada  pais.  Lo  que  si  hay  de  cierto  es  ,  que  los  ro- 
manos los  inMmeros,  no  pudiendo  escribir  con  la  velocidad  que  la  necesidad  im- 
pone á  cada  paso,  introdujeron  en  la  propia  base  del  carácter  romano  la  letra  cur- 
siva, que  se  desconocería  naturalmente  en  un  principio  por  romana  al  compararla 
con  la  de  los  monumentos  y  documentos  de  buena  mano  y  de  letra  mayúscula,  lo 
que  así  sucede  hoy  al  comparar  nuestra  letra  de  libros  y  monumentos,  con  la  de 
los  autores,  que,  por  lo  general,  suelen  tener  tan  malísima  letra  que  fácilmente 
se  la  podría  tener  por  estraña.  Los  griegos,  como  sienta  Nassarre  ,  citado  por  el 
P.  Merino,  tenían,  sin  necesidad  de  tomarlo  de  los  bárbaros,  sus  mayúsculas  de 
caligrafía  y  sus  minúsculas  de  la  taquigrafía,  esto  es,  de  los  profesores  de  escri- 
bir veloz  y  agudo,  y  asi  se  vé  en  algunos  códices  y  en  las  inscripciones  copiadas 
y  publicadas  por  Fabretti. 


—  191  — 

De  hi  derivación  laquigrálica  ilc  los  griegos  debe  suponerse  la  forma  llamada 
francesa  de  que  nos  hemos  hecho  cargo  ,  y  de  ella  ó  á  la  par  de  ella  ,  esas  formas 
(lue  denominan  nuestros  paleógrafos  cursiva  sajona,  longombarda,  gótica  y  ale- 
mana ,  ele. ,  y  de  todas  las  que  ,  asi  como  de  la  forma  de  los  niimeros  arilmcticos 
que  las  corresponden  íl),  van  dando  razón  por  siglos  los  mismos  autores  á  los 
que  pueden  consultar  los  que  deseen  averiguar  ó  estudiar  las  variantes  peculiares 
de  cada  siglo ,  y  las  diferencias  de  los  caracteres  gótico  redondo  y  gótico  cursivo. 

A  poco 'que  se  comparen  los  alfabetos,  se  verá  que  los  godos  siguieron  en  su 
escritura  cursiva  mas  á  los  griegos  que  á  los  romanos,  sin  duda  por  ser  mas  pro- 
pio para  escribir  con  velocidad;  y  aun  sospecha  con  razón  el  P.  Merino,  que  el 
abecedario  romano  moderno  sirve  de  cierta  reula  para  estas  letras,  como  com- 
puesto de  las  que  fueron  entresacando  de  los  mejores  escritos,  dejando  otras  que 
no  les  parecieron  tan  bellas,  y  que  á  excepción  ilc  las  letras  que  no  admitieron 
los  latinos,  no  tuvieron  los  españoles  otras  que  las  que  salen  del  abecedario  grie- 
go y  latino,  como  se  ve  al  consultar  la  lándna  16  del  citado  Merino.  Por  la  expre- 
sada lámina,  y  aun  por  cualquier  abecedario  comparado,  se  ve  que  la  A  mayúscu- 
la ó  miniiscula  es  común  al  abecedario  griego  y  romano,  si  bien  las  del  griego  no 
cierran  en  la  parte  superior,  siendo  de  moderna  invención  las  no  cursivas  enlor- 
lijadas  y  largas.  La  B  igual  al  griego  en  las  mayúsculas,  y  al  latin  en  las  minús- 
culas. La  C  es  latina,  pues  que  el  griego  carece  de  ella  y  la  cedilla  es  creación 
moderna.  La  D  es  de  ambos  alfabetos.  La  B  conforme  á  entrambas.  La  G  latina. 
//  latina,  pero  originaria  de  la  griega,  /común  á  ambas.  A' enteramente  griega  del 
abecedario  mayúsculo,  porque  jamás  usaron  la  minúscula  griega.  L  absolutamen- 
te latina.  }1  común  ,  pero  las  minúsculas  solo  romanas.  N  lo  propio  que  la  .1/.  O  co- 
mún. P  absolutamente  latina.  Q  lo  propio,  el  griego  carece  de  esta  letra  y  la  suple 
con  la  K.  íí  latina;  en  un  principio  solo  se  dislinguia  de  la  P  griega  con  un  rabillo 
hacia  afuera;  la  r  pequeña  es  absolutamente  latina  ,  porque  la  r  griega  la  convir- 
tieron en  p  los  latinos  tanto  la  grande  como  la  pequeña.  S  la  grande  latina,  y  las 
pequeñas  comunes  á  ambos  alfabetos,  r  común  á  entrambos,  y  entre  los  godos 
sufrió  muchas  alteraciones  y  las  pequeñas  son  griegas.    V  absolutamente  latina. 

(1)  Los  antiguos  españoles,  según  Merino,  ajustaron  sus  cuentas  por  medio  de  letras,  y  no 
se  valieron  de  los  guarismos  ;  siendo  ei  primero  que  se  sepa  escribió  un  arte  de  contar  con  tos 
números  que  boy  usamos,  Juan  Gutiérrez,  que  escribió  en  tiempo  de  Carlos  V,  á  no  ser  que 
lo  hiciera  ya  Fr.  Juan  de  Ortega,  citado  por  éste,  si  bien  no  debió  ser  asi  cuando  debe  su- 
ponerse que  se  ignoraban  los  guarismos  ,  puesto  que  al  lado  de  cada  cuenta  hecha  por  los  nú- 
meros árabes  pone  otra  hecha  con  los  castellanos  ,  que  dice  sirven  para  explicar  los  guarismos, 
enseñando  solo  las  cuatro  reglas  por  guarismos ,  y  las  explica  como  desconocidas.  Se  dice  que  el 
sistema  de  nuestra  numeración  actual  se  lo  debieron  los  árabes  á  los  indios;  pero  sea  de  esto 
lo  que  quiera ,  lo  cierto  es  que  los  árabes  le  empezaron  á  usar  al  siglo  y  medio  de  la  muerte  de 
Maboma  ,  y  que  de  ellos  Ic  lomamos  nosotros  y  todo  el  mundo  moderno,  al  que  le  comunicó  el 
célebre  Gerber  ó  sea  el  papa  Silteslre  II ,  que  le  aprendió  en  España  hacia  los  años  novecien- 
tos sesenta  de  nuestra  era.  Los  autores  conceden  la  invención  de  la  aritmética  á  los  tirios  ;  Jo- 
sefo  dice  que  por  medio  de  Abraban  pasó  desde  el  Asia  á  Egijito,  que  la  cultivó  mucho  porque 
su  lilosona  y  teología  se  basó  en  los  números,  diciéndonos  Kirchcr  que  por  estos  lo  explicaban 
todo.  Eslrabon  hace  inventores  de  los  números  y  de  la  escritura  á  los  fenicios.  Sea  de  esto  lo  que 
quiera,  lo  que  si  puede  asegurarse  es  que  la  aritmética  no  puede  llamarse  asi  verdaderamente 
hasta  que  los  árabes  la  adoptaron  en  los  siglos  Vil  y  VIH  de  Cristo  ,  y  que  ha  llegado  á  ser  el 
lenguaje  y  escritura  única  comercial  en  el  mundo. 


—  r.t2— 

A' originada  de  la 'K  griega,  las  mirnisculas  latinas.  Z  común  á  ambos.  Y  absolula- 
inenle  griega.  Además  de  esta  comparación  de  los  alfabetos  griego  y  romano  ,  de 
que  se  compone  el  llamado  gótico,  queremos  poner  aqui  para  mayor  demostra- 
ción los  abecedarios  griego  (1)  y  romano  en  correspondencia. 


Aa  l!6  l'f  A6  Ee  Z^  Hr;  60  Ii  Kx   AX  Mf*  N"  £$  Oo  ll^r  Pp  I<r;  Tt   l'u  <l>o  Xy  'F')-  Slu> 

ItüMANO. 
Aa  Bb  Gg  Dd  Ee  Zz  Ee  Tlh  II  Kk    Ll  Mra  Nn  Xx  Oo    Pp  Ilr  Ss.    TI  Yy  u  Ff  Cb   Pps    Ou. 

tsla  demostración  podrá  fácilmente  dar  á  conocer  al  lector  que  todos  los  es- 
critos que  se  conservan  españoles  desde  la  mas  remota  época  son  de  caracteres 
greco-romanos,  con  las  diferencias  que  en  la  escritura  introduce  el  tiempo  y  la 
caprichosa  moda  ,  y  no  pocas  veces  la  ignorancia  ;  al  menos  nosotros  lo  vemos 
asi  muy  claramente,  y  por  eso  nos  declaramos  contra  la  opinión  de  los  que  pre- 
tenden que  hayan  usado  nuestros  antepasados  otra  clase  de  caracteres  de  que  ya 
nos  hemos  hecho  cargo. 

La  introducción  de  la  letra  de  carácter  ó  forma  francesa  la  fijan  los  autores 
en  el  siglo  XI ,  y  recuerdan  que  en  el  concilio  de  León,  celebrado  en  109G,  el  rey 
D.  Alonso  el  Sabio  mandó  que  en  adelante  se  escribiese  con  las  letras  del  oficio 
de  Francia ,  y  se  dejasen  las  toledanas  ;  y  asi  debió  de  ser  puesto  que  desde  aque- 
lla época  se  encuentran  en  los  archivos  escrituras  y  privilegios  en  letras  del 
gusto  francés  ,  si  bien  no  se  desconoce  en  ellos  la  mano  española.  La  escritura  en 
este  siglo  se  perfeccionó  extraordinariamente  en  España;  pero  se  hizo  mas  difícil 
escribirla  bien  ,  y  con  velocidad,  porque  se  introdujo  el  gusto  de  la  letra  mona- 
cal como  en  toda  Europa,  si  bien  los  curiales  y  los  que  lenian  que  escribir  con 
velocidad  la  usaron  poco. 

En  el  mismo  tiempo  de  Alonso  el  Sabio  se  abandonó  el  escribir  el  lalin  en 
monumentos  públicos,  uso  que  empezó  ya  á  abolirse  en  el  reinado  de  su  padre  y 
antecesor  S.  Fernando ,  y  de  alli  acá  fué  la  lengua  castellana  la  que  sustituyó  al 
lenguaje  del  Lacio  que  se  usaba  bastante  corrompido  ,  si  bien  fué  en  un  principio 
el  llamado  romance ,  que  no  era  otra  cosa  que  un  latín  vulgar,  y  de  consiguiente 
corrompido,  que  dio  origen  á  nuestra  parla  castellana  ,  que  conquistó  el  vulgo  lia- 
ciéndoles  descender  á  los  sabios  de  su  locución  elegante  latina  ,  á  la  suya  tenida 
por  bárbara  ,  pero  enriquecida  extraordinariamente  por  su  trato  con  los  aragone- 
ses, árabes  y  demás  pueblos  comunicantes:  el  vulgo,  como  siente  Merino,  ha  de 
vencer  siempre  en  estas  materias  y  por  esto  es  inútil  empeño  el  de  los  filólogos 
en  inventar  reglas  de  elegancia  y  hermosura,  y  si  no  véase  como  en  el  origen  de 
nuestro  idioma  castellano,  á  pesar  de  que  los  sabios  miraban  con  desprecio  al 

{{}  Dice  Plinio,  en  el  lil>ro  7  de  su  nisloria  Natural ,  que  Cadmo  fué  el  primero  que  llevó  á 
Grecia  diez  y  seis  lelras  asirlas  ,  que  son  las  principales  de  su  alfabeto  ;  que  Palamedes  en  la  guer- 
ra de  Troya  añadiólas  cuatro  siguientes  E  0  «I"  X,  y  que  SimónidesHilitense  aumentó  estas  otras: 
H  ^V  Z  XI  con  lo  que  quedó  el  alfabeto  griego  completo.  Diodoro  concede  á  Mercurio  egipcio  la 
invención,  y  Cicerón  dice  que  este  Mercurio  fué  el  quinto. 


vulgo  y  á  su  locución  bárbara  ,  vino  el  vulgo  á  reducirles  á  bablar  á  su  modo  ,  ha- 
ciéndoles admitir  el  romance  á  pesar  suyo. 

El  capricho  varió  en  muchas  parles  las  formas  ó  accidentes  de  las  letras  como 
la  a,  que  se  hizo  cuadrada,  lo  que  conlribuyó,  y  no  poco,  á  oscurecer  los  escritos 
de  Castilla  ,  en  contraposición  de  la  a  larga  tomada  del  gusto  francés,  y  las  cuales 
unas  y  otras  se  ven  usadas  en  documentos  del  siglo  XIV.  La  moda  de  adornar  las 
mayúsculas  en  principio  de  párrafo,  obligó  á  hacer  uso  de  la  letra  llamada  monacal, 
que  es  la  francesa,  la  cual  se  extendió  por  toda  Europa  en  el  siglo  XII,  elevándose 
á  toda  su  perfección  en  tiempo  de  S.  Luis  rey  de  Francia  ,  y  conservándose  en  ella 
hasta  la  aparición  de  la  imprenta,  siendo  esta  letra  muy  usada  para  escribir  los 
libros  de  devoción  y  de  asuntos  místicos,  cuyos  códices ,  en  ricas  vitelas  y  con  be- 
llísimos adornos  de  oro  ,  excelentes  colores  y  preciosas  miniaturas,  lanío  nos  admi- 
ran hoy  en  las  bibliotecas,  en  las  que  compiten  en  perfección  con  los  libros  mejor 
impresos.  Sin  embargo,  se  halla  en  estos  libros  también  la  letra  cursiva  francesa 
con  tantas  abreviaturas  y  enredo  de  letras  que  dificultan  mucho  su  lectura  ,  y  esto 
sucede  muy  especialmente  en  los  escritos  de  esa  letra  que  el  P.  Terreros  llama 
alemana,  suponiéndola  introducida  en  España  en  el  siglo  XV,  y  que  después  se 
denominó  de  tortís  en  los  impresos ,  y  se  conoce  hoy  por  gótica  vulgarmente.  Las 
abreviaturas  latinas  introducidas  con  la  letra  francesa,  se  usaron  con  tal  abuso  en 
los  libros  escritos  desde  el  siglo  XH  al  XVI.  ó  sea  hasta  que  la  imprenta  tomó  brios, 
que  presentan  una  grandísima  dificultad  á  la  lectuia  ,  y  en  esta  parte  la  paleogra- 
fía del  erudito  P.  Merino  hace  un  importanlisíroo  servicio  al  publicar  una  larga 
y  preciosa  labia  de  ellas  para  la  mejor  inteligencia  de  los  manuscritos  de  los  cita- 
dos siglos,  pues  que  son  mas  dificiles  de  interpretar  que  las  notas  y  siglas  roma- 
nas ,  de  que  hicieron  también  uso  los  godos ,  cuyas  tablas  da  también  el  expresado 
Padre  escolapio. 

El  erudito  P.  Terreros  presenta  cinco  especies  de  letra  en  e!  reinado  de  los  re- 
yes Católicos,  que  denomina  tendida,  redonda,  cortesana,  procesada  y  gótica. 
La  tendida  es  la  llamada  bastardilla  ó  itálica,  por  haberse  empezado  á  usar  en 
esta  región  que  fué  de  la  que  hicieron  uso  los  científicos.  La  redonda  fué  osa- 
da para  escribir  los  libros  y  despachos  reales,  muy  parecida  á  la  de  imprenta, 
siendo  esta  y  la  bastarda  las  que  se  conservan.  La  corlesatia,  conocida  también 
por  de  Provisión  Beal ,  que  fué  apretada,  menuda  y  ligada  á  rasgos,  se  usó  por 
los  curíales  y  oficinas,  lasque  tenían  obligación  de  escribir  solo  quince  palabras 
en  cada  uno  de  los  treinta  y  cinco  renglones  que  se  les  permitían  en  cada  pla- 
na (1)  ;  por  lo  <iue  se  ve  que  la  orden  que  hoy  rige,  desde  que  se  ha  dado  la 
nueva  ley  del  escrito  en  papel  sellado,  no  ha  sido  una  invención  moderna:  esta 
letra  es  de  díficil  lectura.  La  letra  procesada  ó  ligada  era  una  corrupción  de 
la  anterior,  que  desfiguraba  los  caracteres  por  escribirse  sin  división  de  letras 
ni  dicciones,  formando  línea  entera  sin  levantarla  pluma,  la 'cual  se  usaba  en 
las  cartas  de  familia  y  de  negocios,  y  la  que  por  su  intrincado  laberinto  ha 
causado  miles  de  pleitos  y  pérdidas  de  porción  de  derechos  ,  que  por  no  enten- 
derse se  han  perdido  ,  de  cosas  correspondientes  al  siglo  XV  y  XVI,  en  que  se 
usó  esta  perversa  escritura.  Y  en  fin  la  gálica ,  que  debe  llamarse  alemana ,  la  cual 


(I)     Cada  plicRO  de  esta  tetra  se  mandó  pagar  á  <0  maravedises,  que  de  aquella  moneda  equi- 
vale á  1G  Vi  (le  la  nuestra. 

23 


—  l',)l  — 

estrecha  y  con  muclios  árijíulos  que  la  presentan  como  criznda  de  puntas,  aun- 
que regular  en  su  formación  es  de  difícil  lectura  por  la  semejanza  que  tienen  unos 
caracteres  con  otros:  en  la  forma  mayúscula  de  esta  letra,  dice  el  P.  Merino,  y 
asi  se  ve,  se  grabaron  casi  todas  las  inscripciones  de  Kspaña  en  aquel  tiempo,  y 
la  minúscula  fué  acogida  por  la  imprenta  cuyo  arle ,  como  nacido  en  Alemania  ,  ex- 
tendió á  todas  partes  la  letra  usada  en  aquel  |)a¡s.  Si  á  la  vista  de  las  escrituras  y 
documentos  puede  concluirse  que  en  tiempo  alguno  se  escribió  con  (anta  oscu- 
ridad en  España  como  en  el  reinado  de  los  reyes  Católicos,  esto  debe  entenderse 
con  relación  á  la  letra  procesada  usada  por  los  curiales  ,  y  por  los  que  liicieron 
gala  de  que  no  se  entendiese  lo  que  escribían;  pues  que  por  otro  lado  como  se 
prueba  por  monumentos  preciosísimos  de  esta  época  ,  que  se  conservan  en  esta  Bi- 
blioteca Nacional  de  Madrid,  en  la  del  Escorial,  del  palacio  del  Duque  de  Osuna, 
y  en  otras,  y  también  en  multitud  de  ardiivos,  jamás  se  escribió  mejor  la  letra 
cursiva  ni  tampoco  los  libros  ,  pareciendo  increíble  que  cuando  mejor  se  formaba 
la  letra  fuese  á  lo  menos  por  su  oscuridad  la  peor,  lo  cual  parece  muy  regular 
al  P.  Merino,  á  cuyo  efecto  dice:  «La  letra  magistral  que  hacian  era  romanilla, 
aunque  siguiesen  el  gusto  de  la  monacal,  cuya  formación  aun  hecha  despacio 
era  dificil;  y  como  la  corrupción,  si  es  de  lo  mejor ,  degenera  en  lo  peor,  re- 
sultó de  aqui ,  que  esta  letra  ,  si  se  hacia  con  pausa  y  atención,  era  muy  buena; 
pero  que  si  se  escribía  con  velocidad,  salia  perversa.» 

Al  pasar  la  vista  por  la  letra  usada  en  el  siglo  XVI,  no  podemos  menos  de 
alabar,  corno  lo  hace  el  P.  Merino,  la  del  esclarecido  sol  de  nuestra  familia 
por  la  linea  de  Castellanos ,  el  glorioso  Santo  Tomás  de  ViLLAríUnvA  ,  arzobispo  de 
Valencia  y  honra  de  España,  y  alabarle  no  ya  por  lo  luminoso  y  sabio  de  sus 
preciosas  obras,  sino  por  la  buena  letra  con  que  las  escribió  de  su  propia  mano, 
como  puede  ver  el  curioso  que  visite  la  Biblioteca  de  la  Universidad  de  Madrid, 
en  donde  se  conservan  con  el  decoro  debido  á  tan  glorioso  discípulo  de  la  Uni- 
versidad de  Alcalá  de  llenares,  que  se  ha  refundido  en  esta  lioy  central  de  todas 
las  de  España ,  en  cuyo  libro  de  recepciones  de  Alcalá  se  halla  ,  al  folio  5 ,  también 
la  gallarda  letra  de  este  entonces  joven  bienaventurado  pariente  nuestro  por  parte 
de  su  virtuosa  madre  Doña  Lucia  Martínez  de  Castellanos ,  de  la  que  debió  ser  so- 
brino Garda  Castellanos,  que  con  su  hijo  D.  Pedro  fueron  tesoreros  del  santo 
Arzobispo  en  la  mitra  de  Valencia.  Esta  letra  y  la  del  famoso  Morales  deben  con- 
siderarse la  letra  vulgar  del  siglo  XVI ,  de  los  que  no  hacían  gala  de  cancelle- 
rescos,  cuyos  maestros  no  hicieron  mas  que  corromper  la  escritura,  por  mas  que 
la  que  enseñó  el  ferrares  franciscano  fr.  Ves-paúano  Artfiarco,  que  publicó  su  obra 
en  Venecía  en  1554,  seduzca  á  la  vista  por  la  bella  ejecución  de  sus  grabados,  lo 
que  acredita  á  este  famoso  pendolista  de  Italia  ,  que  excedió  en  esto  al  Taglíente  y 
al  Vicentino.  En  el  siglo  XVII ,  puede  verse  la  letra  común  muy  bien  representada 
en  las  cartas  que  el  rey  Felipe  IV  escribió  á  la  venerable  madre  Maria  de  Agreda, 
de  las  que  copia  una  de  cada  uno  el  P.  Merino  en  su  Escuela  de  leer  letras  antiguas, 
y  ciertamente  que  la  del  rey  denota  agilidad  y  manejo,  conservando  mucho  del 
gusto  antiguo ,  y  la  de  la  V.  Agreda  es  clarísima  ,  y  puede  decirse  ser  la  de  nues- 
tros tiempos  con  solo  la  variación  de  la  mayor  ó  menor  habilidad  de  los  escritores, 
que  poco  mas  ó  menos  han  seguido  las  formas  de  letra  bastarda  que  inició  Juan 
de  Iziar ,  y  que  perfeccionó  el  maestro  de  escribir  sevillano  Francisco  Lucas  en 
el  reinado  de  Felipe  II,  uno  de  los  primeros  reformadores  de  U  bastardilla  es- 
pañola. 


—  lí).-.— 

Dice  el  P.  Merino ,  y  asi  se  ve  por  l:is  escriluras ,  que  liasia  el  siglo  XVI  en  toda 
España  la  letra  fué  semejante;  pero  que  en  este  y  en  el  siguiente  parece  que  se 
convinieron  todos  en  escribir  lo  peor  que  pudiesen,  y  asi  es  que  abandonando  los 
catalanes  y  valencianos  su  berniosa  letra  antigua  ,  ganaron  á  los  castellanos  en 
destigurar  los  escritos,  cosa  que  debió  tenerse  entonces  por  gran  mérito.  Es  cosa 
muy  especial  y  extraña,  que  cuando  España  estaba  dividida  en  reinos  diferentes 
se  escribiese  en  todos  de  igual  modo,  y  que  cuando  ya  formaron  una  sola  Monar- 
quía por  la  unión  de  Aragón  y  de  Castilla,  se  diferenciasen  en  esto  bnsla  el  punió 
de  parecer  lo  contrario.  Según  la  Academia  de  Barcelona  ,  se  empezaron  á  escri- 
bir en  lengua  vulgar  los  inslrumenlos  públicos  en  la  coronilla  de  Aragón  desde  la 
conquista  de  Valencia  el  año  1238 ;  pero  ,  como  dice  Merino  ,  esto  se  debe  enten- 
der DO  en  lo  general ,  pues  que  se  encuentran  mucbos  en  lalin  mezclado  con  el 
lemosin  hasta  el  siglo  XVI, 

La  letra  de  las  bulas  hasta  el  siglo  XV  es  la  misma  de  los  privilegios  de 
España  y  Francia,  clara  y  de  f.ícil  lectura;  pero  desde  este  siglo  se  empezó 
á  usar  en  ellas  de  una  letra  pequeña  ,  oscura  é  intrincada  ,  sin  duda  para  economi- 
zar el  (icrgamino  en  que  se  esciibian  y  disminuir  los  purtes;  y  para  entender- 
las es  preciso  aprender  las  fórmulas  de  la  curia  romana  ,  y  enterarse  bien  del 
bularlo. 

Debemos  añadir  á  lodo  lo  expueslo  sobre  nuestra  escritura ,  que  tanto  en  Espa- 
ña como  en  toda  Europa  fué  muy  legible  la  letra  cursiva  de  las  escrituras  basta  la 
mitad  del  siglo  XV,  hallándose  en  los  libros,  como  dice  el  P.  Merino,  lo  mas  deli- 
cado que  pudo  hacer  la  pluma  ;  pero  descubierto  el  admirable  arte  de  la  imprenta, 
que  excusó  el  Irab.ijo  de  escribir  los  libros,  y  en  cuyo  tiempo  se  inventaron  tan- 
tas clases  de  letras,  el  triunfo  de  la  lipcgrafia  fué  la  ruina  del  arte  de  escribir, 
que  acabó  de  arruinarse  en  el  siglo  XVI,  si  bien  después  volvió  á  adquirir  algu- 
nas de  sus  galas ,  gracias  á  diestros  y  sabios  maestros ,  que  nacidos  en  el  siglo  pa- 
sado ,  pasaron  á  recibir  la  gloria  en  este  de  restauradores  del  bello  carácter  bas- 
tardo español,  como  lo  fueron  el  famoso  Torio  y  Olmo,  de  los  que  como  de  los 
demás  de  este  siglo  nos  ocuparemos. 

Hemos  dicho  que  la  imprenta  perdió  á  la  escritura  de  mano,  y  para  probarlo 
no  se  necesita  mas  que  comparar  esos  bellísimos  Códices  manuscritos,  pertene- 
cientes á  los  antiguos  siglos ,  que  se  conservan  en  las  Bibliotecas,  en  los  que  cifra- 
ban su  fortuna  los  pendolistas  que  los  escribían,  y  comparar  la  gallardía  de  sus 
caracteres,  corrección  y  pulcritud  de  sus  copias  hechas  en  bellas  vitelas,  con  los 
Códices  escritos  lueso  que  se  extendió  el  arte  de  imprimir ,  que  á  niediados  del 
siglo  XV,  año  de  1446.  enseñaron  los  célebres  alemanes  Juan  Guttemberg ,  Juan 
Fausto  y  Pedro  Schueffer:  los  Códices  de  asuntos  comunes  que  se  escribieron  des- 
pués ,  que  fueron  bien  pocos,  manifiestan  ya  la  total  decadencia  del  antiguo  arte 
caligráSeo,  que  sin  la  necesidad  que  hubo  de  seguir  manteniendo  los  escribientes 
de  privilegios,  bulas  y  diplomas,  y  en  los  coros  de  las  catedrales  y  monasterios 
los  libros  de  canto  y  demás  Códices  de  liturgia  y  eclesiásticos,  hubiera  terminado 
del  lodo  en  su  belleza  y  esplendor  (1). 

Entrando  en  el  siglo  XVI  puede  decirse  que  el  arte  de  escribir  quedó  reducido 

(t)  Los  libros  de  coro  de  la  catedral  de  Toledo  ,  y  algunos  devocionarios  y  códices  de  las  bi- 
bliotecas del  Escorial .  de  Palacio  y  de  la  Biblioteca  Nacional  de  Madrid  .  son  preciosísimos  mo- 
numentos de  U  caligrafía. 


—  lOíl  — 

al  arbitrio  de  los  in:ieslros(le  priineras  Iclras,  los  cuales  en  li^spaña,  como  en  todas 
parles,  hicieron  uso  del  carácter  itálico  ó  cancellaresco,  que  nació  en  lloina 
á  principios  del  citado  siglo,  y  terminó  con  él:  de  esto  carácter  de  letra  se  de- 
riva nuestra  letra  bastarda  y  la  de  to<los  los  demás  paises.  de  suerte  que,  pue- 
de muy  bien  decirse,  los  breves  de  Roma  hicieron  oficial  su  letra  á  toda  la  cris- 
tiandad. 

La  primera  obra  que  se  publicó  sobre  esta  clase  de  letra  lo  fué  en  Uoma 
en  lo'22,  bajo  el  titulo  de  II  modo  Orcrjola  de  scrivirc  Hilera  cor^iva  over  cancella- 
resca  fcr  I.unovico  Yicentiko,  cuyo  autor  la  amplió  en  el  año  siguiente.  Dos  años 
después  Sigismundo  Faoto,  arquitecto  de  Ferrara  ,  compuso  porción  de  muestras 
de  letra  ,  que  publicó  el  famoso  grabador  Hlc.o  de  Carpí,  con  el  titulo  de  Thesauro 
de  Scrítiori,  año  de  1o2o.  Antonio  Tagliente  publicó  en  1532  su  obra  Vera  arle 
de  scricerc ,  con  muestras  grabadas  en  madera.  En  1340  dio  á  luz  la  suya  GF.nAnno 
Mf.rcator  ,  titulada :  Lillerarum  lalinaruin  quas  itálicas  cursoriasque  vocanl  scriben- 
darum  ratio.  Lovaiiii,  1340.  El  ciudadano  romano  Juaw  Palatino  publicó  en  este 
mismo  año,  y  el  de  loGl ,  su  obra  de  Scrivere  o(¡ni  sorte  Hilera  antica  el  moderna, 
la  cual,  tuvo  mucha  aceptación  en  todas  parles.  Juan  Francisco  Cresci  ,  milanos, 
en  1360  publicó  su  obra  Essemplare  di  piu  sorti  lellere  dove  si  dimoslra  la  vera  e 
nuova  forma  dello  scrivere  cancelleresco  corsivo ,  y  en  ella  aparece  como  uno  de  los 
mas  brillantes  pendolistas  italianos  ,  y  su  cursiva  de  las  mas  gallardas  que  se  han 
conocido.  En  Yenecia  se  dio  á  luz,'  en  1576,  otra  obra  titulada  Un  novo  et  fácil 
modo  d'imperare  scrivere,  ele,  por  Conretto  da  Monte  Regale  di  Piamonte  ,  y 
en  ella  se  ve  el  progreso  hecho  por  la  letra  cursiva  desde  que  se  olvidaron  las  ver- 
daderas reglas  caligráficas.  Casi  al  propio  tiempo  el  franciscano  Fr.  Vespasiano 
AsipniARES  publicó  en  Venecia  ,  en  1573,  su  Opera  di  scrivere  varié  sorti  di  lellere, 
y  en  ella  acreditó  su  esceleule  habilidad  pendolistica  este  ferrares.  Marcelo  Scal- 
cini,  llamado  el  Camerino,  salió,  en  1381  en  Roma,  con  su  libro  ¡I  Secretario  di 
letlere  cancellaresque  corsive ,  que  acreditó  su  mal  gusto  y  poca  inteligencia;  pero 
que  tuvo  tanta  aceptación  ,  que  los  profesores  se  vieron  precisados  á  cultivar  aquel 
disparate  con  ciertas  moilificaciones,  que  pudieron  evitar  la  total  pérdida  del  arte 
de  escribir.  Publicó  en  Roma  ,  en  1836,  Ludovico  Curione  su  libro.  Modo  di  scri- 
vere le  cancelleresche  corsive  ,  pero  éste  siguió  en  mucho  á  Cresci. 

Admitido  en  casi  toda  Europa  el  cancellaresco  romano,  ó  letra  cursiva,  para  el 
uso  común  y  para  el  magisterio  ,  no  puede  dudarse  de  su  bondad  ,  y  tomando  Es- 
paña este  método,  puede  asegurarse  que  es  la  nación  que  mejor  le  aprendió  y 
conservó,  siendo  el  bastardo  español  el  carácter  de  letra  mas  gallardo  que  ha 
existido ,  á  pesar  de  que  ha  habido  épocas  de  mucho  descuido ,  hasta  que  el  llama- 
do carácter  inglés,  que  en  tanta  boga  ha  estado  y  aun  está  hoy  ,  ha  venido  á  ha- 
cerle mirar  con  desden  por  los  que  no  conocen  el  mérito  de  aquel  y  su  solidez,  y 
por  los  que,  arrastrados  de  la  moda  ,  prefieren  un  carácter  que  no  carece  de  belle- 
za, pero  que  no  puede  competir  con  el  nuestro  en  hermosura  ni  en  duración,  por- 
que perdiéndose  pronto  sus  sulilisimos  perfiles  ,  sus  gruesos  vienen  á  quedar  so- 
los y  sin  forma  alguna  de  letra  con  el  tiempo,  razón  por  la  que  no  es  admitida  en 
los  buenos  archivos,  y  debiera  prohibirse  en  escrituras  y  documentos  públicos, 
para  evitar  la  sentina  de  pleitos  á  que  pueden  dar  lugar  mañana  ios  que  se  escriban 
en  este  carácter  aéreo,  máxime  si  se  hace  en  el  papel  continuo,  enemigo  de  la 
perpetuidad  de  los  hechos  que  en  él  se  escriben. 

Admitida  en  España  la  letra  cursiva  cancellaresca,  aparece  ya  como  el  primer 


—  197  — 

maestro  el  ilustrado  vizcaioo  Jiün  de  Iziau  ,  natural  de  Diirango,  cou  su  obra  Arle 
siitilisima,  por  ta  cual  se  enseña  á  escribir  perfeclamenle ,  obra  que  eternizará  pu 
nombre;  y  enseñado  por  éste  el  camino  del  carácter  bastardo  español ,  siguieron 
por  él,  con  excelente  éxito  hasta  nuestros dias,  los  siguientes  maestros  ,  con  obras 
que  les  hacen  honor ,  y  afirmaron  y  reformaron  el  carácter.  Pedro  Madariaga  pu- 
blicó su  Honra  de  escribanos  ,  Valencia  1565.  Francisco  Lltas  ,  Arte  de  escribir, 
.Madrid  1570  y  1608.  Juan  de  la  Cuesta,  Libro  para  enseñar  describir,  Alca- 
lá ,  1589.  Ignacio  I'EREZ,  Arte  de  escribir,  1599.  Pedro  Florez.  jesuíta,  ^ríe  de 
escribir;  Madrid  .  1614.  Pedro  Díaz  Morante.  Nuevo  arte  de  escribir,  1616,  1624, 
1629  y  1631.  Juan  Hurtado.  Arte  de  escribir;  Milán  1618.  José  de  Casanova  .  Pri- 
mera  parte  dtl  arte  de  escribir  todas  las  formas  de  letras;  Madrid  ,  1650.  Diego  Bue- 
no, Escuela  universal  dt  literatura;  Zaragoza  ,  1690:  este  autor,  que  publicó  otras 
obras  de  este  género  .  con  títulos  siempre  pomposos ,  es  de  mal  gusto ,  y  no  puede 
compararse  á  los  demás.  Juan  Xerkz,  Geometría  práctica  de  las  letras  latinas:  To- 
ledo, 1694.  Lorenzo  Ortiz  ,  jesuíta  .  El  maestro  de  escribir,  1696.  Además  de  es- 
tos autores  hubo  en  el  siglo  XVII ,  en  España,  una  porción  de  excelentes  pendolis- 
tas, entre  los  que  el  célebre  Torio,  en  su  precioso  Arte  de  escribir ,  nombra  cin- 
cuenta y  siete  como  los  mas  sobresalientes. 

En  1719  Juan  Claudio  Azuar  de  l'olanes  publicó  sn  Arte  de  escribir ,  en  Madrid, 
y  su  obra  le  presenta  como  el  corruptor  del  buen  carácter  de  letra  bastarda  ,  en  lo 
que  le  siguió  D.  Gabriel  Fernandez  Patino  y  Prado  con  su  arte  de  escribir,  titu- 
lado Origen  de  las  ciencias,  que  ha  publicado  en  Madrid  en  1753,  v  puede  tenerse  por 
uno  de  los  asesinos  de  nuestra  buena  letra  ,  porque  su  obra  corrompió  su  forma  y 
el  gusto  caligráfico;  pero  el  que  acabó,  por  decirlo  asi  ,  de  asesinarla  fué  el  ca- 
puchino Fr.  Luis  de  Olod  ,  que  con  su  Tratado  y  origen  de  escribir  bien  ,  publica- 
do en  Barcelona  en  1768,  llevó  á  su  apogeo  el  mal  gusto  causando  un  gran  mal  al 
magisterio,  que  tuvo  la  desgracia  de  seguir  sus  máximas  artísticas  y  malos  ca- 
racteres. 

Espirante  ya ,  por  decirlo  así ,  el  arte  de  escribir,  tuvo  la  suerte  de  que  toma- 
se su  defensa  el  famoso  D.  Francisco  Javier  Santiago  de  Palo.hares  el  que,  á 
costa  de  la  Sociedad  Vascongada  .  publicó  su  Arle  de  escribir  el  año  de  1776  ,  el 
cnal,  como  siente  Torio,  puede  considerársele,  con  justicia,  como  el  restaurador 
de  la  buena  escritura  en  España  y  un  hombre  de  mérito  singular  .  á  cuya  ejecución 
y  práctica  en  la  formación  de  nuestros  caracteres  han  llegado  pocos.  Empero  los  que 
mas  contribuyeron,  como  siempre  ,  á  mantener  nuestra  buena  forma  de  letra  en 
el  siglo  pasado  ,  fueron  los  padres  Escola[)ios,  los  cuales  publicaron .  en  1780  ,  el 
Método  uniforme  para  las  escuelas  de  cartilla,  deletrear  ,  leer  y  escribir  ,  en  el  que 
trataron  de  esta  enseñanza  con  el  acierto  é  instrucción  que  les  es  propio  .  y  en  el 
que  el  pendolista  P.  José  Sancbez  escribió  muestras  de  suma  gallardía  y  belleza. 
El  ExCMO.  Sr.  D.  José  de  Anduaga  v  Garijirerti  publicó  ,  en  1781 ,  su  Arte  de  es- 
cribir por  reglas  y  sin  muesiras  .  guardando  el  anónimo  ;  pero  se  le  satirizó  de  tal 
modo,  por  la  novedad  que  introdujo,  que  en  1791  se  vio  precisado  á  publicar  un 
compendio  con  su  nombre  .  que  puede  mirarse  como  su  defensa  ,  con  la  que 
dio  margen  á  polémicas,  que  cedieron  eu  bien  del  arte  afortunadamente.  D.  Anto- 
nio Cortés  publicó  en  .Madrid  .  en  1784  y  1785,  su  Diálogo  del  arla  de  escribir ,  que 
asi  como  el  de  D.  Esteban  Jiménez,  Madrid,  1789,  obra  metódica  y  de  buenas 
muestras ,  mantuvieron  el  buen  gusto.  En  este  mismo  año  de  1789  .  se  publicó  un 
libro  titulado  Itejlexiones  sobre  la  verdadera  arle  de  escribir ,  por  el  abate  D.   Do- 


—  IllS  — 

MlKGO  SKRViDoni,  con  el  ánimo  de  oscurecer  :il  ilustriulo  Palomares  y  al  célebre 
Torio  :  ésle,  en  el  deseo  de  vindicarse  ,  cscriKió  su  precioso  arle  de  escribir,  de 
que  liahlarémos  después  ,  con  el  cual  eclió  por  lierru  toda  la  doctrina  del  Abate; 
y  por  üllimo  coronó  la  buena  doctrina  caligráfica  de  este  siglo  el  ilustrado  esco- 
lapio I'.  SANriAGO  Delgauo,  con  sus  Elemenlns  de  ¡¡ramálica,  orlofirafia  y  ca¡o;/ra- 
fia,  obra  impresa  el  año  1790,  la  que  aumentó  con  un  cuaderno  de  muestras,  pu- 
blicado en  folio ,  en  (jue  se  da  el  carácter  de  letra  mas  espedito  y  bermoso  de 
cuantos  se  babian  escrito  basta  entonces  en  España  ;  y  decimos  ((ue  coronó  el  si- 
{•lo  en  cuanto  al  arte  caligrálico,  porque  aun  cuando  en  1792  dio  á  luz  Pedro  Pa- 
itF.nES  ,  en  Alicante,  sus  Instrucciones  prácticas  del  arte  de  escribir,  y  en  1796 
publicó  en  Barcelona  D.  Juan  Riibel  sus  llreves  lecciones  de  calografía,  la  primera 
es  de  mal  género  y  peor  gusto,  y  la  segunda  ,  si  bien  da  pruebas  su  autor  de  es- 
cribir bien  el  carácter  bastardo,  el  grabador  de  las  láminas  le  desfiguró  de  tal 
modo,  que  la  obra  merece  poca  consideración.  Además  de  estos  autores  liubo  en 
este  siglo  porción  de  pendolistas,  hijos  de  las  escuelas  que  ellos  dirigieron  con  sus 
obras,  contando  el  célebre  Torio  setenta  y  cuatro ,  como  los  que  mas  gloria  dieron 
á  su  patria  con  su  buen  carácter  bastardo  y  con  su  babilidad  en  los  demás  géne- 
ros de  letras,  viéndose  entre  ellos  no  pocos  padres  escolapios  como  el  sabio 
P.  l'ERNANDO  Escio  UE  S.  Antomo,  lioura  do  los  hijos  de  Calasanz. 

Sin  duda  que  al  hacer  esta  revista  de  los  escritores  de  caligral'ia  ,  que  fueron  los 
maestros  que  enseñaron  y  conservaron  el  carácter  de  letra  bastarda  española,  nos 
habremos  dejado  alguno  que  también  se  habrá  pasado  á  Torio,  máxime  de  aque- 
llos que  no  publicaron  sus  obras;  |)ero  creemos  que  serán  bien  contados,  si  bien 
lo  sentimos  aun  cuando  solo  sea  uno,  porque  deseamos  (jue  se  haga  siempre  jus- 
ticia al  mérito,  y  que  la  patria  recuerde  con  gratitud  á  lodos  sus  beneméri- 
tos hijos. 

El  ilustrado  y  famoso  escritor  do  privilegios  antiguos  y  revisor  de  letras  anti- 
guas, D.  ToncuATO  Tomo  de  la  Riva  y  Herrero,  se  presenta  al  principio  del  si- 
glo XIX  como  el  restaurador  y  sostenedor  de  nuestra  gallarda  letra  bastarda  ,  y  su 
defensor  mas  digno  después  del  célebre  escolapio  P.  Merino.  Su  precioso  Arle  de 
escribir  por  reijlas  y  por  muestras  según  la  doctrina  de  los  nujores  autores  antiguos 
y  modernos  extranjeros  y  nacionales,  publicado  con  buenas  láminas  y  en  una  bella 
edición  en  4.°,  en  Mailrid,  el  año  de  1798,  y  después  en  1802  y  1804,  es  el 
libro  de  este  género  de  mas  consideración  que  se  ha  publicado  en  estos  últimos 
tiempos,  y  la  escuela  en  que  se  han  formado  nuestros  mejores  maestros  y  mas 
diestros  pendolistas.  Puso  de  manifiesto  este  autor  que  la  letra  itálica  ó  cancella- 
resca  se  denominó  bastarda,  desde  que  bastardeando  ó  degenerando  su  anterior 
formación  ,  perdió  la  aridez  y  viveza  de  sus  ángulos,  adquiriendo  cierta  rotundi- 
dad y  curvatura,  lo  que  se  debió,  según  unos,  á  Ajifhiares  entre  los  italianos, 
en  1554,  en  que  publicó  su  obra  en  Venecia  ,  y  según  otros  al  Yicentino,  ó  sea 
Luis  de  Herricis,  que  dio  la  suya  en  Roma  en  1522;  y  de  su  preciosa  obra  se  co- 
lige que  España  fué  la  primera  nación,  después  de  Italia,  que  empezó  á  usar  la 
letra  bastarda,  pues  que  ya  en  1550,  esto  es,  dos  años  ante's  que  Amphinres  y 
veintiocho  después  que  el  Yicentino,  publicó  ya  en  Zaragoza  el  maestro  Juan  de 
IziAR  su  arte  de  escribir ,  en  el  que  enseña  el  carácter  cancellaresco  ya  reformado, 
de  suerte  que  se  le  puede  tener  por  el  primer  paso  de  nuestra  letra  bastarda.  Los 
franceses  no  consta  conociesen  este  carácter  hasta  el  año  1565  (quince  años  des- 
pués de  Iziar )  en  que  Santiago  Rué  publicó  su  obra  ,  ó  mejor  en  1604  ( esto  es. 


—  199  — 

cincuenta  y  cuatro  años  después  que  nosotros)  en  que  Lucas  Mvterat  <I¡ó  á  luz  su 
arle>de  escribir  ;  pero  puede  decirse  que  hasta  16'28 ,  en  que  lo  ejecutó  del  suyo 
Li:is  Barbedor,  principe  de  los  caligrafos  franceses,  no  empezaron  á  usarle.  Los 
ingleses  fueron  los  mas  tardos  en  formar  el  carácter  cursivo ,  el  cual  tomaron  de  los 
franceses  á  mediados  del  siglo  XVll,  es  decir,  en  16(io  (ciento  quince  años  después 
de  Iziar)  en  que  apareció  con  su  obra  Tomás  Watson,  al  que  sucedió  Cocker 
en  1666  y  Slell  en  1693,  al  que  siguieron  otros  excelentes  autores  do  caligrafía, 
entre  los  que  debe  tenerse  por  el  principal  á  JlaN  Claiík  ,  que  publicó  su  obra 
en  1714,  por  la  que  sé  ve  que  los  ingleses  son  excelentes  pendolistas. 

El  referido  Torio  bizo  la  historia  de  nuestra  escritura  ,  y  de  los  autores  que  so- 
bre ella  han  escrito  basta  (ines  del  siglo  pasado ,  dando  razón  de  sus  sistemas  y  ex- 
celentes muestras,  y  de  sus  disposiciones  pendolisticas ,  y  ciertamente  que  con  la 
lectura  de  esta  obra  y  de  la  preciosa  de  la  Escuela  de  leer  del  P.  Merino,  basta 
para  saber  cuanto  se  desee  sobre  este  ramo  de  los  conocimientos  humanos  ,  v  es- 
pecialmente con  respecto  á  nuestra  España. 

Después  de  Torio  debemos  contar  como  el  que  con  él  contribuyó  mas  á  la  con- 
servación y  propagación,  por  medio  de  las  escuelas,  de  nuestra  gallarda  letra  bas- 
tarda ,  al  profesor  de  primeras  letras  y  examinador  de  maestros ,  D .  Antonio  del 
Olaso,  elogiado  por  Torio  en  su  citada  obra,  como  el  mas  diestro  escritor  del  ca- 
rácter bastardo  español ;  pero  de  este  digno  profesor,  con  cuya  amistad  nos  he- 
mos honrado  basta  su  tnuerte,  á  pesar  de  que  dejó  mucho  escrito  sobre  su  facul- 
tad, no  hay  nada  publicado  lodavia:  lo  propio  que  sucede  con  las  obras  de  nuestros 
entendidos  maestros  los  difuntos  profesores  D.  Francisco  Zazo  de  Lares,  y  sus  pa- 
rientes, también  maestros.  Ladrón  de  Guevara  y  D.  Manuel  Ballesteros,  contem- 
poráneos de  aquel. 

En  1820  publicó  D.  Vicente  Naüarro  su  Arle  de  enseñar  á  escribir  cursivo  y  li- 
beral ,  y  su  método  ha  tenido  muchos  prosélitos  alternando  en  las  escuelas  con  el 
de  Torio. 

En  fin  en  1827  D.  José  Francisco  de  Iturzaeta  dio  á  luz  su  Arte  de  escribir 
la  letra  bastarda  española,  y  su  método  y  forma  han  estado  tan  en  moda  en  nuestros 
dias,  que  apenas  se  ha  visto  enseñar  de  otro  modo  en  los  colegios  y  en  las  escue- 
las, si  bien  en  estas  ha  alternado  con  los  de  Torio,  Naharro ,  y  con  la  gallarda  le- 
tra de  los  Padres  de  las  Escuelas  Pias,  que  no  habiendo  jamás  abandonado  ni  des- 
cuidado la  suya,  con  razón  son  tenidos  por  los  mejores  maestros  de  escribir  de 
España ,  y  por  los  que  enseñan  una  forma  mas  bella  ,  regular  y  vigorosa ,  á  excep- 
ción de  aquellos  colegios  en  que,  poco  apreciadores  sus  directores  de  las  glorias 
de  su  país  y  de  la  belleza  del  carácter  bastardo  español,  han  admitido,  para  en- 
señarle á  sus  discípulos,  el  método  de  escribir  en  la  letra  llamada  inglesa,  que  si 
bien  bella  en  su  forma,  es  perjudicial,  porque  perdiéndose  pronto  sus  perfiles, 
como  hemos  dicho,  viene  con  el  tiempo  á  quedar  lan  desfigurada  que  no  es  po- 
sible leerla,  razón  por  la  que  no  se  usa  en  escrituras,  ni  en  protocolos  que  haya 
necesidad  imperante  de  conservar  en  los  archivos,  siendo  los  comerciantes  los 
que  mas  la  practican,  por  lo  que  puede  considerarse  su  carácter  de  letra  oficial  en 
esta  clase  social. 

•.Si  bien  en  la  escritura  hay  hoy,  como  en  tantas  otras  cosas  ,  una  total  anarquía, 
el  gallardo  bastardo  español  se  conserva  ,  merced  á  los  Padres  Escolapios  y  sus  dis- 
cípulos, que  lo  enseñan  en  toda  España ,  que  le  tienen  por  el  verdadero  carácter 
nacional,  á  pesar  de  que  los  pendolistas  de  letra  inglesa  lucen  con  primor  su  roe- 


—  200  — 

lodo  y  letra  ,  y  tanto  en  este  género,  como  del  anterior,  que  es  la  generalidad, 
tenemos  hoy  niuclios  excelentes  pendolistas,  que  nada  dejan  qne  envidiará  este  si- 
glo de  los  anteriores  en  este  arte,  debiendo  nosotros  citar  como  excelentes  calí- 
grafos ,  adcmAs  de  los  muchos  profesores  de  primeras  letras  que  enseñan  la  buena 
escritura  española,  al  ilustrado  médico  D.  Antonio  López  González,  y  á  los  seño- 
res Riego  ,  Alverá  ,  y  otros  muchos  cuyos  nond)res  sentimos  no  recordar  después 
de  haber  admirado  sus  obras. 


-•2U1  — 


CONCLUSIÓN. 


Por  cuanto  acabamos  de  m;inireslar  se  vé  claranienle,  que  es  imposible,  de 
lodo  punió  ,  llegar  á  descubrir  la  lengua  primitiva  ,  de  que  se  derivó  el  lenguaje 
en  general,  y  que  en  el  mismo  caso  se  baila  la  primera  que  se  debió  de  hablar 
en  cada  pueblo;  por  lo  cual  es  may  aventurado,  porque  no  hay  documento 
que  pueda  acreditarlo  con  verdad  ,  el  señalar  el  límite  de  las  observaciones  en 
que  se  halle  el  principio  que  se  busca.  Tanto  en  la  lengua ,  cuanto  en  la  escritura, 
no  puede  empezarse  la  historu  mas  que  en  conjeturas,  que  por  lo  común  vienejí 
á  caer  en  la  fábula  ,  y  en  tal  caso  no  son  admitidas  por  la  historia  ,  que  debe  ser 
siempre  cierta  para  poder  conservar  este  nombre,  al  que  se  opone  la  mentira, 
la  ficción  poética  y  la  duda  ó  sea  la  conjetura  ,  que  no  es  otra  cosa  que  un  vano 
esfuerzo  de  la  débil  humanidad  para  comprender  lo  que  está  velado  á  su  enlendi- 
niienio  ,  alcanzar  loque  se  halla  muy  alto,  y  vencer  lo  que  no  es  posible  á  sus 
débiles  fuerzas. 

Con  respecto  á  nuestra  España,  hemos  visto  también  lo  que  difieren  los  auto- 
res en  sus  opiniones  acerca  del  origen  del  primer  lenguaje  ,  y  del  que  debió  deri- 
varse de  él ,  habiendo  hecho  soñar  á  muchos  de  ellos  el  amor  patrio  y  el  deseo  de 
conceder  á  su  país  excelencias  que  no  han  podido  probar  con  sólidas  razones. 
Hemos  seguido  la  marcha  de  los  acontecimientos,  y  visto  por  similitud  la  forma- 
ción del  lenguaje  romano ,  y  su  introducción  en  nuestra  patria  ,  en  la  que  no  pudo 
menos  de  hermanarse  con  el  de  sus  antiguos  habitantes  ;  asi  como  calculado  ra- 
zoniiblemecle,  la  formación  lenta  y  gradual  de  nuestro  castellano  ó  romance  de 
la  corrupción  del  latin,  del  lemosin  ,  del  vascongado  en  poquísimas  voces  ,  y  so- 
bre toilo  del  árabe,  á  pesar  del  en)peño  que  los  amigos  de  la  lengua  del  Lacio 
pusieron  en  aclimatar  y  mantener  por  siempre  el  latin  en  nuestro  país  para  ha- 
cerle su  lengua  nacional,  como  algunos  lo  pretcmlieron. 

Igualmente  hemos  hecho  ver  la  anarquía  lingüistica  en  que  se  encuentra  Espa- 
ña ,  pues  que  á  pesar  de  que  los  Gobiernos  se  han  empeñado  en  que  el  caslellano 
sea  la  lengua  nacional ,  y  de  que  no  se  enseña  otro  en  las  escuelas  de  la  Penin- 
.su!a,  ni  se  admiten  sino  en  él  documentos  en  los  tribunales  y  oficinas  ,  solo  en  las 
provincias  castellanas  se  habla  por  todas  las  clases  ,  teniendo  el  suyo  y  |)ecül¡ar 
dialecto  cada  una  de  las  demás  provincias  ,  mas  ó  menos  pronunciado  y  mas  ó 
menos  ininteligible,  y  diferente  del  castellano,  que  si  bien  es  la  lengua  oficial  de 
España  ,  y  en  lo  general  de  la  alta  sociedad  y  de  la  clase  media  ,  no  lo  es  de  lodo 
el  pueblo,  cuyas  grandes  masas  no  la  comprenden  siempre,  y  se  entienden  con 
sus  dialectos  naturales.  Xo  sucede  asi  con  la  escritura  ,  cuyos  signos  son  usados  y 
entendidos  por  todos  los  pueblos  de  España  ,  hablen  el  dialecto  que  quieran  ;  y 
cuando  esto  sucede  en  toda  la  Europa  y  en  América  ,  con  cortas  excepciones,  en 

26 


—  '202  — 

cunnto  á  los  caracteres  con  que  se  pinla  el  p^nsamienlo  y  la  palabra  ;  cuando  en 
loilas  parles  son  unos  mismos  los  síí;qos  numerales,  los  algebraicos  y  los  musica- 
les, ¿por  que  no  podría  convenirse  al  lin  la  sociedad  en  un  lenguaje  universal, 
máxime  cuando  ya  le  llene  ollcial  y  dlploinálico,  siendo  asi  que  en  la  parle  gráfica 
y  de  los  sonidos  ,  que  son  una  de  sus  parles  principales  ,  se  ha  conseguido  ?  Para 
conseguir,  al  menos,  una  lengua  olicial  universal  ,  que  era  lo  que  haslaba  en  un 
principio,  pues  lo  demás  lo  liarla  el  tiempo  ayudado  de  la  necesidad,  maestra 
sabia  que  vence  muchas  dificultades  ,  bastaba  que  ias  naciones  poderosas  que 
pueden  hacerlo  ,  depusiesen  algún  tanto  de  su  orgullo  nacional  en  aras  de  la  uti- 
lidad pública  universal  ,  sacrlllcando  el  todo  ó  la  parle  que  se  eslimase  de  su  len- 
guaje á  la  formación  de  una  nueva  lengua  ;  pero  esta  delerencia  al  bien  general 
no  la  creemos  practicable  en  el  siglo  que  vivimos,  porque  ninguna  nación  querría 
ceder  lo  que  la  correspondiese  ,  creyendo  ofender  en  ello  su  dignidad  nacional: 
luego  que  el  vapor,  la  electricidad  y  las  vías  férreas  acaben  de  cruzar  el  mundo, 
y  de  acercar  completamente  las  distancias  ,  que  es  su  benéfica  misión  ,  segura- 
mente que  no  se  hará  esperar  mucho  un  lenguaje  universal  ,  porque  el  raundo 
vendrá  á  ser  una  sola  familia,  un  solo  pueblo,  que  no  tendrá  diferenclasde  creen- 
cias, de  lenguaje  ni  de  costumbres  ,  en  cuyo  caso  se  cumplirá  una  profecía  evan- 
gélica que  no  puede  faltar. 

Así  como  en  España  hay  una  lengua  oficial,  y  muchos  dialectos  en  completo 
uso,  puede  decirse  con  verdad  que  la  Europa  tiene  también  toda  ella  un  lenguaje 
oficial  ,  lenguaje  que  lo  es  de  lodo  el  mundo  en  la  diplomacia  ,  á  pesar  de  divi- 
dirse en  muchos  miles  de  lenguas  y  dialectos:  el  idioma  francés  es  el  que  ha  tenido 
la  fortuna  de  lograr  esta  excelencia  ,  á  pesar  de  que  ,  según  el  sentir  de  sabios  fi- 
lólogos que  vemos  muy  puesto  en  razón  ,  sea  de  los  lenguajes  que  menos  mere- 
cían este  honor.  El  poder  colosal  que  de  muchos  años,  sino  ya  siglos  ,  viene  al- 
canzando la  Francia  ,  y  la  ilustración  que  con  él  ha  ido  adquiriendo,  han  hecho 
necesario  que  los  demás  pueblos  vayan  aprendiendo  su  lengua ,  de  voluntad  ó  por 
fuerza,  lo  cual  nos  confirma  en  una  Idea  que  rueda  por  nuestra  cabeza  ,  y  es: 
que  el  conquistador,  si  es  ilustrado,  lleva  en  la  punta  de  su  espada  la  ilustración 
por  do  quiera  que  pasa  Imponiéndola  por  ley ,  asi  como  el  conquistador  ignorante, 
ó  el  poder  inñuyente,  la  mata  en  los  países  que  pisa  ó  en  que  Influye,  y  esto  nos  lo 
acredita  la  historia  poniéndonos  delante  á  los  romanos,  que  hicieron  su  latín  casi 
lengua  universal ,  como  lo  es  hoy  de  la  Iglesia  católica  ;  y  sin  remontarnos  mucho 
á  nuestros  antepasados  de  las  épocas  de  Carlos  V  y  de  su  sucesor  ,  en  las  cuales  po- 
día llamarse  oficial  nuestro  idioma  castellano  ,  porque  en  todas  parles  se  apresu- 
raban á  aprender  la  lengua  del  pueblo  que  ,  sentadas  sus  atrevidas  plantas  en 
ambos  mundos,  amenazaba  avasallarle  por  completo.  Y  puesto  que  la  lengua  fran- 
cesa tiene  ya  tanto  adelantado  para  hacerse  universal,  á  pesar  de  que  carece  de 
muchas  de  las  bondades  que  otras  tienen  ,  ¿porqué  no  se  le  asocia  de  estas  lo 
que  mejor  pueda  avenírsela  y  lo  mas  conveniente,  y  pasa  de  oficial  diplomática  á 
ser  la  oficial  común  ,  á  fin  de  que  llegase  á  ser  un  día  la  vulgar  de  las  naciones? 
Ya  dejamos  sentado  que  el  escollo  que  lo  impide  es  el  orgullo,  orgullo  que  si 
bien  entendido  en  particular,  es  una  ridiculez  en  lo  general,  en  comparación  de 
los  bienes  que  reportarla  tan  útil  revolución  lingüistica:  los  pueblos,  como  los 
hombres  de  que  se  componen,  ante  un  falso  honor,  sacrifican  siempre  sus  mas 
útiles  y  verdaderos  intereses:  solo  esta  lengua  ó  la  latina  podrían  universalizarse 
bov  con  alguna  facilidad. 


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Volvienilo  á  nuestra  Españ.i ,  repelirenios  la  necesidad  que  tenemos  de  formar 
una  lengua  verdaderamente  nacional  ,  de  que  carecemos,  puesto  que  la  que  se 
denomina  española  es  solo  de  Castilla  ,  y  nu  de  las  provincias  Vascas  ,  ni  de  Cata- 
luña, Valencia  ,  Galicia  ,  Asturias,  etc.  ,  en  donde  el  pueblo  tiene  en  entero  uso 
sus  dialectos,  siendo  solo  olicial  entre  ellos  el  castellano.  Estudíese  por  nuestra 
Academia  y  por  los  sabios  el  modo  mas  fácil  y  lógico  de  amalgamar  todos  los 
clámenlos  heterogéneos  de  nuestra  lengua  ,  formada  de  estos  distintos  dialectos, 
y  abandonando  la  mania  de  imponer  el  lenguaje  de  solo  un  idioma,  que  no  lia  lo- 
grado generalizarse  á  pesar  de  tantos  siglos  de  empeño  al  efecto;  compóngase  la 
nueva  lengua  que  haya  de  nacionalizarse,  no  solo  de  las  voces  dialécticas  que 
hasta  ahora  se  han  rechazado,  pero  que  no  por  eso  han  dejado  de  estar  en  uso, 
si  que  también  se  admitan  las  muchas  que  lia  introducido  la  necesidad  de  nuevos 
inventos  y  descubrimientos ,  y  que  se  han  admitido  ya  en  el  uso  común  de  la  vida; 
las  voces  estranjeras  que  se  han  españolizado ,  y  que  usan  en  la  conversación  por 
necesidad  hasta  los  que  por  mas  puristas  se  tienen  ,  y  de  todas  ellas  vaya  enri- 
queciendo la  Academia  nuestra  lengua  ,  no  sea  que,  como  ya  hemos  dicho  en  la 
parte  tercera  de  este  discurso,  perdida  su  autoridad  á  fuerza  de  quererla  imponer, 
venga  á  quedar  vencida  por  ej  vulgo,  como  lo  fueron  en  la  formación  del  romance, 
ó  sea  de  nuestro  antiguo  castellano ,  los  sabios  gramatizanles  y  latinos  españoles, 
que  llamando  bárbaro  al  vulgo  porque  no  queria  hablar  el  lenguaje  que  ellos  le 
imponían,  y  si  el  que  él  se  fué  formando,  vinieron  al  fin  á  barbarizar  con  él, 
abandonando  su  lalin  por  la  lengua  vulgar,  que  ellos  mismos  ensalzaron  después, 
y  lo  propio  sucedió  en  Roma ,  patria  del  latin  ,  que  en  Francia  y  en  los  demás  pue- 
blos que  hablaban  asi  la  lengua  del  Lacio. 

Con  este  motivo  vamos  á  sentar  un  principio ;  es  opinión  nuestra  ,  que  nos  ha 
enseñado  el  corlo  estudio  que  hemos  becho  sobre  el  particular  que  nos  ocupa  ,  y 
que  ya  anunciamos  en  este  escrilo  ,  asociándonos  á  una  autoridad  respetable.  Si 
la  parle  del  pueblo  á  la  que  se  denomina  vulgo,  y  que  se  considera  siempre  ig- 
norante por  los  sabios  ,  reconoce  en  las  costumbres,  en  las  que  entra  el  lenguaje 
por  parte  muy  principal,  por  soberano  al  sabio  y  al  hombre  instruido  ,  también 
llega  él  á  su  vez  á  ser  soberano  ,  y  á  obligar  á  aquel  á  rendirle  homenaje.  Cuando 
el  vulgo  va  lentamente  organizando  una  idea,  consigue  lijarla  al  fin,  y  cuando 
poco  á  poco  adquiere  sus  hábitos,  usos  y  costumbres  conforme  lo  van  pidiendo 
sus  necesidades  y  exige  su  carácter  natural ,  con  la  fe  y  constancia  que  tiene  en 
eslo  siempre ,  y  con  su  resistencia  é  indiferentismo  en  seguir  el  camino  contrario 
que  se  le  señala  ,  llega  á  conseguir  tal  fuerza  en  aquella  idea  ó  costumbre  que, 
generalizándola  ,  llega  al  fin  á  imponérsela  á  los  sabios  que  mas  la  han  conibalido 
y  denostado,  los  cuales  descienden  de  su  altura  basta  el  último  escalón  social  ,  no 
ya  á  capitular  con  los  que  tenian  por  bárbaros  ,  sino  á  barbarizar  con  ellos  ,  como 
hemos  dicho  al  poner  el  objeto  práctico  sobre  la  formación  de  naeslro  romance  y 
demás  de  Europa  ,  origen  de  las  lenguas  modernas  :  al  efectuarse  esta  revolución 
lingüistica,  ¿á  quién  debe  considerarse  mas,  á  los  sabios  ciceronianos,  que  se  em- 
peñaban en  encerrar  el  lenguaje  en  reducidos  limites,  resistiendo  toda  amplia- 
ción ,  ó  al  vulgo  que  se  separó  de  sus  lecciones  ,  porque  se  oponían  á  la  naturaleza 
de  su  caracler  y  á  lo  que  exigían  ya  sos  necesidades ,  nacidas  del  roce  y  comercio 
que  tenian  con  los  demás  pueblos?  Al  contrario  de  esto,  cuando  se  forma  empeño 
en  hacer  que  el  pueblo  no  sabio,  ó  sea  el  vulgo,  obedezca  una  ley  á  que  se  opone 
su  carácter  y  condiciones  naturales;  á  que  reciba  una  costumbre  que  le  repugna. 


—  20i  — 

y  que  no  conviene  con  sus  necesidades  y  prácticas;  á  que  nianlen!?a  un  principio 
«pití,  por  bello  que  sea  en  leoria  ,  se  opone  á  su  inlelisoncia  y  utilidad  en  la  prac- 
lica;  ven  fin,  cuando  se  pretende  encerrarle  en  estrechos  limites,  que  le  impide 
ejecutarlo  que  su  buen  instinto  y  necesidades  le  designan,  entonces  el  vulso 
solo  obedece  á  la  fuerza  ,  y  oponiendo  una  resistencia  lenta ,  que  va  auinentamlo  el 
lieinpo  progrcsivanientc  proveyéndole  cada  vez  mas  de  fuerza,  acaba  al  fin  por 
romper  con  energía  y  vijior  los  lazos  que  le  sujetan  ,  y  triunfa  ;  porque  en  materia 
(le  costumbres,  y  mas  en  la  de  lenguaje  ,  siempre  acaba  por  triunfar  el  vulijo. 
Hellexionen  un  poco  los  sabios  lingüistas  sobre  estas  observaciones  ,  hijas  de  los 
sucesos  del  pasado  ,  y  vean  los  que  dirigen  nuestro  lenguaje  si  será  prudente  dar 
al  español  toda  la  extensión ,  que  ya  reclaman  las  presentes  necesidades  y  coslom- 
bres,  sacándole  de  los  estrechos  limites  en  que  le  tiene  encerrado  un  mal  entendi- 
ilo  puritanismo,  antes  de  que  perdida  su  fuerza  de  autoridad  triunfe  el  vulgo,  como 
lanías  otras  veces,  é  imponga  la  ley  á  los  maestros.  Confiamos  en  que  los  sabios 
iicadéniicos de  nuestra  lengua,  no  teniendo  en  cuenta  nuestra  buniilile  persona  y 
pobre  opinión,  y  considerando  que  á  veces  el  grito  del  ignorante  suele  dar  al  sa- 
bio una  voz  de  alarma  ,  que  le  hace  despertar  ideas  civilizadoras  y  benéficas  ,  que 
se  habiun  escapado  antes  á  su  profunda  penetración  y  sabiduría  ,  las  cuales  puede 
mejorar  ,  esplanar  y  aclarar  ,  pongan  atención  á  lo  que  decimos,  y  procuren  for- 
marnos un  lenguaje  verdaderamente  nacional ,  en  consonancia  con  nuestras  nece- 
sidades é  ilustración  del  siglo  ,  y  capaz  de  fundirse  ó  de  hermanarse  con  nues- 
lios  dialectos,  de  tal  modo  que  no  se  hable  cu  toda  la  l'eninsula  mas  que  una 
lengua. 

A  pesar  de  haber  sido  rechazadas  por  los  que  blasonan  de  puristas  de  nuestra 
lengua  oficial ,  y  de  (jue  no  obstante  el  mucho  tiempo  que  hace  se  usan  ,  no  se  las 
ha  dado  lugar  en  las  varias  ediciones  que  se  han  publicado  en  el  Diccionario  de  la 
r.eal  Academia  ,  ¿cuántos  miles  de  voces  nuevas  no  se  han  usado  y  usan  por  nues- 
tros mejores  escritores  ?  ¿Y  cómo  sin  ellas  podria  explicarse  ó  apreciarse  hoy  con 
propiedad  ciertas  ideas ,  algunas  cosas ,  y  dar  ciertos  giros  en  locuciones  descono- 
cidas en  lo  antiguo  hasta  por  los  que  quieren  conservarse  mas  puros  hablistas  del 
castellano?  Desengáñense  estos:  el  circulo  á  que  está  hoy  reducido  por  nuestra 
Academia  el  idioma  castellano  es  ya  demasiado  estrecho  para  expresar  nuestras 
necesidades  presentes  y  nuestros  mas  estendidos  conocimientos  en  todas  mate- 
rias: admita  ,  pues  ,  la  Academia  bajo  su  manto  protector  y  conservador  lo  que  ya 
ha  admitido  el  país  hasta  en  sus  clases  mas  ilustradas,  y  sostendrá  respetada  su 
autoridad  ,  y  no  obligará  al  pueblo  á  emanciparse  de  su  poder  paternal  ;  caso  tan 
peligroso,  que  puede  dar  ocasión  á  que  se  desborde  de  tal  suerte  que  cause  daños 
mas  reales  á  la  lengua  que  los  que  hoy  pretende  evitar.  Reflexione- bien  esta  sabia 
corporación  filológica  que  su  sistema  demasiado  restrictivo  ha  sido  causa  de  esa 
multitud  de  diccionarios  de  la  lengua  que  ,  además  de  otros  muchos  tecnológicos 
de  las  ciencias  ,  arles  y  demás  facultades  ó  profesiones  ,  se  han  publicado  y  pu- 
blican en  descrédito  de  su  autoridad,  como  el  del  Sr.  Pcñalver ,  el  del  erudito 
I).  Adolfo  de  Castro,  el  de  D.  Boque  Barcia,  el  de  D.José  Caballero,  el  del  desgra- 
ciado D.  José  DominyuíS.  el  del  eruilito  D.  Vicenle  Salva  ,  que  publicándole  en  Pa- 
rís en  18i7  ,  corrigió  el  de  la  Academia  ,  y  el  enciclopédico  del  estudioso  é  ilustra- 
do filólogo  D.  Eduardo  Chao  ,  y  una  sociedad  de  literatos  ,  publicado  en  1833,  que 
es  el  que  mas  se  aproxima  á  ser  el  Diccionario  de  la  leníjua  española;  los  cuales 
han  sido  recibidos  con  tanta  aceptación  que,  en  particular  del  de  Domínguez,  se 


—  i205  — 

hnn  vendido  lanías  ediciones,  que  ha  obligado  á  sus  editores  ¡i  eslereoliparle  ;  ¿y 
eslo ,  por  qué '.' Porque  habiendo  comprendido  ea  ellos  sus  autores  los  muchos 
miles  de  voces  con  que  se  halla  hoy  enriquecida  nuestra  lengua  ,  que  hace  uso  de 
ellas  en  la  locución  labial  ó  escrilural ,  se  prestan  mas  á  nuestras  presentes  nece- 
sidades que  el  oficial,  y  por  lo  tanto  se  los  eslima  por  mas  útiles.  Si  el  Dicciona- 
rio de  la  Academia  continúa  estacionario  ,  y  rechazando  lodo  lo  nuevo  ó  antiguo  que 
no  ha  adoptado  hasta  el  dia  ,  por  repugnar  tal  vez  el  origen  de  las  voces  nuevas, 
en  cuyo  caso  se  contradice  con  lo  que  expresó  en  su  prólogo  ;i  su  Diccionario;  y 
está  del  lodo  acorde  con  el  objeto  de  su  instituto  (1),  vendrá  á  quedar  reducido, 
como  el  castellano  que  explica,  á  servir  solo  para  la  inteligencia  de  nuestra  len- 
gua antigua  literal  ó  erudita;  pero  no  se  hará  uso  de  él  para  la  vulgar,  y  advierta 
de  paso,  que  su  siílemátioa  lengua  va  perdiendo  de  dia  en  dia  hasta  su  calidad 
oficial ,  puesto  que  las  Cortes  en  las  leyes  que  forman ,  el  soberano  al  sancionar- 
las y  en  los  decretos  que  publica,  y  el  Gobierno  y  sus  delegados  en  las  órdenes 
que  espide,  prescinden  ya  de  la  pretendida  pureza  del  lenguaje  castellano,  ad- 
mitiendo centenares  de  palabras  que  no  se  encuentran  en  su  Diccionario;  y  que  si 
es  fuerte  para  desprestigiar  su  autoridad  la  opinión  del  vulgo  que  si,  como  digi- 
mos,  siempre  vence  en  estas  cuestiones,  es  á  fuerza  de  tiempo  y  de  conslancia, 
protegido  en  esto  i)or  los  Gobiernos,  se  alienta  con  el  ejemplo  y  precipita  la  re- 
volución lingüistica  ,  que  en  otro  caso  lardaría  mas  en  desarrollarse. 

El  famoso  Carlos  AWier  dice  que  el  Diccionario  universal  de  una  lengua  es  el 
primer  libro  de  una  nación  civilizada,  y  el  libro  de  todo  el  mundo,  por  lo  cual 
debe  contener  lodas  las  voces  que  pertenecen  al  uso  de  todos;  añadiendo  el  eru- 
dito D.  Eduardo  Chao,  con  razón,  en  su  Dicrionario  enciclopédico  de  nuestra  len- 
gua, que  el  lenguaje  no  se  ha  hecho  únicamente  para  manifestar  las  operaciones 
del  entendimiento  y  los  impulsos  del  corazón,  sino  también  para  expresar  los  re- 
sultados de  la  acción  del  hombre  sobre  el  universo  que  Dios  le  ha  dado  por  mo- 
rada ,  añadiendo:  que  despreciar  el  locabulario  de  las  arles  y  los  opcios,  es  despre- 
ciar la  lenrjua  esencial  de  la  civili-acion  ,  que  no  ha  empezado  por  las  ciencias  y  las 
letras,  sino  por  los  oficios.  No  debió  considerar  lan  cierto  este  principio  nuestra 
Real  Academia  de  la  lengua,  cuando,  como  lo  dice  en  la  primera  base  sobre  que 
fundó  su  Diccionario  en  1713,  acordó  poner  solo  en  él  todas  y  solo  las  voces  apela- 
tivas españolas  (  solo  lo  hizo  de  las  castellanas,  con  pocas  escepciones)  y  excluir 
todas  las  voces  y  nombres  propios  de  personas  y  lugares ,  que  pertenecen  á  la  historia 
y  día  geografía  ,  y  también  todas  las  palabras  que  significan  desnudamente  objetos  in- 
decentes; creyendo  nosotros  que  nada  liubiera  importado  poner  estas,  siempre 

[O  Capítclo  pniMEHO.  Del  intento  y  motivo  de  la  fundación  de  la  Academia.  =  Estatuto 
único.  ^Siendo  el  fin  principal  de  esla  Acailemia  cuUivar  y  fijar  la  pureza  y  elegancia  de  la  len- 
gua castellana,  deslcrrando  todos  los  errores  que  en  sus  vocablos,  en  sus  modos  de  hablar,  ó  en 
su  conslruccion  lia  introducido  la  ignorancia  ,  la  vana  afectación,  el  descuido  y  la  demasiada  li- 
bertad de  innovar:  será  su  empleo  distinguir  los  vocablos,  [rases  ó  construcciones  extranjeras 
de  las  propias  ,  las  anticuadas  de  las  usadas,  las  bajas  y  rústicas  de  las  cortesanas  y  levantadas, 
las  burlescas  de  las  serias,  y  finalmente  las  propias  de  las  figuradas.  En  cuya  consecuencia  tiene 
por  conveniente  dar  principio  desde  luego  á  la  formación  de  un  Diccionario  de  la  lengua,  el  mat 
copioso  que  pudiera  ttacerse :  en  el  cvial  se  anotarán  aquellas  voces  y  frases  que  están  recibidas 
deiidamenle  por  el  uso  corlesano,  y  las  que  eslán  anticuadas ,  como  también  las  que  fueren  ba- 
jas ó  bárbaras;  observando  en  lodo  las  reglas  y  preceptos  que  están  puestos  en  la  planta  acor- 
dada por  la  Academia  ,  impresa  en  el  año  de  1713. 


(|ue  se  afeüsen  y  casligascn  religiosamcnle  ,  en  lo  cual  podría  ser  úlil ,  provcclio- 
sa  y  conveniente  la  reprensión.  Sin  embargo,  la  luisnia  Academia  en  la  pág.  V 
tlel  prólogo  ¡I  su  primera  bella  edición  del  Diccionario,  que  publicó  en  1726,  no 
pudo  menos  de  considerar  á  las  arles  y  olicios,  pueslo  que  dice:  «De  las  voces 
propias  pertenecientes  ;i  arles  liberales  y  mecánicas  lia  discurrido  la  Academia 
liacer  un  Diccionario  separado,  cuando  este  se  haya  concluido,  por  cuya  razón  se 
ponen  solo  las  que  lian  parecido  mas  comunes  y  precisas  al  uso,  y  que  se  podrían 
Ciliar  menos.»  Muy  tlificil  y  penoso  es  por  cierto  hacer  un  Diccionario,  y  de 
ello  tenemos  la  experiencia,  aunque  en  menor  escala,  en  los  varios  que  hemos 
compuesto  y  publicado,  ya  solo  por  nosotros,  ya  en  compañía  de  otras  personas; 
pero  no  podemos  menos  de  advertir  que  si  la  Real  Academia  |iudo  darnos  á  los 
trece  años  de  su  creación  un  precioso  Diccionario  de  la  lengua  castellana,  según 
el  plan  mas  ó  menos  laloijue  se  propuso,  ¿en  los  cientolreinta  años  que  han  pasa- 
do hasta  hoy  desde  el  de  172G  en  que  nos  hizo  esta  promesa  no  ha  (lodido  cum- 
plirla ?  Por  este  contesto  se  ve  claramente  que  la  Acaden.ia  conoció  en  un  princi- 
pio la  necesidad  de  comprender  en  los  diccionarios  todo  lo  necesario  al  lenguaje 
vulgar,  y  no  alcanzamos  porqué  no  ha  llenado  este  vacio  que  oíros  lian  procura- 
do ocupar,  no  ya  solo  en  Diccionarios  especcionales  lecnológicos  de  las  facultades, 
que  se  han  publicado  muchos,  sino  en  el  de  la  lengua  ,  de  que  el  tecnicismo  de  to- 
das es  una  parle  muy  principal  y  necesaria.  Y  tanto  mas  conoció  la  Academia  la 
necesidad  de  entrar  en  el  imperio  tecnológico,  cuando  que  al  decir  en  la  pág.  II 
del  precitado  prólogo,  que  ponía  en  el  Diccionario,  generalmente,  todas  las  vo- 
ces de  la  lengua  eslén  ó  no  en  uso  (¿porqué  si  entonces  lo  hizo,  no  lo  ha  hecho  des- 
pués de  las  que  ha  ido  admitiendo  el  uso?)  añade  que  lo  hace  también  de  algunas 
pertcnecicnlcs  á  las  artes  y  ciencias ,  para  que  con  su  nolicia  se  pueda  saber  su  signi- 
ficado con  la  proporción  correspondienle ;  y  por  qué  no  lo  hizo  de  todas  las  voces 
de  esta  clase  y  si  solo  de  algunas?  á  qué  la  manía  de  continuar  en  las  siguientes 
ediciones  un  defecto  ,  que  deja  incompleta  una  sección  lan  iniporlante  del  lengua- 
je? Mal  se  aviene  ciertamente  la  mania  expresada  con  el  fin  principal  que,  según 
dice  ,tuvo  para  la  formación  del  Diccionario,  que  fué  hacerle  tan  copioso  y  exacto 
en  que  se  viese  la  grandeza  y  poder  de  la  lengua  ,  la  hermosura  y  fecundidad  de  sus 
voces,  y  que  ninguna  olra  la  excede  en  elegancia,  frases  y  pureza,  siendo  capaz  de 
expresarse  en  ella ,  con  la  mayor  energia,  lodo  lo  que  se  pudiere  hacer  con  las  lenguas 
mas  principales ,  en  que  han  florecido  las  ciencias  y  arles ,  pues  que  entre  las  lenguas 
vivases  la  española  (debiera  decir  la  castellana  en  nuestro  concepto)  sin  la  menor 
duda,  una  de  las  mas  compendiosas  y  expresivas,  como  se  reconoce  en  los  poetas 
cómicos  y  líricos ,  á  cuya  viveza  no  ha  podido  llegar  nación  alguna  :  y  en  lo  elegante 
1/  puro  es  xina  de  las  mas  primorosas  de  Europa,  y  tan  fecunda  que  se  hallan  en 
ella  ,  entre  otras  obras  de  singular  artificio  ,  cinco  novelas  de  bastante  cuerpo,  com- 
puestas con  tal  especialidad  que  en  cada  una  de  ellas,  en  todas  las  voces  ,  que  en  si 
contienen  ,  falla  una  de  las  cinco  vocales,  lo.que  hasla  ahora  no  hemos  visto ejccu- 
iado  en  otro  idioma.  Y  decimos  que  se  aviene  mal  con  este  precioso  testo  lleno  de 
verdad  por  otro  lado ,  porque  faltando  á  su  Diccionario  tantas  voces,  y  muchísi- 
mas mas  hoy  que  en  aquella  época,  no  puede  afirmarse  lan  concluyenlementc 
esta  proposición,  como  si  la  lengua  estuviese  completamente  representada  en  to- 
das sus  secciones  y  géneros  en  el  Diccionario ,  y  con  todas  las  voces  que  hoy  usa 
por  necesidad  y  conveniencia.  Confesamos  que  la  Academia  en  el  plan  que  se  pro- 
puso, y  nada  mas,  cumplió  su  empeño  en  cuanto  al  idioma  castellano,  al  que  na- 


—  20-  — 

(lie  puede  negnr  con  justicia  las  exceleociíis  expresadas ,  las  cuales  habia  ya  con- 
Tesado  y  ilado  á  conocer,  si  bien  en  menor  escala ,  el  sabio  Covarrubias  en  su  pre- 
cioso Tesoro  de  la  lengua,  que  puede  considerarse  el  primer  Diccionario  entre  las 
lenguas  modernas ,  y  sobre  el  cual  cimentó  el  suyo  la  Academia  por  confesión  pro- 
[lia  (11,  llamánilole  Diccionario  de  la  lengua  españrjUí ,  i\  lo  que  debió  añadir  ol¡- 
cial,  puesto  que  la  verdadera  lengua  española  vulgar,  repetimos,  no  es  el  caste- 
llano solo,  sino  la  que  resultarla  de  la  amalgama  ó  fusión  del  castellano  con  to- 
dos los  demás  dialectos  provinciales,  único  modo  de  que  fuese  general  y  no  solo 
olicial  el  lenguaje  que  explica  en  su  obra. 

Aun  cuando  no  lo  puso  en  práctica  en  todas  sus  partes,  no  dejó  de  conocer  la 
Academia  que  la  venladera  lengua  española  se  compone  del  modo  que  nosotros 
hemos  expuesto  ,  puesto  que  en  la  pág.  V  del  citado  prólogo  nos  dice:  Én  el  cuer- 
po de  esta  obra  ,  y  en  el  lugar  que  les  corresponde ,  se  ponen  varías  voces  peculiares  y 
propias ,  que  se  usan  frecuentemente  en  algunas  provincias  y  reinos  de  España ,  cerno 
en  Aragón ,  Andalucía ,  Asturias ,  Murcia ,  etc.,  aunque  no  son  comunes  en  Castilla, 
y  en  la  de  Aragón  se  omiten  las  que  vienett  de  la  lengua  Lemosina  ,  y  no  están  auto- 
rizadas con  los  fueros ,  leyes  y  ordenanzas  de  aquel  reino.  También  se  anotan  las  vo- 
ces de  la  Gerigonza  ó  Germanía  ,  de  que  suelen  usar  los  que  vulgarmente  llaman  gi- 
tanos, y  los  preciados  de  guapos,  para  entenderse  entre  sí,  según  la  explicación  que 
de  ellas  hizo  Jlan  Hidalgo  fu  su  vocabulario,  y  se  hallan  en  el  de  la  lengua  españo- 
la y  francesa  de  César  Oudin ,  impreso  en  Bruselas  el  año  de  1625 ,  asi  por  ser  casi 
todas  las  dichas  palabras  en  su  formación  castellanas ,  aunque  tomadas  en  diverso 
significado,  como  por  encontrarse  muchas  veces  en  algunas  obras  jocosas  de  prosa 
y  verso  de  autores  clásicos,  á  fin  de  que  se  entiendan  y  perciba  el  sentido  en  que  las 
usaron.  Si  como  vemos  por  este  contesto  puso  la  Academia  varias  voces  de  las 
provincias  en  su  Diccionario  ,  por  qué  no  lo  ha  hecho  después  de  todas  una  vez  que 
confiesa  su  necesidad?  por  qué  se  omiten  las  palabras  que  vienen  del  Lemosin? 
á  qué  dar  la  preferencia  á  las  voces  de  la  gerigonza  gitanesca,  solo  por  encontrar- 
se en  obras  jocosas,  á  las  de  los  dialectos  que  expresan  necesidades  reales,  y  que 
estaban  en  uso  constantemente  entonces  y  lo  están  hoy?  Confesamos  que  no  lo 
comprendemos,  máxime  cuando  que  si  se  hizo  para  que  pudiesen  entenderse  las 
expresadas  palabras  preferidas  cuando  se  viesen  escritas  en  autores  clásicos,  como 
dice  la  Academia,  cuyo  fin  fué  este,  autores  clásicos  y  bien  clásicos  tienen  algu- 
nos dialectos,  en  que  se  hallan  obras  bien  escritas,  y  en  autores  clásicos  castella- 
nos se  ven  también  porción  de  voces  de  las  provincias  desde  la  creación  de  aquel 


(t)  Dice  en  el  prólogo  de  su  Diccionario  la  Academia ,  pág.  I.  «Venerando  el  noble  pensa- 
miento de  Covarrubias  ,  y  siguiéndole  en  las  voces  en  que  halló  proporción  y  verisimilitud ,  ha  for- 
mado el  Diccionario  sujetándose  á  aquellos  principios ,  y  continuando  después  debajo  de  las  reglas 
que  le  han  parecido  mas  adecuadas  y  convenientes  ,  sin  deíenerge  con  demasiada  reftexion  en  el 
origen  y  derivación  de  las  voces,  porque  además  de  ser  trabajo  de  poco  fruto  ,  sería  penoso  y 
desagradable  i  los  lectores,  que  regularmente  buscan  la  propiedad  del  significado;  y  el  origen  ó 
la  derivación,  cuando  no  es  muy  evidente  y  claro  ,  quedaba  siempre  sujeto  á  varios  conceptos, 
después  de  ser  desapacible  su  lección.»  Si  esto  hizo  en  un  principio  ,  con  justa  razón  ,  la  Acade- 
mia para  componer  el  Diccionario  de  todas  las  voces  que  estaban  en  uso,  y  con  que  se  expresaban 
las  necesidades  de  aquella  época  ,  ¿por  qué  no  se  aumenta  del  propio  modo  boy  con  los  miles  de 
voces  nuevas  con  que  espresamos  las  nuestras,  sin  prestar  atención  expresa ,  como  entonces  lo 
hiio,  á  su  origen  y  derivación,  sino  á  la  necesidad  que  las  ha  creado  y  puesto  en  uso? 


—  208  — 

cuerpo  ,  sin  que  hasta  ahora  hayan  merecido  ol  honor  de  ser  admiliilas  en  el  Dic- 
ciunario. 

Al  excusarse  el  filólogo  Chao  de  no  poner  en  su  Diccionario  la  correspondencia 
lalina  á  cada  voz,  como  lo  verifica  en  el  suyo  la  Real  Academia,  maniOesla  que 
cree  se  ocuparía  mejor  el  espacio  que  llena  el  lalin  en  la  obra  de  esta ,  con  el  con- 
sideral)le  número  de  voces  que  le  faltan  y  las  que  desecha;  porque  en  su  opinión 
los  trabajos  etimológicos  iiechos  hasta  el  dia,  y  según  se  coinprenden,  son  tan  pe- 
nosos como  estériles,  y  así  es  que  esclama  con  bastante  fuerza  de  razón:  ¿A  qur 
conduce,  cuando  el  uso  ha  demostrado  la  autoridad  dd  origen,  saber  que  una  pala- 
bra proviene  de  otra  semejaiüe  latina  ó  ¡/riega,  si  estos  tenían  también  una  etimolo- 
gia  extraña;  si  el  latín  \j  el  griego  no  eran  lenguas  madres?  Otra  cosa  fuera  si  as- 
cendiendo de  etimología  en  elinwlogia ,  de  lengua  en  lengua  ,  se  llegase  hasta  la  pri- 
mitiva ó  natural  del  hombre ,  y  se  explicase  la  razón  fisiológica  y  ú  la  vez  filosófica 
del  extraño  fenómeno  que  presentan  idiomas  de  distinto  linaje ,  con  un  gran  número 
de  voces  de  idéntica  raiz. 

Habiendo  la  Real  Academia  admitido  confirmar  cuantas  voces  pudiese  con  au- 
toridades de  los  mejores  autores,  á  pesar  de  la  gran  dificultad  de  ejecutar  lo  que 
confiesa,  nos  dice  á  la  pág.  18  de  su  historia  ,  que  «el  poner  estas  autoridades 
pareció  necesario,  porque  deseando  limpiar,  purificar  y  fijar  la  lengua,  era  obli- 
gación precisa  que  calificase  la  voz,  y  manil'estase  los  méritos  de  su  juicio,  para 
convencer  de  que  la  Academia  no  es  maestra,  ni  maestros  los  académicos,  sino 
unos  jueces  que  con  estudio  han  juzgado  las  voces;»  añadiendo:  qite  para  que  no 
sea  libre  la  sentencia  ,  se  añaden  los  méritos  de  la  causa  propuestos  en  las  autorida- 
des que  se  citan.  Considerando  razonable  el  que  la  Academia,  en  su  principio, 
afianzase  su  opinión  en  las  de  respetables  autores,  y  extrañando  ol  que,  asi  como 
entonces  apadrinó  las  voces  usadas  por  respetables  literatos,  que  le  sirvieron  de 
base  para  su  Diccionario  ,  no  acuda  lioy  á  idénticas  fuentes  á  lomar  las  nuevas  vo- 
ces, que  ha  introducido  el  uso  y  la  necesidad,  de  que  eslan  plagadas  las  obras  de 
muchos  de  nuestros  mas  respetables  literatos,  pues  que  si  autoridades  fueron 
aquellos,  no  lo  son  menos  estas;  extrañando  esto,  repetimos,  en  cuanto  á  las  au- 
toridades para  apoyar  el  lenguaje,  estamos  por  la  opinión  del  Sr.  Chao,  que  con- 
sidera ocioso  el  apoyo  de  autoridades  ,  elección  difícil  siempre  ,  fundándose  en 
que  el  lenguaje  experimenta ,  como  todas  las  cosas  liumanas  ,  vicisitudes  y  cambios, 
que  están  en  relación  con  el  desenvolvimiento  social  del  pueblo  que  lo  usa,  y  no  hay 
razón  para  que  nos  expresemos  ahora  como  hace  trescientos  años. 

Hay  materias  y  casos  en  que  las  autoridades  son  para  nosotros  un  principio 
cierto,  pues  que  las  ven  nuestras  creencias  con  tal  claridad  unidas  á  la  Divinidad, 
que  no  podemos  menos  de  considerarlas  como  destellos  de  ella,  y  en  este  con- 
cepto nos  hacen  fuerza  de  ley,  que  acatamos  y  veneramos,  y  á  la  que  nos  some- 
temos con  gusto ,  sin  que  podamos  ni  queramos  resistirla  de  modo  alguno;  pero 
en  lo  demás,  y  en  especial  al  lenguaje  de  que  tratamos,  estamos  por  los  que  pro- 
claman que  la  autoridad  no  es  razón  ,  puesto  que  dependiendo  del  uso  y  del  buen 
juicio,  estas  son  las  autoridades  especiales  á  que  es  preciso  atenerse,  porque  á 
ello  obliga  la  necesidad  que  ha  sancionado  el  primero,  y  que  á  su  vez  ha  llegado 
á  formar  y  fortificar  el  segundo:  esta  es  una  opinión  nuestra,  opinión  que  espone- 
mos sencillamente,  sin  pretender  imponerla  á  nadie,  solo  por  si  pudiera  valer 
algo  en  el  buen  juicio  de  los  estudiosos. 

El  fin  de  la  Real  Academia ,  según  declara  ( pág.  IV) ,  no  fué  ni  es  el  enmendar 


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ni  corregir  ¡a  lengua ,  y  si  solo  explicar  las  voces,  frases  y  locuciones,  desterrar  y 
dar  áconocer  los  abusos  introducidos;  y  no  alcanzamos  cómo  pueda  hacerse  lo  úl- 
timo, sin  quitar  la  negativa  que  se  impuso  en  el  primer  caso,  pues  que  mal  pue- 
de desterrarse  una  voz  sin  enmendar  ni  corregir  la  lengua  que  la  usa;  mas  pre- 
ciso, expresivo  y  lógico,  en  nuestro  concepto,  está  sobre  este  particular  el  eru- 
dito Chao ,  cuando  dice  en  el  prólogo  de  su  obra  :  un  Diccio7iariu  no  es  ni  una  tribu- 
na reformadora  ni  un  paUnque  literario ,  es  solo  un  inventario  fiel  de  lo  que  existe  y 
según  existe:  he  aqui  una  buena  descripción  de  lo  que  es  un  Diccionario,  ya  que 
no  se  la  admita  por  una  verdadera  y  propia  definición. 

Para  disculparse  la  Academia  de  haber  admitido  voces  ,  que  tienen  su  origen 
en  una  contingencia  ,  pone  por  ejemplo  la  voz  BisoSo,  que  en  castellano  equivale 
á  decir  soldado  nuevo,  al  que  igualmente  llamamos  recluta,  quinto,  si  bien  pudie- 
ra darse  también  otra  interpretación  á  estas  voces.  Dice  la  Academia  que  esta 
voz  se  origina  de  que  en  las  guerras  de  Italia  los  españoles  para  pedir  lo  que  ne- 
cesitaban decian  bisoñe  pan,  bisoño  vino,  etc.,  que  quiere  decir  tengo  necesidad 
de  pan ,  necesito  vino ;  por  cuya  razón  los  italianos  dieron  en  llamar  á  los  solda- 
dos españoles  bisónos,  nombre  que  les  quedó  desde  entonces,  y  que  admitió  la 
Academia  por  estar  en  uso :  y  si  asi  lo  hizo  por  la  expresada  razón  ,  ¿por  qué  des- 
pués no  lo  ha  seguido  haciendo  con  tantas  voces  como  desde  entonces  están  re- 
clamando el  mismo  derecho  con  mas  justicia"? 

Reconociendo  el  mismo  Cuerpo  la  fuerza  y  validez  del  uso,  nos  dice  en  otro 
lugar:  muchas  voces  han  nacido  tan  legitimas  del  absoluto  imperio  ó  tiranía  del 
uso ,  que  es  imposible  hallarlas  raiz ,  por  no  conocer  otra  madre  que  el  gusto  y  uso  de 
los  hombres,  y  asi  es  forzoso  que  en  estas  ceda  el  discurso  á  la  razón  sin  empeñarse 
en  descubrir  raiz;  y  esta  es  regla  de  San  Isidoro,  que  en  su  etimología  concluye: 
algunas  voces  se  engendraron  no  según  su  cualidad,  si  solo  por  el  arbitrio  libre  de 
los  hombres,  y  no  se  les  reconoce  otra  raiz;  y  sin  embargo  de  confesarlo  asi  el  San- 
to las  admitió,  y  lo  propio  liizo  la  Academia  en  un  principio,  razón  por  lo  que  es 
mas  de  estrañar  que  no  haya  seguido  conformándose  este  Cuerpo  científico  con 
el  uso,  que  ha  sancionado  tantas  voces,  que  aun  esquiva  admitir  como  propias  del 
lenguaje  español ,  y  que  desecha  con  sobrada  rigidez.  El  uso  es  tal  vez  un  rey  dés- 
pota ,  de  cuyo  cetro,  como  siente  Chao,  nadie  se  exime,  ni  aun  los  mismos  que 
lo  maldicen  ,  y  en  esta  inteligencia  creyó  este  estimable  escritor  con  sus  asocia- 
dos poder  adoptar  de  la  reforma  las  alteraciones  que  el  uso  casi  general  ha  san- 
cionado, y  que  debia  guardar  circunspección  respecto  de  aquellas  en  que  el  uso 
parece  vacilar,  ó  no  está  bien  pronunciado:  esta  doctrina,  puesta  en  práctica  en  el 
Diccionario  enciclopédico  de  este  entendido  filólogo,  ha  hei:ho  que  esta  obra  sea 
considerada  con  notable  aprecio  ,  y  que  ella  y  la  del  malogrado  Domínguez  sean 
los  Diccionarios  mas  completos  que  hasta  el  día  han  aparecido  de  nuestra  lengua, 
por  lo  que  no  debe  estrañarnos  la  prodigiosa  suscricion  que  han  alcanzado,  y  el 
que  se  repitan  tan  frecuentemente  sos  ediciones:  entro  la  Real  Academia  en  el 
saludable  campo  de  las  reformas,  y  estamos  seguros  de  que  una  vez  en  él  y  fuera 
del  estrecho  circulo  en  que  se  halla  ,  sus  académicos ,  entre  los  que  se  cuentan  su 
dignísimo  presidente  el  distinguido  literato  Excmo.  Sr.  D.  Francisco  Martínez  de 
la  Rosa,  y  no  menos  digno  secretario  el  fecundísimo  poeta  dramático  D.  Manuel 
Bretón  de  los  Herreros,  nuestro  querido  antiguo  gefe  en  la  Biblioteca  Nacional ,  y 
no  pocos  profundos  y  sabios  filólogos  y  hombres  distinguidos,  que  han  honrado  al 
país  con  sus  obras  escritas ,  le  han  dado  gloria  con  sus  hechos ,  y  le  ennoblecen  con 


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sus  virtudes,  que  venerándolas  nos  hacernos  un  deber  en  reconocer,  elevarán 
nuestra  rica  y  sonora  lengua  nacional  á  su  tnas  alio  grado  de  pcricccion,  y  en  el 
que  ,  sin  dejar  de  ser  verdad  su  bello  lema  de  limpia  ,  fija  v  da  esplendor  .  pasado 
por  el  crisol  de  la  sabia  crítica  con  que  se  simboliza  ,  y  que  lanío  se  afana  por  con- 
servar ,  dará  á  la  nación  Española  la  ley  fija  de  su  verdadera  lengua ,  y  la  que  hoy 
pasa  por  solo  oficial  y  de  ciertas  clases,  será  oficial  y  vulgar  á  la  vez,  que  es  lo 
que  necesitamos  para  librarnos  de  la  anarquía  lingüística  en  que  nos  hallamos. 

Terminada  nuestra  tarea,  cumple  á  nuestro  deber  dejar  aquí  consignado  que, 
al  hacer  este  imperfecto  escrito,  hemos  procurado  beber  de  buenas  fuentes  para 
formar  nuestra  opinión,  estudiando  detenidamente  la  doctrina  sentada  por  los  au- 
tores que  hemos  citado,  á  fin  de  poder  presentar  la  mejor  posible,  dando  de  nues- 
tra propia  cosecha  lo  que  se  ha  alcanzado  á  nuestro  limitado  talento;  y  si  alguna 
gloria  pudiera  resultarnos  de  este  trabajo,  la  declinamos  voluntariamente  en  los 
sabios  autores  que  hemos  consultado,  puesto  que  nuestra  conciencia  nos  obliga  á 
confesar  ,  con  toda  ingenuidad  y  sin  mezcla  alguna  de  hipocresía  ,  que  en  este  es- 
crito es  la  parle  mas  pequeña  y  la  menos  buena  lo  que  verdaderamente  nos  per- 
tenece. Debemos  también  confesar  con  franqueza  ,  que  hemos  expuesto  cuanto  sa- 
bemos en  las  materias  de  que  acabamos  de  tratar;  y  que  si  otros  escrilores  mas 
entendidos  pretenden  combatir  nuestros  errores,  en  lo  cual  harán  un  importanle 
servicio  al  país  y  á  las  letras ,  que  seremos  el  primero  en  agradecerles,  si  su  doc- 
trina nos  convence,  la  aprenderemos  con  gusto  en  silencio,  cediendo  á  la  razón 
nuestra  opinión  ,  y  sacrificándola  nuestro  amor  propio;  pero  que  sino  nos  conven- 
ce, callaremos  también  sin  intentar  defender  nuestra  doctrina,  que  sustentaremos 
mientras  no  se  nos  presente  otra  que  nos  la  haga  creer  errada ,  porque  nos  propo- 
nemos no  volver  á  escribir  sobre  esta  materia. 

BASILIO   SEBASTIAN 
CASTELLANOS. 


Madrid  26  de  Abril  de  1856. 


—  211  — 


Ó  de  los  VascooM 


En  las  dos  verlienles  del  Pirineo  occitlenlal  existe  una  lengua  que  sus  natura- 
les llaman  ei:sker\  (cuya  traducción  puede  muy  bien  significar  época  del  sol, 
y  también  zona  del  sol),  tan  antigua,  que  se  pierde  en  la  oscuridad  de  los  tiem- 
pos; pero  que  la  lingüistica,  cuyos  resultados  son  en  general  mas  seguros  que 
los  de  las  ciencias  históricas,  va  descubriendo  poco  á  poco  sus  arcanos  en  los  ga- 
binetes, donde  ha  sido  cultivada  por  largo  tiempo  esta  ciencia  con  celo  y  buen 
suceso,  y  se  ha  hecho  con  mucho  esmero  la  aplicación  de  ella  á  los  esludios  par- 
ticulares de  la  El'SKEUA.  No  hay  que  confundir  la  lingüistica  con  la  filología :  esta 
estu<lla  la  lengua  para  llegar  al  conocimiento  de  la  esencia  intelectual  de  las  na- 
cionalidades,  y  pertenece  á  la  historia;  mientras  que  aquella  no  se  ocupa  de  la 
historia  de  las  naciones  ,  sino  que  es  una  parle  de  la  fisiología  del  hombre,  pues 
trabaja  en  la  esfera  de  las  leyes  naturales  inalterables,  enteramente  fuera  del 
dominio  de  la  voluntad  del  hombre,  y  por  eslo  sus  fuentes  son  lan  limpias  y  puras 
como  las  demás  de  bs  ciencias  naturales.  Por  el  mismo  orden  de  la  naturaleza, 
observado  y  estudiado  por  muchos  siglos,  la  lingüistica  ha  dividido  en  tres  clases 
las  lenguas  del  universo,  á  saber:  monosilnbismo ,  aglomeración  ó  aglutinación ,  y 
flexión  ,  en  analogía  con  las  tres  clases  de  organismos  naturales,  que  son  :  minera- 
les, vegetales  y  animales;  porque  sin  los  primeros  no  puede  haber  los  segundos, 
ni  sin  estos  los  terceros.  La  eiskera  ha  pasado  en  muchos  siglos  por  estas  Ires 
clases  ,  que  forman  otras  tantas  épocas  muy  remolas,  y  hace  mas  de  veinle  siglos 
que  se  la  conoce  en  estado  de  decadencia;  pero  conservando  todavía  en  su  locu- 
ción las  diferentes  épocas  y  vicisituiles  por  donde  ha  pasado  ,  empezando  por  las 
radicales  monosilábicas,  con  que  están  apuradas  ya  todas  las  combinaciones  pri- 
marias; continuando  en  el  veibo  por  la  ausencia  de  tiempo,  persona  y  de  modo, 
sin  juego  ninguno,  ó  sea  sin  conjugación,  solo  con  el  infinitivo,  como  los  chinos; 
V  siguiendo  paulatinamente  la  marcha  del  progreso  en  el  verbo  con  la  conjugación 
propia,  con  solos  tres  tiempos  de  presente,  pasado  y  futuro,  pasando  del  estado 
monosilábico  al  de  aglutinación ,  con  las  terminaciones  del  verbo  que  indican 
tiempo;  mas  con  las  relaciones  de  agente  ,  paciente  ,  y  de  persona  á  quien  se  di- 
rige la  palabra,  y  con  características  que  se  van  aumentando  poco  á  poco  hasta  el 
punto  {jue  no  deja  nada  que  desear  cuando  se  encuentra  en  la  época  de  flexión; 
y  asi  puede  desafiar  á  la  lengua  mas  rica  y  culta  de  las  que  se  conocen;  porque 
reuue  una  riqueza  inmensa  de  elementos  primordiales  á  la  construcción  mas  sen- 


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cilln  y  económica  ([ue  se  puede  invcnlar.  Se  conore  isualmenle  su  eflado  de  apo- 
geo en  que  las  radicales  sencillas  en  su  orijícn  ,  que  tenían  una  sisniticacion  pro- 
pia ,  adquirieron  después  la  figurada,  la  de  similitud  y  oirás,  en  las  diferentes 
combinaciones  de  |)alaljras  á  que  lian  estado  sujetas.  Un  la  declinación  marcó 
tres  números,  singular ,  plural  é  indefinido,  con  veintisiete  casos  en  cada  uno, 
lodos  diferentes,  y  cada  uno  de  ellos  con  su  deslino  natural  y  propio,  sin 
poder  confundirse  con  ningún  otro;  y  asi  en  este  punto  sobresale  á  las  de- 
más lenguas  por  la  gran  lil)ertad  que  da  al  orador  de  poder  colocar  el  ver- 
1)0  y  los  casos  donde  mejor  le  plazca  para  la  armonía.  Los  verbos  auxilia- 
res, tanto  el  activo  como  el  pasivo,  con  nueve  tiempos,  veintitrés  relacio- 
nes con  características  especiales,  que  representan  cada  relación,  con  doce 
formas  de  oraciones,  que  con  la  mayor  sencillez  se  componen  de  letras  o  silabas 
alixas  en  cada  inflexión  de  verbo  ,  indican  con  claridad  el  muciiisimo  y  esmera- 
dísimo cultivo,  que  tuvo  esta  lengua  en  el  estado  de  su  mayor  apogeo;  asi  como 
los  diferentes  dialectos  que  tiene  desde  antes  de  la  invasión  de  los  Komanos ,  en 
el  estado  de  división  en  que  estaban  los  iberos  en  muclias  de  las  provincias  de 
España  ,  son  un  testimonio  irrecusable  de  su  principio  y  decadencia  por  aquellos 
tiempos;  y  este  idioma  verdaderamente  enigmático  ,  como  le  llama  A.  Scbleicber, 
se  ha  conservado  en  los  fragosos  bosques  del  Pirineo  por  el  aislamiento  de  sus 
habitantes  del  roce  con  las  demás  naciones,  por  una  parte,  y  por  otra,  porque 
su  construcción  gramatical  diferente  enteramente  de  las  demás  lenguas  que  la 
roilean,  es  la  mas  propia  para  preservarla  de  la  corrupción  y  de  la  decadencia, 
como  ha  sucedido  en  la  lengua  egipcia  en  África,  entre  los  Cophtos.  El  abandono 
y  el  poco  aprecio  que  hacen  de  su  lengua  los  que  dirigen  los  deslinos  del  pais 
Vascongado .  sin  una  Biblioteca  ,  sin  una  cátedra  ,  y  ( vergüenza  dá  el  decirlo)  sin 
un  Diccionario  Vasco-Español  ni  gramática  medio  regular,  serán  causa  de  que 
se  extinga  una  lengua  tan  antigua  ,  lan  filosófica  como  econóiiiica  en  su  construc- 
ción, y  tan  rica  en  sus  elementos,  que  puede  servir  de  modelo  para  los  que  tra- 
bajan sobre  una  lengua  universal. 

Hemos  (Helio  que  la  kuskiíua  es  monosilábica  en  sus  primitivas  palabras,  que 
ahora  llamamos  raices  ó  radicales,  porque  forman  la  base  de  las  palabras  com- 
puestas y  de  las  derivadas.  Apuradas  del  lodo  las  combinaciones  monosilábicas, 
acudieron  á  las  disilábicas;  pero  no  las  agotaron  sin  duda,  por  no  confundir  tal 
vez  con  las  palabras  compuestas  de  dos  monosílabas.  En  lo  que  parece  no  hay 
duda  es,  que  no  se  encuentra  ninguna  radical  irísilábica;  en  el  mero  hecho  de 
contar  con  tres  sílabas  infunde  sospechas  de  extranjera;  aun  muchas  que  se 
creían  radicales  disilabas,  no  son  sino  palabras  compuestas  de  dos  monosílabas; 
v.  gr.  men-di  (monte),  iz-ar  (estrella),  etc.  La  tendencia  de  esta  lengua  al  mo- 
nosilabismo  se  conoce  con  toda  claridad,  no  solo  en  las  caracterislicas  de  las 
personas  y  tiempos  de  la  conjugación  ,  en  que  una  sola  letra ,  ó  una  sola  sílaba, 
representa  toda  una  palabra  significativa  ,  sino  también  en  la  composición  de  las 
palabras,  en  donde  se  elide  para  mayor  brevedad  la  mayor  parle  de  la  palabra 
dejando  una  monosílaba  suya  representando  la  parte  que  la  toca  en  la  palabra  ül- 
timamente  compuesta.  Asi  es  que  la  radical  ar  en  composición  tiene  ocho  sig- 
nificaciones diferentes  ;  porque  unas  veces  es  raíz  pura  ,  y  otras  solo  es  represen- 
tante de  otra  palabra  dividida,  como  argiii  (luz),  ardi  edo  arari  (carnero),  etc.; 
V.  gr.  iz-ar  (estrella)  es  elícion  de  iz  argui  (luz  de  mar),  arzaya  (pastor)  de 
orc/i  edo  arari  zaya,  esto  es,  que  cuida  de  las  ovejas  ó  carneros. 


—  213  — 

De  eslas  palabras  primitivas  ó  raices  primarias,  ya  por  derivación  ó  ya  por 
coiiiposicioii ,  resullan  una  infioidad  de  palabras  empleadas  para  presentar  bajo  di- 
ferentes aspectos,  que  las  modifican,  la  idea  de  la  que  es  la  primitiva  por  conven- 
ción ,  el  signo  representativo.  Los  derivados  nacen  de  la  raiz  primitiva  ó  radical, 
se^un  las  reglas  uniformes  y  constantes  que  tiene  establecidas  la  lengua  ,  y  que 
son  fijas  y  limitadas;  cada  una  de  ellas  lleva  una  modificación  diferente  á  la  idea 
<]ne  representa  la  radical ,  y  cada  raiz  sufre  un  número  mayor  ó  menor  de  estas 
modificaciones ,  conforme  se  presta  mas  ó  menos  la  idea  de  que  es  signo. 

Las  palabras  formadas  de  la  radical  por  derivación  llegan  á  ser  primitivas  ellas 
mismas  relativamente  á  otras  ,  á  que  dan  origen  según  los  mismos  principios; 
asi  se  las  puede  llamar  raices  secundarias.  La  unión  de  dos  ó  de  muchas  raices 
primitivas  ó  secundarias  forma  y  da  origen  ¿i  las  palabras  compuestas  ;  v.  gr.  Az- 
koilia  por  Azgoitia.^!z-ar  aitz  Ola-mendi. 

Las  palabras  compuestas  se  dividen  en  dos  clases  distintas.  I."  Las  que  están 
formadas  por  la  combinación  de  dos  raices  primitivas  ó  secundarias  indiferente- 
mente, i."  Las  que  resullan  de  la  reunión  de  una  radical  cualquiera  á  un  cierto 
número  de  otras  raices,  que  entran  constantemente  en  la  formación  de  las  palabras 
compuestas ,  modificando  de  un  modo  uniforme  las  ideas  expresadas  por  las  raices 
con  quienes  se  combinan.  Las  palabras  compuestas  de  las  dos  clases  pueden  ser 
consideradas  como  primilivas  con  relación  á  otras  muchas  palabras ,  que  derivan  de 
ellas  según  los  principios  comunes  á  las  raices  primitivas  y  secundarias.  Se  pue- 
den considerar  todas  estas  palabras  compuestas  como  raices  compuestas.  Los  de- 
rivados de  las  raices  primitivas,  secundarias  y  compuestas,  forman  las  palabras 
compuestas ,  combinándose  entre  sí  indiferentemente. 

Estos  principios  generales  están  agotados  en  la  naturaleza  de  la  lengua  Euske- 
ra  mucho  mas  aún  que  en  la  Egipcia  ,  que  se  tiene  por  una  de  las  mas  anti- 
guas, y  cuyos  monumentos  lo  justifican.  Ellos  dan  una  idea  clara  y  precisa  de  la 
marcha  que  se  ha  seguido  en  la  combinación  de  los  elementos  que  la  componen. 
El  sentido  de  una  palabra  radical  monosilábica ,  empleada  según  estos  principios ,  y 
modificada  en  sus  expresiones  cuanto  permite  la  idea  de  que  es  signo,  puede  su- 
frir cincuenta  y  ocho  modificaciones  ó  transformaciones  ,  que  expresan  otras 
tantas  modificaciones  regulares  de  esta  idea  raiz.  La  lengua  Egipcia,  una  de  las 
mas  ricas  en  este  género,  solo  puede  sufrir,  seguo  Mr.  Champoleon,  cuarenta  y 
dos  transformaciones. 

El  sentido  de  cada  monosílaba  ó  palabra  primitiva  está,  en  efecto,  cambiado 
por  la  adición  de  otras  monosílabas,  signos  constantes  de  los  géneros,  de  los  nú- 
meros, de  las  personas,  de  los  mudos  y  de  los  tiempos.  En  este  caso  son  infinitas 
las  combinaciones  de  la  Euskera  ;  pues  en  el  modo  indicativo  del  verbo  activo  tie- 
ne setecientas  sesenta  y  tres  mil  trescientas  cuarenta  y  cuatro  inllexiones  en  los 
cuatro  dialectos,  nueve  tiempos,  veintitrés  relaciones,  doce  formas  de  oraciones, 
y  ochenta  y  un  casos  de  declinación  para  los  relativos.  Son  infinitas  además  las 
señales  distintivas,  que  hacen  pasar  sucesivamente  la  radical  al  estado  de  nombre 
común,  de  nombre  abstracto,  de  nombre  de  acción,  de  adjetivo  privativo,  de  ad- 
jetivo inlensitivo,  de  verbo  activo,  pasivo,  etc.;  pero  lo  que  admira  en  esta  len- 
gua es  su  modo  sencillo  y  lógico  de  las  diferentes  formas  de  oración  ,  que  á  prime- 
ra vista  parece  que  ha  de  introducir  una  gran  confusión  en  la  conjugación  del  ver- 
bo ,  siendo  tantas  sus  relaciones. Cada  infiexion  de  verbo,  que  es  lan  completa  y 
exacta  en  conservar  su  radical  y  sus  características  de  persona  agente  y  pa- 


—  21i  — 

cienle,  de  tiempo,  de  modo,  etc.;  iiSadiendo  una  píirliculii  iilixa  ,  forma  una  ora- 
ción de  relativo,  de  estando,  condicional ,  causal,  ele. 

Dakar! Yo  lo  traigo. 

Dakart-ala.  . .  .  Que  yo  lo  traigo. 

Dakarl-alarik.  .  Mientras  yo  lo  traigo. 

Dakarl-aíako. .  .  Porque  yo  lo  traigo. 

Vakart-an Si  yo  lo  traigo. 

Dukart-ana. ...  Lo  (]ue  yo  lo  traigo. 

Dakarl-ancan.  .  Cuando  yo  lo  traigo. 

Dakarl-ancko.   .  Para  cuando  yo  lo  traigo. 

Dakart-anez.  .  .  Según  yo  lo  traigo. 

Dakart-andik.  .  De  donde  yo  lo  traigo. 

Dakart-año. .  .  .  Hasta  que  yo  lo  traigo. 

Dakarl-anvnz.  .  Hacia  donde  yo  lo  traigo,  etc. 

La  eiiskera  se  presta  tanto  á  estas  combinaciones,  y  con  una  admirable  facilidad 
á  la  formación  de  las  palabras  compuestas,  que  une  también  á  esta  ventaja  la  de 
una  extrema  claridad,  siendo  multi|)licadas  las  formas  y  las  palabras  determi- 
nativas. 

Si  las  lenguas  semíticas,  particularmente  la  bebrea  y  la  árabe,  fundan  su  pri- 
niacia  y  antigüedad  en  que  sus  radicales,  imitando  á  la  naturaleza,  que  siempre 
empieza  por  lo  mas  sencillo,  lo  mas  corlo  y  lo  mas  fácil,  comunmente  no  tienen 
mas  que  tres  letras  ( y  estas  por  precisión  lian  de  ser  consonantes ) ,  mejor  pueden 
fundarla  los  euskvranos,  que  empezando  por  las  letras  del  silabario,  y  concluyendo 
por  todas  las  combinaciones  posibles,  monosílabas  y  disilabas,  están  casi  apuradas 
en  radicales  ó  palabras  primitivas;  v.  gr.,  an  (tomar);  as  (empezar);  o:  (mante- 
ner); er  (pueblo);  es  (domar);  ez  (encerrar);  y  al  (poder) ;  el  (llegar) ;  il  (  morir 
ó  matar),  etc.,  etc.  Las  mismas  .letras  del  alfabeto,  tanto  las  vocales  como  las 
consonantes ,  en  la  composición  de  las  palabras ,  en  la  declinación  del  nombre  y  en 
la  conjugación  del  verbo,  representan  otra  palabra  significativa,  de  que  forman 
parle;  v.  gr.  la  a  al  fin  del  nombre  es  articulo  poslposilivo;  asi  es  que  significa  el, 
y  aun  goza  de  otras  funciones  que  tenemos  explicadas  lataraenle  en  nuestro  Ensa- 
ya de  un  tratado  de  etimologías  Vascongadas ,  jumamente  con  todas  las  letras  del 
alfabeto.  La  b  inicial,  como  monograma,  en  el  modo  imperativo  del  verbo  es 
característica  de  la  tercera  persona  paciente,  siendo  agente  olra  tercera  persona; 
v.  gr.,  Bedi ,  Bitez.  La  fl  (pronunciando  como  gamma  griego)  al  principio  de  un 
verbo  es  representación  de  gu  (nosotros)  primera  persona  del  plural;  como  gtra 
(  somos  nosotros) ;  giñan  (éramos  nosotros);  y  de  este  modo  se  explican  todas  las 
letras  del  alfabeto,  lista  idea  ,  unida  al  falal  sistema  de  Courl  de  Gcbelin,  debió  sin 
duda  ninguna  infiuir  en  nuestro  compatriota  Aslarloa  para  sus  desconcertadísimas 
elimologias,  suponiendo  (jue  cada  lelra  por  si  tenia  un  significado  propio  y  ab  ori- 
gine; pero  realmente  las  letras  en  conqinsicion,  y  particularmente  en  la  conjuga- 
ción del  verbo,  llenen  la  representación  de  las  palabras,  elididas  para  la  mas  fácil 
l>ronunciacion  y  aglutinación,  cuando  ya  la  complicación  se  aumenlaba  en  la  mul- 
titud de  radicales  componentes  de  la  palabra  ó  de  la  inflexión. 

Las  raices  ó  silabas  radicales  no  forman  siempre  un  sentido ,  ni  por  consiguien- 
te una  significación  ó  palabra ,  en  lo  común  de  las  lenguas;  por  ejemplo  am  en  la- 


—  215  — 

lin,  en  castellano  y  en  italiano,  es  la  railical  necesaria  para  los  verbos  amare  y 
amar;  pero  en  la  euskera,  esa  misma  raiz  es  signincativa  de  madre ,  y  con  el  ar- 
ticulo ó  postposilivo,  ama  ( la  madre).  De  este  modo  todas  las  raices  euskeranas  son 
otras  tantas  palabras  significativas  en  su  lengua,  y  no  son  prestadas  de  ninguna 
otra;  antes  bien  siendo  ella  tan  antiquísima,  en  el  transcurso  de  tantos  miles  de 
años  ha  podido  prestar  muy  bien  á  otras  lenguas,  que  se  han  formado  posterior- 
mente; por  cuya  razón  es  muy  difícil  juzgar  á  cuál  de  las  lenguas  primitivas  per- 
tenece esla  radical ;  significando  igualmente  madre  en  persa ,  en  caldeo  y  en  siria- 
co, lo  mismo  que  en  la  euskera.  Siendo  una  radical  onomatopeya  ,  es  muy  fácil  la 
hayan  adoptado  diferentes  naciones  para  sus  respectivas  lenguas;  pero  también 
puede  ser  muy  bien  prestada  por  la  mas  antigua  á  las  lenguas  modernas:  pero  en 
este  caso  la  filología  entra  con  su  critica  y  su  historia  á  juzgar  de  la  primacía  en 
las  lenguas  que  la  disputan.  Hay  pues  el  medio  de  examinar  cuál  de  estas  es  mas 
constante  en  conservar  su  radical  en  sentido  recto  y  figurado  en  todas  las  pala- 
bras compuestas;  v.  gr.,  ama  (la  madre) ,  y  también  (amar) ;  ama-'oichia  ,  madri- 
na de  bautizo;  ama-hijoija,  la  bisabuela  ,  amabisaba,  la  bisabuela;  aviagiarraba, 
la  suegra;  amainua  ó  amainudea ,  la  nodriza  ó  madre  de  leche;  amainudetú ,  ha- 
cerse nodriza;  amaizóte,  maternidad  ;  amaizuna ,  madrastra  ;  amalacjuna ,  madri- 
na de  boda;  amama,  abuela  ó  dos  veces  madre :  amañoa ,  nodriza  ó  madre  de  le- 
che; amar ,  diez  (ó  los  dedos  de  la  madre) ,  y  todos  sus  derivados  de  diez  hasta 
veinte  conservan  en  am«  la  radical  secundaria  amar;  am-ar-nsi,  enamorar  con 
lodos  sus  derivados,  que  son  muchos;  amarena,  materna  con  todos  los  suyos; 
amaraztea  ,  enamoramiento  con  los  suyos:  amarra  Isenl.  fig.) .  apogeo,  adhesión 
con  todos  sus  compuestos  y  derivailos;  amarrua  {  sent.  fig.)  ,  malicia,  disimulo; 
amoria,  amor  amarillo  ó  que  pone  á  uno  amarillo,  como  es  el  amor  erótico.  ( Pal- 
leal  omnis  amans:  color /lic  esia/iíus  amori.  dijo  Nasson.)  Los  derivados  de  amor/a 
son  niuchisimos;  amorrua  (sent.  iróii.)  ,  rabia,  odio  ,  aborrecimiento;  es  decir,  lo- 
mar horror  al  cariño.  Puede  que  pasen  de  cuatrocientas,  ó  acaso  muchísimas  mas, 
las  que  se  componen  ó  derivan  de  la  radical  am  en  sus  diferentes  acepciones  ó 
sentidos.  ¿Podrán  presentar  las  lenguas  hebrea  caldea  y  siríaca  una  descenden- 
cia tan  numerosa  y  legítima  como  la  euskera,  de  esla  raiz  am  que  se  disputa?  Es- 
tas cuestiones  hay  que  dejarlas  por  ahora  á  un  lado;  pero  no  hay  que  perder  de 
vista,  que  para  llegar  á  esla  perfección  una  lengua  en  aquellos  tiempos  tan  remo- 
los, adonde  no  alcanzan  los  recuerdos  histórícus,  debió  haber  sido  cultivada  con 
mucho  esmero  por  varios  siglos  eu  la  mayor  época  de  su  apogeo,  y  por  consi- 
guiente la  nación  que  la  hablaba  estaba  muy  civilizada  y  era  muy  poderosa;  por- 
que las  lenguas  siguen  la  misma  marcha  y  curso  que  las  naciones  que  las  poseen, 
igualmente  que  su  literatura.  Con  este  motivo,  fijándonos  por  un  momento  en  la 
época  de  llexioii  de  esla  lengua,  tal  cual  la  conocemos  por  los  grandiosos  frag- 
mentos que  aun  se  conservan  en  medio  de  sus  ruinas  .  de  su  confusión  y  anarquía, 
y  aun  de  su  estado  de  corrupción  actual ,  no  nos  podemos  liispensar  de  presentar 
aquí  algunos  rasgos  sobresalientes  de  la  euskera,  muy  propios  para  probar  la  ori- 
ginalidad de  este  idioma,  verdaderamente  enigmálico  ,  que,  según  la  opinión  de 
un  lingüista  moderno  ,  tiene  el  aire  de  ser  la  única  lengua  ob  ori(¡ine  ó  primiti- 
vamente nacida  en  la  Europa,  y  aun  el  Sr.de  llumbold  la  hace  ab  orinitie  de  Es- 
paña: pero  yo  no  participo  de  la  misma  opinión,  porque  la  lengua  misma  y  sus 
significados  me  dicen  que  es  advenediza  en  España,  y  este  nombre  puesto  por 
ellos  me  confirma  aun  mas.  Encierra  en  primer  lugar  un  gran  número  de  palabras 


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formndiis  por  onomalopeyn.  Como  todas  l;is  lenguas  que  son  primitivas  ,  la  Euskera 
procede  por  imitación,  adhiriendo  un  sonido  mas  lilen  que  olro  á  la  expresión  de 
una  idea  dada,  como  si  este  sonido  fuese  imilalivo  de  la  idea  misma;  asi  es  que  el 
nombre  de  iiiuclios  animales  no  es  mas  que  la  imilacion  aproxiniativa,  según 
nuestro  oido,  del  grito  ó  canto  del  animal  ó  pájaro;  v.  gr.,  kirkir  ,  el  grillo;  kuku, 
el  cuco  ;  chepech  ,  un  pajarito  pechiruliio;  soso  ,  el  tordo,  etc.  Después  sucedió  lo 
mismo  con  los  objetos  inanimados  ó  maneras  de  ser  físicas,  que  no  fueron  moral- 
mente  representadas  por  los  sonidos  arbitrarios;  aun  hahia  imitación  en  jo,  gol- 
pear; en  zarl,  reventar;  chimisla,  rayo  ó  relámpago,  que  pasa  ligeramente  sin 
casi  sentir.  Vero  estos  medios  de  ¿miíacion  debieron  agotarse  ó  abandonarse,  y  se 
buscaron  entonces  las  similitudes,  para  pasar  en  seguida  á  las  asimilaciones ,  saca- 
das todas  del  orden  fisico  únicamente,  cuando  fué  necesario  expresar  las  ideas 
abstractas  y  los  objetos  intelectuales.  He  aquí  los  curiosos  ejemplos  que  liemos  ci- 
tado arriba  con  la  radical  am ,  onomalopeya  en  su  origen  en  boca  de  los  niños ,  sig- 
nificando madre;  representando  amor  y  cariño  de  tal,  como  verdadero  tipo;  y  ra- 
dical de  tantos  derivados  y  palabras  compuestas  con  la  misma  acepción  modilicada 
según  la  derivación  ó  composición;  oirás  veces  indicando,  en  senliilo  figurado  ó 
en  el  irónico  ,  las  significaciones  que  tiene.  La  Euskera  es  muy  abundante  y  rica  en 
este  género  de  asimilaciones ,  comprendiendo  la  idea  de  la  mayor  parte  de  las  cua- 
lifieaciones  morales,  y  expresándose  por  las  modificaciones  gramaticales  de  cada 
palabra  radical ,  como  se  (luede  ver  con  el  mismo  am. 

lín  fin,  una  porción  de  nombres  y  de  verbos  se  forman  de  sola  esta  radical,  y 
de  varios  casos  de  la  declinación  del  nombre  se  forman  verbos,  asi  como  de  cada 
inllexion  de  verbo  se  forman  nombres  ,  que  después  á  su  turno  se  declinan, 
y  también  las  doce  ó  mas  formas  de  oración  que  juegan  en  el  discurso  con  tanta 
precisión  y  elegancia ,  que  en  esle  género  es  única  la  Euskera ;  porque  conservan- 
do la  inflexión  enlera  ,  abraza  todas  las  relaciones,  marcando  personas,  números, 
tiempos  y  modos  ,  que  no  conocen  los  participios  griegos  ni  latinos. 

Todos  estos  datos ,  y  otros  muchos  que  omitimos  por  no  ser  prolijos  en  esle  cor- 
lo extracto  (que  diclamos  al  amanuense  en  nuestra  convalecencia  después  de  una 
terrible  enfermedad  ,  que  nos  ha  tenido  al  borde  del  sepulcro)  revelan  los  verda- 
deros procedimientos  de  formación  de  la  lengua  Euskera,  y  al  mismo  tiempo  su 
originalidad,  que  son  hechos  de  un  alio  interés  con  respecto  á  nuestros  idiomas 
modernos,  que  son  de  la  última  formación,  semejantes  en  eslo  á  las  grandes  ro- 
cas traídas  por  las  aguas  en  el  último  cataclismo,  después  de  las  grandes  revolu- 
ciones de  la  tierra,  y  que  eslán  formadas  de  irregulares  aglomeraciones  de  los 
restos  dispersos  de  las  rocas  primitivas.  La  época  de  la  mayor  preponderancia  ó 
apogeo  de  esta  lengua  es  antihistórica  ,  es  decir  ,  que  no  la  alcanza  la  cien- 
cia histórica  de  los  hombres;  pues  cuando  empieza  ésla,  se  encuentra  en  estado 
de  decadencia  aquella,  formando  dialectos  diferentes  en  España  y  varios  punios 
de  Italia.  No  se  tiene  aún  idea  cierta  y  segura  de  su  alfabeto,  y  por  consiguiente 
de  su  literatura  ,  y  ¿cómo  se  ha  de  encontrar  ningún  vestigio  de  estos  dos  elemen- 
tos del  saber  humano,  si,  cuando  la  lengua  egipcia  estaba  aun  en  su  infancia,  y 
los  Sabios  se  ocupaban  en  formar  sus  gerogliíicos  y  geráticos  ,  ya  estaba  en  deca- 
dencia la  Euskera  y  su  nación?  En  ninguna  historia  de  aquellos  tiempos  ni  en  los 
posteriores  se  hace  mención  de  este  pueblo  tan  civilizado  y  tan  poderoso  ,  como  lo 
indican  claramente  los  elementos  de  su  formación  monosilábica  ,  recorriendo  por 
railes  de  años  las  tres  épocas  ya  indicadas  de  rnonosilabismo ,  de  aglutinación  y  de 


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flexión,  y  no  se  le  ha  conocido  nunca  mas  que  en  estado  de  decrepilud  ó  de  deca- 
dencia. Asi  como  en  la  historia  natural  del  globo  terrestre,  la  roca  ,  la  planta  v  el 
animaí,  que  representan  los  reinos  mineral,  vegetal  y  animal ,  expresan  á  la  vez 
tres  momentos,  como  dice  Schteicher  en  la  idea  del  organismo,  tres  divisiones  en 
el  sistema  de  los  seres  naturales,  y  tres  épocas  en  el  desarrollo  del  globo;  así  tam- 
bién los  monumentos  de  formación  ,  de  crecimiento  y  de  virilidad  ,  que  en- 
contramos entre  las  ruinas  de  esta  lengua  en  los  fragmentos  y  partes  componen- 
tes de  la  antigua  arquitectura  filológica  ,  nos  manifiestan  sus  diferentes  eras  ó  épo- 
cas ,  llamando  seguramente  para  perpetua  memoria  Euskera  (era  ó  época  del 
sol)  á  su  lengua,  como  nacida  bajo  la  zona  tórrida  ó  del  sol,  y  Erd-era  (era  de  los 
advenedizos  ó  del  medio)  á  toda  otra  lengua  extranjera.  Las  lenguas,  y  particu- 
larmente la  Euskera  ,  dan  á  conocer  también  su  desarrollo  sucesivo  ,  que  se 
puede  llamar  historia  en  el  sentido  mas  lato  de  esta  palabra ,  puesto  que  la  lengua 
pertenece  á  la  esfera  espiritual  del  hombre,  porque  ella  posee  una  historia,  que 
no  existe  mas  que  en  esta  esfera.  Todas  las  cosas  naturales  tienen  su  origen 
ó  nacimiento,  su  crecimiento ,  sa  decadencia  ó  vejez,  y  s\i  muerte;  tanto  los  minera- 
les como  los  vegetales  y  animales,  las  naciones  y  sus  lenguas,  en  fin  todo.  En  el 
curso  de  tantos  miles  de  años  se  ven  levantarse  por  grados  los  idiomas,  des- 
de el  estado  monosilábico  al  de  aglutinación ,  para  después  descender  aun  al  estado 
de  flexión.  La  esperiencia  demuestra  que  en  los  tiempos  históricos  declinan 
las  lenguas ,  y  que  no  podemos  ver  jamás  el  nacimiento  de  una  lengua  nueva  ;  pues 
cuando  apercibimos,  á  los  primeros  rayos  de  la  historia,  la  lengua  tan  ricamente 
desarrollada,  inferimos  con  razón  que  su  formación  tuvo  lugar  antes  de  la 
historia. 

La  Euskera  no  tiene  mas  que  una  sola  declinación  ,  como  las  lenguas  finesas  ó 
de  Finlandia  y  Norte  de  Europa,  y  en  esto  tiene  una  inmensa  ventaja  sobre  los 
idiomas  que  hacen  tanto  aprecio  de  sus  declinaciones,  particularmente  sobre  el 
griego  y  el  latió  ,  que  no  tienen  casos  en  suficiente  número  para  evitar  las  prepo- 
siciones, y  para  expresar  sin  estas  todas  las  relaciones;  por  consiguiente  tienen 
que  recurrir  á  estos  dos  medios  para  obtener  un  solo  objeto.  Además  tienen  mu- 
chas declinaciones,  y  esto  es  multiplicar  los  seres  sin  necesidad ,  contra  todas  las 
reglas  de  buena  filosofía.  Tampoco  contienen  estas  dos  lenguas  el  número  indefi- 
nido, que  tiene  en  la  nuestra  sus  veintisiete  casos;  lo  mismo  que  el  singular  y  plu- 
ral tienen  cada  uno  otros  veintisiete,  aventajándose  en  esto  á  las  lenguas  finesas, 
las  mas  ricas  en  casos,  pero  que  no  pasan  de  quince.  Cada  caso  expresa  su  rela- 
ción ,  sin  que  se  confunda  con  ningún  otro  ,  ni  haya  necesidad  del  auxilio  de  nin- 
guna preposición.  Esta  sola  declinación  se  apropia  y  arregla  todos  los  nombres, 
pronombres ,  adjetivos  y  participios ;  todo  lo  que  se  llama  en  otras  lenguas  infini- 
tivos de  los  verbos.  Ni  la  actividad  social  de  las  dos  naciones  ya  citadas,  ni  el  in- 
menso trabajo  de  la  civilización  occidental ,  de  la  que  han  sido  las  productoras  in- 
fatigables, ha  retirado  el  espíritu  á  sus  idiomas  para  aplicarle  á  los  rudos  esfuer- 
zos de  la  historia,  como  ha  sucedido  igualmente  con  la  Euskera:  estos  idiomas 
han  terminado  por  sucumbir  á  las  leyes  de  la  asimilación  y  de  la  contracción;  sus 
formas,  en  otro  tiempo  tan  precisas,  se  han  usado  y  gastado  ,  como  se  ve  paten- 
temente en  varios  casos  de  la  declinación  ,  y  en  las  radicales  de  los  verbos  auxi- 
liares, según  se  habla  hoy  en  dia  en  las  Provincias  Vascongadas.  Cada  dialecto  ha 
variado  muchas  de  sus  terminativas,  de  sus  inflexiones  de  la  declinación,  y  aun 
de  radicales  y  características  en  el  verbo.  Esta  destrucción ,  ó  sea  esta  decaden- 

28 


—  218  — 

cia  de  In  lengaa  ,  es  muy  antigua  ;  evidentcrncnlc  empezó  largo  tiempo  antes  de  la 
entrada  de  los  Cartagineses  y  Romanos,  como  deniueslryn  ya  á  los  observadores 
las  trazas  de  una  alteración  profunda,  listos  vestigios  no  se  ven  ni  se  conocen  á  pri- 
mera vista;  es  necesario  un  estudio  muy  sólido  y  constante  en  el  análisis  ú  exa- 
men detallado  de  los  primitivos  elementos,  que  constituyan  la  preciosa,  elegante 
y  económica  arquitectura  de  esta  lengua  en  su  época  de  aglutinación.  Asi  como 
cuando  el  idioma  primitivo  de  los  griegos  empezaba  á  separarse  ó  dividirse  en  si 
mismo  ,  y  á  producir  grupos  mas  ó  menos  lejanos  del  tipo  primitivo ,  que  se  llama- 
ron dialectos  ,  los  dorios ,  y  sobre  lodo  los  eolios  ,  guardaron  muclias  lormas  pri- 
mitivas, y  los  dialectos  jonio  y  ático  se  alejaron  ;  asi  también  en  la  Euslcera  han 
conservado  los  vizcaínos  mas  puros  los  tipos  primitivos  que  los  guipuzcoanos  y 
leborlanos,  que  se  han  alejado  rauclio  de  ellos.  La  dilerencia  dialéctica  en  el  vas- 
cuence es  muy  grande;  acaso  mas  que  en  los  idiomas  semíticos  del  hebreo  y  del 
árabe.  I.a  época  del  dialectismo  en  griego  coinciilc  con  la  de  la  literatura  clásica, 
que  se  llama  la  época  Helénica;  mas  tarde  ,  de  lodos  los  dialectos  el  de  los  atenien- 
ses predominaba  solo;  pero  habiendo  llegado  á  ser  propiedad  universal  de  todos  los 
helenos  que  no  eran  atenienses,  fué  alterado  poco  á  poro,  y  en  eslc  estado  de  al- 
teración lento,  pero  inevitable,  recibió  el  nombre  de  dialecto  común.  Esto  mismo 
quisiéran)OS  que  sucediera  con  nuestra  Euskera,  que  poco  á  poco  se  formase  un 
dialecto  clásico  ó  literario,  que  comprendiesen  igualmente  los  habitantes  de  lodo 
el  pais  Vascongado  indislinlamenle  ,  como  puede  suceder  muy  bien  ,  si  el  clero  del 
pais  en  su  predicación  y  publicación  de  devocionarios  y  de  obras  de  instrucción 
cristiana,  usase  de  un  lenguaje  puro  y  escogido,  arreglando  para  ello  una  gramá- 
tica ,  que  reúna  los  elementos  primitivos  de  esta  lengua  en  su  mayor  pureza ,  sin 
hacer  caso  ninguno  de  los  actuales  dialectos  ,  y  atendiendo  solo  á  la  verdadera  y 
genuina  restauración  de  la  lengua,  aproximándose,  cuanto  se  pueda,  al  estado  que 
tenia  en  la  é|)Oca  de  su  mayor  apogeo  ó  de  su  mayor  pureza.  Para  esto  es  indis- 
pensable la  formación  de  una  academia  compuesta  de  Vascongados  ,  que  hayan  he- 
cho esludios  especiales  sobre  su  lengua  ,  ó  que  hayan  estudiado  las  lenguas  orien- 
tales ,  ó  dedicádose  á  estudios  lingüísticos,  admitiendo  igualmente  en  su  seno  á  todo 
filólogo  ó  lingüista  extranjero  que  se  dedique  al  estudio  de  nuestra  lengua.  Las  au- 
toridades del  país  deben  proteger  y  conlribuir  para  la  prosperidad  y  buen  éxito  de 
los  trabajos  de  esta  corporación,  que  serian  sumamente  útiles  para  el  país  y  para  la 
ciencia  tilológica  ,  llevando  á  cabo  el  gran  pensamiento  de  nuestro  adorado  patricio, 
el  Sr.  Conde  de  Peñatlorida,  fundador  de  la  Sociedad  vascongada  de  Amigos  del 
país,  que  produjo  laníos  beneficios.  De  este  modo  estaría  unida  esta  nación  con  el 
tiempo  ethnográficamente,  bajo  un  dialecto  común  literario,  que  al  cabo  de  un  si- 
glo ó  dos  preilominaria ,  por  la  ventaja  de  ser  comprendido  en  las  siete  provincias  ó 
dislrilos  de  diferentes  dialectos,  que  hoy  se  conocen  y  no  se  pueden  entender  unos 
con  otros,  ya  que  es  imposible  reunirías  politicamente  perteneciendo  á  ilos  nacio- 
nes poderosas.  Progresaría  muchisimo  la  literatura  vascongada,  por(|ue  habría 
mas  consumo  de  libros  euskeranos ,  puesto  que  les  era  comprensible  á  lodos  el 
dialecto  literario,  y  entonces  se  publicarían  muchas  gramáticas,  diccionarios  y 
obras  útiles,  que  por  temor  de  falla  de  venta  so  hallan  en  el  día  en  el  estado  de 
manuscrilüs ,  unos  concluidos  y  otros  abandonados,  sin  ningún  género  de  estimu- 
lo para  concluirlos.  No  olvidemos  lo  que  ha  sucedido  con  la  lengua  griega,  á  la 
que  hemos  dejado  en  estado  de  dialeclo  común.  Mas  larde  aún  esle  dialecto,  que 
habia  llegado  á  ser  también  la  lengua  de  otras  naciones ,  que  no  eran  Helenos ,  ad- 


—  210  — 

quinó  de  estas  tantos  giros  gramaticales  usados  entre  ellas,  que  se  llamaban 
barbarismos  y  solecismos,  que  lomó  el  nombre  <le  lengua  bizantina.  Después  de  la 
destrucción  de  este  Imperio,  llamado  también  del  Oriente  ó  flomóico,  esloes,  Ro- 
mano ,  no  quedó  mas  del  idioma  decaido.  La  lengua  actual ,  eslo  es  el  Griego  mo- 
derno, que  conliniia  en  llamarse  lengua  Romaica  [e  Romaike  glossa)  ha  sido  mu- 
chas veces  el  objeto  de  las  investigaciones.  Esle  griego  moderno  ,  sobre  lodo  como 
lengua  escrita,  se  acerca  muchísimo  mas  al  antiguo  griego  que  las  lenguas  lla- 
madas Remanís  al  latin.  Muchas  de  las  modificaciones  materiales  que  distinguen 
las  lenguas  jóvenes  romanis  de  la  lengua  vieja  romana  se  habían  ya  escurrido  en 
la  lengua  griega  ,  cuando  eslaba  al  fin  del  primer  periodo  llamado  Pelásgico ;  estas 
modificaciones  contribuyeron  de  este  modo  á  la  creación  del  griego  clásico,  y  no 
menos  los  cambiamentos  de  pronunciación  ,  que  se  hacía  poco  á  poco  sufrir  á  las 
vocales,  y  que  no  se  juzgaba  á  propósito  el  introducirlos  en  la  escritura,  que  ya 
eslaba  una  vez  recibida.  Sí  tenemos,  pues,  estos  ejemplos  y  estos  datos  de  otras 
lenguas  antiguas,  que  han  pasado  por  lanías  vicisitudes,  venciendo  tantas  dificul- 
tades, sobreponiéndose  á  tantas  desgracias,  y  figurando  siempre  en  primera  linea 
¿por  qué  los  euscaldunes  no  hemos  de  buscar  los  medios  de  conservación  v  aun 
de  perfección,  teniéndolos  latí  evidentes  y  claros  ,  que  no  exigen  mas  que  cons- 
tancia y  laboriosidad  en  su  cultivo?  Estudiemos  con  detenimiento  el  origen  del  re- 
nacimiento de  la  lengua  griega  en  Europa,  y  particularmente  en  Francia  y  en  Ita- 
lia después  de  la  destrucción  del  imperio  del  Oriente,  y  veamos  al  griego  Manuel 
Chrysólobo  explicar  y  enseñar  su  lengua  en  Venecía,  Florencia  ,  Roma  y  Pavía, 
y  contar  entre  su  auditorio  multitud  de  hombres  hábiles,  que  fueron  sus  discípu- 
los, entre  otros  Phílelpho,  Gresorío  de  Tifernes,  Leonardo  de  Arezo,  Pogio  y 
otros  muchos,  hacía  lósanos  1418  en  que  murió.  Después  profesó  en  Florencia 
Argyrófilo  de  Conslantinopla,  y  á  poco  tiempo  florecieron  en  Roma  y  Calabria,  Gaza 
de  Tesalónica  y  Jorge  de  Trebisonda  en  tiempo  de  Eugenio  IV,  y  luego  explica- 
ron Gregorio  de  Tifernes  en  Francia  ,  Juan  Lascaris  Ruda ,  etc.;  y  de  estos  apren- 
dieron Gerónimo  Alejandro,  que  á  su  lurno  enseñó  en  uno  de  los  colegios  de  Pa- 
rís, de  donde  salieron  los  Capniones,  los  Erasmos  y  los  Gesner,  etc.  Si  la  Eus- 
kera  no  tiene  una  literatura  interesante  como  tenia  entonces  la  lengua  griega  ,  con 
tantos  códices  y  manuscritos  como  reunieron  los  Médicis,  Venecianos,  Pisa- 
nos,  etc.,  para  estimulo  de  los  extranjeros  que  se  dedicaban  á  la  literatura  orien- 
tal, posee  sin  embargo  en  un  rincón  áspero  del  Pirineo  un  país  poblado  de  cerca 
de  un  millón  de  babitanles  en  ambas  venientes,  con  unas  costumbres  origínales, 
con  una  legislación  particular  ,  con  una  felicidad  y  orden  administrativo  sin 
igual,  que  es  envidiada  de  franceses  y  españoles  en  todas  épocas,  y  con  un  len- 
guaje antiquísimo,  tan  original  que  en  nada  se  parece  á  ningún  otro  de  Europa,  y 
que  está  llamando  la  atención  de  todos  los  sabios,  tanto  filólogos  y  lingüistas  como 
historiadores  y  arqueólogos  del  mundo  civilizado,  esperando  y  deseando  con 
ansiedad  las  producciones  de  los  vascongados  sobre  la  lengua  ,  que  la  consideran 
como  áutochtone  ó  ab  origine  de  la  España  y  aun  de  la  Europa.  En  lo  que  no  hay 
la  menor  duda  es  que  los  que  se  ocupan  en  formar  Diccionarios  etimológicos  de 
las  lenguas,  particularmente  los  de  la  lengua  española,  portuguesa  y  lemosina, 
hallarán  muchísimas  palabras  ,  cuyas  raices  primitivas  son  vascongadas.  No 
lia  y  pocas  en  las  lenguas  griega  y  latina  de  origen  puramente  eusherano ,  como 
pharanz,  pharangos,  de  harán  y  harango  (que  significa  valle),  elephas,  elephan- 
tos,  de  elehandia  (animal  grande) ,  y  otros  muchos  que  pudiéramos  citar  sin  cansar- 


—  220  — 

nos  mucho.  He  adquirido  la  convicción  intiiua  de  que  muchas  palabras,  que  crcia 
yo  al  parecer  con  toda  seguridad  que  eran  latinas,  al  hacer  el  estudio  analilico 
he  visto  que  son  compuestas  enleramenle  de  radicales  de  la  Euskera;  y  la  conjun- 
ción e¡  latina  es  la  misma  eío,  conjunción  vascongada,  que  cuando  pasa  a  ser  ter- 
minativa en  composición  es  indicativa  de  pluralidad,  como  /cereis-eío  ,  localidad 
de  varios  cerezos,  etc.  Sobre  lodo,  cuando  el  pais  Vascongado  tenga  una  gramá- 
tica general  de  su  lengua  razonada  según  los  principios  establecidos  en  ella  ,  como 
demuestran  claramente  los  elementos  de  que  se  valieron  para  su  formación  desde 
los  primitivos  tiempos  de  su  origen  hasta  la  época  de  su  apogeo,  y  aprendan  mis 
paisanos  su  lengua  nativa  con  reglas  seguras,  fundadas  en  las  bases  mas  sólidas 
de  la  lingüistica  ,  saldrán  desde  luego  buenos  lingüistas  y  filólogos  para  estudiar 
con  mas  facilidad,  conocimiento  y  seguridad  las  demás  lenguas,  y  tendrán  la  su- 
ya para  punto  de  comparación  y  estudio  de  la  perfección  de  las  lenguas.  El  clero 
vascongado  (sea  del  dialecto  que  fuero  el  predicador)  será  entendido  con  facili- 
dad en  su  doctrina  y  en  el  confesonario:  la  oratoria  sagrada  y  sus  escritos  tendrán 
la  pureza  y  la  elegancia  que  ad((uirieron  los  Crisóstomos,  los  Basilios  y  los  Na- 
ciancenos  en  la  lengua  griega  bizantina,  que  era  común  á  todas  las  iglesias  del 
Oriente ,  como  lo  seria  la  Euskera  literaria  pura  y  sólida  ,  sin  distinción  de  dialec- 
tos, para  todo  el  pais  Vascongado ,  estableciendo  para  ello  cátedras  de  una  misma 
gramática  general  en  los  Seminarios  Conciliares  de  Vitoria,  Pamplona  y  Bayona. 
¿Qué  diferencia  no  se  encuentra  al  ver  las  pláticas  dominicales  del  cura  de  Astea- 
zu,  el  Sr.  Aguirre,  á  los  devocionarios  de  Cardaveras  y  otros  del  siglo  pasado?  Con 
buenos  elementos  gramaticales  y  lexicógrafos  ¿cuánto  no  se  adelantarla  en  nues- 
tra lengua?  Pero  para  esto  se  necesita  trabajar  para  la  unión  etlinográlica  ,  por  me- 
dio de  una  gramática  general  razonada  de  la  Euskera,  aprobada  y  autorizada  por 
una  Academia  compuesta  de  hombres  competentes  en  la  materia.  Si  en  el  dia  no 
se  pudieran  hallar  tan  inteligentes  por  falta  de  estudios  preliminares ,  con  este  es- 
timulo se  formarían  dentro  de  algunos  años. 

concohdancia  vizcaína. 

Nos  motejan  los  castellanos,  porque  cuando  hablamos  sn  lengua  de  escombros 
ó  de  acarreo,  no  concertamos  el  sustantivo  con  el  adjetivo  en  género  solamente. 
Esto  proviene  de  que,  no  conociendo  los  euskaldunes  sustantivos  y  adjetivos,  y 
mucho  menos  sexo  ó  género  masculino  y  femenino  en  cosas  inanimadas  ni  en  nom- 
bres abstractos  en  su  lengua,  y  no  teniendo  mas  parles  de  la  oración  que  el  nom- 
bre y  el  verbo,  esto  es,  la  palabra  declinada ,  que  los  gramáticos  llaman  nombre, 
y  la  palabra  conjugada,  que  llaman  verbo,  ó  la  palabra  por  excelencia  ,  se  les  re- 
siste enteramente  esa  concordancia  castellana  ,  que  mejor  debiera  llamarse  discor- 
dancia ;  pero  en  cambio  tienen  otra  que  verdaderamente  es  concordancia  mas  lo-  ' 
gica  y  mas  interesante,  que  es  la  del  verbo  con  todas  las  relaciones  que  abraza 
la  oración  en  que  se  halla.  Hemos  dicho  ya  en  este  escrito  que  el  verbo  activo  so- 
lamente en  modo  indicativo  tiene  setecientas  sesenta  y  tres  mil  trescientas  cua- 
renta y  cuatro  inflexiones ;  pues  entre  estas  tiene  que  buscar  una  para  con- 
cordar con  todas  las  relaciones  de  persona,  de  número,  de  trato,  etc.,  que  abra- 
za la  oración  ,  y  si  el  modo  es  imperativo  ó  subjuntivo,  hay  otras  muchas  inflexio- 
nes que  hay  que  recorrerlas;  pero  la  exactitud  ,  hermosura  y  elegancia  de  esta 
lengua  es  en  los  principios  ó  formas  de  oraciones ,  que  llenan  completamente  todas 


—  221  — 

las  relaciones  del  verbo,  y  los  participios  las  de!  verbo  y  la  declinación  del  nom- 
bre. No  sucede  asi  ea  los  participios  griegos  y  latinos,  que  necesitan  de  la  aclara- 
ción de  la  segunda  oración  para  saber  cuál  es  la  persona  y  el  tiempo  exacto  del 
participio ,  que  está  al  aire. 

El  P.  Zabala  ,  en  su  Verbo  regular  vascongado  del  dialecto  vizeaino ,  siguiendo  en 
parte  las  erradas  huellas  del  Sr.  Astarloa  ,  pone  ocho  modos ,  que  son :  infinitivo, 
indicativo,  optativo,  condicional,  consuetudinario,  imperativo,  subjuntivo  y  po- 
tencial. Quisiéramos  que  hubiese  una  Academia  donde  poder  discutir  este  punto  y 
otros  muchos  en  que  no  estamos  conformes  los  aficionados  á  esta  lengua.  Confun- 
de en  nuestro  concepto  el  Rdo.  Padre  una  oración  de  verbo  determinante  y  verbo 
determinado.  ¿Pues  qué  pertenecen  acaso  al  modo  potencial  del  verbo  haber  todas 
las  conjugaciones  dai,  zaiz,  nai,  etc.,  cuya  raíz  ai  no  es  mas  que  el  mismo  verbo 
al  (poder)?  La  conjugación  de  este  verbo  esíá  completa  con  el  cambio  tan  fre- 
cuente de  la  ¡  en  la  i.  Por  consiguiente  bete-nai  (rae  puede  llenar)  es  una  oración 
de  dos  verbos,  á  saber:  el  determinante  nai,  tercera  persona  del  preseole  de  in- 
dicativo del  verbo  al  (poder)  con  la  relación  de  me  en  la  característica  n  prefor- 
mante  ,  y  el  verbo  determinado  bete  (llenar)  en  infinitivo.  Lo  mismo  sucede  con  el 
consuetudinario,  etc.  Es  lastima  que  se  pierdan  tantos  trabajos  individuales  y 
tantos  esfuerzos  por  no  formar  una  sociedad  literaria  ó  filológica  de  esta  lengua, 
donde  discutir  y  consultar  sobre  las  dudas  que  ocurran,  y  combatir  los  errores 
que  inocentemente  por  ignorancia  se  propagan.  Deseamos  que  llegue  este  dia  para 
asegurar  el  buen  éxito  de  los  esfuerzos  de  los  amantes  del  pais  Vascongado. 


JOSÉ  FRANCISCO  DE  AIZQL'IBEL. 


Toledo  ai  de  Mayo  de  1856. 


i 


'>22  — 

ADVERTENCIA. 


Hubiéramos  podido  dnr  en  este  lugar  una  bibliografía  completa ,  en  lo  posible, 
de  todas  las  obras  que  sobre  las  lenguas  y  la  escritura  en  general  y  en  particular, 
sabemos  se  haya  publicado  en  Europa  ,  empero  habiendo  citado  los  autores  de  las 
principales  en  el  ingreso  de  estos  escritos,  remitimos  al  estudioso  á  las  cuciclo- 
pedias  expresadas,  en  las  que  hallarán  hecho  este  trabajo.  Después  de  impresos 
los  discursos  anteriores  ,  hemos  leido  con  sumo  gusto  el  Orifjen  de  la  Ortología  y  Je 
la  Ortografía,  ó  Historia  de  la  formación  de  las  In^guas  y  de  la  invención  de  la  escri- 
tura ,  demostrada  con  hechos  constantes  de  la  mas  remola  antigüedad  y  con  la  mar- 
cha natural  de.  los  conocimientos  humanos,  opiisculo  escrito  y  publicado  en  18Í7 
por  nuestro  querido  amigo  el  ilustrado  americano  D.  Vicente  Pujol  de  La  Basti- 
da ;  y  ya  S(ue  no  hayamos  podido  nosotros  verle  á  tiempo  de  habernos  aprovecha- 
do de  sus  curiosas  noticias  y  razonadas  reflexiones,  le  recomendamos  á  nuestros 
lectores  como  uno  de  los  trabajos  mas  lilosólicos  y  concienzudos,  que  en  nuestra 
opinión  se  han  publicado  sobre  esta  materia.  También  recomendamos  á  los  estu- 
diosos los  importantes  opúsculos  siguientes  ,  publicados  por  este  ilustrado  autor, 
en  todos  los  que  se  ve  una  profundidad  filosófica  y  un  criterio  y  método  poco  co- 
mún ,  digno  de  estudiarse  por  los  lilólogos  y  por  cuantos  se  dediquen  á  la  lingüis- 
tica y  á  las  ciencias  exactas.  Cartilla  progresiva  para  enseñar  á  leer  con  la  mayor 
facilidad  y  prontitud,  sin  necesidüd  de  calón,  para  la  enseñanza  de  S.  A.  K.  la 
Serma.  Sra.  Princesa  de  Asturias.  Ortología  de  la  lengua  castellana,  ó  ciencia  de 
pronunciación,  con  mas  de  ciento  ochenta  leyes  naturales  de  esta  ciencia  ,  que  no 
se  hallan  en  ningún  otro  tratado.  Filosofía  de  la  numeración ,  ó  descubrimiento  de 
un  nuevo  mundo  cienlifico  ,  primera  ol>ra  original  es|)a5ola  sobre  ciencias  exactas, 
en  cuanto  se  encuentran  en  ella  demostradas  verdades  ó  leyes  naturales  acerca 
de  los  números  ,  ignoradas  hasta  ahora.  En  esta  obra  se  resuelve  la  cuestión,  que 
se  creia  imposible,  de  expresar  con  una  sola  palabra  cualquiera  de  los  números 
([ue  en  el  dia  se  expresan  con  dos  ó  mas  hasta  siete,  y  por  último  se  demuestra 
la  base  de  la  perfección  de  las  matemáticas  y  de  todas  las  ciencias  y  artes  en 
cuanto  tienen  relación  con  los  números,  también  descubierta  por  el  autor,  reco- 
nocida por  los  mas  profundos  matemáticos  de  la  Corle,  y  por  las  Academias  de 
S  .  Fernando  y  la  de  Ciencias  exactas  ,  físicas  y  naturales.  Igualmente  recomenda- 
mos á  nuestros  lectores  el  Diccionario  de  Galicismos  que  con  un  buen  prólogo  del 
distinguido  poela  D.Juan  Eugenio  [Jartzembuch ,  acaba  de  publicar  el  erudito  y 
enlendido  escritor  D.  Rafael  María  Barall,  digno  director  de  la  Gaceta  oficial  de 
Madrid  y  de  la  Imprenta  Nacional. 

Debemos  advertir  que  entre  los  excelentes  pendolistas  (jue  conservaron  en  toda 
su  pureza  y  gallardía  la  letra  bastarda  es|)añola  ,  es  preciso  considerar  á  los  Padres 
Escolapios  ]uan  Antonio  Rodríguez,  José  Sevilla,  Jorge  López  y  Juan  Bautista  Cor- 
tés; á  los  cuales  imitan  hoy  con  su  bellísima  letra  los  Padres  Gregorio  Molina,  Ju- 
lián Viñas,  Carlos  Chiner ,  Ildefonso  Polo,  de  Arcbidona;  José  Benitez,  Procurador 
general;  el  erudito  y  virtuoso  P.  Felipe  Navarro  del  Corazón  de  Jesús,  y  otros 
profesores  de  los  colegios  de  Madrid  y  de  las  provincias.  También  es  excelente 
pendolista  el  presbítero  D.  José  Herraiz.  En  la  página  199  se  cita  á  D.  Antonio  del 
Olaso  ,  y  debe  decir  del  Olmo. 


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